Los lunes, revista de prensa y red

“Aroma funerario”, de Luis Herrero, “Ni Sánchez con Rivera, ni Rivera con Sánchez. ¡A resistir!”, de Federico Jiménez Losantos, y “Donald Trump, el presidente de la clase trabajadora”, de Pedro F Barbadillo

( Viñeta de Tomás Serrano en El Español el pasado día 7) (*)

AROMA FUNERARIO

Artículo de Luis Herrero publicado en ABC el pasado día 5

Se dice con frecuencia que las elecciones no se ganan, se pierden. Y la derecha puede perderlas a pesar de estar en condiciones inmejorables de ganarlas. Si Sánchez no hubiera tenido la feliz ocurrencia (para sus intereses) de adelantar las elecciones generales al mes de abril, ahora su partido estaría con la respiración contenida, llorando la probable pérdida de tres de sus plazas fuertes: Extremadura, Castilla-La Mancha y Aragón. Con los resultados del pasado domingo en la mano, ninguna de esas tres Comunidades Autónomas puede conservar el pabellón de la izquierda en lo alto de la torre del castillo. Tampoco la alcaldía de Madrid. Así que, a estas horas, al cadáver político de Susana Díaz estarían a punto de sumarse los de Fernández Vara, García Page y Javier Lambán como fúnebre cosecha de los desastres electorales del PSOE. La izquierda hubiera tenido que encarar las elecciones generales, inicialmente previstas para el próximo otoño, en medio de piras funerarias, desahucios políticos y conjuras internas. El color de su futuro sería muy distinto.

La astucia de los alquimistas de Moncloa, sin embargo, han conseguido darle la vuelta a la tortilla. El PSOE no encarará las elecciones generales bajo los efectos del bajonazo moral que les hubiera supuesto una severa derrota en las municipales y las autonómicas, sino que encarará las municipales y autonómicas en plena celebración de la nítida victoria en las elecciones generales. ¿Bastará ese chute de moral para arrastrar más votos socialistas a las urnas del 26 de mayo? La izquierda se ha movilizado tanto —el fuerte incremento de la participación el domingo pasado así lo acredita— que no es razonable aguardar la llegada de más refuerzos. No es fácil que el PSOE pueda ganar. Ha quedado claro que solo salva los muebles donde cuenta con apoyos nacionalistas. Por eso será Ximo Puig presidente de Valencia y el propio Pedro Sánchez presidente de España.

Pero ahora las cosas serán distintas. La batalla electoral llega a aquellos lugares donde los nacionalismos brillan por su ausencia. El PSOE tendrá que verse las caras con sus adversarios sin tropas de refuerzo. Cara a cara. A pecho descubierto. Ni siquiera podrá contar, en muchos de esos feudos, con la complicidad post electoral de Unidas
Podemos. Iglesias aportará allí muy poca clientela. Añádase al argumentario anterior la circunstancia de que la ley d’hont ya no penalizará tanto la fragmentación de la derecha como en abril, por el tamaño de las circunscripciones que entran en juego, y se llegará fácilmente a la conclusión de que lo más fácil es que estemos en vísperas de días amargos para el partido que acaba de ganar las elecciones generales. Y, sin embargo, yo no me apostaría pincho de tortilla y caña a que las cosas vayan a suceder de ese modo.

Se dice con frecuencia que las elecciones no se ganan, se pierden. Y la derecha puede perderlas a pesar de estar en condiciones inmejorables de ganarlas. Casado lleva una semana dando tumbos por el cuadrilátero, completamente grogui, lanzando puñetazos al aire, más preocupado por satisfacer las demandas de quienes miran su cabeza como si fueran los verdugos que blanden el hacha que por entender los errores de su campaña. Se equivocó gravemente al elegir a muchos de sus compañeros de viaje, al dispersar tanto sus mensajes electorales y al desatender a esa parte del electorado del PP que mira a Vox con tanto recelo como a Podemos. El resultado ha sido catastrófico: muchos —demasiados— han visto en él al Atila del PP que premia a sus amiguetes y fumiga a los que no lo son, al opositor resabidillo que quiere presumir de dominar el temario del examen, y a un líder obsesionado con convertirse, sobre todo, en la alternativa a Abascal.

Las consecuencias de este triple fiasco todavía están por medir, pero si una de ellas es que el desencanto lleva a refugiarse en la abstención a esa parte de los votantes del PP que se niegan a votar a Vox y a Ciudadanos, apaga y vámonos. No solo será una catástrofe para la derecha y una bendición para la izquierda. Será, además, la tumba política de Pablo Casado. Pincho de tortilla y caña a que, en tal caso, no llega vivo al verano.

Artículo en: http://www.abc.es/espana/abci-aroma-funerario-201905050222_noticia.html

NI SÁNCHEZ CON RIVERA, NI RIVERA CON SÁNCHEZ. ¡A RESISTIR!

Artículo de Federico Jiménez Losantos publicado en Libertad Digital el pasado día 5

Puede decirse que, en Madrid, todos los votos son útiles. Lo inútil, lo trágico, sería no ir a votar. Contra Sánchez, naturalmente. Y luego, a resistir. Estamos acostumbrados.

Es natural que, después del batacazo nacional que ha supuesto el triunfo de la Anti-España, de Otegui a Sánchez, de Junqueras a Monedero y de Ferreras a Juliana, los tres partidos nacionales reorienten su estrategia. El peligro es que despisten y desmovilicen a sus votantes, perdiendo la posibilidad de atrincherarse en los grandes ayuntamientos y comunidades autónomas y hacerle la vida imposible al Gobierno más temible de toda la Historia reciente, aunque no necesariamente el más largo. Su duración va a depender de la Oposición, y la fuerza de ésta, del resultado de la nueva cita electoral, especialmente en Madrid, que puede ser Covadonga… u Otumba.

La responsabilidad del votante

El gran debate tras las municipales y autonómicas está, sin embargo, planteado ya: si hay que presionar a Rivera para que se ofrezca a Sánchez para evitar el desastre absoluto que está empeñado en presidir o si hay que dejar que Rivera afronte su destino personal y político haciendo honor a su compromiso con los electores, que es el de no pactar con Sánchez. En Libertad Digital, Cristina Losada y Fernández Barbadillo han publicado sendos artículos, que, en mi opinión, centran perfectamente el asunto: ¿Debe la Derecha o el Centro-Derecha acudir en auxilio de la Izquierda, por el bien de España? ¿O debe esperar que un electorado sectario hasta la náusea e irresponsable hasta el tuétano, como ha demostrado ser el del PSOE, recoja lo sembrado?

La CEOE, que nunca ha hecho nada para limitar la abrumadora mayoría mediática de la Izquierda, o las empresas del IBEX 35, que se han limitado siempre a comprar protección de PRISA y La Sexta para sus intereses particulares, se han lanzado, con un descaro que sorprende incluso en el amoral dinerismo (que no capitalismo) español, a presionar a Rivera para que salve a España de lo que España ha votado. Y algunos medios de comunicación respetables han ido en la misma dirección, con argumentos que estropea la sórdida compañía del dinerismo, pero que hay que analizar.

¡Aquél referéndum de la OTAN!

El primero es el que planteaba Barbadillo: la irresponsabilidad del votante del PSOE, de la que al parecer tendría que rescatarle la Derecha. Él pone como ejemplo algo que hoy parece más claro que ayer: el referéndum de la OTAN, un caso de liderazgo macarra, cercano al proxenetismo, en el que un chulo llamado González hizo cambiar a España de opinión sobre la OTAN, en la que había entrado por mayoría parlamentaria, en vez de decir que la había engañado o se había equivocado, y que se remitía a las urnas.

La derecha sociológica, empresarial y periodistíca se lanzó entonces de cabeza a apoyar la monumental estafa, con el apoyo de algunos que pasaban por grandes defensores de la libertad, como Thatcher. Lo que le interesaba era no debilitar a la OTAN, claro, pero la democracia, para cuya defensa se fundó la OTAN, salía en España prácticamente muerta del timo del referéndum. Su victoria encadenó la segunda mayoría absoluta ‘sociata’ y en vez de cuatro u ocho años nos tocó padecer al felipismo -y al pujolismo, socio preferente- cuatro legislaturas, que de milagro no fueron cinco o seis.

Yo dimití entonces como Jefe de Opinión de Diario 16 porque no quise hacer los editoriales pidiendo el sí, cuando en mi columna pedía la abstención. Me equivoqué. No en dimitir, que era lo coherente, sino en no pedir el No, y con los mismos argumentos: era una tomadura de pelo a los ciudadanos, incompatible con un mínimo decoro institucional. Pujol fue el más astuto: atizó por lo bajo el No, mientras pedía en público la abstención, pero, tras ganar Felipe, olvidó a Roca y se hizo socio entrañable del PSOE. A la Derecha se le quedó cara de tonta y le costó siete años recomponerse.

Desde entonces tengo aversión al voto útil. ¿Para quién fue útil aquel ‘Sí a la Alianza Atlántica, pero no a la «estructura militar» de la OTAN’, como decían los sinvergüenzas del PSOE? Para los sinvergüenzas, que se lanzaron a instalar en España un régimen sin alternativa de Gobierno, al modo del PRI mexicano, nombrando a Fraga «Jefe de la Leal Oposición». Y eso se le pide a Rivera: que sea leal al desleal Sánchez, y que subordine la oposición parlamentaria al despotismo del Gobierno social-comunista, para que en él no manden los separatistas y limitar patrióticamente su estrago.

En el fondo, se trata de condonar, de nuevo, la deuda que el votante del PSOE tiene con la responsabilidad y sacarle las castañas del fuego que ha disfrutado encendiendo. ¿Se apaga con eso el fuego? No. ¿Se acaba la irresponsabilidad de la Izquierda? No.
¿Mandarán menos los separatistas? Pero ¿qué sería del separatismo sin el apoyo del PSOE, de Podemos y los medios de izquierda, siervos del nacionalismo? No se plantearía el dilema que la derecha de los intereses y del miedo se afana inútilmente en resolver. Los señoritos progres, sectarios satisfechos, deben pechar con lo votado. Han hecho como si Otegui y Junqueras no fueran socios de Sánchez. Lo son. Y deben escarmentar de una vez. No estarán solos, por desgracia, pero tampoco a salvo de su responsabilidad de derrochadores por cuenta ajena. La democracia es un ejercicio de responsabilidad. A ver si nos lo creemos.

¿Quién dice que Sánchez quiere a Rivera?

Por otra parte, ¿alguien de la CEOE o del IBEX 35 tiene algún dato que le permita asegurar o suponer que el propósito de Sánchez es formar Gobierno con Ciudadanos y alejarse de todo lo que ha hecho hasta ahora? Evidentemente, no. Toda la trayectoria del siniestro presidente socialista -que, aunque ganara mil elecciones, seguiría siendo un bochorno para la ciudadanía, un matón de garrafón y un estafador de títulos universitarios-, va en la misma dirección: un proyecto de poder personal, aunque para ello deba hundir las instituciones básicas del Estado, para lo cual se ha aliado con todas, pero todas, las fuerzas antiespañolas y antidemocráticas.

Se dirá que, en una primera ocasión, se alió con Ciudadanos para formar Gobierno tras la doble negativa de Rajoy -por cierto, también con un proyecto personal de Poder que le permitió disfrutar de la Moncloa un par de años, para entregarnos luego cobardemente en manos de Sánchez-. Nunca sabremos qué habría pasado en aquel intento de civilizar al PSOE, que el PSOE de Javier Fernández no consiguió. Pero sabemos lo que pasó después: su alianza con comunistas y separatistas, incluidos los golpistas catalanes, con los que quiere seguir mandando, aunque sea al precio de liquidar el régimen constitucional. En realidad, ese precio ya lo ha pagado en estos nueve meses de Gobierno ectópico, fuera de los límites de la Ley y el decoro. Y no hay síntomas de que, tras alcanzar el triunfo siendo malo, piense volverse bueno para compartirlo con quien no le dejaría disfrutarlo.

La clave, siempre, es el PSC

Aunque uno ya no se asombra de casi nada, me ha sorprendido que Sociedad Civil Catalana, no sé si madrina o sobrina de Valls, haya unido su menguada voz a la CEOE y al IBEX 35 pidiendo a Rivera que se ofrezca a Sánchez para formar un Gobierno estable, no nacionalista, etcétera. Y aún me sorprendió más ayer Carrizosa, excelente representante de Ciudadanos en el parlamento catalán, pidiendo el pacto con Iceta, precisamente el gran obstáculo para que el PSOE abandone su alianza tradicional con los nacionalistas -recuérdense los tripartitos- y se pase al bando constitucional.

Cualquier alianza en el Ayuntamiento barcelonés con el PSC es mejor que la demagogia separatista y antisistema de Ada Colau, pero, ¿por qué creen que el PSC prefiere a Valls antes que a Colau? ¿Qué quieren poner en un compromiso al PSC? ¡Bastante le importan los compromisos a ‘Indultos Iceta’! Y flaco favor le hacen a Rivera abonando la rendición patriótica ante Sánchez. Cataluña es un caso desesperado, pero, ¿qué es el jaque mate al régimen constitucional sino ampliar a España ese estado de desesperación?

En realidad, lo peor de la presión a Rivera, al que veo en disposición psicológica y con fuerza política para resistirla, es que el próximo en ser presionado será el Pablo Casado, más débil y a quien, a cambio de que no entren comunistas y golpistas en el Gobierno, se le pedirá desde todos esos estamentos empresariales y financieros heroicos, y desde el PP de centro y marcha atrás, que se abstenga patrióticamente en la investidura de Sánchez. ¿A cambio de qué? De nada, por eso es un gesto patriótico. ¿Y tiene alguna garantía la Patria de que al día o al mes siguiente de ser investido, Sánchez no se lanzará a liquidar la Constitución? Absolutamente ninguna. ¿De que no subirá los impuestos? Tampoco. ¿De que respetará a la sociedad civil? Nunca lo ha hecho la Izquierda, mucho menos con la Derecha atada a la pata del canapé del consenso patriótico. Entonces, ¿investidura y manos libres a cambio de qué? A cambio de que, a lo mejor, se ha vuelto educado, bueno, amable, respetuoso, cariñoso y sin afán de poder. O sea, un angelito.
Hay que votar contra Sánchez

La democracia tiene una grandeza, que, como en el Ejército del libro clásico francés, es también su servidumbre: respetar los plazos y aceptar las consecuencias de la decisión de la mayoría. Es lo que nos toca. Y la única forma de defendernos del desastre del domingo pasado es no desmovilizar a los votantes del PP, de Ciudadanos ni de Vox. Y jugar a salvar al desertor Sánchez es la mejor forma de desmovilizarlos. Es lo que hay que evitar a toda costa. En las municipales y autonómicas no funciona la Ley D´Hondt como en el Congreso y el Senado y en las grandes ciudades, como mucho, se pierde un concejal o un diputado autonómico. Puede decirse que, en Madrid, todos los votos son útiles. Lo inútil, lo trágico, sería no ir a votar. Contra Sánchez, naturalmente. Y luego, a resistir. Estamos acostumbrados.

Artículo en: http://www.libertaddigital.com/opinion/federico-jimenez-losantos/ni-sanchez-con-rivera-ni-rivera-con-sanchez-a-resistir-87805/

DONALD TRUMP, EL PRESIDENTE DE LA CLASE TRABAJADORA

Artículo de Pedro Fernández Barbadillo publicado en Actuall el pasado día 8

Estados Unidos ha regresado a los años anteriores a la crisis del petróleo. La economía crece, el paro es el más bajo en más de medio siglo, la inflación es mínima, suben los salarios y, sobre todo, hay optimismo. ¿Por qué los europeos no copian las políticas de Donald Trump?

La máquina del tiempo existe… ¡y la maneja Donald Trump! El presidente republicano está devolviendo su país a los años felices y optimistas anteriores a la crisis del petróleo de 1973 y de la derrota de Vietnam.

La economía está volviendo a la bonanza de los años 60. Los últimos datos sobre empleo en Estados Unidos son asombrosos, sobre todo si recordamos que a finales del año pasado los llamados expertos se relamían anunciando una crisis descomunal por las políticas demenciales de Trump, basadas en el proteccionismo y en vetar los acuerdos de libre comercio.

En abril, se crearon en Estados Unidos 263.000 empleos nuevos. La tasa de paro bajó al 3,6%, la más baja desde diciembre de 1969. El país ya lleva 14 meses con esa tasa por debajo del 4% y Trump tomó posesión como presidente en enero de 2017, es decir, hace 16 meses. Los salarios suben por encima del 3% de media y la inflación está por debajo del 2%.

( La evolución del paro en EEUU desde 1960. / Ministerio de Trabajo de EEUU) (*)

Estos éxitos asombran por dos razones: el crecimiento del empleo en una de las economías modernas en las que los sabelotodo habían anunciado la desaparición de los trabajadores debido a la robotización; y el rechazo de los políticos, economistas y funcionarios de la Unión Europea a copiar las políticas de Trump.

En año y medio, Trump ha devuelto la economía a la prosperidad y el optimismo anteriores a la crisis del petróleo de 1973

Donald Trump obtuvo la Casa Blanca gracias a poco más de 500.000 votos populares que le entregaron cuatro estados que habían votado dos veces por Barack Obama: Pensilvania (20 votos en el colegio electoral), Ohio (18 votos), Michigan (16 votos) y Wisconsin (10 votos). En total, 64 electores que le dieron la mayoría en el colegio, marcada en 270.

En su campaña en esos territorios, que reciben el apodo de cinturón del óxido, prometió impulsar el empleo, desaparecido a partir de los años 80 con el cierre de la industria pesada y la minería. La decadencia se entiende no sólo en las ciudades deprimidas, como Detroit (Michigan), sino en su menor peso demográfico. Pensilvania ha pasado de ser el segundo estado más poblado del país, con 32 votos en el colegio que en 1960 fueron a Kennedy, a ser el quinto; Ohio ha caído de 25 compromisarios en 1976 a 18.

La bonanza ha alcanzado a Pensilvania, donde la ventaja de Trump sobre Hillary Clinton fue de menos de 45.000 papeletas. La ciudad industrial de Pittsburgh, hermanada con Bilbao debido a la siderurgia que florecía a ambas, ya registra una tasa de desempleo similar a la que había al principio de la década de los 70. El pre-candidato demócrata Joe Biden realizó un acto electoral en Pittsburgh, lo que aprovechó Trump para recordar la subida de la actividad económica.

El ‘boom’ del empleo también alcanza a gente de baja o nula cualificación, una de cuyas ventajas puede ser el pinchazo de la burbuja de la titulitis. El deseo de conseguir uno o varios títulos universitarios para destacar en un mercado laboral encogido ha llevado a miles de jóvenes a endeudarse con créditos financieros para pagar esos estudios.

Uno de los estados en que crece el empleo es Pensilvania, cuyos 20 miembros del colegio electoral ganó Trump por solo 45.000 votos

En el país se mantienen problemas muy serios, como el enconamiento de las ‘guerras culturales’, la persecución de la libertad de expresión en las universidades por parte del Imperio Progre, la caída de la natalidad, la epidemia de opiáceos y la enorme presencia militar de EEUU en todo el mundo. Pero la reducción del paro, sobre todo entre gente de clase baja condenada (en algunos casos, acostumbrada) a vivir de los cupones de la Seguridad Social, permite cumplir ese dicho de que “los duelos con pan son menos”.
¿Qué le queda entonces a la izquierda, anterior representante de la clase trabajadora y hoy empleadora de mujeres de clase alta mediante las cuotas en los consejos de administración y los partidos? La pataleta, por un lado, y el exacerbamiento de su histerismo anti-Trump. Paul Krugman, bendecido por el premio Nobel de economía, columnista del New York Times y El País, afirmó que Trump iba a hundir la economía para siempre jamás; en vez de reconocer su error insiste en él. Hace unas semanas se le publicó una columna que él tituló: “Donald Trump quiere matarnos”. Y quien lo niegue es un facha, ¿verdad?

La demanda de trabajadores se extiende a personas con baja o nula cualificación, que antes sobrevivían gracias a subsidios

Con semejantes datos económicos, con un Partido Demócrata desgarrado por las guerras entre minorías que buscan colocar a sus candidatos y con el engaño de la ‘trama rusa’ desbaratada, Trump y su vicepresidente, Mike Pence, no deberían tener problemas para obtener la reelección en 2020. Pero la presente Administración ha demostrado que puede enredarse en polémicas absurdas perjudiciales para su prestigio y su labor.

Sin embargo, tal como están las cosas, yo apuesto por otra jornada gloriosa de diversión en noviembre de 2020, cuando los progres descubran que tendrán ‘four more years’ de su particular pesadilla.

Artículo en: http://www.actuall.com/criterio/economia/donald-trump-el-presidente-de-la-clase-trabajadora/


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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