Los eufemismos y la instalación en la mentira

Por Javier Pardo de Santayana

( Viñeta de Nieto en ABC el pasado día 4 de mayo) (*)

Se trata de unas expresiones tan vivas como fehacientes de la instalación de nuestra sociedad en la mentira. Seguro que ustedes han visto o han leído frases como “ha cometido un error” o “no ha estado afortunado” para justificar lo injustificable. Palabras referidas a un político que ha dicho o cometido una burrada que le descalifica para representar a nadie como no sea a rufianes u otras gentes difícilmente presentables, pero que sin embargo pasan como si nada hubiera sucedido. Por consiguiente, pelillos a la mar.

Se trata, sí, de subterfugios que intentan salvar el pellejo de quien metió la pata, para evitar que la gente se pregunte si la persona de la que se trata es apta realmente para el cargo, ya que de entrada no debería pasar el fielato ya en su vida. Y es que aun en el caso de que, efectivamente, de un error se tratara, tampoco lo dicho sería de recibo para ejercer determinadas responsabilidades. O sea que de no ser un mentiroso, quien de tal forma se expresó seria inepto.

Y sin embargo esto lo vemos cada día sin que haya nadie que corrija a los aparentemente bienintencionados periodistas o políticos para hacer ver que no vale la excusa; que lo dicho no hace sino revelar la catadura o la capacidad real del individuo para ejercer el cargo. Situación ésta no totalmente nueva puesto que ya se producía con frecuencia en relación con los nacionalistas vascos. De ahí que don Julián Marías denunciara tales comportamientos como una peligrosa instalación en la mentira.

A mí se me ocurrieron entonces estos ripios que siguen siendo aplicables a lo que ahora nos sucede:

¡PERO QUÉ BUENOS SON!

Resulta que los políticos,
que nos parecen tan críticos,
son a veces más pazguatos
que los Hermanos Oblatos.

Cuando tendrían motivos
de poner cara de perro,
se empeñan en quitar hierro
y se inventan paliativos.

Hablan del separatismo
como “error de planteamiento”
del Peneuve: un eufemismo
que a mí me parece un cuento.
¡Seamos serios, señores,
que no hablamos de un desliz!
La cuestión no es de matiz,
que son palabras mayores.

Déjense de este autoengaño
y tomen su decisión:
¿Qué prefieren, el escaño
o la canonización?

El caso es que, en vez de remitir, el autoengaño se ha extendido y ha acabado calando de tal forma que la gente ya lo traga sin mayor problema. Ahora mismo lo estamos viviendo con un caso que debiera provocar escándalo pero que al final pasa sin conmover al respetable, así que uno no podemos evitar el preguntarnos si es que todo ya nos da lo mismo.

En efecto, vemos como una mayoría de españoles ha decidido confiar en un señor que, habiendo formulado un comentario apasionado poniendo como ejemplo de comportamiento político a los alemanes por haber defenestrado nada menos que a un ministro del gobierno por mentir respecto a su currículo, demostraría acto seguido haber calcado una gran parte del trabajo con el que obtuvo un importante título académico: un hecho de tal forma demostrado que el periodista que denunció y analizó los documentos del engaño acaba de recibir un importante premio por su buen trabajo.

Claro que podría decirse una vez más que lo ocurrido “fue un error” o que el comentario respecto a lo consecuentes que son los alemanes “fue desafortunado”, pero ustedes reconocerán que confiar en la palabra de alguien que se comporta de esta forma es cosa poco menos que imposible.

Y sin embargo la “ciudadanía” ha decidido concederle su confianza y con ella la responsabilidad de gobernarnos. En fin, qué quieren que les diga.

PS: También debieron ser simplemente “erróneas” o “desafortunadas” las decisiones tomadas por su partido cuando éste manejó los eres en beneficio de directivos y simpatizantes por no decir también de asegurar más votos, pues si para otros la corrupción de determinados individuos además de ser aireada ferozmente ha causado unos daños importantes, para los suyos el tinglado organizado se ha convertido ya en materia irrelevante.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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