Esto es ya el colmo

Por Javier Pardo de Santayana

( El alcalde de Medellín, Colombia, en la entrevista en TV3 el pasado 20 de octubre) (*)

“Esto es ya el colmo” se decía antes cada vez que alguien o algo se distinguía por su carácter excesivo; algo que superaba lo normal o conveniente o iba bastante más allá del sentido común. Eran los tiempos en que se valoraban los comportamientos conformes a la razón.

Pero esto ha sido dado ya por superado en el entendimiento de que la libertad absoluta justifica igualmente lo bueno y lo malo, lo lógico y lo ilógico, lo que es prudente y lo que consideramos imprudente, lo estético y lo antiestético, lo que estimamos conveniente y lo que, por el contrario, parece inconveniente; lo serenamente respetable y lo que entra sencillamente en el ridículo. Porque estamos, señores, sumergidos en el más feroz relativismo. Así que la línea que antes separaba unas opciones de otras destacando las más bellas o nobles; las más racionales o más sanas – las más conformes con la perfección en cualquier posible aspecto de la vida – fueron borradas de la educación presente sumiéndonos en una confusión que afecta a todos los sentidos.

La consecuencia es que ya no estamos seguros de nada; que sólo rige un criterio generalizado que prioriza lo que está de moda y, dentro de ella, los códigos que dan el máximo valor a lo chocante; que tan sólo respetan, sin someterlo a crítica, lo acuñado por ciertas ideologías como dentro de la “corrección política”. Las consecuencias de esto son ya parte de nosotros mismos; de nuestra forma habitual de ver las cosas.

Ustedes habrán presenciado debates interminables sobre situaciones y acontecimientos que en realidad no precisan de discusión alguna porque son evidentes, pero que ahora obligan a desgañitarse en una discusión innecesaria ya que se esfuerzan en aclarar lo que no pasa de evidente.

Los frutos de esta situación componen un enloquecido panorama en el que nada encaja en un discurso lógico, así que el ciudadano, ya de por sí despistado por un sistema educativo adulterado, admitirá sin inmutarse cualquier asunto que se tercie. En Estados Unidos se suele afirmar que un ciudadano bien informado es fundamental para que exista democracia, mas lo que vemos en esta España nuestra es un ciudadano tan saturado por la información que ya ha acabado por perder el norte; alguien que se traga cualquier cosa sin el menor discernimiento y que, aún si llegara a asombrarse de algo irrazonable lo admitirá como algo propio del mundo en que vivimos: por ejemplo cuando a una periodista de nacionalidad española se la ocurre utilizar intérprete para una entrevista con El alcalde de Medellín, Colombia: algo que resulta increíble a todas luces.

Y sin embargo hemos visto con nuestros propios ojos cómo una señora perteneciente al grupo de los animales racionales y cuyo pasaporte revelaba su condición de ciudadana del Reino de España, que es el nuestro, entrevistaba a un señor perteneciente a un continente que comparte con nosotros idioma y cultura – el citado alcalde colombiano, en visita oficial a Barcelona – hasta que surgió una dificultad absurda a la hora de entenderse entre ambos. En efecto, la cazurra obsesión de la citada periodista por convertirse en “heroína” ante la pandilla de sus comilitones acabaría exigiendo la presencia de un intérprete en vez de recurrir a hablar en el idioma castellano. Así que, para salir del trance, tuvo que intervenir otra señora que estaba presente y era nada menos que la alcaldesa de la ciudad de Barcelona, obligada ahora a convertirse en una improvisada intérprete contra su propia voluntad seguramente ya que en el fondo participa de parecida mentalidad ideológica.

Naturalmente que como resultado habría que contemplar la asombrada sonrisa de aquel hombre; un gesto de incredulidad y de sorpresa en el que se adivinaba la pregunta de si no estaría siendo objeto de una broma. Y digo yo que probablemente pensaría que se trataba de un “gag” propio del programa que acabaría con el público desternillándose de risa a costa del entrevistado.

Pero el caso es que lo que les he descrito no es fruto de una imaginación exuberante y juguetona – lo que aún así resultaría impropio – sino que se trataría simplemente de un hecho sucedido realmente en esta España de nuestros pecados. Un despropósito ridículo, una broma de mal gusto, y una clamorosa falta de respeto al representante de una nación amiga y a todos los españoles incluido usted, lector amigo.

He aquí, pues, una expresiva muestra de la desfachatez con la que se comportan hoy nuestros políticos y de la subordinación de algunos de los medios a descabelladas maniobras partidistas que rayan en lo incomprensible. Algo que desprestigia de raíz a una sociedad como la nuestra, que no merece soportar la panda de sandeces a la que es sometida por quienes son responsables de nuestro prestigio.

¿Imagina usted lo que contaría el edil colombiano a su regreso? Pues probablemente que de todos los países europeos, esta falta de educación – esta solemne y absurda estupidez – sólo es posible precisamente aquí: en el cazurro y retorcido ambiente de la actual política española.

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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