Chile, comienzos del otoño, zona devastada por el terremoto. Un conductor de noticiarios de televisión –“rostro”, antiguo
“hombre-ancla”- enviado al lugar de la noticia reposa en un cómodo van. Una productora se acerca al vehículo y le señala con su mano que faltan cinco minutos para salir al aire. Se incorpora rápidamente, se desordena un poco el cabello y el cuello de la camisa y se prepara a enfrentar la cámara. Con expresión compungida, presenta la catástrofe a sus colegas del estudio central y a millones de televidentes que le observan con credulidad.
Más allá, rodeado por la misma destrucción, desolación y angustia, se alista otro “rostro” periodístico. Urgido, pregunta a los productores qué tiene que decir. “¡Está la cagada!”, le responden. Ya instruido, envía su despacho informativo. Un reportero ha observado ambas escenas y propone a su periódico publicarlas. Se lo niegan.
(Tomado del relato ante una cincuentena de estudiantes de periodismo de la Universidad de Chile del periodista y editor del diario La Segunda Cristián Bustos, uno de los panelistas del coloquio “Comunicar crisis en tiempos de crisis. Los periodistas y el terremoto: una mirada crítica”. Instituto de la Comunicación e Imagen (ICEI), 5 de mayo de 2010).
J.F.S.