Voz del sur

Julio Frank Salgado

El periodismo sigue con malas noticias

“El mejor oficio del mundo”, como lo definió García Márquez, continúa precarizado y tergiversado por intereses que promueven una sospechosa realidad “mediatizada” que ataca la principal potestad humana: el discernimiento.

Los transeúntes y automovilistas que avanzaban por la avenida Vicuña Mackenna de Santiago el jueves 24 de abril se enteraron personalmente de la protesta laboral callejera realizada por decenas de periodistas y otros trabajadores de la comunicación del Consorcio Periodístico S.A. (Copesa), uno de los conglomerados empresariales dominantes en la prensa escrita chilena desde la dictadura.

La manifestación no consiguió despertar demasiada empatía en quienes la observaban, quizá porque lo que estaban viendo no era más que la punta del iceberg de la penosa situación que arrastra el periodismo nacional desde que los políticos civiles reasumieran el poder en 1990 y decidieran que la libertad de expresión debía seguir bajo control, aunque en un sistema distinto.

Realidad “mediática”

Dos consorcios han dispuesto del mercado periodístico impreso chileno y de la agenda informativa nacional sin contrapeso, constituyendo un poder comunicacional privado que partió con Pinochet, cuyo régimen intervino para evitar la respectiva quiebra, y continuó con la generosa publicidad no sólo de las grandes empresas multinacionales y nacionales sino también del supuestamente nuevo y democrático Estado de Chile. Hoy ni siquiera está el diario estatal La Nación, cerrado por el pasado gobierno de Sebastián Piñera, y hay sólo cuatro periódicos diarios de circulación nacional: El Mercurio, La Tercera (Copesa) y sus correspondientes brazos faranduleros aliados con la programación de la televisión abierta, como son Las Ultimas Noticias y La Cuarta. A eso suman cadenas regionales, ademá de revistas, radioemisoras y medios digitales.

La prensa “alternativa” cayó por un tobogán. Desaparecieron, ahogadas por la falta de avisaje, las combativas revistas contrarias al dictador y no necesariamente adictas a la Concertación, y hoy apenas asoman regularmente en los quioscos, con lastimeros titulares, los periódicos –no diarios- El Ciudadano, que ha recurrido incluso a la solidaridad pública para subsistir, y Punto Final, mientras El Siglo, del Partido Comunista, apoya ahora al gobierno de Michelle Bachelet.

Radio

En el dial de FM, dominado también por grupos económicos chilenos y extranjeros, prevalecen comentaristas -varios de ellos conductores de noticiarios de televisión- con la venia de los grandes avisadores, precisamente para que las informaciones y opiniones no excedan el modelo político-económico neoliberal y consumista sacralizado por la TV. Comparten ellos su cotización mediática con las empresas auspiciadoras y les anuncian personalmente las ofertas, en una contradictoria práctica que muestra independencia ante los políticos y relación con quienes publicitan, dejando perplejos al inerme Colegio de Periodistas de Chile (asociación gremial) y su Código de Etica Profesional.

Se ofrece un intercambio de opiniones limitado, rengo, de salón; análisis de un entorno noticioso acotado e inexpugnable, sin posibilidad alguna de cambios de fondo y que omiten la fuente de origen: la herencia pinochetista. Una mirada distinta sólo asoma en estaciones universitarias, como la solitaria y escasamente auspiciada radio de la Universidad de Chile.

Las salvedades quedan como anécdota. El periodista deportivo Aldo Schiappacasse se atrevió a grabar un spot para la campaña “Marca Tu Voto con AC” (Asamblea Constituyente) en 2013 y también a renunciar pocos meses después a Radio Cooperativa –ligada a la ex Concertación- para irse a Radio Bío-Bío, que se declara “independiente de verdad”.

La TV

De la televisión, mejor ni hablar. Vendidos sus principales canales privados (13, CHV, Mega) a consorcios nacionales y transnacionales y operando el estatal (TVN) también comercialmente, no debe extrañar que sus noticiarios se acerquen a la línea programática general, rebosante de ficción de bajo nivel y publicidad a todo minuto, y rehúyan de los hechos reales y sustanciales. Desfilan la delincuencia común, sin autores prominentes, las protestas sociales como violencia callejera y -para equilibrar la parrilla- fútbol millonario y novedades del mercado. Hay cierta cobertura política diaria… pasada la 1.00 A.M.

.com

Digitalmente, no podría haber comparación mientras el ciberespacio y sus activas redes sociales no logren el impacto emotivo-visual y la cobertura física de los medios tradicionales. No obstante eso, Ciper-Chile, el Centro de Investigaciones Periodísticas de Chile, ha hecho varios aportes informativos, claro que con el consentimiento de uno de sus mayores financistas… Copesa. Hay que agregar los resultados de elmostrador.cl, un medio también declarado independiente que ha conseguido posicionarse en las elites políticas, competir con las páginas web de las grandes empresas y obtener el financiamiento necesario. Otra salvedad.

Distinguir o no distinguir

Aunque el periodismo no da propiamente buenas o malas noticias, simplemente noticias, sí son malas cuando le afectan directamente al impedirle actuar en la forma y con la finalidad a que está obligado. Basta revisar el sitio del observatorio de medios Fucatel para comprobar el desolador panorama comunicacional público en esta democracia chilena -e internacional- a medias, plena de informaciones y curiosidades, pero escasa en noticias. De este modo, el ejercicio de la profesión originalmente tal –reporteo e investigación sobre hechos de actualidad difundidos públicamente- es limitado; muchos de los egresados de la carrera, provenientes de planteles que enseñan y titulan al margen de la demanda laboral, ha cambiado de giro: asesorías comunicacionales privadas a empresas e instituciones, servicios de tecnología e informática, decididamente otros rubros (corretaje, importaciones, etc.) o el deambular permanente en búsqueda de lo que fuere.

¿Se puede esperar algo más de un periodista en un contexto ultraconsumista, sustentado en la compra-venta y cuyos administradores -y su electorado- no muestran intenciones de cambios radicales?

Ahora bien, ¿qué gravedad tendría todo esto considerando que la sociedad y la gente evolucionan periódicamente? ¿Está en riesgo algo de verdad trascendente?

Depende de la valoración de cada uno no sólo según sus sentimientos sino también, y principalmente, su raciocinio. En este caso, la fragilidad, indiferencia, aprensión o directamente temor con que las actuales audiencias reciben la información de medios así inspirados puede llegar a impedirles distinguir incluso entre el blanco y el negro, o simplemente, al aceptar a otros seres de carne y hueso como entes superiores, llevarles a una sumisión consciente y voluntaria. Dicha sumisión podría convencerles, por ejemplo, de que son incompatibles sus aspiraciones en el deporte, tan ensalzadas y con tanto financiamiento, con las de la política, rehuidas y reprimidas; de que ser campeones mundiales de fútbol sería la máxima gloria nacional y que crear un nuevo régimen de convivencia democrática a través de una Asamblea Constituyente, en cambio, sería la ruina del país.

La libertad de expresión no se limita a la realidad “mediática” impuesta desde las elites, pues trata de defender el discernimiento plural y la crítica abierta, nada menos que la facultad diferenciadora del ser humano respecto de sus coterráneos. En esto que está en juego, el periodismo resulta fundamental y más vivo que nunca, lejos de extinguirse, como algunos poderes siguen pretendiendo. Si no fuera así, terminaría por ser definitivamente encubridor de una “evolución”, por decir lo menos, altamente sospechosa.

Julio Frank Salgado

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Julio Frank Salgado

Periodista y bloguero chileno. Reportero y editor en medios de comunicación escritos, radiales, televisivos y digitales. Activista digital por una Constitución democrática para Chile desde 2007. Autor de "Médicos en la Historia de Chile" (2005) e "Idolos de blanco" (2011). Año XIX en la blogosfera de PD.

Julio Frank Salgado

Periodista y bloguero chileno. Reportero y editor en medios de comunicación escritos, radiales, televisivos y digitales. Activista digital independiente por una Constitución democrática para Chile desde 2007. Autor de "Médicos en la Historia de Chile" (2005) e "Idolos de blanco" (2011). Año XIX en la blogosfera de PD.

Lo más leído