“Éramos pocos y parió la abuela”

Por Javier Pardo de Santayana

( Viñeta de Ricardo publicada en El Mundo el pasado día 14) (*)

Si por algo se caracteriza la situación en que vivimos es por el caos en que hoy se desenvuelve. Y también – hay que decirlo – por ocurrir en un momento inesperado; como cuando nos sorprende una tormenta: cuando de pronto, sin mediar aviso, se levanta un torbellino de viento y rompe el aguacero. Cuando la gente corre atropelladamente para guarecerse y además se vuelve del revés nuestro paraguas, y tropezamos y nos torcemos un pie al tiempo que nos empapamos, y de pronto se oye un trueno… Y no sabemos qué hacer para salvarnos de la quema.

Dicen que todo empezó por lo de Lennon Brothers y su compañía, mas se diría que detrás hay un tremendo desconcierto por la sorpresa y no saber cómo reaccionar ante la confabulación de tantos elementos negativos. Pero observamos que esto es así también porque el jaleo propicia la osadía de quienes quieren medrar y colocarnos un discurso – naturalmente, el suyo – que no hay forma de encajar en la “normalidad”. Así han ido saliendo oscuros sentimientos de revancha, ideas rechazadas hasta entonces, e incluso el gusto por cargarse a los mejores, más serenos o más inteligentes; es decir los remolinos de la envidia en un estado puro. Y, naturalmente, los revanchistas cuyos abuelos ya nos llevaron a situaciones parecidas por el odio. Y, como siempre, por los indispensables tontos útiles ganados por un relativismo que pretende admitir lo inadmisible.

El caso es que es en eso estábamos ya desde hace tiempo gracias a la inestimable ayuda del buenismo y de algunos responsables a los que todos podemos poner nombre, cuando para colocar la guinda del pastel parió la abuela con un hecho nimio pero significativo.

Recordaremos algunos de los rasgos del ambiente. Uno de ellos se sitúa en una “lucha por el poder” que encumbraría a alguien que jamás había ganado y que hasta fue defenestrado en su día por los suyos. Hiciéronlo posible las triquiñuelas de una política rastrera, y nosotros – que uno por otro dejamos que creciera – vimos cómo proliferaba una ralea de revolucionarios que deseaban destruir cuanto otros habían esforzadamente construido.

Otro rasgo curioso se refiere a que en estos mismos días un gobierno autonómico anunciaba su pretensión de abrir de nuevo sus propias embajadas para desde ellas contribuir a cargarse una nación entera tal como tenían anunciado y todo el mundo sabe; así que ahora aprovechan una situación más favorable. O sea que insisten en destruir aquello que nosotros mismos forjamos en el transcurso de los siglos, que es la unidad de la nación; una de las más fecundas de la Historia. Lo hacen, claro está, mientras, casi simultáneamente, amigos y asociados suyos, intentaban también, no sé si consciente o inconscientemente, romper Europa. Todo apenas en los mismos días, cuando quien lidera el mundo occidental se retiraba antes de tiempo de un encuentro en la cumbre desentendiéndose de construir nuestro futuro con una displicencia llamativa.

Todo esto ocurre mientras se nos informa de espeluznantes noticias de niños que son asesinados – yo no sé cuantos en una semana – y vemos también el espectáculo del alborozo de unas mujeres encantadas de ver despenalizados los abortos; que da hasta grima contemplar como festejan la posibilidad de destruir la vida de sus propios hijos. O sea que cargarse a unos niños indefensos es bueno o malo según se mire o a uno le convenga.

Y aún hay más, porque nos dicen que aquel gobierno al que me referí al principio acababa de defenestrar en estas fechas a uno de sus ministros a los seis días de su nombramiento y que lo han hecho por el rigor de unas palabras que su propio jefe había pronunciado antes respecto a la rectitud que exigiría. Claro que, para mayor abundamiento, además de no merecerlo por las razones éticas de las que su propio presidente presumía, era ministro precisamente de Deporte, actividad no ha mucho expresamente despreciada por el susodicho; que ya son ganas de meter la pata. Y aun esto no fue todo, pues un segundo ministro sería puesto en trance de lo mismo por unas razones parecidas.

En fin, en eso estábamos cuando según dirían los castizos, pariría la abuela. Pues si hay algo mediático que entra a la gente por todos los sentidos de su cuerpo es el conocimiento de que en esos mismos días se iniciaba la celebración en Rusia del campeonato mundial de balompié. Y he aquí, que – ya es casualidad maldita – a sólo dos días del comienzo, con la famosa “Roja” preparada y debidamente dispuesta para el éxito, se producía la noticia bomba de la destitución con carácter fulminante del brillante seleccionador hispano, quien, vestido y sin novia – salvo la del Real Madrid de sus amores – se encontraría con la dolorosa circunstancia de tener que renunciar a su tarea.

Lo que nos faltaba para el duro… Y además todo esto con el tiempo loco, loco, loco; tanto que yendo como iba para la sequía del final del mundo, acabó siendo el de las inundaciones catastróficas.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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