Descubren el papel del gen que entristece a las parturientas

Descubren el papel del gen que entristece a las parturientas


(PD).- La depresión posparto, que afecta al 13 por ciento de las mujeres, podría prevenirse en un futuro a través de un pequeño test genético, según los resultados de una investigación que describe el comportamiento de los genes en este trastorno, llevada a cabo por un equipo multicéntrico de siete hospitales españoles.

La conclusión principal del estudio es que «la depresión posparto desde un punto de vista genético parece tener un mecanismo diferente al que actúa en otros tipos de depresión, debido a la interacción de dichos genes con los cambios hormonales que se producen en el posparto», explica a EFE Julio Sanjuan, profesor titular de Psiquiatría de la Universidad de Valencia y jefe de uno de los grupos de investigación de la red española de investigación en salud mental CIBERSAM.

Sanjuan, coordinador e investigador principal del proyecto y otros 24 especialistas son los autores del trabajo publicado el pasado día 1 de noviembre por el British Journal of Psychiatry. Se trata del primer estudio que busca los factores genéticos de la depresión posparto, dolencia que, sin embargo, si se ha estudiado ampliamente desde el punto de vista psicosocial.

Especialistas de los hospitales Clínico de Barcelona, Concepción de Madrid, Clínico de Valencia, Carlos Haya de Málaga, Pere Mata de Reus, Son Dureta de Palma de Mallorca y Parc Tauli de Sabadell, analizaron para este estudio el comportamiento de 1.804 mujeres españolas en el momento del parto, a las ocho semanas y a las 32 semanas de dar a luz.

Estas mujeres, con una media de edad de 31,7 años (entre 18 y 46), no presentaron antecedentes depresivos durante el embarazo, un 68% tenían trabajo, un 9% eran amas de casa o estudiantes, un 12% desempleadas y un 12% estaban en baja médica.

Un 32% tiene estudios primarios, un 41% secundarios y un 27% universitarios.

Este trabajo desarrollado entre diciembre de 2003 y octubre de 2004, es el primero de una amplia investigación en curso de los mecanismos biológicos y sociales de la depresión posparto, para la que el Instituto de Salud Carlos III ha dado una amplia financiación.

GENES ‘BUENOS’ NI ‘MALOS’

Según la investigación, la diferencia desde el punto de vista genético entre una depresión normal y la que se produce en el puerperio estriba en que «las variaciones de algunos de los genes que regulan la serotonina (neurotransmisor responsable del estado emocional), que se ha asociado repetidamente al riesgo de padecer depresión, son variaciones protectoras para la depresión posparto».

Esto supone «un importante cambio de paradigma en los estudios de genética psiquiátrica», porque a partir de este estudio -subraya el investigador- «se sugiere que no hay genes ‘buenos’ o ‘malos’ para la depresión, sino que pueden facilitar el riesgo o ser elementos protectores dependiendo de las interacciones hormonales».

En la práctica, -explica Sanjuan- «se abre, por primera vez, la vía a un diagnóstico precoz, desde el punto de vista genético, en el reconocimiento de las mujeres en riesgo de depresión después del parto, lo que puede facilitar un tratamiento preventivo individualizado».

Se vislumbra una vía para que el remedio no sólo sea el apoyo social, sino que «en un futuro, a través de un pequeño test genético, se pueda suponer qué mujeres van a tener más riesgo y van a necesitar un tratamiento preventivo antidepresivo o alguna terapia de apoyo tras el parto».

Porque -asegura- «se trata de un tema de primer orden, desde el punto de la vista de la salud pública, y no tenemos instrumentos buenos de detección»

CULPABLES DE NO SER FELICES

Precisamente el de la detección es uno de los principales problemas porque, «en un 50 por ciento de los casos, las mujeres con depresión posparto no son reconocidas, no se identifican, no son tratadas, por lo que pueden caer en estados depresivos graves, que pueden acabar incluso en el suicidio», asegura el doctor.

Y la duración de esta enfermedad, que aparece entre el mes y los cuatro meses desde el nacimiento del niño, depende en gran medida de si se trata o no.

«El problema es que estas mujeres que deberían estar felices por tener un hijo, se sienten muy culpables por no estarlo. Esto hace que el cuadro se agrave. Piensan que no pueden cuidar al niño suficientemente bien y se culpabilizan por ello».

Entonces se forma el círculo: no piden ayuda, porque son incapaces de reconocer que están mal y el cuadro se agrava afectando también al niño.

«Los niños con madres deprimidas pueden sufrir efectos graves de retraso emocional, en el desarrollo del lenguaje, en el momento de empezar a andar, y sobre todo en un fenómeno fundamental que es el grado de apego», asegura el doctor.

«Una mujer depresiva no hace ese fenómeno de apego», de vínculo, y eso desde el punto de vista del desarrollo emocional del niño es «muy necesario» porque «un niño que ha vivido en una situación de abandono o de no apego puede tener un trauma».

Hay estudios que han hecho seguimientos a esos niños y han demostrado que arrastran ese trauma a lo largo de su vida.

NO ES UN BAJON DE ANIMO

El perfil de la mujer con depresión posparto es de una persona con antecedentes de haber sufrido otras depresiones, con rasgos de neuroticismo; entorno con un bajo apoyo social; con acontecimientos negativos después del parto como discusiones familiares, cambio de casa, problemas en el trabajo y que tenga un genotipo dentro del transportador que disminuya sus niveles de serotonina.

Este especialista recomienda diferenciar la depresión con un fenómeno que se denomina «baby blues» que aparece a la semana del parto y que afecta a entre el 50 y el 80 por ciento de las mujeres.

«El blues no se puede considerar un fenómeno patológico, es un bajón de ánimo muy corto, y lo más frecuente es que remita a las semanas sin necesidad tratamiento», afirma Sanjuan.

EFE

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