Hace falta una cara de cemento armado

Por Javier Pardo de Santayana

( Botas de futbol)

A nadie se le escapa que hablar en España de deporte es hablar de fútbol, y que, en el fondo, hablar de fútbol es hablar sobretodo de dinero. Y hablar de dinero es en España, y parece ser que también en el resto del orbe, hablar de corrupción, porque así tiende a comportarse la naturaleza humana. Sí que hubo un tiempo en que existía una cosa que se llamó conciencia, pero ya sólo quedan las leyes de los hombres, y a esas se las encuentran las vueltas con facilidad extrema. Así vemos cómo quienes rigieron las grandes decisiones futboleras acabarían en la trena una vez descubiertos sus enredos, quizá no tanto por una imposición basada en la moral como por quitarse de en medio a los autores y así mejor sucederles en sus puestos.

Y es que los números alcanzan ya cifras astronómicas. Yo imagino a algunos de los beneficiados por la suerte preguntándose cuál es en realidad el don que Dios les dio para alcanzar unas cimas tan excelsas. Fíjese usted, improbable lector mío, que el fútbol no es deporte individual sino ampliamente colectivo, así que el éxito demanda un trabajo de equipo en el que entran por lo menos once con cada portería, y que las ocasiones para el lucimiento que se presentan a cada jugador – y no digamos a porteros y goleadores – pueden contarse con los dedos. Así que ni ellos mismos sabrían concretar en qué consiste la gracia de sus éxitos, sino algo que sucedió pero que no está garantizado que repita, Y se preguntarán – supongo – ¿qué tengo yo de que carecen otros, igualmente dotados de dos piernas (o de dos brazos, en el caso de los guardametas)? ¿Qué tengo yo, sí, que otros no tienen para que mi nombre – no otra cosa – valga tantos millones como vale? Y se producirá una situación inusitada de contraste entre lo que ellos han ganado y lo que exigimos a nuestros compatriotas en el campo de las demás actividades para conseguir tan sólo una pequeña parte esforzándose en otros campos diferentes y más interesantes por añadidura.

Pues bien, ahora se trata de rizar el rizo exprimiendo las posibilidades pecuniarias que nos ofrece la combinación del balompié y los medios audiovisuales y añadiendo nuevos alicientes. Así que a los partidos amistosos internacionales, olimpiadas, mundiales y campeonatos de Europa, sumamos también otros “de segunda clase” conocidos como “la Europa League”, encuentros entre campeones de unas y otras ligas y competiciones de una recién estrenada “Liga de Naciones” hasta agotar las fechas disponibles, de forma que las diferencias con lo que fueron los pasados tiempos en cuanto a espacios intermedios de descanso para la recuperación del deportista se han hecho ya abismales. Y todavía se siguen manejando ideas y proyectos para atiborrar aún más el calendario hasta tal punto que uno se pregunta si no estamos al borde de llegar a un límite im posible.

Entre esas cosas lo último parece ser el plan que se está urdiendo para incluir en el programa anual del fútbol español una excursión anual al exterior para jugar allí uno de los partidos de la Liga. Por lo que dicen el pretexto es la difusión de nuestro deporte rey y mostrar al mundo la calidad de nuestros deportistas, que ésta es la forma de camuflar sus verdaderas intenciones: las de exprimir un poco más las ubres aunque corramos el peligro de matar nuestra gallina de los huevos de oro.

Por lo pronto ya se ha especificado dónde y cuál será el partido. El país, los Estados Unidos. ¿Y los dos contendientes? Pues ahí viene la sorpresa, pues usted habrá pensado que con tal intención de lucimiento se escogería un Madrid-Barcelona o cosa parecida; esto es un acontecimiento que tuviera un fuerte morbo o sonara a atractivo por lo menos. Y sin embargo – agárrese usted, que viene curva – lo hacen coincidir con un… ¡Gerona – Barcelona! (sí, Gerona y no “Girona” que no se puede pronunciar en castellano)”. O sea que uno de los rivales deportivos es un equipo tradicionalmente de segunda clase por no decir tercera. Y a ver quien entiende esta chapuza, a no ser que se trate de construir una goleada en la que Messi meta cuatro o cinco goles y acabe superando al gran Pelé y a Di Stéfano.

Saco esto a colación porque ayer por la noche oí en la radio una entrevista con un personaje, catalán para más señas, que es conocido como uno de los grandes muñidores de nuestros medios de comunicación y que se interesa especialmente por los tejemanejes concernientes a la concesión de las retransmisiones. Y señores, no puedo por menos de decirles que pocas veces he oído hablar a alguien con mayor desfachatez a la hora de maquillar la realidad. Ahora resulta que nadie sabe nada ni le importa, incluido él mismo. Todo es banal, natural e intrascendente como la vida misma…

Tanto y hasta tal punto ocurrió lo que digo en lo que yo le oí, que eché de menos que su entrevistador no fuera al grano y le dijese ya directamente con las palabras oportunas que si no se estaba haciendo el tonto o o resultaba serlo ya de nacimiento. Nunca vi mayor exhibición de caradura. Vamos, que presumimos de nivel de fútbol mandando nada menos que al Gerona, ese equipo acostumbrado a la victoria…

Claro que detrás estaba la pregunta que como es natural todos los españoles se vienen haciendo menos él: si lo que se desea es convertir ese partido en una exhibición de gran impacto de los separatistas catalanes mediante la exhibición de banderas y pancartas, o montando – como suelen hacer últimamente – un número desagradable y ruin aprovechando los himnos nacionales, que para eso ya tienen funcionando sus potentes mecanismos de agitprop.

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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