La sillería de la Armedilla, en el Louvre

Por José María Arévalo

( Monasterio de la Armedilla, de Cogeces del Monte) (*)

Hace unos meses salía en la prensa vallisoletana la noticia de que la Asociación de Amigos del Monasterio de la Armedilla, de Cogeces del Monte había encontrado en el museo parisino de El Louvre piezas del Monasterio, concretamente parte de la sillería que tuviera en su día, que al parecer un anticuario vendió al Louvre. El museo negó en varias ocasiones contar con estas piezas, pero una investigación ha desvelado que esta joya arqueológica se encuentra en el centro de arte parisino.

Ilustraba El Norte de Castilla la noticia, que firmaba su corresponsal en aquella villa Agapito Ojosnegros, con un reportaje fotográfico que titulaba “El patrimonio que emigró”, empezando por la Reja de la Catedral de Valladolid vendida por el Cabildo al potente tratante norteamericano William Randolph Hearst por 500 pesetas, y que en octubre de 1957 se instaló definitivamente en el Museo Metropolitano de Nueva York; el Monasterio de Sacramenia en Segovia, que el magnate William Randolph Hearts adquirió en 1925, lo desmontó piedra a piedra y se lo llevó para reedificarlo en Estados Unidos; el Mural de San Pedro de Arlanza (Burgos) que se encuentra en el The Cloisters de Rockefeller de Nueva York; o el cuadro “La Retórica”, óleo de Pedro Berruguete en la National Gallery de Londres.


( Reja de la Catedral de Valladolid actualmente en el MOMA) (*)
De la venta de la reja de la catedral de Valladolid ya dimos noticia en este blog, en nuestro artículo “Cuando el retablo de Juni se llevó a la Catedral”, del 30.10.11, en el que recogíamos otro de don Josemaría de Campos Setién, en el que, aparte un inciso sobre el retablo, narraba cómo el arquitecto García Guereta llegó con el arzobispo Gandásegui al acuerdo que enlazaría la reconstrucción de La Antigua con la obra capital de la catedral. Especto a ésta, en declaraciones que El Norte de Castilla publicó el 17 de febrero de 1923, el Arzobispo Gandásegui, de acuerdo con lo aprobado por el Cabildo, recogido en acta del 18 de enero de 1923, manifestaba que las obras en el interior de la catedral se concretaban a: suprimir el coro bajo, que cortaba en su segundo tramo la nave central y dificultaba seguir las celebraciones litúrgicas por los fieles, y como consecuencia, la construcción sobre la puerta principal de la S. I. Metropolitana de un coro alto donde instalar el magnífico órgano adquirido en tiempo de Cos y Macho a cambio de un par de cuadros del Greco, (San Jerónimo, ahora en la colección Frick, Nueva York, y Un caballero en la casa de Leyva, ahora en el Museo de Bellas Artes, Montreal) y la colocación del coro capitular, en semicírculo, en el ábside, en cumplimiento de la regla litúrgica que prescribe que los Capítulos se reúnan en torno al Santuario o altar mayor, utilizándose una sillería que se trajo del convento de San Pablo, cedida por el Museo de Valladolid a cambio de un bodegón atribuido a Velázquez y, finalmente, la erección de un nuevo y rico altar de mármol de Carrara en el plano del antepresbiterio.

En Capítulo de 27 de junio de 1928 se acordó suprimir la verja del coro. Las obras se financiaron con el producto de algunas enajenaciones cuyo expediente mereció la aprobación de la Comisión de Monumentos, de la Nunciatura y del Ministerio de Gracia y Justicia, con el informe favorable de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Para más detalles me remito a este artículo, que se puede ver todavía con nuestro magnífico buscador, arriba de esta página, a la izquierda.

( Claustro del monasterio de Santa María de Sacramenia, Segovia, en Miami) (*)

También es curioso como llegó a Miami el Claustro del monasterio de Santa María de Sacramenia (Segovia). Cada pieza del monasterio fue numerada, empaquetada en heno y enviada a Estados Unidos en 11.000 cajas; no obstante, debido a un brote de fiebre aftosa que afectaba a España, a su llegada a Nueva York, por miedo a que el heno portara la enfermedad, el Departamento de Agricultura abrió las cajas e incineró el contenido. Con la ‘Gran Depresión’ de 1929 en Estados Unidos, los problemas financieros de Hearst se intensificaron por lo que se vio forzado a vender su preciada «colección». Las piedras, que habían requerido el esfuerzo de 23 hombres y tres meses de trabajo para ser limpiadas y realmacenadas, quedaron guardadas en cajas al azar en un depósito de Brooklyn por 26 años, hasta que en 1952, William Edgemon y Raymond Moss, unos inversionistas de Miami, decidieron comprarlas y convertirlas en una atracción turística en North Miami Beach.

Del monasterio vallisoletano de la Armedilla dimos amplia información en este blog, en el artículo “Arquitectura religiosa olvidada. 17. En Cogeces del Monte” el 23.07.14, siguiendo el libro “Las ruinas de Dios. Arquitectura religiosa olvidada en la Provincia de Valladolid”, de los arquitectos vallisoletanos Juan José Fernández Martín, Francisco Pedro Roldán Morales, José Ignacio Sánchez Rivera y Jesús Ignacio San José Alonso, que en esa serie reseñamos. Pero vamos ya a la noticia de que un anticuario vendió al Louvre parte de la sillería del monasterio vallisoletano de la Armedilla. Subtitulaba El Norte “El museo negó en varias ocasiones contar con estas piezas, pero una investigación ha desvelado que esta joya arqueológica se encuentra en el centro de arte parisino”

( Ventanal del Monasterio de la Armedilla. Dibujo de Francisco Pedro Roldán en el libro “Las ruinas de Dios”) (*)

“La investigación histórica –explicaba el corresponsal- es metódica, paciente, rigurosa, por lo que tiene sus tiempos. Por ello desde la Asociación de Amigos del Monasterio de la Armedilla, de Cogeces del Monte, están satisfechos por la reciente noticia que ubica varias piezas de la antigua sillería de la iglesia del complejo monástico cogezano –hoy una joya arqueológica– en dependencias del Museo del Louvre. Esta satisfacción supone una ración extra de combustible para continuar con un laborioso y preciso trabajo de estudio con el que documentar los avatares históricos que ha llevado a una pequeña parte del arte mueble de la Armedilla a París, concretamente a la Unión Central de Artes Decorativas, entidad aneja al gran museo parisino.

En el año 2003-2004, desde la asociación se dirigieron al Louvre preguntando por la sillería de la Armedilla, explica Consuelo Escribano, miembro de la citada agrupación histórica-cultural, pues ya entonces una fuente les habló de esa posibilidad. La respuesta fue negativa, por lo que esa línea de investigación quedó en vía muerta, explica Escribano, hasta que recientemente una persona conocedora de su proyecto ha hecho que esta vía se reabra al tráfico investigador, ya que tras reiterar que unas piezas de la sillería de la Armedilla estaban en París «hemos reactivado la investigación, y efectivamente, hemos encontrado que la Unión Central de Artes Decorativas (UCAD) tiene unas piezas de una sillería de madera tallada que es de la iglesia de Rueda, incluso hemos llegado a ver unas fotografías que son de esa sillería. Eso lo que nos confirma es que sí hay algunas piezas en el Louvre, en la Unión Central de Artes Decorativas», señala Escribano.

( Mural de San Pedro de Arlanza, Burgos, que se encuentra en el The Cloisters de Rockefeller de Nueva York.) (*)

Y qué tiene que ver la iglesia de Rueda en todo este asunto. Pues una de las claves, o la clave. Ya que los sitiales –o la mayor parte de ellos– de la Armedilla acabaron en esta parroquia en uno de los procesos desamortizadores del monasterio jerónimo de Cogeces del Monte. «La sillería la solicitó el párroco de Rueda de entonces», indica Consuelo, pues el templo no tenía. De ahí que ella misma reconozca que la pregunta que procedía era si las piezas de la sillería que conserva la UCAD procedían de la iglesia de Rueda, su ubicación posterior a la del monasterio, y de donde posiblemente salieron al extranjero.

«No sabemos cuántas piezas hay en París», reconoce, «solo he visto unas fotos con unas piezas, pero que son procedentes de Rueda, seguro; además hay un número de inventario y el destino», y otra información como «fabricado en España, siglo XVI, iglesia de Rueda…».

Poco a poco las preguntas van encontrando su respuesta, o, al menos, hallando la senda correcta. «Ahora lo hemos podido confirmar, pero nuestro objetivo es seguir investigando, tener buenas fotografías, tener más datos, porque parece que no llegan al Louvre de forma directa. No es el museo el que las adquiere, sino que es un anticuario de origen belga quien las adquiere. Ese señor –que vivió hasta principios del siglo XX– tenía una colección muy importante de antigüedades, y cuyo legado acaba en el Louvre.

Todos esos avatares tenemos que investigarlos, pero hemos confirmado que sí que hay piezas. Cuándo se las llevaron, qué ocurrió, cómo están, quién las compró: si él directamente o a través de alguien. De momento, no sabemos más». «La investigación avanza, una parte de la Armedilla está en París, una parte pequeña, pero hay que investigar». Así que ya han contactado con el museo y la UCAD para recabar más información y seguir con el largo proceso de «investigación histórica, con rigor y paciencia. Hay más datos y hay que afinarlos. Es interesante pero hay que ponerlo en su contexto. Cada cosa que pasa con la Armedilla para nosotros es estupendo desde el punto de vista de la investigación».

( La Retórica. Obra de Pedro Berruguete en la National Gallery de Londres) (*)

Investigar, documentar, catalogar y difundir es el compromiso que ha adquirido la asociación, como también rehabilitar y mantener el complejo monástico y su entorno, en la medida de sus posibilidades, para que pueda visitarse y disfrutarse con distintas actividades sus restos, los cuales todavía poseen un gran encanto y atractivo.”

Pues damos la enhorabuena a la Asociación, que sigan trabajando con tanta eficacia.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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