Voz del sur

Julio Frank Salgado

Las noticias detestan el papel de regalo

No se mejora un noticiario potenciando la imagen comercial y el compromiso institucional de su periodista conductor, pues eso depende simplemente de la calidad de la información que entrega.

¿Es normal, aceptable o correcto que un periodista conductor de un noticiario se haya desempeñado paralelamente como modelo publicitario de una empresa comercial, animado un conocido festival musical y continuado al frente de la presentación de noticias como si nada?

Canal 13 (TV-UC) permitió que Soledad Onetto, conductora titular de su programa de noticias de mediodía, fuera “rostro” publicitario de una multitienda, gran avisadora en los medios –el Código de Etica Profesional del Colegio de Periodistas prohíbe el ejercicio paralelo de ambas funciones-. Después la designó como su representante en la conducción del reciente Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar desechando a sus mejores animadores y la ha confirmado en el noticiario con este nuevo “valor agregado” más propio de la ficción.

Pareciera una situación demasiado compleja como para ser sopesada adecuadamente por las audiencias masivas, que suelen limitarse a un aparente asombro ante los continuos y repentinos cambios en las estrategias de marketing de los canales. E inevitable, dada la inmunidad programática que se le concede a la pantalla chica.

Pero no es en absoluto intrascendente: el ejercicio paralelo de las funciones informativa y publicitaria o propagandística induce a una subconsciente confusión de mensajes en el público y produce un alto riesgo de conflicto de intereses en el comunicador. Así lo entendieron en 2005 los directivos de otro canal de televisión local que despidieron a la periodista Pamela Jiles por manifestar en cámara su preferencia por un candidato presidencial. Arbitrariamente, sin embargo, los teledifusores se autoeximen en materia comercial.

La designación festivalera de Onetto hubiera podido significar su alejamiento del noticiario al menos durante un lapso prudente. No está claro que sea la calidad informativa lo que se persigue fortalecer.

Lejos de la política

En las semanas previas, la televisión abierta chilena fastidió a los pocos espectadores capaces de soportar su programación veraniega incluso en horario prime. Un conspicuo televidente llegó a quejarse públicamente de haber visto al mismo artista simultáneamente en tres canales distintos, aunque debió haber precisado: humorista.

Los canales, en efecto, parecieron de acuerdo en repetir incansablemente, a toda hora, presentaciones de cómicos del presente, del pasado reciente e incluso del pasado remoto, añadiéndoles, como si no fuera bastante, un enfoque a manera de reportaje “en profundidad”. Con un importante detalle, claro: dejando al margen o en discretísimo plano a los escasos cultores del humor político, como Yerko Puchento, personaje estrella de Canal 13 hasta hace algunos meses, y Juan Carlos “Palta” Meléndez, figura del Festival de Viña del Mar hace dos años. Ambos hacen “penitencia” fuera de la pantalla por insistir en reírse de los vapuleados pero a la vez temidos y autárquicos políticos nacionales.

Seguramente el airado telespectador aludido tiene la misma opinión de los noticiarios, en los cuales suelen coincidir simultáneamente, y en cualquier estación del año, la misma noticia y los mismos protagonistas, por lo general del sector policial.

Insoportable, pero no casual: las sucesivas dimisiones al interior de los partidos en el gobierno han abierto el abanico político hacia la izquierda y generado al menos seis precandidatos a la Presidencia para las elecciones de fin de año. Una eclosión que preocupa a quienes enterarán 20 años gobernando y causa alarma a sus opositores-socios de derecha, todos los cuales han compartido el poder político-económico durante ese largo período y han sido favorecidos consecuentemente por los grandes medios de comunicación.

Asalto a la razón

Así, con la incoherente estrategia de construir artificiosamente una imagen amable y liviana para las noticias, sobre todo en períodos preelectorales, mientras se las sataniza sistemáticamente con crímenes y desastres, se mantiene al telespectador alejado de la contingencia política “dura” y con mayor gravitación social.

Al Gore, quien se pasea por el mundo asombrando a sus audiencias con su documental sobre la amenaza del cambio climático provocado por el hombre, no podría lograr lo mismo con otra obra suya, “The assault on reason” (El asalto a la razón), libro en el cual advierte sobre el peligro de los efectos de la televisión aun en democracia. Mejor dicho, los efectos de la manipulación televisiva, lo que el crítico-profeta Noam Chomsky ha calificado lisa y llanamente como “un lavado de cerebro en libertad” y a un columnista chileno, Carlos Peña, tan asertivo pero menos profético, le ha recordado la tesis del “entontamiento de la gente por el consumo”.

Si viéramos a los populares animadores chilenos Sergio Lagos o Rafael Araneda, también periodistas, conduciendo paralelamente programas de noticias, ya no sería sólo cuestión de asombro…

Julio Frank Salgado

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Autor

Julio Frank Salgado

Periodista y bloguero chileno. Reportero y editor en medios de comunicación escritos, radiales, televisivos y digitales. Activista digital por una Constitución democrática para Chile desde 2007. Autor de "Médicos en la Historia de Chile" (2005) e "Idolos de blanco" (2011). Año XIX en la blogosfera de PD.

Julio Frank Salgado

Periodista y bloguero chileno. Reportero y editor en medios de comunicación escritos, radiales, televisivos y digitales. Activista digital independiente por una Constitución democrática para Chile desde 2007. Autor de "Médicos en la Historia de Chile" (2005) e "Idolos de blanco" (2011). Año XIX en la blogosfera de PD.

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