Por José María Arévalo
(Paisatge II. 2008. Técnica mixta de Jaume Plensa. 220 x 200) (*)
De la Colección “Los Bragales”, la labor que Jaime Sordo viene desarrollando como coleccionista de arte moderno y contemporáneo, se han seleccionado cincuenta obras en blanco y negro -y algunas en color, escasas– que presenta la vallisolitana Sala Municipal La Pasión hasta el 6 de mayo con el título “No todo es color”.
Está compuesta por pinturas, esculturas, fotografías y piezas para vídeo en donde los blancos, negros y sus grises son el vehículo de la creación plástica, y quiere recordar el origen del informalismo español, donde el negro protagonizaba un gran número de las mejores y más representativas obras del grupo El Paso. En la Colección están bien representados artistas como Rafael Canogar, Manuel Millares, Luis Feito y Manuel Rivera en pinturas dominadas por el negro y el blanco.
También quiere ser un homenaje al Picasso que en los comienzos del siglo XX pintaba en negro olvidando los colores, pero que es en el Guernica donde vincula su uso con la muerte y el desastre, dando continuidad a los tonos austeros de El Greco, Velázquez y Goya. Pero no solo el horror se expresa con las temperaturas del gris. También el amor, la ternura, las emociones y la sensualidad se expresan sin necesidad de color para mostrarse plenas y rotundas mediante el blanco y el negro, tal y como señalaba Wasilly Kandinsky en su estudio sobre la Espiritualidad en el Arte.
(Carrement.2013. Òleo de Alain Urrutia. 200 x 200) (*)
Además de los mensionados tienen obra en la exposición Ignasi Aballí; Alfredo Alcain; Helena Almeida; Javier Arce; Manu Arregui; Elena Asins; Per Barclay; Juan Carlos Bracho; Esther Ferrer; Joan Fontcuberta; Kepa Garraza; Douglas Gordon; Eduardo Gruber; Richard Hamilton; Sara Huete; Cristina Iglesias; Chema Madoz; Ernesto Neto; Erwin Olaf; Joao Onofre; Ester Partegas; Adam Pendleton; Paloma Polo; Bernardi Roig; Alberto Ros Díaz; Georges Rousse; Dora Salazar; Juliao Sarmento; Rosemarie Trockel; Alain Urrutia; y Juan Usle.
El folleto de mano que facilita la muestra explica que Jaime Sordo, es premio de Coleccionismo 2013 del Instituto de Arte Contemporáneo (lAC) y Presidente de las Asociación de Coleccionistas de Arte Contemporáneo 9915, y además forma parte de la Comisión Asesora del MAS, el Patronato del Centro de Arte y Creación Industrial La Laboral en Gijón, colaborador habitual del Museo Lázaro Galdiano, el TEA de Tenerife o el Museo Reina Sofia, entre otros; ferias de arte como ARCO o ESTAMPA son también escenarios que cuentan con su comprometido apoyo. Impulsor del curso de Coleccionismo y Arte Contemporáneo de la UIMP que desde hace 5 años convoca cada verano en el Palacio de la Magdalena que atrae a gran número de coleccionistas y profesionales del sector.
Recoge también unas líneas del propio Jaime Sordo que explican el inicio de la denominación “Colección Los Bragales”, en 2005, “como consecuencia de mi trayectoria como coleccionista desde 1976 hasta la actualidad, dando cuerpo a cuarenta años interesado en las aportaciones del arte moderno y la evolución del arte contemporáneo tanto nacional como internacional.
(La libertad guiando al pueblo, de la serie estrujados. 1973. Rotulador sobre papel irrompible de Javier Arce. 450 x 450) (*)
La mayoría de las colecciones privadas tienen un carácter ecléctico y personal, dado su compromiso generacional evidente, pues se vinculan al mercado del momento en que el coleccionista vive, actúa y adquiere las piezas. En mi caso, la colección se inicia en el contexto geográfico de Cantabria, gracias a galerías como SUR que tratan y muestran en sus salas exposiciones de las Escuelas de Paris, de Madrid y del informalismo nacional. Naturalmente, la colección nace y crece en torno a estas corrientes estéticas. Con la necesaria capacidad de adaptación a los cambios, evoluciones y preocupaciones del arte de nuestro tiempo, “Los Bragales” va incorporando pintura de las décadas de los ochenta y noventa, incorporando soportes como la fotografía, el video y la instalación, al incorporarse como procedimientos privilegiados del arte de nuestros días, sin olvidar nunca el dibujo y la pintura como genero preferente.
Según Michael Findlay en “Valor del Arte”, el perfil de un coleccionista se identifica por tres actitudes: poseer una verdadera pasión por el arte, mantener un seguimiento de la evolución de los artistas por los que se ha apostado y creer en el valor de arte señalando su alcance y función social.
En este sentido, y desde el año 2008, “Los Bragales” se ha mostrado a muy distintos públicos a través en dieciocho exposiciones en diferentes Museos y Centros de Arte de titularidad pública, además de contribuir con préstamos puntuales para otras setenta exposiciones.
(Moon dance.1999. Tinta plata sobre papel de Ernesto Neto. 66 x 96) (*)
Además, una de las satisfacciones que proporciona la Colección es el descubrimiento de su vida propia, animada por profesionales y comisarios de distintas generaciones que con su reflexión, interpretación abierta y libre, relacionan líneas de trabajo y emociones inéditas para mí, en el diálogo entre las obras. Por eso, el trabajo de comisariado con las colecciones privadas es tan importante como necesario. y por supuesto, la convivencia y la amistad con otros coleccionistas, compartiendo proyectos e intercambiando experiencias, como las que se suceden en nuestra asociación 9915, es otra de las grandes satisfacciones que proporciona el coleccionismo.
Esta exposición, planteada desde la ausencia del color en las piezas de mi colección en el Museo de la Pasión, compuesta por pinturas, esculturas, fotografías y piezas para vídeo, quiere hacer un homenaje a ese inicio del informalismo español, donde el negro protagonizaba un gran número de las mejores v más representativas obras del grupo El Paso, activo en España entre 1959 al 1962. En la Colección “Los Bragales” están bien representados artistas fundamentales como Rafael Canogar, Manuel Millares, Luis Feíto y Manuel Rivera, mediante pinturas dominadas por el negro y el blanco.
Pero esta selección también homenajea al Picasso que en los comienzos del siglo XX pintaba en negro olvidando los colores. Pero que es en el Guernica donde el uso del blanco y negro se vincula con la muerte y el desastre, dando continuidad a los tonos austeros de nuestros clásicos manieristas, barrocos y románticos de El Greco, Diego de Velázquez y Francísco de Goya, cuya exposicíón en Blanco y Negro de 2012 en la ciudad de Nueva York, supuso para mi, comprender de forma auténtica y esencial a nuestros grandes maestros.
Pero no solo el horror y el bombardeo del Guernica se expresan con las temperaturas del gris. También el amor, la ternura, las emociones y la sensualidad se expresan sin necesidad del color para mostrarse plenas y rotundas mediante el blanco y el negro, tal y como señalaba Wasilly Kandinsky en su estudio sobre la Espiritualidad en el Arte.
(Protester III.2015. Pastel de Kepa Garraza. 200 x 150) (*)
En la Colección “Los Bragales” se han identificado casi cincuenta obras en donde los blancos, negros y sus grises son el vehículo de la creación plástica. De esta forma se ha realizado una selección de distintas piezas, entre las cuales encontramos fotografías, videos, escultura y pinturas para ser expuestas en el Museo de la Pasión de Valladolid. Entendiendo además que el blanco y negro se identifica con el carácter religioso de este espacio y con esa representación austera, esquemática y conceptual del arte religioso”.
Y finalmente incluye un artículo de Chema de Francisco Guinea, que fecha en Madrid, 20 de febrero de 2017 del que recogemos algunos párrafos:
“Podríamos decir que, siguiendo a Jean-Pierre Changeux, la colección de obras de arte es una de las formas más elevadas de la cultura pues tiene como objetivo crear un entorno, reunido de una manera intencional, para suscitar deleite y conocimiento: «La colección de obras no se resume en una cuenta bancaria abultada, a los consejos de un inversor profesional o a corazonadas irreflexivas. El coleccionista debe alcanzar una elección sabia, una objetividad fundada en una experiencia visual, rica y cultivada. El coleccionista debe ser un conocedor. Esto exige esfuerzo y tiempo, y nunca estamos seguros de poder lograrlo» dice uno de los primeros neurobiólogos interesados en el coleccionismo como fenómeno cultural y ético (Jean-Pierre Chageux: Sobre lo verdadero, lo bello y el bien. Un nuevo enfoque neuronal. Katz, Madrid: 2010. Pags.141 -142).
[…] Esta exposición habla en blanco y negro de la colección de Jaime Sordo y en ella vemos objetos en los que el coleccionista se proyecta. Así, en las fotos de Cherna Madoz, un violin y el teclado de un piano son intervenidos por objetos que han alterado la función musical y nos obligan a pensar en sus estructuras formales, en sus respectivas funciones, en su comprensión como significantes de una amplio contenido cultural: «El diálogo entre los objetos que propone Madoz está definido y neutralizado por su resolución fotográfica en blanco y negro. La reducción de la información a la escala de grises despoja a los objetos que retrata de todo elemento superfluo y los convierte en fantasmas que sin embargo conserva toda su potencia icónica. Siguen estando ahí pero transformados en signos. De esta forma consigue crear un lenguaje de gran claridad al que el objeto aporta su estricta definición funcional pero que permanece completamente abierto a la interpretación por la confrontación de identidades distintas y cuanto más distantes mejor» señala Borja Casani (Issa Mª Benítez Dueñas en Ignasi Aballí. En el Aire. Pontevedra: Fundación RAC, 2010. Pag. 10).
Hay una voluntad restrictiva, conceptual y tendentemente abstracta en el uso exclusivo del blanco y el negro por parte de muchos artistas que lo practican en sus obras. Una limitación que tiene su territorio natural en los ámbitos del dibujo, de la fotografía y también en el cine.
Cuando Woody Allen rueda Manhattan, -con la intención de rendir homenaje a la ciudad de la cual dice estar profundamente enamorado y ser devoto incondicional-, experimenta y elije la película en blanco y negro por la distancia poética, por su valor abstracto, por la libertad que otorga alejarse de la realidad de la ciudad de Nueva York para idealizar en extremo su fotografia, la luz, sus estructuras urbanas y tado ello camo marco para sus obsesiones íntimas y personales.
Pero, tal y coma nas muestra la física, el registro del blanco y negro logra la síntesis de todos los colores reunidos. La conjunción de todos ellos se transforma en blanco cuando media el movimiento y la luz, o se transmutación en negro -o masa informe de negro gris y amarronado-, cuando son todos mezclados mediante pigmento material.
Frente a la concepción monista del color que caracteriza la teoria óptica de Newton, en su refutación de la Teoría de los Colores, Goethe propone la confluencia de principios duales en la manifestación del color: luz y oscuridad, blanco y negro. Este principio dual que señala la polaridad luz-penumbra y blanco-negro, tiene su corre lato y correspondencia en otros principios duales que afectan al comportamiento orgánico de la naturaleza: inspiración-expiración, sístole-diástole, expansión lumínica-concentracíón matérica. Debe existir por tanto, para el poeta de la ciencia alemán, una idea previa basada en esta polaridad. La observación del fenómeno cromático necesita de un punto ideal de partida, conceptual izado en ios binomios luz I sombra, blanco I negro, para a partir de su sintesis desbrozar todo el sistema de percepción visual del color y como consecuencia también de todo el sistema de representación de la realidad y, añadimos nosotros, en su forma de designarla mediante los distintos lenguajes. (Siguiendo a Javier Arnaldo en el prologo a JW. Goethe: Teoría de los colores, Colegio oficial de Arquitectos Técnicos de Murcia: Murcia, 1992. Pags. 38-39)[…]”
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(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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