El Congreso estudiará elevar la edad mínima para mantener relaciones sexuales consentidas

(PD).- El PNV ha presentado una proposición no de ley en el Congreso en la que solicita el endurecimiento de las penas para los pederastas y propone, entre otras medidas, la elevación de la edad mínima para mantener relaciones sexuales consentidas, fijada ahora en los 13 años de edad en el Código Penal.

La iniciativa del PNV, que será debatida el próximo martes por el pleno de la Cámara Baja, reclama además un incremento sustancial de las penas para los delitos sexuales cometidos con menores de edad, así como de las penas de inhabilitación para el ejercicio de la patria potestad, tutela o cargo público.

El grupo nacionalista propone también la modificación del artículo 187 del actual Código Penal para que también se castigue al cliente de la prostitución infantil, y no sólo al proxeneta.

Asimismo pide un nuevo tipo penal para castigar el simple visionado de pornografía infantil a través de internet o de las nuevas tecnologías, y sin que sea necesario distribuir o almacenar el material pedófilo.

Los canales de chat y las nuevas redes sociales por Internet parecen ser el nuevo «caladero» de los pederastas en los últimos años, en los que ha proliferado el conocido como «grooming», o engaño y acoso a menores por la red.

Para evitarlo, los nacionalistas vascos creen necesario tipificar como delito la propuesta de un adulto a un menor para mantener relaciones sexuales o producir pornografía infantil, como fotos o vídeos, siempre que la oferta haya estado seguida por actos materiales conducentes a tal propuesta.

Por último, el PNV apuesta regular como agravantes a todos los delitos de explotación y abuso sexual de la infancia, el que el abuso se haya cometido por varias personas conjuntamente, en el seno de una organización criminal, que haya dañado seriamente la salud física o mental del menor o que haya estado precedido de tortura o violencia grave.
En la exposición de motivos se recuerda la mayor vulnerabilidad de la infancia ante este tipo de delitos que, además, se producen en muchas ocasiones en el círculo más cercano a la víctima, creando un grave «conflicto de sentimientos» en el menor en el momento de plantearse la denuncia.

A ello se suma, la falta de pruebas o vestigios del abuso, al cometerse casi siempre estos delitos en reductos de máxima intimidad, y las dificultades que encuentran los niños para transmitir a los adultos «sus problemas y sufrimientos» lo que determina una mayor complejidad para perseguir este tipo de delitos.

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Autor

Paul Monzón

Redactor de viajes de Periodista Digital desde sus orígenes. Actual editor del suplemento Travellers.

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