Lo último, el Black Friday

Por Javier Pardo de Santayana

( Viñeta de Malagón en 20 minutos el pasado 25 de noviembre) (*)

Hay que ver lo difíciles que somos los españoles a la hora de entendernos, y lo facilones que llegamos a mostrarnos cuando se trata de asimilar unos término foráneo; algo ante lo cual apenas mostramos resistencia. Sin ir más lejos, ahí tenemos la matraca del “Black Friday”, del que no supimos nunca nada hasta hace tan solo un par de años si no me equivoco.

¿Hay algún español que no conozca ya de qué se trata? Nos dirá que es un día de rebajas en los precios, pero raramente estará en condiciones de explicarnos de qué viene la cosa, y eso que así de golpe el adjetivo suena a maldición a poco que uno tenga rudimentos del idioma inglés. Lo que, desde luego, no nos pareció un obstáculo para sentir su embrujo como parece ocurrir con la invasión de los ambientes musicales desde que decidimos adoptarlo como segunda lengua madre pese a ser ajeno a lo que fue nuestra cultura. Podrán ustedes comprobarlo si siguen algún concurso musical en la televisión, donde nadie se asombra al constatar el entusiasmo con el que se acogen unas canciones cuya letra nadie entiende apenas y que se nos presentan casi siempre acompañadas de verdaderos alaridos.

Lo cual contrasta con lo difícil que es que llegue al “pueblo” cualquier idea que pudiera ser considerada interesante o válida – en suma, alguna cosa buena o acertada – y en cambio se nos colaron fácilmente, casi sin darnos cuenta, determinadas expresiones acuñadas por los terroristas de ETA, que ya es gordo, o la sustitución de muchas palabras clásicas por otras decididamente ajenas. O, ya en el paroxismo, el nombre de nuestros pueblos y ciudades, que ahí tenemos como ejemplo aquello del “outlet” para decir “los saldos”, lo de “running” utilizado por algo tan sencillo como el “correr”, lo de las tan traídas y llevadas “fake news” – es decir las típicas “noticas falseadas” – o lo de ”Ondarribia” por ”Fuenterrabía” y tantas otras cosas sorprendentes. En realidad si transcribiéramos aquí todas las expresiones y palabras inglesas hoy en uso corriente no tendríamos espacio suficiente.

Mas, ¿qué hay detrás de todo esta movida? Pues quizá la idea de que hay españoles a los que todo lo español suena a cateto, empezando por nuestra bandera, que eso se lo oí decir un día al nieto de un torero (supongo que ustedes ya lo reconocen) cuando proclamaba en cambio su entusiasmo por la bandera inglesa, luego calcada por los del pe-ene-uve. Y es que sin duda el mozo identificaba los colores de la nación española con los que identificaban otrora a los estancos.

Pero a lo que voy: ante mi asombro, desde el primer día en que se habló de lo del Black Friday nos dejamos subyugar por el invento sin saber muy bien por qué, borreguilmente, por una expresión que debiera habernos repugnado por ser inglesa y sonar como amenazadora; algo de cuyo origen no estamos seguros por cuanto existe una diversidad de explicaciones que debieran habernos hecho decirnos ¿y a qué viene esto?

Fíjense ustedes que incluso si indagamos tampoco sus mentores parece tenerlo demasiado claro., pues si bien dicen que la expresión nació el año 1621 en Filadelfia con ocasión de la acumulación de gente y de vehículos que se produjo el día siguiente al de la “Acción de Gracias”, también hay quienes creen que lo de “negro” se refiere a una bancarrota producida el año 89 del siglo XIX, o que tiene que ver con la abundancia de ventas que trajo consigo la reunión de las familias al transformar los números rojos del comercio. Tampoco está muy claro cuándo y cómo se extendió la costumbre en Norteamérica: algo que para algunos se produciría mucho más tarde – en 1975 – gracias a una mención del “New York Times”. Y aún nos queda como posible razón la rebaja, precisamente en esos días, del floreciente comercio de los esclavos negros.

Pero a mi parecer lo que más debiera llamarnos la atención de este “Black Friday” es que, además de una costumbre ajena y escasamente razonable, sólo mentarla en español y convertirla en “Viernes Negro” produce rechazo a poco que seamos supersticiosos. Así que ojo al asunto, pues, aún queda en la recámara el igualmente famoso “Cyber Monday”, sin olvidar el “Día de los Solteros”, que seguramente acabaremos titulando en lengua inglesa por la dificultad para citarlo en chino mandarín.

PS: Sobre la suposición generalizada de que la primera celebración de un Día de Acción de Gracias tuvo lugar en 1621 por los peregrinos ingleses que compartieron su comida con los indios wapanooag en Plymouth, Massachussets, recordaremos al lector que un acto semejante tuvo lugar con una antelación de cincuenta y seis años cuando, el 8 de septiembre de 1565, don Pedro Menéndez de Avilés – fundador de San Agustín de la Florida, primera ciudad de Estados Unidos – quiso compartir una comida con su hombres y los indios Timucua tras de oír una misa, que eso si que ha sido siempre lo propio para estas ocasiones tratándose de un grupo de españoles.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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