Formando gamberros

Por Javier Pardo de Santayana

( Asalto grafitero a un vagón del Metro de Madrid)

Ya saben ustedes que, a falta de mejores ideas, el Ayuntamiento de Madrid es especialista en prohibiciones, y que el interés que en ello pone es digno de mejores causas. En cuanto a su pasión, siempre fue la bicicleta como quedó recientemente demostrado, con la opuesta reacción de unos vecinos que ven reducidas las plazas de aparcamiento de un buen número de calles. Eso respecto a la alcaldesa, pues la de alguna de sus subordinadas mas directas sería, si en realidad pudiera hacerlo, volver a prender fuego a los templos como otrora hicieron sus abuelos, motivo por el cual – nunca mejor dicho – se muestra despechada en el sentido literal del término puesto que desnudó sus senos frente a los símbolos cristianos como si precisaran de algún gesto divino.

Y en eso estamos. En eso y en lo de las patinetes, que hasta entra la risa cuando nos dan la cifra de los atropellos que producen, y eso que alguno de ellos fue mortal, porque fíjese usted el papelón de hijos y nietos de la primera víctima cuando contaran por ahí que su madre o su abuela murió de forma tan ridícula.

Pues bien, buscando alguna otra chorrada a falta de ideas más brillantes, al Excelentísimo se le ha ocurrido nada menos que organizar cursos para enseñar a los más jóvenes el sublime arte de los graffiti callejeros. Es decir, justamente lo que nos faltaba, pues si Madrid no se distingue precisamente ahora por la limpieza de sus calles, parece que por parte de la alta dirección de la Alcaldía sí que pretende compensar tan bochornoso rasgo distintivo ampliando las aspiraciones juveniles y animando a los inquietos madrileños a pintarrajearnos las paredes, costumbre que nuestras madres, pobre mujeres atrasadas que desconocían lo del “MeToo” y la necesidad del lenguaje inclusivo para regenerar el panorama, tenían por claramente inapropiada. “Niño, no pintes las paredes, que te doy” decían por lo visto, y con cierta razón porque ellas mismas o la chacha tenían luego que limpiarlo. Así que, como se ve, estamos abocados a no ver jamás unas paredes limpias sino llenas de letras de poco uso en idioma castellano, como las kas o las uves dobles, diciendo cosas imposibles como WRAK, BUNT o ROOP que suenan como muy americanas. Y mi gozo en un pozo, porque los accesos a Madrid estarán doblemente impresentables.

Pero lo verdaderamente curioso de estos cursos es que se montan cuando hace tan solo unas semanas los grafiteros – éstos ya avezados en el arte – producían desperfectos a granel en los vagones del metro madrileño tras de maniobrar arteramente para enmarranarlos sin la oposición policial y con el consiguiente gasto de muchos miles de euros de restauración forzada. Lo que no hace sino movernos a admirar la bondad y la generosidad de la alcaldesa; que enseñar desde la más tierna edad a los más jóvenes para que pongan asquerosa la capital que ella regenta es como reaccionar a una agresión poniendo tu mejilla al agresor.

Mas no paran ahí los estropicios, porque si hay algo que no soy capaz de soportar es lo de enseñar el rap a los menores: algo difícil de escuchar para mis oídos. Tanto, que de haber vivido en la Edad Media estoy seguro de que seria una de mis torturas preferidas: tan insoportable me resulta por lo rotundamente malo que es, no ya como poesía sino como simple rima con pretensiones de ser algo y que al final no pasa ni de catetada insoportable. Pues bien, también esto es tema de enseñanza que la Alcaldía ofrece como un regalo a la “ciudadanía”.

Pues sí, señores. Y no crean que esto de formar desde pequeños a los futuros pintamonas que mantendrán a Madrid hecho una pena creando de paso futuros delincuentes – o lo que es casi peor, los raperos del mañana que mantendrán el toque hortera del Chojín – es un cajón de sastre, sino que ambas cosas y otras del mismo porte configuran un paquete de iniciativas enmarcadas en lo que se presenta como una inmersión de las generaciones nuevas en la “Cultura Hip-Hop”, para que usted se entere. Porque, según las definiciones oficiales, la “cultura” hio-hop sale a la calle y se cuela en las aulas de lo que es un ”Espacio Abierto”: “el primer centro cultural dedicado exclusivamente a la infancia y a la adolescencia por el Ayuntamiento de Madrid” (horror, exclamo). Y es que pretenden la inmersión de la ciudad en la “cultura urbana” (horror, repito) que hará de los niños grandes y pequeños – desde los bebés, añadiría – unos horteras de categoría. Y lo harán, tal como suelen, como si descubrieran el Mediterráneo.

PS: Como verán ustedes, todo esto que parece pretender una especie de nuevo casticismo madrileño no es sino una selección de lo peor de Norteamérica. Fíjense ustedes que para algo que hacen de cierta categoría, como la celebración del cuarto Centenario de la inauguración de la Plaza Mayor tiñendo de luces y colores sus fachadas, nos lo cuentan ahora presumiendo de lo que se atreven a llamar un “video mapping” como si no hubiera palabras en lengua castellana. ¿Se imaginan la cara de la Señá Rita, de don Hilarión o del Julián si verdaderamente oyeran estas cosas?

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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