Los lunes, revista de prensa y red

“Calvo, claro”, de Antonio Burgos, y “Sadomarxismo Cultural”, de Henry Boys

( Viñeta de Puebla en ABC el pasado día 8) (*)

CALVO, CLARO

Artículo de Antonio Burgos publicado en ABC el pasado día 7

En el gota a gota de los nombramientos del nuevo Gobierno salido no de las urnas, sino del odio a Rajoy y de las ganas de «desalojarlo» de La Moncloa, Sánchez ha puesto a Carmen Calvo de vicepresidenta y ministra de Igualdad. En este caso, al contrario de lo que ocurría con Bibiana Aido, la ministra de Igualdad no es la ministra de Igual Da que lo sea o no. ¿Qué va a dar igual? Como canta la letra de «La Marsellesa», «los días de gloria han llegado». Los articulistas teníamos que darle un homenaje a Carmen Calvo por la cantidad de columnas que nos va a dar hechas, con sus frases antológicas. Nuestros lectores lo saben y las esperan ya, impacientes, en cuanto Carmen Calvo abra esa boquita, de la que ya salieron citas históricas, que falta mármol en las canteras de Macael para grabarlas con letras de oro. Muchas frases de Carmen Calvo forman ya parte de la Historia del Humor, como aquella tan famosa, ya cincelada en todas las memorias y en todos los chocazos por las esquinas que se da la gente partiéndose de risa: «Estamos manejando dinero público, y el dinero público no es de nadie». ¡Y tanto! Así lo tiran, como dice la irresistiblemente ascendente egabrense.

Los lectores adivinan la que nos espera de entretenimiento con la vicepresidenta del Gobierno, que no da igual que no lo sea, porque entonces la cuestión iba a ser bastante más aburrida. Un lector nos anuncia: «Esta señora promete dar buenos momentos, y los dará». Y otro lector, como si fuera el partidario de un matador de toros, nos predice: «!Qué tardes de gloria nos esperan!». Confío que la señora Calvo, a la que felicito por su nombramiento, al tiempo que nos felicitamos todos por sus futuras ocurrencias, no desmerezca con las nuevas de las frases que ya figuran en su propia Antología del Humor Calvo y Con Dos Pelucas. Como aquella que hizo época sobre El Rocío, cuando dijo: «El Rocío es la explosión de la Primavera en el Mediterráneo». ¿Pero la que reclaman como playa de Sevilla, Matalascañas, no está a 15 kilómetros del Rocío y es del Atlántico, que no del Mediterráneo? Eso es lo que dicen los malpensados y los enemigos de doña Carmen, que con esa frase tuvo su particular «descubrimiento del Mediterráneo» rociero.

Carmen Calvo sabe más que los ratones colorados, y basta que diga una de sus frases para que, a modo de cortina de humo, se olviden los males de la Patria o los errores del Gobierno. Como los famosos ratones del Senado, historia que pasó de boca en boca y que canta la rueda, rueda, como dicen las coplas. Durante una sesión en el Senado en febrero de 2005, fue interrogada por el senador popular Juan Van-Halen acerca de las medidas previstas por el Gobierno para frenar la crisis en el cine español que perdió muchos espectadores mientras gobernaba el PP: «Período negro, Calvo dixit», según palabras de Van Halen. La ministra, en su turno de réplica, se mostró ofendida por no haber sido llamada «su señoría», según la fórmula habitual, e increpó al senador diciendo que para ella, él «nunca será Dixie ni Pixie; será «su señoría», en referencia a los famosos ratones de los dibujos animados. O sea, que de latín del verbo «decir», cortita. Necesitaba el que pedía su paisano el ministro Pepe Solís en los planes de enseñanza: «Gracias al latín, los que hemos nacido en Cabra somos egabrenses, y no lo otro».

Tengo, pues, una infinita confianza en que con Carmen Calvo y sus frases no nos van a faltar cada día artículos de broma, como los que vende Pichardo. Espero que queden para la historia como los ya antológicos de sus obras completas:

«Yo que he sido cocinera antes que fraila». «El español está lleno de anglicanismos». «Un concierto de rock en español hace más por el castellano que el Instituto Cervantes». «Deseo que la Unesco legisle para todos los planetas». Y para todos los Agostinis, apreciada y egabrense doña Carmen. Serán Las cosas de la vicepresidenta. De doña Carmen. Calvo, claro, como decía aquel anuncio del atún que hacían Juanjo Menéndez y Jesús Puente.

Artículo en: http://www.antonioburgos.com/abc/2018/06/re060718.html

SADOMARXISMO CULTURAL

Artículo de Henry Boys publicado en Actuall el pasado día 9

La radicalización progresiva y rápida del proceso es estimulada por el combustible del sadomarxismo cultural: la emoción hiperbolizada. Del aborto nos acercamos al infanticidio, mientras que luego de la aceptación de la conducta homosexual hoy algunos pretenden tolerar la pedofilia.

El marxismo cultural es una adaptación al siglo XXI de la doctrina iniciada por Karl Marx.

El sadomasoquismo es una enfermedad mental cuya víctima solo es capaz de encontrar placer sexual al hacerse daño, incluso hasta la muerte. David Carradine, actor estadounidense célebre por sus películas de artes marciales, murió en 2009 por “asfixia autoerótica” en un hotel tailandés: necesitaba ahorcarse con una cuerda al masturbarse y, esa vez, apretó la cuerda demasiado fuerte.

El sadomarxismo cultural no es muy distinto. Se trata de una enfermedad social que reduce el debate público a un conjunto de emociones hiperbolizadas. ¿Aborto? Mujeres pobres que mueren en abortorios clandestinos. ¿Homosexualismo? Parejas a las que la sociedad les prohíbe amar. ¿Indigenismo? Nativos arrasados por los colonizadores. ¿Feminismo? La mujer subyugada por el hombre. Si se observa con detención el fenómeno, es posible distinguir que todas esas causas comparten tres elementos fundamentales.

En primer lugar, se trata de grupos minoritarios. La identidad de clase de los sujetos se construye en torno a una característica específica, que les hace pertenecer al grupo y que, a la vez, los excluye del resto de la sociedad. Esa característica no está normalizada: si lo fuera, no surgiría la necesidad de pertenencia. Así encontramos una amplia gama de conductas sexuales, hasta hace pocos años consideradas patologías (pedofilia, incesto, transexualidad, etc.), hoy convertidas en consignas políticas.

En segundo lugar, se enfatiza la lucha de clases. Tras elegirse un grupo minoritario, solo falta para movilizar a sus integrantes el convencerlos de la existencia de una opresión histórica en su contra, que no pueden sino combatir.

“Desde la formulación básica del marxismo cultural –la articulación política de reivindicaciones sectoriales– transitamos hacia un sadomarxismo cultural en la medida que esas consignas se han ido normalizando”

Finalmente, la épica. Contra la injusticia de la sociedad, aparece el líder carismático que encarna el dolor del grupo, convirtiéndose en referente. Empero, tras esa motivación redentora, se esconde bajo la capa de esta especie de superman (super-gender-neutral, deberíamos decir hoy) la intención política: a corto andar lo veremos postulando a un cargo político y defendiendo otras consignas.

Con el agotamiento del sistema soviético, el relato de la revolución violenta perdió su atractivo. Y bajo los últimos estertores del desplome germinaba el “marxismo cultural”: línea de acción que impacta la superestructura –la cultura, el tejido social– para luego generar las transformaciones estructurales. En otras palabras, una revolución silenciosa, como la denominó Ronald Inglehart (1977).

Entre los intelectuales de mayor incidencia en este proceso, sin olvidar a Antonio Gramsci en sus orígenes, se cuentan, en su formulación estratégica actual, a Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, gurús de la izquierda contemporánea. En “Hegemonía y Estrategia Socialista” (1987) describen las bases teóricas del marxismo cultural:

“El término poco satisfactorio de ‘nuevos movimientos sociales’ amalgama una serie de luchas muy diversas: urbanas, ecológicas, antiautoritarias, anti–institucionales, feministas, antirracistas, de minorías étnicas, regionales o sexuales. (…) Lo que nos interesa de estos nuevos movimientos sociales es (…) la novedad de los mismos, en tanto que a través de ellos se articula esa rápida difusión de la conflictualidad social”.

“El significado político del movimiento de una comunidad local, de una lucha ecológica, de una minoría sexual, no está dado desde el comienzo: depende fundamentalmente de su articulación hegemónica con otras luchas y reivindicaciones”.

Así, desde la formulación básica del marxismo cultural –la articulación política de reivindicaciones sectoriales– transitamos hacia un sadomarxismo cultural en la medida que esas consignas se han ido normalizando. La radicalización progresiva y rápida del proceso, mediante la instrumentalización de nuevos grupos, es estimulada por el combustible del sadomarxismo cultural: la emoción hiperbolizada. Del aborto nos acercamos al infanticidio, mientras que luego de la aceptación de la conducta homosexual hoy algunos pretenden tolerar la pedofilia. Se trata de una sociedad que aprieta cada vez más la cuerda que la sofoca, arriesgando la subsistencia de la especie humana por el endiosamiento patológico del placer individual. El relativismo dominante, que rechaza toda heteronorma, agudiza este culto a la subjetividad y la emocionalidad.

Pero esta emocionalidad vacía, individualista y deshumanizada –apenas un producto del postcapitalismo y de la filosofía del consumo, como describe Byun Chul Han– revela una debilidad: en algún momento la cuerda apretará lo suficiente. Y hay dos posibilidades: o la sociedad muere asfixiada o se trata la enfermedad. Es el sentido común latente en el hombre enfermo lo que le hace preferir el psiquiatra al suicidio. Llegada la hora, veremos de qué estamos hechos: superar el sadomarxismo cultural o morir en el intento.

Artículo en: https://www.actuall.com/criterio/democracia/sadomarxismo-cultural/


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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