Andy Warhol y el pop-art en la Sala de la Pasión

Por José María Arévalo


( Flowers. 1970. Serigrafía de Andy Warhol. 91,4 x 91,4) (*)

“Pop Art: The Fab 4. Jasper Jones, Robert Rauschenberg, Roy Lichtenstein y Andy Warhol” es el título de la exposición que ofrece La Sala Municipal de la Pasión hasta el próximo 6 de enero, con más de un centenar de obras de estos iconos del movimiento Pop de los años 60, más algunas obras tardías de este movimiento – reunidas en la capilla del espacio expositivo que antaño fuera iglesia de La Pasión-, secuelas de finales del XX y del siglo XXI, de los autores Julian Schnabel, David Salle, Felix González Torres, Keith Haring, Jean Michel Basquiat y Jeff Koons; todas ellas recopiladas por el coleccionista José Luis Ruperez que es el Comisario de la muestra y que firma, en el folleto de mano que se proporciona en la exposición, un interesante artículo sobre este movimiento, que ahora vamos a reproducir.

Como resumíamos en nuestro artículo “Arte pop en el Patio Herreriano” el 29.10.17, sobre la exposición, con fondos del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), de aquellas fechas, que incluía también obras de estos autores junto a otras de creadores españoles como Eduardo Arroyo y el Equipo Crónica, el Arte Pop fue un movimiento surgido a finales de la década de 1950 en Inglaterra y Estados Unidos como reacción artística ante el expresionismo abstracto, al que consideraban vacío y elitista. Se caracterizaba por el empleo de imágenes y temas tomados de la sociedad de consumo y de la comunicación de masas y que aplicaban al arte. Utiliza imágenes conocidas con un sentido diferente para lograr una postura estética o alcanzar una postura crítica de la sociedad de consumo. Como su propio nombre indica «Arte Popular», toma del pueblo los intereses y la temática.

El Pop es el resultado de un estilo de vida, la manifestación plástica de una cultura caracterizada por la tecnología, la democracia, la moda y el consumo, donde los objetos dejan de ser únicos para producirse en serie. Se sirve de los objetos industriales, de los carteles, de los artículos de consumo comercial. Describía lo que hasta entonces había sido considerado indigno para el arte: la publicidad, las ilustraciones de revistas, los muebles de serie, los vestidos, las latas de conservas, los «hot-dogs», botellas de coca-cola. etc. Esto se lleva al arte, surgiendo un estilo desnudo y mecanizado de series reproducidas que enlaza directamente con el mundo de la publicidad.

( Chanel.1997. Offset litográfico de Andy Warhol. 119,38x 160) (*)

Como recogía la información de aquella exposición, “El Arte Pop fue apreciado y aprobado por el público gracias a sus formas fáciles y divertidas y a sus contenidos, que podían ser captados sin dificultad. Al espectador le gustaba reconocer objetos corrientes en los cuadros porque así se ahorraban el esfuerzo que representaba la interpretación de las obras del expresionismo abstracto, pero no comprendieron su carga de ironía y de ambigüedad. Lichtenstein decía: “Nosotros pensamos que la generación anterior intentaba alcanzar su subconsciente, mientras que los artistas pop intentamos distanciamos de nuestra obra. Yo deseo que mi obra tenga un aire programado e impersonal, pero no creo ser impersonal mientras la realizo”.

José Luis Ruperez, de quien es el artículo que figura en el folleto de mano de la muestra, que firma como “coleccionista”, nos ofreció, también en este Museo de la Pasión, una muestra -que comentamos en nuestro artículo “El artista y el cartel. De Picasso a Andy Warhol”, el 15.05.16- de un centenar de carteles de las más famosas firmas de la pintura, pequeña parte de la colección de más de 20.000 carteles que atesora, y que empezó guardando para su negocio musical y acabó siendo gran coleccionista del género. También en aquella muestra escribió él un artículo en el folleto de mano de la exposición, que titulaba “El cartel y el pintor”, en el que explicaba esta modalidad del cartelismo y sus vicisitudes en el tiempo.


(150th Aniversario New York Philaharmonic.1992. Offset litográfico de Robert Rauschenberg. 97,5×77) (*)

Escribe José Luis Ruperez ahora, sobre el movimiento Pop: “En 1958 un grupo de adolescentes capitaneados por John Lennon, y del que formaban parte Paul McCarthey y Georges Harrison, se estrenaban en un estudio de grabación de Liverpool y registraban un disco de dos canciones «That’ll be the day» de Buddy Holly y una cara B de de Paul y George titulada «In spite of all the danger». Unos meses antes, otro «estreno» sucedía en New York, el galerísta Leo Castelli presentaba a uno de los jóvenes pintores que pondría patas arriba la escena artística americana: Jasper Johns. Enero del 58.

En marzo de ese mismo año, su pareja de entonces Robert Rauschenberg , conseguía exponer en lo que después seria el templo del Pop (4E 77St), la muestra «Combine», una mezcla de pintura y escultura, que consiguió un solo remate, la obra «Bed» que adquirió el propio Castelli. Leo al igual que Brian Epstein, el manager de The Beatles, fue el factótum de la carrera de estos dos pioneros. En ambos casos combinaban una exquisita educación artística, una dosis de mecenazgo y otra no menor de mercadeo.

( Boston Symphony Orchesta.1981. Foto litográfica de Robert Rauschenberg,. 96,5×64,5) (*)

1958 se considera desde entonces una epifanía, el año en que, como había sucedido antes con el romanticismo o el cubismo, música y pintura, creaban un movimiento artístico que transcendía las fronteras de ambas disciplinas.

Ambos grupos de artistas, los Fabulosos de la música y los de la plástica, se iniciaron con influencias que se remontaban a los años de entre guerras. En el caso de los sureños Johns y Rauschenberg, se declaraban hijos del Dada y el surrealismo (Marcel Duchamp me rodeaba entonces por la escena neoyoquina) y en cualquier caso abandonaban el callejón sin salida, que la abstracción de Pollock, Rothko o De Kooning, había transitado desde los años que precedieron a la segunda guerra mundial.

Los norteños The Beatles, en esos late 50’s The Quarrymen y más tarde The Fab Four, versionaban la música americana que la comunidad negra puso de moda en los años veinte: el rock y el skiffle. El skiffle fue una locura que contagió a una legión de adolescentes británicos (llegaron a formarse más de 50.000 bandas) por algunas poderosas razones: el acopio de instrumentos povera, la simplicidad de sus melodías, y el «collage» que les permitían varios géneros marginales como, el jazz, el blues y el folk.

( Crak. 1963. Offset litográfico de Roy Lichtenstein. 48,9 x 70,2) (*)

Para ser artista del skiffle se necesitaban poco más de una guitarra acústica y un despliegue de «cacharros» caseros que incluían tablas de lavar, bajos de una sola cuerda construidos con cajas de te o dedales para rascar botellas.

De una manera espontánea, en uno y otro lado del Atlántico lo que hoy conocemos como POP, se hacia dueño absoluto no solo del arte, si no también de las costumbres, de la alimentación, de la moda, del cine, y por supuesto de la plástica y de la música que al multiplicarse, al hacerse mecánicos (serigrafía y vinilos), se impusieron universal e inmediatamente, como nunca antes otras vanguardias habían conseguido.

Todo era pop, la vida era pop, la guerra (Vietnan) era pop, y los tabúes que habían condicionado la expresiones artísticas de generación anteriores desaparecieron, porque aunque nacidos en las privaciones y el racionamiento, los anglo-americanos se vieron invadidos por una oferta de consumo sin precedentes, todo era abundante, barato, popular y además beat.

( Isabelle. 1966. Serigrafía de Andy Warhol. 68 x 51) (*)

Había pasado poco más de una década del final de la segunda guerra mundial, pero ese final fue también el de la hegemonía europea en el arte occidental. Curiosamente el cambio de paradigma, sucedió en Europa, concretamente en Londres, donde un pequeño grupo de artistas, «The Independent Group», organizó en 1956 la Exposición This is tomorrow. Eran unos años mayores que The Fab Four y como anunciaban el matrimonio Smithson, ellos no coleccionaban arte, ellos coleccionaban anuncios.

Las revistas americanas con ese despliegue fotográfico de coches, lavadoras, pin ups, estrellas de Hollywood, electrodomésticos y comics books… fascinaron al núcleo que formaron Richard Hamilton, Eduardo Paolozzi, Alison & Peter Simthson, John McHale y Nigel Henderson. Como las bandas de skiffle, sus obras estaban hechas con materiales povera, un gran «collage» de arte comercial o «low art», donde «las melodías» -el mensaje- eran una representación de lo POPular y como sucedía en la música, sus «estribillos» repetían y hasta ilustraban tipográficamente sus lienzos.

( Sin título. 1965. Obra de Jasper Jones 70×149) (*)

No es reconocible su huella en lo que en esos momentos hacían los artistas de Castelli, porque además y a diferencia de los ingleses, el pop americano, nunca tuvo la categoría grupal que caracterizó a los Independent, sin embargo y de repente todos estaban abducidos por imágenes banales o icónicas: botellas de cocacola, cajas de detergentes, mitos eróticos, banderas americanas, números, dianas, mapas, viñetas de comics y una actividad multidisciplinar: pintura, serigrafía, escultura, cine, música, opera, danza… la escena artística era una fiesta, sobre todo si vivías en la Gran Manzana.

Semejante efervescencia, posibilitó que otros artistas en busca de su oportunidad, como Roy Lichtenstein o Andy Warhol, se acercaran a la catedral de lo contemporáneo, (4east77street, Castelli Gallery) y es allí donde se dieron cuenta, que sus fuentes de inspiración eran idénticas: las tiras de los comics, los botes de sopas, las pelotas de golf, los neumáticos, los accidentes de coche, los calcetines o los zapatos.

( Marilyn Monroe. 1961. Serigrafía de Andy Warhol. 91,4x x 91,4) (*)

La incorporación de Roy y Andy, al dúo de John y Bob, sucedió en 1962, Castelli se atrevió – no sin antes dudar varias semanas y con la opinión en contra de «los viejos maestros»- con una individual de Lichtenstein y el ayudante de Leo, Ivan Karpov hizo lo propio para que Irving Blum, colgara las 32 Campble’s Soup en su Ferus Gallery de Los Angeles. A Castelli le pareció que era demasiado representar a dos artistas tan desconcertantes e impactantes a la vez.

Ese mismo año en las navidades del 62, The Beatles grabaron «Love me do». Warhol los «serigrafió» años después para la edición de un libro que recopilaba su carrera, pero hacía ya una década que se habían disuelto.

( Marilyn. 1961. Serigrafía de Andy Warhol.30,5 x 30,5) (*)

Los Fab 4 americanos nunca se juntaron, nunca fueron una unidad creativa, pero sus años de esplendor coincidieron en el tiempo con los fundadores del pop musical.

En esa década Prodigiosa, mientras los chicos de Liverpool vendían millones de discos y se hacían más famosos que Jesucristo (Lennon dixit), Bob Rauschenberg consiguió en 1963 ser el primer artista USA programado en un museo americano (Jewish Museum), y un año después la Biennal de Venecia consagró al grupo de Castelli, otorgando el Gran Premio del Jurado al Propio Rauschenberg, la Muestra también conocida como la Bienal de The Beatles, consagró el Pop y el movimiento se hizo planetario.

(4 Panels. 1993. Offset litográfico de Roy Lichtenstein. 238 x 200) (*)

Europa aportó su propia cosecha (Le nouvelle realisme, The Brith Pop, Kapitalisctischer Realismus, Arte Povera) y sus capitales (París, Londres, Dusseldorf, Milán,) confirmaron en 1966 a la legión de artistas que representaban a la ultramodernidad y exposiciones en gira como «11 Pop Artists» dieron a conocer a Tom Wesselmann, Jim Dine, Allan d’Arcangelo, Mel Ramos y James Rosenquist. Johns, Rauschenberg, Warhol y Lichtenstein ya eran ese momento auténticos PopStars. Ringo, Paul, George & John, se separaron en 1970, en su epitafio discográfico grabaron «Get Back», pero nunca volvieron, quizás Brian Esptein (muerto en 1967) lo hubiera conseguido; Leo sí pudo presumir de reunir a los suyos, en una foto de familia realizada en 1982, coincidiendo con el 25 aniversario de su Galería.

( Portrait Poster. 1978. Offset litográfico de Roy Lichtenstein.152,3 x 112) (*)

John Lennon había sido asesinado dos años antes, Warhol con las secuelas de un intento de asesinato murió 5 años después.

Otras vanguardias intentaron antes y después ocupar su sitio (el Op Art, el minimalismo, el hiperrealismo, el happening, el land art, el conceptualismo…) pero Castelli y sus socios siguieron ejerciendo de «padrinos» y artistas como Julian Schnabell, David Salle, Felix Gonzalez Torres, Keith Haring o Jean Michel Basquiat continuaron copando las listas de éxito que confeccionaban galerías, críticos, casas de subastas o museos.

( The Beatles. 1980. Serigrafía de Andy Warhol. 55 x 102) (*)

Todavía hoy artistas como Catelan, Hirst o Jeff Konns, son reconocidos como estrellas del arte popular, y ahí están sus apropiaciones de animales disecados, lideres, Papas, pinochos, popeyes o desnudos provocadores. Porque, `Ladies & Gentlemen: The Pop must go on`”.

El vallisoletano museo de La Pasión ya ofreció otra interesante muestra sobre el Pop, que comentamos en nuestro artículo “`This is Pop Art!´, en Valladolid” el 12.08.12, que tuvo bastante eco mediático en todo el país, con más de 100 obras de siete artistas estadounidenses con los que «queda reflejado lo que supuso y lo que supone el arte pop en cuanto a temas, artistas y técnicas en la segunda mitad del siglo XX en Estados Unidos».

( The Big Picture. 1997. Litografía de Julian Schnabel. 90×60) (*)

Como ya decíamos de aquella otra muestra del Patio Herreriano, de nuevo interesante exposición de un movimiento artístico que todavía agrada mucho al público por su carácter, como el propio nombre indica, populista, aunque que en bastantes casos raya en la abstracción.


( Tin Tin. 1995. Offset litográfico de Roy Lichtenstein. 100×70) (*)


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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