Acostumbrarse a no ser español

Por Rafael Dávila. Introducción de Carlos de Bustamante

( César González-Ruano)

Sugiero a mis amigos y probables únicos lectores, que lean atentamente este artículo con que nos obsequia unas vez más mi General amigo y compañero. Verán como bajo es título en apariencia sólo patriótico, se nos muestran- que no esconden- virtudes, valores que, ausentes en épocas tan remotas como las del imperio romano, amenazan –si es que ya no son un hecho en la sociedad mundial; y en la española por tanto-. Ausencias que, como no podía ser de otra manera, se acusan en esa institución tan importante y valorada con nota por el conjunto de nuestra sociedad. Me refiero y se refiere el autor a las FF.AA.

Cuando en una Institución como ésta desaparecen o disminuyen virtudes y valores, aumentan de forma directamente proporcional sus contrarios: desorden, vicios, degeneración…defectos. ¿Y qué es esto sino lo que se nos avecina con la normativa de las nuevas RR.OO. en las que se confunde género con sexo y además de no considerarlo desorden, vicio, degeneración, defecto, anormalidad… no sólo no se pone traba alguna en el reconocimiento médico, sino que se nos ordena (RR.OO.) la convivencia en las unidades? ¿Así seremos garantes de la integridad orden, independencia, unidad etc. de nuestra gran nación?

Es entonces cuando la sociedad y la gran familia militar -las Fas- a la que pertenecen se desordenan, pervierten y la nación cae en picado por una pendiente cuyo fin es el desastre. Vean:

Escribe Rafael Dávila Álvarez, General de División (R.) en su blog generaldavila.com, el 21 octubre pasado, con el título “El escritor César González-Ruano”:

César González-Ruano daba nombre a uno de los más prestigiosos premios para columnistas de periódicos y revistas. El último se entregó en 2013 y desde entonces la Fundación Mapfre, fundadora del premio, lo suprimió o lo cambió por otra cosa; vaya usted a saber. Las razones mejor las dejamos a un lado porque ninguna se sostiene en pie. Pierde la Fundación y perdemos el recuerdo de uno de nuestros mejores hombres, entretenido, vividor de todo lo bueno y lo malo (¿), que si no, pasas por la vida sin haberte enterado.

El escritor sobrepasa al premio que lleva su nombre. Lo olvidamos, seguimos ignorando lo bueno que tuvimos. Es preferible permanecer en la noria con los ojos vendados. Siempre, por los siglos. Dicen que Ruano no era fiable. Lo son todos los que escriben. No fiables son los que no leen y, aún así, se atreven a interpretar. El mundo se deshace por las interpretaciones de los que no saben lo que leen.

César González-Ruano publica su última tercera de ABC el día 12 de diciembre del año 1965. El día de su muerte. Recordarlo me lleva muy atrás. Leía en ABC a González-Ruano antes de ingresar en la Academia Militar. No sé que tenían sus palabras. Solo casi recuerdo su nombre. Quedó en las mezclas de lecturas de aquella época. Alguna salta de repente y, entonces, de nuevo busco su compañía.

Hoy entre las hojas de “Las batallas decisivas del mundo occidental del general J.F.C.Fuller”. Encuentro un recorte con aquél su último artículo. En amarillento papel la firma: César GONZÁLEZ-RUANO. Escondido entre las hojas del libro.

“La Costumbre” es el título de su última columna. Su despedida. Tengo la impresión que nunca le importó la muerte. En esta despedida se vislumbra que lo que le apena es que muera su escritura, que no vuelva la columna con la firma César González-Ruano. Todo, viene a decir, es costumbre… pero no lo dice de la escritura. Es eterno escribir, está siempre en la mente. Se vive y se duerme con lo escrito y con lo que por escribir queda: todo. Hasta el final. A lo eterno no se pudo acostumbrar el escritor porque lo desconoce, aún intuyéndolo.

Termina la columna. Y termina su vida: “Voy creyendo que todo reside en la costumbre. Y que, muchas veces, la muerte puede consistir en ir perdiendo la costumbre de vivir”.

Me temo que algo parecido nos ocurre. Estamos dejando la costumbre de ser españoles y dando paso a ciertas novedades que no son tales, sino oposición a lo que a base de costumbres y otras cosas ha creado nuestra cultura: la española.

Se trata precisamente de eso: …ir perdiendo la costumbre a lo español, a minimizarlo hasta que lleguemos a la muerte de lo español.

Entre las páginas 216-217 del libro Batallas decisivas del mundo occidental, capítulo dedicado al “Sitio de Dyrraquium y la batalla de Farsalia” (48 a. de J.), he encontrado el recorte de aquella tercera de ABC donde César González-Ruano decía adiós.

En esas páginas del libro puedo leer: “En el fondo de todo aquel sistema, la usura actuaba como un cáncer para la república, y aunque la degeneración resultante fuera producto de la hartura más que de la carencia -o dicho de otro modo: de una violenta indigestión más que de una enfermedad mortal-, raras veces un pueblo ha caído tan bajo como el romano. Desprovisto de ideas religiosas, de moral, de virtudes sociales, aquella masa alimentada gracias a los donativos del Estado, se revolcaba en terribles vicios. El exceso de lujo produjo brutalidad, y esta dio paso a las costumbres licenciosas; como consecuencia, los matrimonios eran escasos y la falta de hijos se convirtió en mal endémico. Para aquellos degenerados, la libertad era libertinaje; en cambio para los plutocrátas significaba poder, beneficios sin cuento y un ilimitado afán de riqueza. Como consecuencia, el dinero llegó a convertirse en el único vínculo entre los hombres”.

¿Por qué allí el recorte de aquella tercera de ABC? ¿En qué estaría yo pensando cuando lo dejé allí olvidado? ¿Por qué surge ahora de nuevo?

Y todo esto, las costumbres licenciosas que nos traen a no ser españoles ni a amar a España, acabará imponiéndose hasta que desaparezcamos como Roma. La plutocracia se impone.

Una pira enorme se alzará junto a la puerta de las grandes bibliotecas. Se quemarán, uno a uno, todos los libros que pronuncien el nombre de España. Luego se prenderá fuego a las bibliotecas y a todo lo que dentro haya, o haya osado permanecer en su interior y pronunciar el nombre de España; un día. Y se hará costumbre…, pero yo jamás podré acostumbrarme a dejar de ser español. Sería como ir perdiendo la costumbre de vivir”.

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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