Por Javier Pardo de Santayana

( Olivia Colman y Rachel Weisz en una escena de la película La Favorita)

Dicen que la película es candidata a un premio de los Oscar. Su director es griego y el tema de carácter histórico: se refiere, en efecto a la vida de la primera reina de Inglaterra. Voy a verla sin saber si va a gustarme, y cuando consulto en el ordenador constato que tanto como merece opiniones favorables acordes con su candidatura merece también juicios adversos. Pero algo queda claro en todo caso: que en ella el ser humano muestra de forma descarnada su lado más oscuro y repelente.

Tres personajes entran en este caso en juego: la reina – mujer débil superada por sus responsabilidades oficiales y que había tenido dos abortos, diecisiete hijos nacidos muertos y tan solo uno vivo mas que duró sólo once años – otra mujer amiga suya que se aprovecharía de esta circunstancia para dominarla, y una tercera que habiendo entrado en la corte como sirvienta intentaría recuperar su consideración perdida de aristócrata arrebatando su cuota de poder a la anterior. Dos mujeres estas últimas que no repararán en el cómo a la hora de hacerse con el poder de la primera.

Tres mujeres compartiendo un mismo plato son desde luego, ya de entrada, base suficiente para plantear un argumento cuajado de potenciales maldades cortesanas. Y hay que decir que si Ana fue coronada como reina lo fue a costa de los derechos de su padre, que mantendría su condición de católico mientras ella se hacía protestante. Todo lo cual da pie para que el film presente un inventario apabullante de bajas pasiones y de vicios nefandos que no se limitan a las tres mujeres sino al ambiente general, y que el director muestra en toda su crudeza y realismo como si se regodeara con el mal. En suma, un espectáculo poco recomendable si no fuera por lo que a continuación me permito señalar.

Porque he aquí que cotejando fechas descubro con sorpresa que la monarca inglesa reinaba en su país cuando con parecidos engaños y mentiras Inglaterra nos arrebató el Peñón de Gibraltar. O sea que la guerra con Francia, que aparece como trasfondo de unas retorcidas relaciones lésbicas y otras lindezas parecidas, era precisamente aquélla que Londres aprovechó para birlarnos el peñón y la isla de Menorca; guerra ésta que, por cierto, no se libró propiamente contra España sino entre los dos pretendientes a su trono, con el colmo añadido de que al final no vencería el apoyado por Londres, sino su adversario.

Claro que después de ver esta película ya se comprende casi todo: quienes eran capaces de pisarse el terreno mutuamente utilizando toda clase de argucias y de engaños en una exhibición de falta de principios – quienes tan cruelmente desacreditaban a los suyos y tan escasos recursos morales demostraban – no tendrían escrúpulos tampoco para quedarse con lo ajeno de una forma tan zafia y desconsiderada como aquélla. Y estamos en disposición de calibrar la calaña moral e intelectual de quienes urdieron una leyenda negra contra España y la darían nuevo impulso precisamente durante aquel reinado.

Al ver esta película he recordado, como contrapunto, a aquellas reinas y reyes españoles de cuyos confesores conocemos el nombre y en cuyo perfil difícilmente encajarían comportamientos como los que la película presenta. Y las disposiciones legales que emitieron en defensa de los nativos americanos, y el ambiente moral en que vivieron a veces hasta con excesivo rigor: que esto también se les reprocha. Una Reina Católica, por poner un ejemplo, o un emperador Carlos que se retiraría a un monasterio en la última parte de su vida, o una Bárbara de Braganza, o una Reina Cristina, y tantos y tantos ejemplos como podrían traerse a colación.

Quiero decir que espero que, a poco que este film con pretensiones nada menos que de Oscar refleje una realidad que le permita ser aceptado por la crítica británica, veamos abrirse los ojos de más de uno a una evidencia sobre la corte inglesa que debería ser utilizada por los estudiosos españoles para desmontar las arteras maniobras que con perversas intenciones están lastrando ya desde hace siglos nuestra gloriosa Historia. Razón por la cual en vez de abandonar la sala de proyección del cine me mantuve en ella hasta el vomitivo final de la película.

Pues lo que era una exhibición de comportamientos difícilmente soportables no haría sino poner en evidencia – espero – la carga de falsedad y caradura de quienes retorciendo la verdad sin el menor recato ya consiguieron convencer incluso a nuestros tontos útiles.

PS – Reinado de Ana Estuardo, primera reina de Inglaterra: 1702-1714. Fecha de Ocupación de Gibraltar: 1704. Tratado de Utrecht: 1713.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

Lo más leído