Voz del sur

Julio Frank Salgado

Chile y Venezuela: Opuestos aunque parecidos

Los gobiernos inglés, francés, alemán y español dieron un ultimátum al régimen de Nicolás Maduro que, de no cumplirse, les llevaría a desconocer a éste como Presidente de Venezuela y reconocer, en su reemplazo, al líder de una insurrección popular organizada desde la misma potencia que actuó en Chile.

Por presentar ambos casos algunos aspectos y proyecciones similares pese a su opuesta situación actual, repito un artículo publicado aquí el 31 de octubre de 2018.

EL PRECIO DEL “SUEÑO CHILENO”

Sus gobernantes le facilitan inversiones foráneas, adquieren en ella especialización y estatus, adhieren a su política transnacional, reciben medallas e incluso mezclan emblemas nacionales y brindan con la primera potencia del mundo. Sus gobernados, con una mentalidad competitiva, se concentran en la búsqueda del éxito económico individual y el consumo de las maravillas de la modernidad. No es difícil averiguar dónde se inspira y descansa la cara A del “modelo” chileno.

Desde la Independencia se ha alabado el sentido de “equilibrio, orden y moderación” del carácter nacional o su parsimonia para enfrentar los avatares de la subsistencia. Los grupos dirigentes locales se han mostrado abiertos a la participación económica y la influencia cultural extranjeras, en particular las anglosajonas. Se motejaba a los chilenos como “los ingleses de Sudamérica”, aunque ahora, dado el traspaso de potencia e injerencia en la política internacional, podrían ser llamados “los norteamericanos de Sudamérica”. Si antiguamente se admiraba aquí el garbo inglés y su calculadora eficiencia, y se aceptaba su ambición genética por la conquista territorial y cultural, ha sido la rústica convicción estadounidense sobre el éxito económico y la expansión de sus intereses lo que se ha impuesto después y con nuevos bríos.

Los habitantes de este delgado territorio son convocados diariamente hoy a experimentar una especie de “sueño (norte)americano”, la búsqueda de un triunfo equivalente al talento y el esfuerzo personales desplegados, lo que derivaría inevitablemente, además, en el engrandecimiento del país.

Lo primero, al menos, está a la vista. Los negocios y emprendimientos independientes de todo tipo y tamaño, el ilimitado acceso a bienes muebles, inmuebles y fungibles, la amplia oferta educacional, el sorprendente consumo gastronómico, los crecientes viajes nacionales e internacionales, la disponibilidad de tecnología digital en todo momento e incluso un generoso e inédito calendario anual de días de asueto no son evidencias de un país pobre o estancado. Que lo digan los miles de argentinos, peruanos, colombianos, venezolanos y haitianos inmigrantes, y los millones que lo envidian a través de los medios de comunicación.

Pero se trata de un modelo “a la chilena”. Ocurre que la mayoría de la población no está en condiciones de subirse al carro de la victoria por impulso propio, dado que el auge no comprende remuneraciones equitativas, estabilidad para el empleo dependiente ni todos los incentivos que necesitan los emprendedores pequeños. Históricamente gobernados por una elite político-económica cerrada y aglutinadora de la riqueza nacional –salvo excepciones, como el derrocado gobierno de Allende-, gran parte de los “soñadores” ha tenido que proceder dentro de su ya delimitado alcance, comenzando por la herramienta clásica que les ofrece el sistema: un expedito y tentador, aunque riesgoso, endeudamiento rotativo. Esta solución les permite usufructuar de bienes a los que en circunstancias normales no habrían podido acceder, pero les obliga a un pago regular que compromete muchas veces el ingreso mensual y está sujeto a subidos intereses, eventuales multas y, en el peor de los casos, a un embargo judicial que podría significarles empobrecimiento.

“Todos lo hacen”

En su ansiedad por no quedarse abajo, los más incómodos en la pirámide socioeconómica han asumido a su manera el camino más próximo y directo ya consagrado: el comercio. La transacción de productos y artículos de toda clase, rubro, volumen, calidad e incluso legalidad se ha convertido así en un protagonista sin contrapeso a todo nivel, al punto que, mientras las grandes empresas se apuran con las ofertas navideñas ya en octubre, celebran los días de la madre y el padre a modo de “ciber-days” e incorporan a periodistas como anunciadores, el aparentemente modesto y postergado vendedor ambulante se dota de los aparatos técnicos necesarios para irrumpir libremente con su mercadería en el transporte masivo –incluyendo vagones del Metro-, salas de hospitales y hasta bibliotecas públicas.

Si líderes políticos, empresariales, militares y eclesiales, con privilegiada educación, dan un ejemplo del uso de oportunidades torciendo la ley y la ética, ¿por qué no aprovechar la posibilidad de mortificar un poco, en beneficio propio, a los más desprevenidos?

“Aquí todo está quieto, porque cada uno hace lo que quiere (…)”, sentenciaba Juan Egaña en el Chile del siglo XIX.

Una meta económica diseñada para satisfacer a grupos empresariales ávidos de utilidades gigantescas ha arrasado con la sensibilidad colectiva, desvirtuando la política, el trabajo, la educación, la salud, el papel de los medios, el deporte y otras actividades fundamentales de la convivencia social, a cambio, en definitiva, de una ensoñación sobre el desarrollo, de un letargo intelectual y valórico, de una rutina materialista y consumista. Los estudiosos civiles y religiosos que podrían poner una voz de alerta sobre el sentido de la vida humana en sociedad son impulsados a la obsecuencia con la realidad generada y a quedarse discretamente en zaga.

“Business as usual” (El negocio, como siempre), se escucha en medios radiales transnacionales.

Desnacionalidad

He aquí algunos hechos de la historia política de esta parte del continente:

1904: Empresas estadounidenses comienzan a explotar yacimientos de cobre en territorio chileno.

1938-1952: El Estado chileno, gobernado por una alianza política encabezada por el Partido Radical, impulsa la industrialización del país.

1955: Llega la misión económica asesora estadounidense Klein-Saks, promovida por El Mercurio y considerada la inspiradora del proyecto neoliberal en el país.

1967: El Estado chileno inicia la adquisición del 51 por ciento de la propiedad accionaria de los yacimientos de la gran minería del cobre, proceso denominado “Chilenización del cobre”.

1971: El Congreso Nacional aprueba por unanimidad, durante el gobierno de Salvador Allende, la nacionalización de los yacimientos de cobre, denominado ya “el sueldo de Chile”.

1973: Golpe de estado en Chile. El gobierno estadounidense aparece relacionado, según un informe de la comisión especial del Senado norteamericano.

1981: La dictadura establece la “concesión plena” para los inversionistas privados del cobre.

1988: Augusto Pinochet pierde el plebiscito que le permitiría eventualmente continuar en el poder. El gobierno estadounidense, representado en Chile por su embajador Harry Barnes, influye en la derrota.

1990: Asume Patricio Aylwin, el primer Presidente elegido democráticamente tras la dictadura. Se profundiza un proceso llamado “Desnacionalización del cobre”, que permitiría que más de dos tercios de la producción nacional del metal quedara en manos privadas y extranjeras.

1993-2009: Los Presidentes Patricio Aylwin, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet reciben la medalla de oro de la organización de empresas transnacionales norteamericanas Americas Society.

2010: La ex Presidenta Michelle Bachelet es nombrada como primera directora de las Naciones Unidas para la mujer.

2011: El Presidente Sebastián Piñera asegura a la organización de empresas transnacionales norteamericanas Americas Society que “Chile está totalmente comprometido con la economía de libre mercado”.

2018: La ex Presidenta Michelle Bachelet es nombrada alta comisionada de las Naciones Unidas para los derechos humanos.

2018: La Corte Internacional de Justicia de La Haya rechaza la reclamación de Bolivia contra Chile por negociaciones sobre una salida soberana al mar. El empresario transnacional chileno Andrónico Luksic, propietario del holding nortino Antofagasta Minerals, lo celebra públicamente.

2018: El Presidente Sebastián Piñera exhibe, en presencia de su par norteamericano y ante la prensa mundial, la imagen de una pequeña bandera chilena incrustada en la norteamericana y declara: “Chile está en el corazón de Estados Unidos”.

2018: El cientista político democratacristiano y ex ministro de la Concertación Genaro Arriagada, coordinador de la campaña del No a Pinochet en 1988, declara en The Clinic: “El país es una mierda, pero es el mejor de la región (latinoamericana)”.

Julio Frank Salgado

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Autor

Julio Frank Salgado

Periodista y bloguero chileno. Reportero y editor en medios de comunicación escritos, radiales, televisivos y digitales. Activista digital por una Constitución democrática para Chile desde 2007. Autor de "Médicos en la Historia de Chile" (2005) e "Idolos de blanco" (2011). Año XIX en la blogosfera de PD.

Julio Frank Salgado

Periodista y bloguero chileno. Reportero y editor en medios de comunicación escritos, radiales, televisivos y digitales. Activista digital independiente por una Constitución democrática para Chile desde 2007. Autor de "Médicos en la Historia de Chile" (2005) e "Idolos de blanco" (2011). Año XIX en la blogosfera de PD.

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