Por Carlos de Bustamante

( Al inicio de la guerra civil) (*)

Cuantas veces escuches o veas, lector amigo, cualquiera de las televisiones públicas o privadas que existen en España, raro será que no hagan referencia al primer vencedor del comunismo en el mundo: General Franco, Caudillo o Generalísimo. Y todas indefectiblemente con el apelativo de “el Dictador”. Cada vez que lo oigo, doy el respingo que puedo en la butaca donde veo y escucho “el parte” (telediario) y poco más.

Sucede así porque no podré negar nunca mi admiración, respeto y agradecimiento al que rigió los destinos de España durante ocho lustros de paz, progreso y resurgir de nuestra Patria herida. Y porque ya anciano lo he vivido, no considero justo este calificativo falso e insultante. Ítem más digo, que estimo tan improcedente como cobarde exhumar sus restos mortales con el odio manifiesto de los que pretenden vengarse de quien, sin morir en combate, entregó su vida hasta el máximo desgaste por la Patria.

Joven Caballero Cadete en la Academia toledana de Infantería, había jurado ante Dios defender hasta derramar si fuera preciso hasta la última gota de su sangre. No, no lo hizo. Quiso Dios, en quien creía firmemente como cristiano intachable, reservarlo para misiones más importantes.

El de menor edad siempre en cada graduación, dejó su impronta en la cruel guerra africana, por los dominios que España tuvo en ella y en el que fuera Protectorado Español de Marruecos. Fue allí -cofundador de la Legión con Millán Astray- su valía para el mando estratégico y táctico. Y allí donde recibió el “bautismo de fuego” herido de gravedad en el vientre. No pasaron inadvertidas sus dotes para el mando tanto por sus superiores como por sus inferiores de los que, notablemente, se hizo querer y respetar.

De tal forma trascendieron estas y otras virtudes y valores cívicos y militares, que, ascendido repetidas veces por méritos propios y de guerra, llegó tan pronto al generalato, que también su prestigio traspasó nuestras fronteras. Fue el General más joven y prestigioso de su tiempo.

Aunque monárquico por tradición y convicciones, fue llamado por el gobierno republicano de entonces, para sofocar la rebelión de Asturias en el año 1934. El éxito fue total. Y con él la valoración profesional creció tantos enteros como al que más de sus compañeros y amigos de no pequeña categoría: Yagüe, Mola, Queipo de Llano y otros.

Sin embargo, la Divina Providencia (no creo en “la casualidad”) le tenía reservado el Servicio a la Patria de mayor importancia. El comunismo extendía sus tentáculos tanto por el primer mundo (el que consideramos más civilizado) como en segundos y terceros. Doctrina ésta del comunismo socialista (¿), que si destacó por la lucha de clases, fue adalid del odio hacia todo lo religioso y ordenado. Jamás hubo dictadura más estricta que so capa de justicia social -que nunca practicó- cometiera mayores injusticias, incluso criminales, que aquélla, incendiaria, iconoclasta y con el desorden jamás conocido igual. Comunismo y socialismo juntos que dejaron a su paso tropelías, odios, venganzas y destrucción de las tradiciones que contuvieran virtudes y valores humanos del pueblo llano; más perseguidos cuanto más cristianos.

Herida, mas nunca aniquilada la moral y la Moral de no pocas naciones, la bota marxista-leninista, implantaba la huella dictatorial en el gran imperio de la URS.
No satisfecho el “soviet” supremo con la anexión forzosa de países limítrofes del Este, el odio diabólico como gran aliado, dirigió sus tentáculos hacia la nación considerada como la “reserva espiritual” de Occidente: España.

Más astutos siempre los “hijos de las tinieblas” que los “hijos de la luz”, tan sibilina o descaradamente adoctrinaron al pueblo y a los llamados intelectuales, que la división de nuestra Patria fue un hecho evidente. Manejada con maestría la lucha de clases e inoculado el veneno contra la Iglesia católica, los increíbles resultados sobrepasaron lo soportable. Los que en uso de una libertad que el comunismo nunca consintió aunque se amparase falsamente en ella, por el solo hecho de asistir a un acto religioso, portar un objeto cristiano… los fieles eran encarcelados, sometidos a tormentos de otros tiempos en las “checas” y, sin más, ejecutados. Mártires muchos de ellos hoy en los altares, y legión de ellos por el momento anónimos.

Hasta tal punto se sucedieron los crímenes, incendios de Templos y profanaciones, que dentro de la Institución mejor valorada desde siempre (las FAS), hubo conato de rebelión, salvo alguna singularidad, en altos mandos.

Iniciados los preparativos del Alzamiento, mas sin llevarlos a efecto, nuestros Generales solicitaron el mando al reconocido mundialmente como más prestigioso. Con visión clara de las tremendas consecuencias de una guerra fratricida y de la clara inferioridad de medios y personal, el General Francisco Franco Bahamonde por el momento rechazó la petición.

Los acontecimientos tomaron el sesgo, no por esperado menos sorprendente. Armado y constituido el “Frente popular” tras unas fraudulentas elecciones, asalto al cuartel de la Montaña en Madrid (asesinados todos sus miembros), e instalado el desorden en todos los campos, el asesinato alevoso de José Antonio Primo de Rivera, anunciado en el Congreso por la diputada Dolores Ibárruri (la Pasionaria), fue el detonante de repeler la agresión de guerra que ellos habían iniciado. Para los defensores de la Fe y el orden, guerra “inevitable y justa”.

Aún en inferioridad de condiciones, fue entonces cuando el General Franco accedió al mando con el que cumpliría el juramento a Dios de servir a España en peligro inminente, hasta las últimas consecuencias.

Por sabidas, omito las vicisitudes del Alzamiento Nacional contra el comunismo dominante. Sólo resaltar que pese a la constatada inferioridad de medios para el combate, el genio militar del ya Caudillo, a base de disciplina, orden, moral y Moral, no tardaron en invertirse las tornas en el campo de batalla hasta la victoria total.

Júbilo “casi total!” en ciudades pueblos y aldeas, cuando estos mis oídos, un mucho deteriorados hoy por la edad, escucharon nítidamente el último “parte” retransmitido por Radio Nacional de España del día 1º de Abril de 1939 (III Año triunfal): “En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército rojo, han alcanzado las tropas Nacionales sus últimos objetivos militares. ¡¡La guerra ha terminado”!! Burgos 1 de Abril de 1939. Año de la Victoria.

Inimaginable el júbilo en calles y plazas de España “casi entera”, incluso de los que habíamos perdido en los campos de batalla varios familiares muy queridos y próximos. Ensordecedores los gritos de júbilo con vivas a España y vítores continuados de ¡Franco, Franco, Franco! Y lágrimas indisimuladas de viudas y huérfanos, mitigadas por la alegría indescriptible del momento.

(Continuará en II, si Dios es servido).


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
http://c1.staticflickr.com/5/4918/45811541812_2d6e72e408_b.jpg

MARCAS

TODAS LAS OFERTAS DE TU MARCA FAVORITA

Encuentra las mejores ofertas online de tu marca favorita

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

Lo más leído