La gripe A está haciendo todavía más de oro a las farmacéuticas mundiales

Mal de muchos, beneficio para unos pocos (y motivo de debate para todos los implicados). La extensión de la cepa de gripe A que se generó en México hace unos meses se ha traducido en un fuerte beneficio potencial para las compañías farmacéuticas capaces de fabricar las vacunas contra la enfermedad.

Y a medida que se conocen las implicaciones económicas, se recrudecen las críticas a unas compañías privadas que tienen como objetivo alcanzar un beneficio a través de la investigación, producción y comercialización de fármacos. La primera pregunta que se hacen algunos es si es justo que unos pocos ganen tanto por una enfermedad que podría afectar a muchas personas; si es razonable que alguien se beneficie de una pandemia mundial.

A partir de estas preguntas surgen las dudas sobre la responsabilidad social de las farmacéuticas ¿Deben dejar el beneficio a un lado en situaciones como la que podríamos afrontar en otoño cuando la H1N1 se extienda con el cambio de tiempo?

Según el banco de inversión JP Morgan, el valor de mercado de la farmacéutica británica Glaxo se elevará medio punto porcentual y el de la suiza Novartis subirá un 0,4% gracias a la gripe. Y es que ambas compañías tienen el encargo de producir unos 170 millones de vacunas cada una. Si éstas funcionan, obtendrán unos ingresos aproximados de 800 millones de euros.

En realidad, si lo pensamos seriamente, es a los gobiernos mundiales a los que tenemos que mirar con inquina ante estas situaciones. Me explico. Que se recurra a las únicas empresas capaces de investigar y producir la vacuna es lo más normal del mundo. De la misma manera que lo es el que se les pague por ello. Habitualmente son ellas las que elaboran la vacuna contra la gripe ‘normal’ y la cobran, la abone usted que se vacuna porque quiere, o su abuela porque se la ponen en la Seguridad Social por pertenecer a un grupo de riesgo.

Que una pandemia sea rentable me parece lógico, dado que los gobiernos no invierten en I+D. Lo razonable sería que se destinaran más fondos públicos a investigar, incluso a producir esos fármacos que hacen falta. Con las enfermedades raras pasa lo mismo. No son rentables para las farmacéuticas y han de ser tratadas o investigadas con fondos públicos. Este es, a mi entender, el verdadero problema, que no se invierte suficiente dinero público en sanidad.

Las farmacéuticas invierten su dinero donde les resulta más rentable, por exigencias de sus accionistas. Entonces, si todos somos accionistas del Estado, es a él al que debemos exigir que invierta más en nuestro bienestar. Y si nuestra salud depende de una vacuna, que la pague, que para eso están los impuestos y no para otras ‘tonterías’.

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