Los lunes, revista de prensa y red

“Puigdemont ofreció negociar el Presupuesto a cambio de una cumbre en Barcelona el 21D”, de Rafael Méndez, y “Proteo Sánchez: entre las abejas y el foxtrot”, de Pedro J. Ramírez

( Viñeta de Esteban en La Razón el pasado día 21) (*)

PUIGDEMONT OFRECIÓ NEGOCIAR EL PRESUPUESTO A CAMBIO DE UNA CUMBRE EN BARCELONA EL 21D

Artículo de Rafael Méndez publicado en El Confidencial el pasado día 20

El bloque de la moción de censura tiene mil vidas. Cuando La Moncloa daba por finiquitada la relación con los independentistas, incluso lo buscaba para llegar sin ese lastre a las elecciones adelantadas, estos se han acercado y anunciaron que votarán este jueves el objetivo del 1,8% de déficit del Gobierno, lo que daría al PSOE una victoria que no esperaba solo 24 horas antes. La decisión de tan simbólico voto no está tomada en Madrid, sino en Barcelona y con la supervisión de Waterloo. Porque, según fuentes conocedoras de los contactos, fue Carles Puigdemont el que incluso antes de las elecciones andaluzas hizo llegar a Moncloa su disposición a negociar los Presupuestos si conseguía una reunión bilateral en Barcelona. No habrá exactamente una cumbre si no que hay anunciadas reuniones distintas, pero puede valer.

El Gobierno de Pedro Sánchez juega con varias barajas. Con muchas. Con una presenta los Presupuestos, una especie de programa electoral, a ver si salen adelante sin contrapartidas extrapresupuestarias de los independentistas. Si no llegan a buen puerto, apunta a un adelanto electoral en mayo con las municipales y europeas. En otra partida amenaza veladamente con el 155 a la menor de cambio, como ocurrió la semana pasada cuando Quim Torra apeló a la vía eslovena.

En la primera partida, la de los Presupuestos, los independentistas dan señales de estar virando. De negar todo apoyo al PSOE, porque supondría votar con el Gobierno central en pleno juicio del ‘procés’ y con algunos de los presos en huelga de hambre, han empezado por abrirse a negociar. El primer paso es votar el objetivo de déficit del 1,8%. Esa decisión la apuntó el martes en un hemiciclo semivacío el diputado del PDeCAT y secretario de Organización del partido, Ferran Bel: «Nosotros entendemos que un objetivo de déficit del 1,8% en las circunstancias actuales es mucho mejor que el 1,3%, y eso también generaría un margen adicional para las comunidades autónomas que están pasando una situación muy complicada». No fue un mensaje al aire aunque poca gente lo escuchara sino uno dirigido a Moncloa. En la tribuna y en el diario de sesiones.

ERC ha confirmado que votará a favor de la propuesta del Gobierno «como un nuevo gesto en favor de la construcción de un marco de confianza y diálogo». El vicepresidente catalán, Pere Aragonès, es de Esquerra y es quien más está haciendo para conseguir los Presupuestos en Cataluña. Las cuentas públicas con medio punto más de margen de déficit darían unos 6.000 millones más de gasto, de los que 470 serían para Cataluña.

El Senado, donde el PP tiene mayoría y que conserva un inusual derecho de veto, tumbará la semana que viene ese objetivo de déficit, por lo que la aprobación es solo simbólica. Pero vaya si lo es. El mismo día en que se reúnen Torra y Sánchez y un día antes del Consejo de Ministros de Barcelona, el Congreso reviviría la mayoría de la moción de censura.

Fuentes conocedoras del acuerdo señalan que no ha sido una decisión tomada en Madrid, sino supervisada directamente desde Waterloo. Antes incluso de las elecciones andaluzas, Puigdemont pidió a intermediarios que trasladaran al Gobierno que si había cumbre en Barcelona el 21-D, el PDeCAT podría abrirse a negociar los Presupuestos. Aunque Puigdemont está considerado como uno de los duros, de los partidarios del ‘cuanto peor, mejor’, en privado ha pedido contención. El expresidente conserva una gran capacidad de influencia -fue muy relevante que esta semana fuera a verlo el conseller de Interior, Miquel Buch- y recibió con desagrado la apelación de Torra a la vía eslovena, según las fuentes consultadas.

El objetivo de déficit es solo el primero de los muchos pasos que le quedan a los presupuestos. Sánchez ya aseguró el lunes pasado, en la copa de Navidad que ofreció a los periodistas en La Moncloa, que lo importante es que el proyecto de PGE atraviese el muro del debate de totalidad. Si esa votación clave la gana, el resto de la tramitación seguirá su curso y, con toda probabilidad, saldrían respaldados, como ha sucedido siempre. Pero si son devueltas las cuentas para 2019, no habría nada que hacer. El Gobierno necesita que ni ERC ni PDeCAT presenten enmiendas de totalidad a los PGE ni apoyen las que registren otros grupos parlamentarios.

Las elecciones en Andalucía y el ascenso de Vox en las encuestas han cambiado todo el panorama político. Sánchez leyó que debía distanciarse de los independentistas porque le penalizaba. Y así lo comentaban en privado responsables del Ejecutivo, que decidió presentar los Presupuestos sin mucha fe para situarse en el centro político. Comenzó a escenificarlo en el pleno monográfico sobre Cataluña, cuando dijo del independentismo que «usa la desesperación de quien ya no tiene más que mentiras para mantener sus posiciones políticas» a la vez que pintaba a Ciudadanos como un socio de Vox.

El independentismo, que en un principio vio los resultados como una muestra del atraso de España, luego repensó que el ascenso del partido de Abascal podía dar lugar a un Gobierno Ciudadanos, PP, Vox en unas elecciones anticipadas. Los tres partidos llevan tiempo pidiendo la aplicación del 155 pero de forma indefinida. Cualquier opción de conseguir un indulto para los presos sería inviable si son condenados. Solo con que la tramitación de los Presupuestos llegue hasta abril se evita el fantasma del superdomingo y las elecciones serían en otoño. El independentismo compraría tiempo.

El que afronta ahora un nuevo riesgo -otro- ahora es Sánchez. La política española tiene sorpresas en cada esquina. Si los presupuestos empiezan a avanzar con el apoyo independentista pero sin tener garantizado su apoyo hasta el final se arriesga a llevar a las municipales y autonómicas vinculado a estos en la imagen del electorado. Además, al tumbar el Senado el objetivo de déficit tendría que presentar unos presupuestos imposibles de cuadrar. Si Bruselas ya duda de los ingresos previstos con un objetivo del 1,8%, estirarlos para que den al 1,3% con todas las medidas comprometidas es complicadísimo de dibujar (aunque es cierto que los últimos años España siempre ha incumplido el objetivo de déficit).

El Ejecutivo se ha encontrado muy cómodo aprobando sus medidas mediante decreto ley -la próxima, el salario mínimo de 900 euros- que el Congreso convalida luego sin ir a una negociación global de presupuestos. Además, un eventual apoyo del independentismo dificulta el relato de Sánchez para adelantar elecciones cuando considere. Así que las fuentes consultadas no descartan que en cualquier momento los pueda retirar de la Cámara y convocar elecciones. Sobre todo porque cualquier chispa, cualquier incidente en la calle o con los presos, cualquier declaración de Torra fuera de tono, puede hacer descarrillar todo. Si los consigue seguiría hasta 2020 en Moncloa.

La votación sobre el objetivo de déficit cayó justo cuando llegaba el Consejo de Ministros de Barcelona y la reunión entre los dos Gobiernos. La Generalitat y Puigdemont pedían una cumbre bilateral. Al final, habrá encuentro aunque en las agendas oficiales del miércoles por la noche no figuraba nada. El problema es que las versiones de cómo se producirá esa cita entre las dos partes no son coincidentes. En Moncloa insistían en la tarde del miércoles en que habrá un despacho de los dos presidentes en una sala y, «en paralelo”, una cita de ministros y ‘consellers’. En la Generalitat, en cambio, sí hablan de «minicumbre» entre los dos gobiernos tras una «salutación» protocolaria de Sánchez y Torra.

El diablo está también en estos detalles, puesto que el Gobierno se ha resistido hasta ahora en proyectar la imagen de bilateralidad, como si de dos ejecutivos de dos Estados se tratara. El martes, la vicepresidenta, Carmen Calvo, no cerró del todo la puerta a la opción de la «minicumbre», pero este miércoles, cuando confirmó que habría entrevista de Sánchez y Torra, insistió en que «no habrá una reunión de dos gobiernos».

“Eso no procede, porque nosotros somos el Gobierno de Cataluña también. Habrá una reunión de los presidentes y quizá tengamos alguna reunión, como yo lo haría con el señor [Pere] Aragonès [vicepresidente del Govern] y algún miembro más, pero no se trata de una reunión bilateral de gobiernos”, remarcó Calvo a los periodistas en los pasillos del Congreso. A esa cita ampliada podría sumarse “seguramente” la ministra de Política Territorial, Meritxell Batet.

La que sí está ya fijada es la asistencia de Sánchez a la cena ofrecida en Barcelona por la patronal catalana Foment del Treball, acto al que acude acompañado por las ministras de Economía y Empresa, Nadia Calviño, y de Trabajo, Magdalena Valerio. El presidente, señalaron fuentes oficiales, «quiere enviar un mensaje de confianza y estabilidad a los empresarios catalanes en su cita más importante del año».

El presidente trasladó este miércoles al jefe del Ejecutivo manchego, Emiliano García-Page, que tiene confianza en poder sacar adelante los Presupuestos. Su Gobierno lleva diciendo en los últimos días, desde luego, que peleará lo que tenga que pelear para superar el examen. Sánchez sí garantizó al barón socialista, según fuentes del entorno de este, que no habrá “contrapartidas extrapresupuestarias”.

Es decir, que puede haber concesiones económicas, «igual que las que hizo Mariano Rajoy con el PNV» en la primera mitad de esta legislatura, pero no habrá cesiones en soberanía nacional, cuestión nuclear para los presidentes autonómicos socialistas.

Sánchez, según las mismas fuentes, no hizo reproches a Page sobre sus palabras de los últimos días —deslizando que habrá que debatir en el futuro sobre la ilegalización de los partidos separatistas—, y se mostró «comprensivo», en el sentido de que entiende que el líder manchego ha de lanzar esos mensajes a sus electores.

Page volvió a insistir en que si no hay PGE, lo natural es una convocatoria de generales para el otoño de 2019. Él, como otros barones y candidatos socialistas, rehúye del superdomingo —la coincidencia de las legislativas con las autonómicas, municipales y europeas del 26 de mayo—. Sánchez se mantiene ahora en su propósito de agotar la legislatura, aunque sí reconoce que si no hay nuevos Presupuestos, su voluntad de llegar a 2020 será inviable.

Artículo en: http://www.msn.com/es-es/noticias/espana/puigdemont-ofreció-negociar-el-presupuesto-a-cambio-de-una-cumbre-en-barcelona-el-21d/ar-BBRcRpT?ocid=spartandhp

PROTEO SÁNCHEZ: ENTRE LAS ABEJAS Y EL FOXTROT

Artículo de Pedro J. Ramírez publicado en El Español el pasado día 16

De repente, en el Salón de los Pasos Perdidos, se me vino a la memoria el inicio de un bello soneto de Borges: «Antes que los remeros de Odiseo / fatigaran el mar rojo como el vino / las inasibles formas adivino / de aquel Dios cuyo nombre fue Proteo”.
Ocurrió cuando, el día del 40 aniversario de la Constitución, un estrecho colaborador de Pedro Sánchez me habló de la ‘operación Ave Fénix’, augurando la reinvención del presidente como látigo de los separatistas, aun a costa de abortar la legislatura. De inmediato, objeté tal denominación y le propuse como alternativa ‘operación Proteo’.

Mi argumento fue que el Ave Fénix renace de sus cenizas, después de haber fenecido carbonizado, y Sánchez no ha llegado a sucumbir nunca, aunque muchos le hayan dado por muerto tantas veces. Si el “difunto” estaba bien vivo, incluso cuando le derrocó su Ejecutiva y abandonó el escaño, quedándose al raso, sin techo institucional alguno, no va a ser cuestión de darlo por liquidado, en pleno ejercicio de la presidencia, como si la Moncloa fuera su mastaba.

En cambio, la versatilidad o, si se quiere, el travestismo político de Sánchez se corresponden con las propiedades de Proteo, el dios que emerge de las aguas, pastoreando su rebaño de focas marinas, para adoptar las formas más diversas, con tal de no tener que ejercitar su don de la clarividencia.

Así lo describe el segundo cuarteto del poema de Borges: «Pastor de los rebaños de los mares / y poseedor del don de la profecía / prefería ocultar lo que sabía / y entretejer oráculos dispares». Y conste que lo de las «focas marinas» no alude a ninguno de los dos sectores del grupo parlamentario socialista.

Pero cuando en textos clásicos de Luciano o Plutarco se define a alguien como «más cambiante que Proteo», el lector contemporáneo tiene la impresión de que nadie como Pedro Sánchez llenaría tan bien ese molde. Era un mito que fascinaba a Erasmo y sirvió de inspiración al impactante grabado del XVII, de Cornelius Schurtz que hoy remeda y customiza Javier Muñoz, con su brillantez habitual.

Nuestro presidente ha tenido ya tantas caras, ha sido ya tantas cosas, desde dócil lazarillo de Rubalcaba hasta líder mundial de la política sobre migraciones de la ONU, desde compañero de abrazo de Rivera hasta cómplice presupuestario de Iglesias, desde mástil de la mayor bandera rojigualda exhibida nunca por la izquierda hasta socio de todos cuantos han tratado de destruir a España, que una nueva mutación camaleónica para tratar de devorar a aquellos ante los que parecía someterse, encajaría perfectamente en el guión de su trayectoria.

Tras la impactante patada que los electores andaluces le han dado en el trasero de Susana, Sánchez necesita huir hacia delante y para eso nada como un buen cambio de cara o, mejor aún, de máscara. Su equipo le ha preparado una buena vía de escape, consistente en rendirse a la evidencia de que el separatismo catalán rechaza todo diálogo que no conduzca a la secesión y mantiene la misma disposición golpista que hace un año. O sea que, en palabras de Borrell, el «ibuprofeno» de su buenismo no ha servido, ni siquiera, para reducir la «inflamación»; y, en cambio, está minando día tras día su credibilidad como gobernante.

Se trataría de comparecer ahora, cargado de razón, ante la ciudadanía -yo lo he intentado todo, pero con esta gente es imposible- y ponerse a la cabeza de la manifestación de quienes piden medidas más enérgicas, incluido ese 155 «total y sin límite de tiempo» que preconiza Aznar. Estaríamos, en el fondo, ante una caída del caballo, equivalente a la de Rajoy -no en vano, la prensa ‘indepe’ les equipara cada día más- pero con la singularidad de que, para este nuevo Sánchez, eso supondría lanzarse a la yugular de sus propios socios de investidura y, en sentido amplio, de gobierno.

El propósito político último de esa operación sería arrebatar a Rivera y Casado la bandera de la firmeza en la defensa de la unidad de España, reagrupar a los socialistas en torno al liderazgo de un presidente capaz de quitarse el guante de seda para exhibir la mano de hierro y comparecer ante las urnas como el aglutinante de la izquierda frente a la crecida de Vox y su efecto contagio en Ciudadanos y el PP.

Después de cambiar de faz ante el separatismo, quien llegó a la Moncloa como solución profiláctica frente a la corrupción de Rajoy, mutaría, a continuación, en paladín de las conquistas sociales que pone en riesgo la extrema derecha. «Ungido por las gentes asumía / la forma de un león o de una hoguera / o de árbol que da sombra a la ribera / o del agua que en el agua se perdía».

Pero, atención a este último verso, que inicia en realidad el terceto final del poema de Borges. Sánchez corre el riesgo de que, al cambiar tan rápida y sucesivamente de apariencia, como Proteo, en el momento decisivo no sea ni «león», ni «hoguera», sino esa «agua que en el agua se perdía». O sea, el desperdicio de otra oportunidad desaprovechada.

El gran desafío para él es adaptar su conducta al ritmo de unos acontecimientos que no está a su alcance controlar. De Sánchez dependen las medidas excepcionales sobre Cataluña y la convocatoria de elecciones generales, pero tanto el reloj de la investidura andaluza, como el del juicio a los golpistas de octubre, como el del propio detonador de la bomba que mantienen activada Torra y Puigdemont, están en otras manos.

La paloma no puede trocar primero en halcón y después en aleonado ‘defensor civitatis’ sin razones para ello. Esos cambios no suceden porque sí, de la noche a la mañana. Nadie se acuesta apaciguador y se levanta combatiente. Hasta el Proteo mutabilior, glosado por Erasmo, necesitaba sus motivos.

La mejor secuencia imaginable para Sánchez sería que el 21-D se convirtiera en una jornada de insurrección en Cataluña que le obligara a dar pasos contundentes, recabando y obteniendo el concurso de la oposición; que, como consecuencia de ello, se produjera su ruptura definitiva con ERC y PDeCAT, de forma que la falta de presupuestos quedara amortizada como el precio de su firmeza; que, entre tanto, Moreno Bonilla fuera investido presidente andaluz con el apoyo simultáneo de Ciudadanos y Vox; y que, al cabo de unas pocas semanas, se viera abocado a disolver las Cortes.

Este nuevo itinerario le permitiría presentarse a las generales como un regenerador de la centralidad constitucional, amenazada no sólo por el separatismo y el rupturismo podemita, sino por la hidra de tres cabezas, alentada por la pulsión reaccionaria de Vox. Seguiría así el camino indicado por el propio Proteo, en una de las Geórgicas de Virgilio, cuando el apicultor Aristeo logra que le aconseje cómo proceder ante la muerte de sus abejas. Sus instrucciones son claras: debe aplacar a los dioses, a los que ha ofendido, levantando un altar en su honor en el bosque, sacrificando allí algunos de sus mejores animales y regresar al cabo de nueve días. Transcurrido ese tiempo, Aristeo descubre que una tupida colmena de abejas hacendosas ha brotado de los cadáveres de las víctimas propiciatorias.

Es obvio que los Torra y Puigdemont, pero también los Rufián y Tardà, por mucho que jueguen a insurgente malo e insurgente bueno, reúnen todas las condiciones para que caiga sobre ellos la espada de la ley. Pocas cosas como su sacrificio ritual aplacaría la ira de los dioses de la opinión pública, que tanto se ha hecho notar en Andalucía. Media España les tiene ganas y la otra media está harta de soportarles.

También tendría sentido que esa muestra de arrepentimiento -equivalente a la abjuración de Iglesias del chavismo- alumbrara un enjambre de votos socialistas, a la par que una nueva colmena catalana, en la que la laboriosidad de sus gentes deje de estar atenazada por los zánganos que han hecho del separatismo subvencionado un modus vivendi.

Pero todo puede suceder de otra manera, nada conveniente para Sánchez. El presidente necesita un ‘incidente del golfo de Tonkin’ -o sea un casus belli como el de Johnson contra los norvietnamitas- sin que parezca que lo busca. Y el principio de proporcionalidad en la respuesta restringe su margen de movimientos a las reglas del foxtrot: tres pasos hacia un lado, uno hacia el otro; y, a continuación, lo mismo, sólo que en sentido opuesto.

Eso es lo que le ocurrió el pasado fin de semana con el corte de la AP-7 por los CDR y la apelación de Torra a la vía eslovena. Ambos episodios dieron de sí para las cartas de apercibimiento de sus ministros, para un duro discurso en el Congreso y para una ofensiva mediática, pero nada más. Sánchez se dio, enseguida, por satisfecho con el compromiso de la Generalitat de preservar el orden público, aparcando la depuración de los Mosos. Tres pasos hacia un lado, uno hacia el otro.

El ofrecimiento formal de un encuentro con Torra el propio 21-D inicia los tres pasos en la dirección contraria, en la seguridad de que, enseguida, tendrán el correctivo de su pasito atrás. Sánchez asume que sea Torra el que se haga de rogar, le atribuye a través de la portavoz Celaá la condición de «anfitrión» -como si el Gobierno de España no estuviera en su casa en Barcelona- e incluso acepta que le hable de autodeterminación; pero él responderá con referencias al Estado de Bienestar, como en todo buen diálogo de besugos. Tres pasos para avanzar, un cuarto para recular.

Así podría seguir hasta el infinito, atrapado en un baile que, tras su apariencia de constante movimiento, esconde el inmovilismo sustancial de quien continúa siempre en el mismo sitio. Algo así, como si el Estafermo se hubiera hecho danzarín.

Este era el ‘plan A’ de Sánchez, en la medida en que tiene como pista de baile la Moncloa. Allá lo que les suceda a Cataluña y a España entera, mientras él permanezca. Bastaría con que Tezanos tuviera el don de que se cumplieran sus desvergonzadas profecías, incluso con un 30% de rebaja, para que nadie sacara al presidente del foxtrot.

El problema es que Andalucía ha abierto el abismo bajo sus zapatos de charol, demostrando que el tiempo juega en su contra; que cada día que siga teniendo a los separatistas como pareja de baile, seguirá perdiendo apoyos. Hay quien incluso le ha advertido de que, si se empeña en continuar así otro año más, puede terminar haciendo «un UCD» electoral.

Máxime cuando ni Casado, ni desde luego Rivera, van a facilitarle el discurso de la «alerta antifascista» que pretende compartir con Iglesias. Una vez que alcancen su acuerdo de 47 escaños, la aritmética del parlamento andaluz les vendrá al pelo para recordar a los socialistas lo que pasó en el Pais Vasco, cuando el PP hizo lendakari a Patxi López, a cambio de nada; lo que pasó en Madrid, cuando Ciudadanos firmó el Pacto del Abrazo para investir a Sánchez; o lo que ha pasado en la propia Andalucía, cuando Juan Marín ha sustentado a Susana Díaz casi una legislatura completa. Si tan dañina les parece la influencia de Vox, la abstención en la investidura de un candidato de centroderecha debería estar garantizada. ¿O es que el PSOE sólo se siente constitucionalista y sólo tiene capacidad de llegar a acuerdos transversales cuando le conceden el poder?

Sánchez está atrapado, constreñido en el tiempo por la cuenta atrás de la legislatura y en el espacio por la dependencia de lo que haga su pareja de baile. Pero por su mente zumban las abejas de la audacia. Necesita que algo pase pronto y si no pasa, contribuir a provocarlo.

Su estrategia no requiere convertirse en Ave Fénix. Le basta una mutación más terrenal. Pero, dentro del repertorio político, esperen cualquier cosa. Ya lo advierten los dos últimos versos del soneto de Borges: «De Proteo el egipcio no te asombres / tú, que eres uno y muchos hombres». Este lunes habrá que tener los oídos bien abiertos en la Copa de Navidad de la Moncloa.

Artículo en: http://www.elespanol.com/opinion/carta-del-director/20181216/proteo-sanchez-abejas-foxtrot/361163882_20.html


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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