Manuel Sierra en formato pequeño

em>Por José María Arévalo

( Obra de Manuel Sierra en la exposición y en la invitación) (*)

Hemos comentado en estas páginas, en repetidas ocasiones, exposiciones de ilustradores vallisoletanos, desde la muestra de la Casa Revilla “Ilustradores vallisoletanos, entre la creación y el oficio” (en nuestro artículo de 12.03.16 “Ilustradores vallisoletanos en la Casa Revilla”) y que responde a una larga tradición, que empezó con el nacimiento en nuestra ciudad de “El guerrero del antifaz” y “El capitán Trueno”. Hoy lo hacemos de la exposición de Manuel Sierra, que titula “Diario de Babia”, en el Bar Puerto Chico, calle Nicasio Pérez 1, a un paso de la plaza de San Juan, y que puede verse hasta el 9 de diciembre próximo en horario de bar, desde las 11 de la mañana hasta la misma hora de la noche.

Sierra me ha recordado a la generación de ilustradores de los 70, a la que dedicó nuestro Museo Patio Herreriano una estupenda muestra -que comentamos en estas páginas con ese título el 15.07.16- y de la que comentó su comisario, Felipe Hernández Cava, que “fue la primera generación que trató de organizarse y de luchar para que los derechos de los dibujantes tuvieran un reconocimiento del que carecían”, y que era mucho más «que una exposición de dibujos para niños», por cuanto es la expresión de una generación que defendió su «trabajo siendo el mejor artesano posible», por cómo habla de su cercanía «al arte pop y su renovación», por el empeño en «cambiar la sensibilidad de los lectores, la importancia educativa de su trabajo» y por el resultado, «la transformación del gusto estético popular de un país».

Hasta ese momento las ilustraciones eran una reproducción gráfica del texto de los libros, mientras que entonces los ilustradores comenzaron a introducir nuevos elementos con los que “el adulto podía crear una lectura distinta, porque mediante la ilustración podíamos crear cosas que no estaban en el texto”.

Me acerqué a la exposición de Sierra al día siguiente de la inauguración –que fue el 20 de noviembre- acompañando a un buen amigo que tiene varios cuadros suyos, y que de entrada me comentó no le parecía aquel espacio expositivo, en una pared de un bar de barrio, apropiado para la talla de Manuel Sierra. – Quizá lo tienes supervalorado, le comenté. Pero lo cierto es que de los veinte cuadros expuestos tenían ya círculito rojo como vendidos, nada menos que 16. Como eran las once de la mañana del primer día completo de la muestra, significaba que ya lo había vendido casi todo en la inauguración. –Eso dice mucho de su valía –añadí-, cuando tan poco se vende desde la crisis económica. Mi amigo preguntó entonces en el bar el precio y le dijeron que a doscientos euros, lo que es ciertamente asequible teniendo en cuenta, aunque se trata de cuadros de pequeño formato todos, que llevan un estupendo enmarcado. Otro amigo al que se lo conté, que conoce bastante a Sierra, me dice que es un persona muy simpática, y que ha tenido mucho predicamento entre la izquierda por su activismo, del que contaremos algo al final. Pero quede claro que a mi me da igual, es el aspecto artístico el que me interesa.

También de cierta categoría es la invitación que Sierra ha cursado, que recibió mi amigo; lleva una buena reproducción de uno de los cuadros, con la que ilustro de entrada este artículo. Esa foto, que he escaneado, es la mejor que puedo ofrecerles ahora, porque las demás que incluyo fueron tomadas con mi móvil que no siempre da la nitidez suficiente aunque refleja el color, que creo es lo importante en esta muestra.

En efecto, la cercanía al arte pop, que decíamos de los ilustradores del 70, es evidente en Sierra, que sigue la técnica que pusieron de moda Andy Warhol y sus compañeros. Por cierto, tenemos en la sala de la Pasión una exposición sobre los inicios de este movimiento, titulada “Pop Art: The Fab 4”, de la que tengo preparada la crítica que publicaré más adelante en este blog porque se mantiene hasta el próximo 6 de enero. El efecto de superficies planas de Warhol y los pop se minimiza en Sierra con una hábil y efectista introducción de sombras en los objetos que describe, tazas, cafeteras, etc., y una perspectiva nada fotográfica que recuerda la que introdujo Cézanne con su teoría de observar con los dos ojos. Por cierto el color en Sierra me recuerda también el que utilizó el gran impresionista, “el padre de todos nosotros” como le calificó –cito de memoria, lo he escrito no hace mucho- Picasso.

Como recogía la información de aquella exposición sobre el pop art, este “fue apreciado y aprobado por el público gracias a sus formas fáciles y divertidas y a sus contenidos, que podían ser captados sin dificultad. Al espectador le gustaba reconocer objetos corrientes en los cuadros porque así se ahorraban el esfuerzo que representaba la interpretación de las obras del expresionismo abstracto, pero no comprendieron su carga de ironía y de ambigüedad. El Pop es el resultado de un estilo de vida, la manifestación plástica de una cultura caracterizada por la tecnología, la democracia, la moda y el consumo, donde los objetos dejan de ser únicos para producirse en serie. Se sirve de los objetos industriales, de los carteles, de los artículos de consumo comercial. Describía lo que hasta entonces había sido considerado indigno para el arte: la publicidad, las ilustraciones de revistas, los muebles de serie, los vestidos, las latas de conservas, los «hot-dogs», botellas de coca-cola. etc. Esto se lleva al arte, surgiendo un estilo desnudo y mecanizado de series reproducidas que enlaza directamente con el mundo de la publicidad”.

El pop es un movimiento artístico que todavía agrada mucho al público por su carácter, como el propio nombre indica, populista, aunque en bastantes casos raya en la abstracción. Lo señala así uno de los comentarios a la obra de Manuel Sierra que vamos a reproducir ahora, de los diversos que aparecen en distintas webs que Sierra ha dedicado a varias de sus exposiciones.

Por cierto, he visto en ellas que esta no es la primera vez que Sierra expone en el Bar Puerto Chico. También colgó allí “Lo que miran esos pájaros”, del 14 de noviembre al 10 de diciembre del año pasado; y “Pintura y vino Hiriart” del 22 de noviembre al 20 de diciembre de 2016, ambas en fechas parecidas a las en que lo hace ahora.

Vamos con los textos. Sobre su biografía encontramos –por ejemplo en Wikipedia- que “Manuel Sierra (Villablino, León; 1951) es un pintor, muralista, dibujante, ilustrador y diseñador gráfico español. Ha colaborado como escenógrafo teatral y es editor habitual de grabados, serigrafías y litografías”. En su propia web añade que “es pintor de formación autodidacta y de tendencia figurativa. Su actividad pictórica se desarrolla en los campos de la pintura (óleo, acrílico, acuarela, cera y técnicas mixtas), del muralismo, de la ilustración, de la escenografía teatral y de la edición (grabado, serigrafía y litografía). Se dedica a esta actividad de forma exclusiva desde finales de los años 70. Expone con regularidad en circuitos de galerías nacionales e internacionales y acude periódicamente con su obra a Ferias y Bienales.
Actualmente vive y tiene su taller en Simancas. Valladolid. Sierra pinta y dibuja desde los 12 años pero no será hasta los últimos años de la década de los 70 cuando decide dedicarse exclusivamente a la pintura”

Clemente de Pablos comentaba, el 29 de Mayo de 2013, en torno a una exposición suya en la Galeria Lorenzo Colomo de nuestra ciudad, que “Manuel Sierra siempre se ha caracterizado por su jugueteo artístico entre lo figurativo y lo abstracto. Una figuración que no parte de la realidad sino de la memoria de lo vivido, y una abstracción en la que se sirve de la propia naturaleza para obtener un punto de partida con un origen realista (la nieve, un reflejo, una sombra, tal vez una nube). La exposición que nos presenta en la Galería de Lorenzo Colomo ofrece algunos cuadros de pequeño formato relacionados con esa utopía del recuerdo personal llamada “El carro rojo”, también unos paisajes en los que reconocemos algún perfil serrano de la siempre recurrente tierra de Babia”.

Este texto nos da la explicación de algo que no entendíamos –el amigo y aficionado a Sierra, y yo-, el por qué titula esta exposición de ahora “Diario de Babia”. Me comentaba mi amigo que es muy buen conocedor de las tierras de Babia, cerca de Ponferrada y las Médulas, porque vivió muchos años en León, pero no encontraba nada en la muestra que hiciera referencia a Babia. Por mi parte pensé que se trataba de aludir a las ensoñaciones del autor, estando en el limbo o en Babia, como suele decirse. Pues no. Como explica aquella crónica se trata de recuerdos personales de su vida en aquella tierra, memoria de lo vivido y utopía del recuerdo. Veo en sus webs que ya en otra ocasión ha utilizado este título, “Entre Babia y Aliste”, en la exposición que ha realizado en la zamorana Galería de Arte “Espacio 36” en la calle San Andrés 5, del 16 de febrero al 3 de marzo de este miso año. Esta galería hubiera sido de mayor agrado de mi amigo, pues es la mejor de mi tierra, Zamora; llevo tiempo tratando de convencer a mi paisano Manolo Prieto, compañero de salidas al campo a pintar, para que expongamos en ella nuestras acuarelas.

De esta utopía del recuerdo dan una idea dos textos que incluye en su web principal y que dice extraídos “de las libretas de trabajo del autor”. Firma el primero en Babia 2017, y el segundo, del mismo año, lo firma en Simancas, donde tiene su taller:

“(…) Isaac me recogió en la carretera, temprano. La luz en esta época del año es anaranjada y un poco violeta. Cuando veo estos colores al empezar el día y también al caer la tarde por estas tierras llanas, vienen a mí cuadros de Santo Cires y de García Lesmes. Hablamos de ello surcando el paisaje hacia el Aliste. (…) Tábara que es un pueblo grande, con tres vocales abiertas y una “r”, tiene un nombre sonoro y medieval con evocaciones guerreras. En esta tierra roja, el blanco de las casas me llega a los ojos como teñido por el rojo de las piedras y del barro de aquí. La torre de la iglesia es soberbia, más defensiva que orante y el atrio mismo parece más un espacio para los Concejos que para el recogimiento pío. Enjalbegan y pintan de rojo las casas alternativamente. (…) Tengo la sensación de estar viajando hacia lo remoto. La palabra Aliste (o mejor, el Aliste) me conduce a lo lejano, a lo fantástico… como cuando vuelvo a Babia…es como ir más allá. Qué falta hace que llueva.(…)”

En 2016 –vemos asimismo en la web un reportaje que publicó Europa Press- Sierra recibió el homenaje del Festival Internacional de Teatro y Artes de Calle de Valladolid (TAC), que le reconoció como «referente artístico» de la ciudad por su dedicación, entre otras muchas actividades, a la escenografía, al dibujo de vestuario, marionetas y máscaras, a esquemas básicos de maquillaje e incluso a la interpretación así como a la cartelería y los murales. Sus murales hablan en la actualidad de desahucios y de refugiados en el marco del discurso de las libertades y siempre representados con imágenes claras que contengan «lo universal» para que se comprenda, sin necesidad de leyenda alguna. Y añade que Sierra ha pintado en Valladolid más de 50 grandes murales, supongo que temporales porque no puedo decirles donde están ahora.

“Bajo el lema ‘Las paredes están mejor pintadas’, -explicaba el artículo- Sierra ha viajado por ciudades y pueblos, de lo participativo que entraña el que la obra sea deseo de un colectivo, más propio en las primeras, hasta la expectación que genera en los anfitriones de los segundos – casi siempre llegaba de mano del maestro rural- el tener allí al «pintor», lo que les lleva a agasajarle e incluso a hacerle música. Pero ya sea en pueblo o ciudad Manuel Sierra, defensor y practicante del trueque «como intercambio de deseos», siempre empieza y acaba en la calle, un espacio «igualitario y democrático», la fuente de la que aprende y se nutre y el lugar «público y gratuito» que permite a todos «acceder a todo».

Este es Manuel Sierra, como puede verse, más que la exposición que hemos comentado.


(*) Para ver las fotos que ilustran este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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