Los lunes, revista de prensa y red

“Casado, no te avergüences”, de Antonio Burgos, y “Una moral laica, pública ¿y tolerante?”, de Juan Meseguer

( Viñeta de Tomás Serrano en El Español el pasado día 22) (*)

CASADO, NO TE AVERGÜENCES

Artículo de Antonio Burgos publicado en ABC el pasado día 22

Suspiramos. De alivio. Suspiramos de alivio al saber que Casado había ganado. ¿Quiénes? Muchos que nos creíamos que estas absurdas y complicadas primarias del PP no iban a servir para absolutamente nada, que los «aparatisquis» otra vez le iban a ganar la partida a los que representaban todo aquello con cuanto nos decepcionó el partido en sus últimos tiempos de gobernación. Parecía que incluso estaba escrito que iba a ganar Soraya, la presidenta de la Generalidad de Cataluña tras la edulcorada, alicortada y cobardona aplicación del artículo 155 de la Constitución, la cual no se dignó aparecer por Barcelona y mandó a un propio, continuando por sus fueros la propaganda de TV3 basada en la manipulación, y campando a sus anchas los Mozos de Escuadra, y perseguidos y señalados en las escuelas los hijos de los defensores de la Unidad de España que habían repudiado las independencias de la señorita Pepis y los separatismos del prófugo señorito Puigdemont.

Creíamos que ayer iba a ganar este PP, ojú, el que desaprovechó la mayoría absoluta sin cambiar una coma de las locuras legislativas de ZP, como la malhadada Memoria Histórica, el aborto, mil concesiones a los radicales. Creíamos que iba a ganar este PP que contumazmente se dedicó, con mayoría absoluta o sin ella, a gobernar contra sus votantes, que, claro, se les fueron en desbandada a Ciudadanos. Creíamos que iba a ganar este PP personalizado en un Rajoy siempre perfil, sin querer dar la cara por los principios y los valores del humanismo cristiano y del liberalismo que siempre debió representar esta derecha española. Por el contrario, parecían como avergonzados de ser lo que eran y mucho más de proclamarlo a los cuatro vientos, disimulando, queriendo competir en progresía en la izquierda. Frente a lo cual, con tal de que no ganara Ciudadanos, a Rajoy le importó un rábano dejar a España, tras su moción de censura, en manos de los 84 diputados de un Sánchez que está superando a ZP con la ayuda de todos los enemigos de la Unidad de España y de cuantos principios debía haber representado el PP, con valentía, con lealtad a sus votantes, no queriendo ser más progre que los progres.

Por eso, por eso hemos respirado al saber elegido a Pablo Casado. El dedo no ha funcionado esta vez, ni el aparato de los paniaguados del partido. El triunfo de Casado significa la victoria de los votantes del PP a los que el partido despreció tanto durante tanto tiempo, gobernando contra ellos. ¿Vuelta a Aznar? No, vuelta a no avergonzarse de ser lo que se es: «iguala con la vida el pensamiento». Casado representa, hoy por hoy, todo aquello por lo que millones de votantes defraudados por su partido decidieron votar a Ciudadanos en las próximas elecciones, sean las que fueren, locales, autonómicas o generales. Casado representa los valores de una derecha que hasta ahora ha tratado de disimularlos, avergonzada de su razón de ser, ignorando a sus votantes, a los que dan la cara por ella en el «territorio sioux» de los pueblos andaluces dominados por el Régimen del PSOE, por poner un ejemplo.

La esperanza que nos queda es que Casado no caiga en manos de los «aparatisquis» que viven del pesebre del PP y que señalan que defender esos valores en los que muchos ahora volvemos a confiar son «de extrema derecha». No, son liberales y conservadores. Lo que nunca debió dejar de ser el PP. Son los de dar la cara por esos principios, por la libertad, por la vida, por la Unidad de España, por la Constitución, por el humanismo cristiano, porque los padres, en todos los territorios de la nación, puedan elegir la lengua en la que estudien sus hijos. Tanto como por Casado me alegro por los defraudados votantes del PP que han tenido que tragar quina muchos años, avergonzados de la vergüenza ajena de sus dirigentes. De «volver a ser lo que fuimos» nos queda la esperanza.

Oña, naturalmente, si es que hablamos de Andalucía.

Artículo en: http://www.antonioburgos.com/abc/2018/07/re072218.html

UNA MORAL LAICA, PÚBLICA ¿Y TOLERANTE?

Artículo de Juan Meseguer publicado en Aceprensa el pasado día 19

La enseñanza religiosa y la educación cívica no tienen por qué ser rivales. En el sistema educativo español hay margen para hacer espacio a ambas, de un modo que respete la neutralidad del Estado, la libertad religiosa y el derecho de los padres a que sus hijos reciban la formación religiosa y moral según sus convicciones. Pero el gobierno de Pedro Sánchez ha escogido una fórmula divisiva, que dice mucho de su visión de la sociedad.

La ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá, ha anunciado que “la Religión no será computable a efectos académicos y no tendrá ninguna alternativa en forma de asignatura-espejo como hasta ahora”. En cambio, creará “una asignatura obligatoria de valores cívicos y éticos, centrada en el tratamiento y análisis de los derechos humanos y de las virtudes cívico-democráticas”.

La LOMCE, aprobada por el gobierno de Mariano Rajoy, permitía a los alumnos elegir entre dos asignaturas con valor académico: Religión o Valores (culturales y sociales, en primaria; éticos, en secundaria), una disyuntiva con un marco conceptual confuso pero no excluyente, como veremos. Celaá considera que este sistema no es “ni el más justo ni el más adecuado, teniendo en cuenta el principio de aconfesionalidad del Estado”.

Religión y laicidad

El argumento de la aconfesionalidad es recurrente entre los contrarios a la enseñanza religiosa en las escuelas públicas. En él se apoyó el grupo parlamentario socialista del Congreso de los Diputados para impugnar ante el Tribunal Constitucional (TC) la asignatura de Religión y otros aspectos de la LOMCE. El recurso fue desestimado el pasado abril.

Los socialistas imaginan dos sistemas morales irreconciliables: uno laico, genuinamente democrático, y otro basado en doctrinas religiosas, siempre bajo sospecha

En el fallo, aprobado por ocho votos contra cuatro, el TC recuerda a los recurrentes que el Estado tiene un “mandato [constitucional] de cooperación con las confesiones” y que el principio de “aconfesionalidad o laicidad positiva” no exige expulsar del espacio público el hecho religioso. Es más, “implica una garantía prestacional respecto al ejercicio del derecho a la libertad religiosa, del que gozan tanto los individuos como las Iglesias y confesiones”.

Al mismo tiempo, la sentencia sostiene que la configuración como asignatura de la enseñanza de la Religión es “un cauce adecuado para el ejercicio por los progenitores del derecho a que sus hijos reciban una formación religiosa y moral de acuerdo con sus convicciones”.

Por estas y otras razones concluye que “la existencia de una asignatura evaluable de Religión de carácter voluntario para los alumnos no implica vulneración constitucional alguna”.

Es posible que esta sentencia hiciera recular al gobierno de Pedro Sánchez, cuya postura inicial era que “la Religión saliera fuera del horario escolar y que dejara de ser evaluable”, explica la periodista de El Mundo Olga R. Sanmartín. Ahora no será computable; es decir, podrá seguir teniendo nota, pero no contará para la media ni para el acceso a becas o a estudios posteriores.

¿Dos sistemas morales en conflicto?

El segundo argumento de Celaá para justificar el cambio es el “universalismo de los valores cívicos”, con el que pretende dotar de legitimidad a la nueva materia, mientras se la quita a la enseñanza religiosa en una especie de juego de suma cero. La presunción de fondo podría resumirse así: mientras la Religión solo enseña valores válidos para los creyentes, la asignatura propuesta por el gobierno socialista serviría para “fomentar los valores comunes de libertad y de ciudadanía, de tolerancia y de no discriminación”.

De ahí que, a juicio de Celaá, “este contenido curricular no debe ser objeto de polémica alguna a estas alturas y menos cuando en toda Europa lleva años formando parte del curriculum”. Lo que es cierto, pero también lo es que los contenidos de esta materia en Europa han sido menos polémicos que los de Educación para la Ciudadanía, la extinta asignatura del gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero.

En el recurso ante el TC, el grupo socialista hizo expresa la presunción de Celaá al afirmar que “si es necesario estudiar los valores que constituyen el fundamento de la convivencia tendrán que hacerlo todos los alumnos, sin que la perspectiva confesional pueda sustituir a la perspectiva constitucional”.

Aquí está el meollo de la cuestión. Los socialistas imaginan dos sistemas morales irreconciliables: uno laico, que cumple a la perfección con las exigencias del sistema democrático, y otro basado en doctrinas religiosas, legítimo pero residual y, por eso, siempre bajo sospecha en el espacio público. Es la misma mentalidad de quienes acusan a los creyentes de “imponer” sus convicciones cada vez que intervienen en el debate público; esta visión da por sentado que las posturas éticas de los creyentes son puramente de fe, aunque de hecho aporten razones civiles.

La religión, aliada de los valores

A reforzar este esquema interpretativo contribuyó, en parte, la LOMCE. De ello advirtió en varias ocasiones el especialista Carlos Esteban Garcés: “Esta oposición entre Religión y Valores no es una buena opción, al menos desde el punto de vista intelectual y cívico, puesto que da la imagen de que los que tienen Religión no necesitan valores y los que tienen valores no necesitan Religión” (ver también la entrevista Asignatura de Religión: conocer no hace daño a nadie).

Los interesados en la enseñanza religiosa también defienden los valores democráticos. A lo que sí podrían oponerse es al monopolio de la definición de esos valores

En su opinión, “una opción deseable y más constructiva hubiera sido crear un área de Valores y Religiones, con algunos componentes comunes y otros opcionales, entre los que estarían las enseñanzas confesionales de la Religión”. No obstante, aun poniendo este pero, Esteban considera que la LOMCE suponía en este punto una mejora respecto al régimen precedente.

El traspiés conceptual del gobierno de Rajoy le ha venido al pelo al de Sánchez, que no tolera una alternativa con valor académico a su asignatura. Los socialistas alegan que su solución es una exigencia del sistema democrático, pero en su sentencia de abril el Tribunal Constitucional falló que “ni la existencia de una asignatura de Religión en los niveles de Educación Primaria y Secundaria, ni la implantación de una fórmula de opción entre la asignatura de Religión y Valores Sociales y Cívicos/Valores Éticos son contrarias al texto constitucional”.

De cara al debate parlamentario, habrá que ver cuáles son los contenidos de la nueva asignatura. Los interesados en la enseñanza religiosa también defienden los valores democráticos de la libertad, la igualdad, el pluralismo o la tolerancia. A lo que sí podrían oponerse es al monopolio de la definición de esos valores. En una sociedad pluralista, el gobierno no debería sorprenderse de que “a estas alturas” –al decir de Celaá– haya quienes no comparten su visión del mundo.

Ver artículo completo en: http://www.aceprensa.com/articles/una-moral-laica-publica-y-tolerante/


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
http://c1.staticflickr.com/1/938/28676007967_a182dc9b69_b.jpg

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

Lo más leído