Los lunes, revista de prensa y red

“Hispanofobia”, de Alfredo Pastor, y “Niños pobres víctimas del socialismo”. de Berta G. de Vega

( Viñeta de Puebla en ABC el pasado día 22) (*)

HISPANOFOBIA

Artículo de Alfredo Pastor, profesor de Economía del IESE, publicado en La Vanguardia el pasado día 23

El español suele ser recibido con simpatía en el extranjero, mientras que la mención de España acostumbra a suscitar emociones que van de la antipatía al rechazo más absoluto. Una paradoja, porque, a fin de cuentas, España está hecha de españoles, pero así es: es la hispanofobia, la leyenda negra. Una idea de la persistencia y profundidad del fenómeno la ofrece la obra de Elvira Roca, Imperiofobia y leyenda negra –un trabajo excelente que no pretende tanto ser imparcial como hacer justicia–, que define la hispanofobia como una especie del género de la imperiofobia. La hispanofobia es una dolencia muy extendida. Se nutre de prejuicios, pseudohistoria e ignorancia, es defendida por intereses ideológicos, políticos o simplemente económicos, y afecta a personas inteligentes, cultas y tolerantes en todos los ámbitos: intelectuales, críticos y hasta grandes historiadores la han padecido.

Se ha mostrado extraordinariamente resistente al paso del tiempo y posee, además, una característica que la hace única: entre quienes la sufren destacan precisamente los propios españoles. Muchos españoles son hispanófobos. No maldicen de un gobierno, de una región o de una costumbre, maldicen de España. Un amigo de Shanghai me envía unos versitos de Joaquín María Bartrina i de Aixemís (Reus, 1850) para confirmarlo. Basta con oír hablar a una persona, dice Bar­trina, para saber de dónde es: “Si alaba Inglaterra, será inglés / si reniega de Prusia es un francés / y si habla mal de España… es español”.

Si bien no es un elemento constitutivo del catalanismo, la hispanofobia ha contaminado buena parte del independentismo, agravando el componente excluyente que todo nacionalismo tiene. En el proceso, el microbio ha creado sus propios anticuerpos: personas que en otras circunstancias rezongarían, como casi todo el mundo, contra el Estado español se sienten hoy obligadas a defenderlo a capa y espada. La hispanofobia exterior sólo en ocasiones nos irrita, pero la de aquí hace difícil la convivencia. Debemos hacer lo posible para eliminarla, porque los españoles no nos merecemos ese conflicto. Para ello, el mejor remedio –un remedio que no produce efectos inmediatos– es un cambio de dieta. Hemos de suprimir los principales nutrientes de la hispanofobia: los prejuicios suscitados por el desconocimiento, la pseudohistoria, y la ignorancia nacida de una información sesgada.

El desconocimiento nace de un progre­sivo alejamiento del Estado en Catalunya: la presencia del Estado aquí es hoy residual, y la poseen aquellas funciones ­–orden público y recaudación de impuestos– que, siendo indispensables para su buen funcionamiento, no son su cara más amable. Añadamos a este alejamiento del Estado muchos años de ausencia de catalanes en el Gobierno del Estado, ausencia impuesta por la propia presidencia de la Generalitat –un error, digamos de paso, en el que no han caído los vascos, con resultados tangibles–, y vemos como se va configurando la imagen de España como un ente abstracto, sin presencia visible en el país. Para convertirlo en una máquina distante, pero siempre hostil, es fácil adornar ese ente abstracto con todos los atributos nocivos que uno quiera, y ese es el papel de la pseudohistoria. El independentismo ha adoptado el patrón decimonónico de la historia como el relato de la liberación de un pueblo oprimido, un patrón que apela a nuestros sentimientos más básicos, pero que violenta la realidad al presentarnos el pasado como un combate entre buenos y malos. No olvidemos que la lección de la verdadera historia es que todos somos a la vez buenos y malos.

Contra el desconocimiento el mejor remedio es el contacto. La actual presencia de catalanes en el Gobierno se hace notar, y hay que aplaudir el que se hayan ­reanudado las comisiones bilaterales entre Gobierno y Generalitat. Los altos cargos de la Generalitat verán que sus homólogos de Madrid suelen mostrar buena disposición para atender sus peticiones dentro de lo posible, y que les ayudan a formularlas de tal modo que sea más fácil su aceptación. Quizá aprendan también que no hay que pedir peras al olmo, como a veces hacen sus dirigentes en público. Sea como fuere, esos contactos son un gran avance en la buena dirección.

La información imparcial es lo único que puede contrarrestar la influencia de la pseudohistoria en lo inmediato: por eso la conveniencia de una restauración de TVE en Catalunya ya ha sido sugerida varias veces. Las redes sociales dificultan la tarea, porque pueden proporcionar noticias y mensajes no contrastados pero más afines a las opiniones y prejuicios de quienes las reciben que, al sentirse satisfechos con la información, dejan de atender a otras fuentes.

Procurar un mejor conocimiento y mejor información sobre España son tareas que llevarán años, quizá tantos como ha llevado la construcción de la hispanofobia local. La perseverancia será un ingrediente indispensable, pero el premio lo vale. Empleemos en conseguirlo el considerable capital de hispanofilia con el que aún contamos.

Artículo en: http://www.lavanguardia.com/opinion/20181023/452510170881/hispanofobia.html

NIÑOS POBRES VÍCTIMAS DEL SOCIALISMO

Artículo de Berta G. de Vega publicado en El Mundo el pasado día 19

Le debemos, agradecidos, a Isabel García Tejerina abrir el melón de las desigualdades educativas en España según el informe PISA y el TIMMS, lo que tenemos ante la ausencia de una prueba de evaluación nacional, porque ni siquiera la Selectividad sirve, al redactar el examen las distintas comunidades. Por mucha indignación que causara su «En Andalucía te dicen que lo que sabe un niño de diez años es lo que sabe un niño de ocho en Castilla y León», la ex ministra sólo se refería al curso y medio de adelanto que, según PISA, le llevan los niños de Castilla y León de media a los andaluces. La desigualdad entre comunidades como aspecto a estudiar ha ido calando a la luz de estos resultados hasta el punto de preguntarnos si vale hablar de sistema educativo español cuando en Castilla y León están casi igual de bien que Finlandia y Andalucía está por debajo de la media de la OCDE.

En Inglaterra, constatadas las grandes diferencias entre el Norte y el Sur, el Comisionado de la Infancia puso en marcha una investigación, «Creciendo en el Norte», para averiguar qué pasaba, qué incentivos tenían en sus casas los niños del Norte para estudiar, cuáles eran sus modelos, sus aspiraciones. ¿Se imaginan un estudio que fuera Crecer en Andalucía? Imposible, a la vista de la reacción a la afirmación de Tejerina desde su propio partido, con este tuit de Juanma Moreno Bonilla: «No compartimos las palabras de Isabel Garcia Tejerina. Los niños y profesores andaluces son de diez, sólo les falta un gobierno a su altura».

Se elude así lo que más debería preocupar a un partido socialista, que basa su ideario en la igualdad de oportunidades: el fracaso escolar se ceba con especial inquina entre los niños andaluces más pobres. Sí, también más que en Castilla y León, gobernada por el PP. Es la farsa socialista. Un niño de una familia de clase media alta andaluza tiene 18 veces más posibilidades de estar entre los mejores de la clase que un compañero de clase baja, como explican Gabriela Sicilia y Rosa Simancas en la Equidad educativa en España. El informe debería sonrojar a cualquier socialista si la oposición andaluza fuera capaz de leerlo y comprenderlo. En él se ve cómo en Andalucía hay un 25% de alumnos considerados «pobres» educativamente, que no alcanzan un nivel mínimo de competencias, por un 10% en Castilla y León. También tenemos menos alumnos resilientes, o sea, capaces de hacerlo bien académicamente a pesar de sus circunstancias socioeconómicas.

Eso, traducido al román paladino, significa que un niño que haya nacido en Los Pajaritos de Sevilla lo tiene mucho más difícil para sacar buenas notas no sólo que un alumno de Los Remedios, sino que el niño más pobre de Castilla y León. El ascensor social educativo, roto. Todo un éxito socialista. Con datos. No es una opinión de Isabel García Tejerina. Sí, #RespetoAndalucía. Nuestros hijos andaluces no son más tontos y se merecen las mismas oportunidades que en Castilla y León.

Artículo en: http://www.elmundo.es/espana/2018/10/19/5bc8e96646163f80bf8b45e5.html


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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