Caramba con la sensibilidad social

Por Javier Pardo de Santayana

( Viñeta de Nieto en ABC el pasado día 18 de mayo) (*)

Se merecen un diez. Me refiero al ayuntamiento de la capital de España, que piensa llenar de semáforos el Paseo de Extremadura para introducir en la circulación un factor que considera disuasorio y que consiste en llenarlo materialmente de semáforos: idea genial entre las más geniales, pues se prevé que como consecuencia de su instalación se produzcan más embotellamientos que los que ya sufren nuestros conductores actualmente. O sea que podremos fastidiar a quien conduzca fustigándole con unos atascos que superarán cualquier cifra razonable. Téngase en cuenta que el cálculo más conocido estima que con este sistema se alcanzará una cantidad en un 360 por ciento superior a la que ya se venía consiguiendo. Así que dígame usted, improbable lector mío, si a tenor de la intención municipal le quedarán a usted redaños y paciencia para embarcarse en transitar en su automóvil por Madrid. (Repaso el número por si quizás me hubiera equivocado: sí; efectivamente, según puedo comprobar, los atascos se multiplicarán según la proporción citada).

He aquí la sensibilidad de nuestros próceres actuales, que tanto se lucen también en otros menesteres de consideración social. Pues ya nos tenían profusamente demostrada su preocupación por nuestras clases medias en parecidas ocasiones: ahí tienen ustedes lo que hacen con los aparcamientos, materia de la que puedo dar noticia por mí mismo y que compruebo cada vez que bajo a Madrid por razones familiares o de compromiso.

Pues cada vez que he de pagar mi permanencia se me informa que habré de apoquinar su precio recargado con motivo de “penalización”, que así, para más inri, lo definen. Y lo he de admitir cada vez como recuerdo de que el castigo se debe a la penosa circunstancia de no tener dinero suficiente para comprar un coche nuevo y que además consuma gasolina tal como desearía la alcaldesa. “Qué más quisiera, pobre de mí”, me digo yo, “que poder agradar a esa señora“. Pero para ello mi pensión tendría que parecerse bastante más al sueldo suyo. Y me pregunto cómo entenderán nuestros ediles la solidaridad social de que hacen gala, pues su imaginación a la hora de ordenar el tráfico es, cuando menos, de una originalidad tan surrealista que evidencia la distinción entre lo que hacen y lo que predican.

Mas no se crean que ahí queda la cosa. Porque el sentido de sensibilidad de los ediles, ya demostrado hace bastante tiempo al dar cobijo y apoyo intelectual a quienes se mofan y hacen gracietas con el dolor ajeno, o al demostrar sus heredadas tendencias incendiarias, se extiende también al confortable territorio de la arraigada tradición castiza. Y nada hay tan castizo y entrañable, por lo menos en la capital del Reino, que las fiestas que se celebran en homenaje al humilde San Isidro, hombre del pueblo cuya veneración es prueba fehaciente de que en el ambiente popular no tienen por qué entrar tan sólo personajes o reyes de la gran Historia.

Y decir toros es como decir pueblo. ya que aquéllos representan en España nuestra actitud ante la muerte y el peligro, por no decir ante un estilo de arte que valora los gestos personales. Y sin embargo, esta edil, esta señora que aparenta ser una dulce abuela madrileña identificada con las personas a las que gobierna, no sé si promueve o si consiente la eliminación de las corridas del programa de acontecimientos y festejos en honor al Santo. Y no porque no se realicen, pues pese a no mentarlas habrá espectáculo diario con intervención de las grandes figuras del toreo y también de aquellas que despuntan; que no en vano se trata de la plaza de Las Ventas, y no en vano los toros se sitúan en el centro de las fiestas de una mayoría de los pueblos, juntamente, en este caso de Madrid, con la famosa romería y el baile del “chotís” en la pradera.

Se trata, pues, de un “postureo” indigno que va, además, contra natura: de algo a lo que ya nos han acostumbrado por mor de la famosa “corrección política”, consistente en negar nuestra cultura para adoptar algo que no se sabe bien lo que es pero sí que conduce al caos y a la desgracia. A esto dedican diariamente sus esfuerzos los grupos que conocemos como “antisistema”, es decir, “populistas”, “comunistas”, “independentistas” o “anarquistas”: reliquias todas ellas desacreditadas y procedentes del pasado siglo a las que hay que añadir algunos especímenes modernos como, por ejemplo, los “okupas”; todos los cuales pertenecen a partidos que presumen de exquisita “sensibilidad social” pero que luego se distinguen por su voraz tendencia destructiva.

Partidos cuyos desmanes serán hoy noticia con el apoyo de los tontos útiles.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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