Los años 80 en el Patio Herreriano

Por José María Arévalo

(Pintor damunt del quadre. 1982, Óleo de Miquel Barceló, Mallorca 1957) (*)

El vallisoletano Museo Patio Herreriano ofrece este verano tres exposiciones de pintura: una monográfica sobre Juan Genovés, icono de la Transición con su obra “El abrazo”, presente en el Congreso de los Diputados, que puede verse hasta el 23 de septiembre; y dos más con obras de la colección del Museo formada por fondos de la Asociación Colectivo Arte Contemporáneo y de la Colección de la Fundación Gas Natural, “Luz de Verano”, que recoge 48 obras seleccionadas buscando las sensaciones que el verano provoca en los artistas –entre ellos Díaz Caneja, Pancho Cossío, Vázquez Díaz, Angel Ferrant o Navarro Baldeweg-, que permanecerá hasta el 9 de septiembre; y “Retorno de la pintura” que viaja en el tiempo hasta la pintura de los años 80, con 16 obras de Alfonso Albacete, Miquel Barceló, José Manuel Broto, Campano, Ferrán García Sevilla y José María Sicilia.

Vamos a comentar hoy ésta última, “Retorno de la pintura”, que se inauguró el 22 de junio y se mantendrá hasta el próximo día 26 de este mes de agosto, y dedicaremos las próximas semanas sendos artículos a las otras dos. La pintura de los años 80, y los mismos autores –y bastantes más- que recoge la sala 8 de la segunda planta del Museo Patio Herreriano, ya pudimos verla no hace mucho, en la muestra “Los años 80 en las Colecciones ICO”, que ofreció hasta el 4 de marzo pasado el Museo Municipal de La Pasión, y que comentamos en estas páginas en artículo de 23.02.18.

“En plena transición española –explica el folleto que ofrece la muestra-, entre los últimos coletazos de los 70 y principios de los 80, surge un retorno de la pintura en el ámbito de la producción artística. Aunque es cierto que la pintura como género artístico no había desaparecido, durante la década de los 70 los artistas se centraron en explorar las posibilidades de otros soportes no tradicionales del arte y más novedosos, como la instalación, el vídeo y la “performance”. Este concepto de «retorno de la pintura» es el resultado de la recuperación del interés por la pintura como medio de investigación para expresar nuevas ideas”.

En la muestra se recogen obras todas de gran tamaño, mayores de las que hemos visto de esta misma colección a algunos de estos mismos autores, por ejemplo Miquel Barceló. De éste se recogen dos lienzos de más de dos metros por lado, y aunque son bastante oscuros, creo son lo más interesante de la exposición. Al trabajo de Barceló dedicamos un artículo en esta páginas, “El impresionismo matérico de Barceló”, el 27.03.10 en que comentábamos la exposición sobre su obra en CaixaForum, a pesar de que solo pude encontrar en ella seis o siete ejemplos de su impresionismo matérico. En estos de la muestra que comentamos no hay ese efecto impresionista que tanto aprecio, pero sí parece ya apuntar su estilo a lo que hará más adelante en esa línea.

Como ha explicado la coordinadora de la colección, Beatriz Pastrana, “aun sin formar un grupo ni compartir estilo, todos ellos coinciden en la reivindicación de la esencia de la pintura” como una reacción a una crítica que llegó a hablar “de la muerte de la pintura”. El nexo de unión entre estos seis artistas fue, precisamente, “la defensa de la pintura como un lenguaje que lejos de estar agotado presentaba muchas posibilidades expresivas”.

( Vista parcial de la Exposición Retorno de la pintura en el Patio Herreriano) (*)

Esta vuelta a la pintura “no como un medio de denuncia ni de reivindicación, sino como una oda al color, la línea, el espacio y la textura” llega tras la resaca del arte conceptual
y de la exploración a través de la instalación, el vídeo y la perfomance que protagonizaron los años sesenta y setenta. En la siguiente década –de la que datan todas las obras que cuelgan-, de forma paralela a otros movimientos de corte más político y experimental, irrumpen Barceló, Albacete, Broto, Campano, García Sevilla y Sicilia.

“Todos trabajan forma gestual y expresiva, de brochazo”, influenciados por tendencias “como el informalismo europeo o el estilo de Cézanne”; casi todos -ha señalado-, vivieron en París aunque supieron cultivar sus propios lenguajes.

Así, por ejemplo, Albacete presenta “pinturas muy abstractas, con referencias al jardín que solo se aprecian en el color”; una explosión de tonos de la que también hace gala el Premio Nacional de Pintura José Manuel Broto en sus obras ‘Mirador’ y ‘Roma’. Con este mismo galardón fue reconocido Sicilia, presente en la muestra con cuadros como ‘Ref flower’, un ejercicio de “minimalismo llevado al terreno de la gestualidad” del que Beatriz Pastrana destaca “la tremenda riqueza de texturas y las potentes capas de color”.

El también Premio Nacional de Artes Plásticas Miquel Barceló se cuela en la muestra con una curiosa naturaleza muerta “que se presenta como un corte hacia el interior de la tierra, descubriendo restos arqueológicos” y con un retrato de su estudio que “avanza el juego de texturas que después caracterizó su carrera”. Papel, cartón e incluso colillas le sirven para dar relieve en un cuadro “muy original por su forma de presentar al pintor, no trabajando, sino reflexionando”.

Obras de Bastilla, en concreto, una representación de las calles de París “que se ha mostrado pocas veces”, un bodegón de Campano y una pieza de García Sevilla, la más iconográfica y la única con cierto trasfondo político de la sala, entre otras, completan ‘Retorno a la pintura’.

El Diario de Valladolid da una reseña de la exposición más original –no sé si porque recoge con más amplitud la intervención de la coordinadora de la colección, Beatriz Pastrana-, y que creo merece recogerse. “Tras la resaca de lo conceptual y de los movimientos teorizantes de los sesenta y setenta –señala en artículo sin firma-, los años ochenta figurarán en las páginas de la historia del arte marcados por el retorno a la pintura. Sin caer en el simplismo de tachar en bloque este retorno como regresivo y reaccionario, pero sin ignorar las presiones del mercado del arte, la necesidad de las galerías de «productos» que vender, y los casos flagrantes de falsas genialidades, el crítico de arte Kevin Power analiza el fenómeno mediante la aproximación diferenciada a las distintas tendencias e individualidades, y en una serie de lúcidas y rápidas pinceladas ofrece las claves para comprender el complejo panorama artístico de un convulso ‘fin de siècle’.

«Es evidente que el retorno a los placeres de la pintura que marca el principio de la década de los ochenta puede considerarse como una reacción a la austeridad, el esoterismo y el trabajo teorizante de los setenta, y en particular al desvanecimiento y la declinación de la pintura por influencia del arte minimalista y del conceptual», explica.

(Les nourritures terrestres. 1986. Óleo y collage de Miquel Barceló, Mallorca 1957) (*)

En Europa y en Estados Unidos, muchos de los artistas asociados a esta vuelta a la pintura tienen un pasado inequívocamente conceptual, como Salle y Fischl (que estudiaron en Los Angeles con Baldessari); a Cucchi y Clemente; a Bruce McClean; a Julio Sarmento; a Kiefer, a las ‘Cartas de Color’ de Richter de mediados de los sesenta y a las acciones de Immendorf y en Ferrán García Sevilla.”

El folleto que facilita la muestra incluye un apartado de “Datos biográficos de los artistas”, que recogemos a continuación.

ALFONSO ALBACETE. Antequera, Málaga, 1950.

Desde su Antequera natal se trasladó con su familia a Murcia, donde fue discípulo del pintor Juan Bonafé. Más tarde asistió a las clases del Círculo de Bellas Artes de Valencia. Ya en Madrid, terminó los estudios de arquitectura en 1977, dedicándose de lleno a la pintura. Su exposición individual en la galería Egam de Madrid (1979), que tituló como a su serie. En el estudio, le dio a conocer en el panorama artístico del cambio de década, siendo entonces incluido por Juan Manuel Bonet en la itinerancía de la muestra «1980», que había sido presentada al mismo tiempo en la galería Juana Mordó. Albacete había realizado una primera obra de ámbito conceptual ideológicamente comprometido, pero en esa exposición presentó lo que habría de ser su obra posterior: una pintura influida por Cezanne y por la abstracción americana (Jasper Johns, Diebenkorn).

De cromatismo vital. su pintura se desarrolla principalmente en series. Además de las imágenes de los rincones de su taller de pintor, desarrolla Albacete la luminosidad del paisaje murciano en Levante (1980), a la que siguen Cuadros andaluces (1981), Dos continentes (1982), Los vientos (1984) y Hamlet y Absalón, en 1985. En sus series posteriores destacan, además de las visiones urbanas de Madrid, las series Los cazadores en la nievé (1986) y El Estudiante de Praga. en la que plasma escenas de sus viajes por centro Europa: paisajes urbanos melancólicos. de luces enfriadas y doradas, de Graz, Viena y Praga, los más literarios de su producción. Su exposición en 1988 en el Museo de Arte Contemporáneo Español de Madrid fue fundamental para contemplar su trayectoria hasta la fecha. En su obra desde los primeros noventa, los parámetros estéticos y temáticos siguen siendo recurrentes: La figura humana. El bodegón y el paisaje, junto con la luz y los lugares de Artista, referentes de paisajes reales y de la memoria. Albacete se mantiene fiel al género pictórico en su acepción más pura y clásica, con una honestidad y una coherencia que le han marcado a lo largo de toda su trayectoria.

(Exposición Retorno de la pintura en la sala 8 el Patio Herreriano) (*)

MIQUEL BARCELÓ. Felanitx, Mallorca, 1957.

Empieza pintando paisajes de su Mallorca natal. y realiza en 1970 un viaje a París, donde conoce el Art Brut. De 1972 a 1973 asiste a La Escuela de Artes y Ofícios de Palma de Mallorca, para en 1974 acudir a La Escuela de Bellas Artes de San Jordi de Barcelona, que abandonará al año siguiente. Dos años después realiza su primera muestra individual en eL Museo de Palma. Es colaborador de la revista mallorquina “Neon de Suro” y participa en algunas acciones del grupo Taller Lunatic. Se instala en Barcelona en 1978. Pero es en 1978. Pero es en 1981 cuando su nombre se dio a conocer a raíz de ser seleccionado para participar en la exposición «Otras figuraciones», en La Fundación «La Caixa» de Pensiones de Madrid. Despertó el interés de la Críotica, y fue seleccionado para la VII Documenta de Kassel de 1982, alcanzando desde entonces proyección internacional. En los años ochenta viaja por Europa, Estados Unidos y África, y su pintura es incluida en importantes muestras por todo eL mundo. Desde unos primeros pasos conceptuales y abstractos, a fines de los setenta realiza una figuración inspirada en el action painting, de gran sentido expresivo. En los primeros años ochenta evoluciona hacia un diálogo con la tradición pictórica, asumiendo el claroscuro, la perspectiva y la figura humana como temas. Surgen entonces sus bibliotecas, museos y cines. Tras una estancia prolongada en Mali, su obra se reduce compositivamente y. utilizando técnicas diversas refleja paisajes y habitantes del desierto. Sus trabajos más recientes tienden a una gran reducción de color y motivos, siendo generalmente blancos. En 1986 se traslada a Nueva York y recibe el Premio Nacional de Artes Plásticas. Desde 1987 vive entre París y Mallorca.

JOSÉ MANUEL BROTO. Zaragoza, 1949.

Estudia en la Escuela de Artes y Oficios de Zaragoza, estableciéndose en Barcelona en 1972 . Allí formó parte del grupo de artistas creado en torno a la revista “Trama». Con Grau, Tena y Rubio, expondrá en la galería Maeght de Barcelona. Antoni Tapies presentó en 1976 la revista, lo cuaL supuso un respaldo claro a este grupo de pintores que, dentro de la abstracción, buscaban una salida diferente al arte, ante lo que ellos consideraban el agotamiento de las propuestas conceptuales todavía activas en Cataluña. Broto y los demás miembros de «Trama» encontraron una referencia en los artistas franceses de Support-Surface, en el expresionismo abstracto americano y en los escritos teóricos de quienes escribían en «Tel Quel», como Pleynet.

Brota se inició con una obra de campos planos de color inspirada por el minimalismo, para evolucionar más tarde, desde 1979, hacia una pintura más libre y colorista. En 1985 decide trasladarse a París, donde coincide con Barceló, Campano y Sicilia. Su obra se hace más contenida, con un uso del color más restringido y austero, de gran fuerza poética.

Su exposición de 1987 en el Museo Español de Arte Contemporáneo marcó la aceptación de su obra a nivel nacional, a la vez que supone el momento de desmarcarse definitivamente de sus compañeros de Trama, acercándose a otras fuentes que le interesaban desde hace tiempo: el dibujo y el trazo más suelto, el uso del dripping junto a imágenes abstractas poderosas que resaltan en el lienzo por encima de un fondo monocromo. abandonando definitivamente las referencias figurativas y paisajísticas que antes pudieran existir.

Desde 1988. su abstracción es todavía más depurada. Su investigación le ha llevado en los noventa a utilizar el ordenador en busca de nuevos límites de la forma y el color. que se vuelve brillante y rabioso, poniendo fin a una etapa que Enrique Juncosa llama «ascética» y que se cierra en 1989.

En 1995 recibe eL Premio NacionaL de Artes Plásticas. y al año siguiente el MNCARS le dedica una exposición antológica en el Palacio de Velázquez.

MIGUEL ÁNGEL CAMPANO. Madrid, 1948.

Inicia estudios de Arquitectura y Bellas Artes en Madrid y Valencia, aunque no llega a concluirlos. Su primera etapa. a principios de los setenta, fue dentro de la abstracción geométrica, viéndose influido por los pintores del grupo de Cuenca Rueda y Torner. Entre 1976 y 1977 se establece en París. donde abandona el geometrismo por una pintura de gesto expresivo derivada del Action Painting norteamericano. Comienza a tomar como punto de partida motivos literarios, pictóricos y musicales de las vanguardias. Campano fue incorporado a las exposiciones colectivas que abrieron los ochenta: «1980» en la galeria Juana Mordó y «Madrid D. F.», en 1979 y 1980, respectivamente. En 1980 vuelve a París y realiza obras inspiradas en Poussin, Delacroix y Cézanne, optando por una recuperación de paisaje. En su diálogo con Cézanne. recorre la Provenza y los lugares deL maestro de Aix. sobre todo la montaña St. Victoire, creando la serie Por la ruta de Cézanne. De Poussin extrae su propia interpretación del clasicismo en las series El divino (1980-8~), La Grappa (1985-86), y Ruth y Booz (199°), realizadas a partir de las alegorias poussinianas del Louvre. De Delacroix recoge Campano eL sentimiento romántico en su serie Los náufragos. Su obra de los últimos años ha tendido a una gran reducción, recuperando de nuevo estructuras geométricas definidas por contrastes de blanco y negro, y más recientemente. incorporando e color otra vez.

FERRÁN GARCiA SEVILLA. Palma de Mallorca. 1949.

En 1969 se traslada a Barcelona. en cuya Universidad sus primeras exposiciones individuales, en las que el uso de la ironía y las referencias lingüisticas le alejan de posiciones más ortodoxas como la del Grup de Treball en la práctica de una crítica social y politica, o su participación en ciclos como los celebrados en 1970 en la Escola Eina de la Ciudad Condal -junto a Ramón Herreros o Nuria Vidal- o los que organiza Alberto Corazón en Madrid bajo el titulo Nuevos Comportamientos Artísticos en 1974. Un año más tarde inicia un primer ciclo docente, impartiendo clases en el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Barcelona como adjunto de Alexandre Cirici Pellicer. A partir de 1978 comienza a trasladar su universo conceptual al campo de la pintura, disciplina que adopta de manera plena a partir de 1980, en el que firma sus dos primeras series -Deus e Imperi-, caracterizadas por abigarradas composiciones de tendencia monocromática, en las que se mezclan signos abstractos con otros elementos figurativos, resueltos con una poderosa energía expresionista, relacionada con la obra de Kirchner, Dubuffet. Penck, Baselitz o Cucchi, y en la que habla de algunos temas obsesivos en su carrera posterior como la muerte, la violencia o el sexo. A partir de 1981 imparte clases de pintura en la Facultad de Bellas Artes de Barcelona, año en el que celebra dos importantes exposiciones, El viatge més absurd (Galería Maeght de Barna) y Res selvática de la ciudad (Galería Central de Madrid). En los años centrales de la década se hacen más latentes las influencias formales de Rafols, Tapies y, especialmente, Miró. Set. en 1984, Pariso, Erase o Muca, las tres de 1985, o Tot. ya de 1986, señalan la incorporación de nuevos elementos iconográficos -peces, manos, olas, pájaros, rocas- que codifica a partir de una lectura tántrica que le permite relativizar el significado convencional que se otorga a los objetos, y que enfatiza tanto a través del empleo compulsivo de imágenes, en una fórmula compositiva que recuerda una especie de collage pictórico, como a la incorporación de textos en sus obras, con los que incorpora la estética del graffiti para participar, de modo sarcástico, en el debate teórico sobre la pintura en el que se sumen artistas y críticos a mediados de la década de los ochenta. Son años en los que se cimenta su proyección internacional con exposiciones en París, Londres, Basilea, su individual en el Pabellón Español en la edición de 1986 de la Biennale de Venecia o su participación en la Documenta VIII del año siguiente. En 1989, con ocasión de la doble exposición que inaugura en Barcelona -Centro Santa Mónica y Casa de la Ciutat- y la posterior La torre de papel-Palacio de Velázquez de Madrid-, presenta, junto a series pictóricas de gran formato como Ruc, Cent -ambas de 1987- o Polígon (1988), ensamblajes, en los que incorpora objetos domésticos, mosaicos, realizados con azulejos montados sobre madera, y bajorrelieves, nuevos medios en los que incide en una simbología en clave tántrica que mantiene en las series que desarrolla en los primeros años noventa (Seto, Sama, Letra, Sino, Fecha).

Representante español en la XXIII Bienal Internacional de Sao Paolo (1996), su pintura experimenta un cambio formal en los años centrales de la década que la lleva hacia un universo más abstracto.

(Bastilla 2. 1984. Óleo de José Mª Sicilia, Madrid 1954) (*)

JOSÉ MARÍA SICILlA. Madrid, 1954.

Inicia estudios de Bellas Artes en Madrid. aunque los abandona en 1980, para instalarse poco después en París. Es allí donde realiza sus dos primeras exposiciones individuales. en 1982 y 1983, para. al año siguiente, presentar su pintura en la galería Vijande de Madrid. En la línea inicial de un neoexpresionismo de gesto violento y gran empaste de color, Sicilia muestra imágenes aisladas de objetos cotidianos. desde aspiradoras a tüeras, de gran tamaño y fuerte efectividad visual. Su trabajo se organiza en series en las que hay naturalezas muertas y utensilios variados. Posteriormente se inclina hacia el paisaje. Junto con Campano, instalado también en París, va al Bois de Boulogne parisino para pintar. pero sus paisajes más conocidos son los urbanos de los barrios de la Bastilla y Aligre, donde vive y trabaja Sicilia. A mediados de los ochenta alcanza notable reconocimiento nacional e internacional. En 1985 se traslada a Nueva York para trabajar durante el invierno en la preparación de su exposición en la galería Blum Helman. Las obras que presenta suponen un nuevo giro, abandonando posiciones neoexpresionistas y buscando una esencialización que plasma en sus series Tulipanes y Flores, ya con un tratamiento abstracto. Los fondos matéricos adquieren relevancia, y existe una referencia geométrica al cuadrado de Malevitch. La depuración abstracta es cada vez más evidente, llegando a sus series blancas de 1991. Posteriormente utiliza nuevos materiales, como la cera de las abejas, en composiciones más complejas, y tiende a reducciones aún mayores de color y forma. En 1989 obtiene el Premio Nacional de Artes Plásticas.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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