Huellas de la caza XI. Avechuchos y pajarracos

Por Hilario Peraleda Navas. Introducción de José María Arévalo

( Grajilla, grajo, corneja y cuervo. Foto en youtube.com) (*)

Nos cuenta Hilario Peraleda en nuevo artículo sacado de su libro “Huellas de la caza en el lenguaje”, que nuestros refraneros, especialmente los que establecen comparaciones de nuestro proceder con el de otros animales, se conformaron hace mucho tiempo, mucho antes de llegar a conocerse con detalle sus verdaderos comportamientos y reacciones. Los dichos y refranes acuñados en ellos han permanecido inalterados y muy pocos se han incorporado recientemente, bien como nuevos o modificando algunos de los viejos. Por esta causa nuestro idioma refleja hoy en muchas de esas antiguas expresiones una cierta falta de respeto hacia ellos, porque no responden a la realidad las cosas que sobre ellos se dicen.

“Así, cuando alguien se hace ilusiones o fantasea con su propia imaginación decimos que ‘tiene la cabeza a pájaros’. Igual ocurre con otras frases como ‘cabeza de chorlito’ para describir a una persona alocada y ‘ser un gallina’ o ‘haber comido liebre’ para decir que otra es cobarde o calificar de boba a otra tildándola de ganso o pavo. Hoy estos conceptos están superados y se sabe que las actitudes y acciones de cualquier especie animal son recursos que ponen en marcha en favor de la propia evolución como medidas de protección y conservación de las mismas, o sea, de supervivencia”.

“Como desagravio –continúa Peraleda- por los injustos achaques que se les atribuyen he recogido unos cuantos refranes sobre algunas de las aves peor tratadas en los diversos textos que de ellas hablan sin mucha base ni fundamento. Son las que, como reza el título, despectivamente, llamamos avechuchos y pajarracos. Entre estos sobresalen los buitres, los cuervos y sus próximos parientes cornejas, grajas, grajillas, chovas, urracas, etc., y las rapaces nocturnas, sobre las que recaen la mayor parte de dichos supersticiosos y agoreros que presagian toda suerte de males y desgracias Igualmente, se les tiene como anunciadores de los cambios del tiempo que se avecina. Hoy trataremos de los dos primeros.

Buitres. Son aves de mediano a gran tamaño, grandes alas, rectas y muy anchas y cola corta. Se alimentan de cadáveres y en los últimos años frecuentan los basureros de pueblos y ciudades próximos a sus territorios. En ocasiones de escasez, pueden atacar a animales heridos, enfermos o tarados y recentales, o devorar la placenta de estos. Ello les ha valido la fobia de muchos ganaderos y la persecución consecuente, sin reparar, por el contrario, que se trata de buenos operarios para el reciclaje de cadáveres, contribuyendo a mantener limpio el campo.

Nuestros buitres pertenecen a la Familia de los accipítridos, que cuenta con 14 especies de las que cuatro viven en España: común o leonado, negro, quebrantahuesos y alimoche. Las cuatro figuran en la fotografía superior.

El nombre y sus variantes proceden del antiguo latín ‘vultur’ (el más próximo es el ‘voltor’ catalán), por su vuelo lento (tardo), ‘volutus tardus’, ya que, debido a las grandes proporciones de su cuerpo, no tiene un vuelo ligero. De él dice Plutarco en ‘Vidas paralelas’ que Heródoto Póntico cuenta que Hércules tenía por buena señal, al entrar en alguna empresa, la aparición de un buitre “porque de todos los animales es el menos dañino, no tocando nada de lo que los hombres siembran, plantan o apacientan y alimentándose solo de cuerpos muertos, porque se dice que no mata ni aun ofende a nada que tiene aliento…”. En Grecia y Roma fue considerado ave de mal agüero, junto a otras cuatro especies: ratonero, pigargo, alimoche y águila, y símbolo de avaricia y crueldad. El buitre negro es el ave europea de mayor tamaño, la segunda en peso, detrás de la avutarda y una de las más longevas, llegando a vivir 40 años en cautividad. Algunos de los dichos referidos al buitre son:

Acudir como buitres al cebo. Hacerlo para cumplir un objetivo o satisfacer otras necesidades en tromba, en masa, con prisa, ansiedad y avaricia. Como parece que hacen los buitres al descubrir la carroña que les supone un inmediato festín; aunque, en realidad, los hechos no discurren así en la vida de estas aves, donde existe previsión, recelo, orden, jerarquía y disciplina a la hora de repartirse un botín. Todo lo contrario que se indica en el dicho.

Buitres y milanos, primos hermanos. Se dice de aquellos que comparten malas costumbres o hábitos, como los citados en el refrán, entendido en su sentido más negativo, en que se tenían como aves carroñeras y de rapiña, consideradas dañinas y perjudiciales para agricultores y ganaderos. Hoy se tienen, por el contrario, como beneficiosas para el campo.

Cebo de anzuelo y carne de buitrera. Frase coloquial utilizada para comparar cosas engañosas, como el cebo del anzuelo y la carne para cazar buitres. Por engaño de los vicios que parece que traen el bien y resultan dañosos; pues el cebo del anzuelo engaña, como la carne de buitrera que se ponía en el lazo para engañar y apresar buitres y otros animales. Buitrera era el paraje o lugar donde los cazadores tenían armado el cebo con carne para cazar buitres y también el mismo puesto de aguardo, que se hacía con ramaje o subterráneo, provisto de una tronera desde la que se veía el cebo y se podía disparar. El rey Felipe IV fue muy aficionado a este tipo de caza y para ello, ordenó al marqués de Flores, alcaide de El Pardo, hacer un puesto en este monte. La buitrera tenía una bóveda de ladrillo de 500 pies de longitud, era subterránea y de la altura de un hombre de pie. Contaba con varias troneras para poder disparar. Cerca del puesto colocaban un animal muerto al que acudían los buitres, matándolos el rey cuando devoraban la carroña o posados en las encinas cercanas. Hoy están protegidos y, por tanto, no se cazan. Buitrera se conserva como colonia de buitres y el lugar donde anidan o acostumbran a posarse. Otra acepción es el lugar donde se les echa de comer.

Pan de boda, carne es de buitrera. Relacionado con el anterior, quiere decir que es cebo de engaño para relegar la libertad y por ello sacaron este otro: ‘Pan de boda, otro lo coma’, que lo dice el que no se quiere casar. Correas lo explica así: “quiere decir que engaña al que se casa en aquel tiempo primero y se queda preso para toda la vida”, dicho de otra forma, el refrán se refiere a lo momentáneo que son los gustos y felicidades de esta vida.

De buche de buitre es la bolsa cuando en ella no para cosa. Equipara a los grandes derrochones con el buitre, que come mucho y nada guarda.

Comer como un buitre. Ser glotón, comiendo apresuradamente.

De vuelo de buitre, guerra en pocos días. Dicho antiguo basado en la observación del carroñero, que hacía acto de presencia en los escenarios en que iban a tener lugar los inminentes combates, al ver a los contendientes pertrecharse para los mismos, en espera de aprovecharse después de los despojos de esos encuentros. De manera parecida se comportan ante los prolegómenos de una montería; pues relacionan todos los movimientos previos a la misma con los resultados de ella: reses heridas y muertas que no se cobran y que, por tanto, pasarán a ser pasto, entre otros, de estos tempraneros visitantes.

En papos de buitre. Tener arropada y regalada alguna persona. Parecido a este tenemos otro: Estar (una cosa) en papo de buitre. Se dice de lo que está en poder de otro y resulta difícil libe-rarlo de él, cuando no imposible, por haberlo consumido ya; porque el buitre tiene el papo tan caliente que, con facilidad, gasta lo que come, aunque sea mucho en cantidad.

Estar para buitrera. Otra expresión muy usada en tiempos pasados en Castilla, que se decía de las bestias flacas a punto de morir; porque su destino, una vez muertas, era la cárcava o buitrera en donde servían de pasto a los carroñeros.

Más vale pájaro en mano que buitre volando. El sentido común nos dice que vale más, poco en las manos seguro, que la esperanza de lo mucho y grandioso incierto que, por mil accidentes puede faltar, o un pájaro cualquiera que no un buitre volando por asir. Parece que salió este refrán de la volatería: “en que es mejor tener en la mano el halcón, que soltarle a un buitre y andarle volando, que es mala ave y poderosa a matar el halcón”. Gonzalo Correas.

No saber más de una cosa que un buitre. No entender nada de todo aquello de lo que se está tratando.

Ser (como o parecer) un buitre. Ser un aprovechado o sacar beneficio del esfuerzo o de la desgracia ajena. El buitre es un carroñero que se aprovecha, en ocasiones, de los restos de las presas cazadas por otros predadores.

Cuervos. Son aves pertenecientes al Orden Paseriformes, Suborden dentirrostros (pájaros) que agrupan las especies de mayor tamaño. Aves robustas, con pico de longitud variable, pero nunca corto, a veces recto y cónico y otras, algo curvo y siempre fuerte, con bordes cortantes. Plumaje parecido en los dos sexos, que suele ser negro con reflejos metálicos. En algunos casos de otros córvidos, azul o grisáceo, vivamente coloreado. Se adaptan bien a los diferentes ambientes, incluyendo la cautividad y se domestican fácilmente, llegando a aprender algunas palabras y a imitar cantos de otras aves. Al respecto, cuenta el padre Juan Martínez de la Parra en ‘Luz de verdades católicas’ que: “Volviendo triunfante Augusto César de conseguir una victoria, le salió al paso un hombre con un cuervo en la mano y levantando la voz el cuervo, dijo claro: ‘Ave César, vencedor Emperador’ (así se lo había enseñado aquel) y se alegró tanto el César, que ordenó darle veinticinco mil escudos”.

Son omnívoros (a ninguna otra ave le cae mejor el epíteto); pues en realidad, come de todo: semillas y frutos, insectos y larvas, huevos y pollos, toda clase de caza de pelo y de pluma; aunque se trate de animales de mayor tamaño, a los que no teme; pues su astucia y su valor son extraordinarios. Además de las presas vivas, también comen carroña y carne en descomposición de todo tipo. Son enemigos de las aves de rapiña, a las que hostigan cuando las descubren y las siguen para apoderarse de sus presas, obligándolas a veces, a soltarlas. Audaces depredadores, están muy bien dotados síquicamente. Sedentarios y migradores, se distribuyen prácticamente por todo el mundo. Están considerados nocivos para el campo y la agricultura; pues si bien destruyen algunos insectos perjudiciales, hacen guerra permanente a todas las aves pequeñas y a la caza en general, particularmente, en la época de reproducción, en que causan verdaderos estragos destruyendo nidos para devorar los huevos o pollos que contienen, lo mismo que los gazapillos y lebratos que se encuentran. También invaden las tierras recién sembradas para alimentarse de las semillas en ellas echadas. Son en extremo astutos e inteligentes (el cuervo de Nueva Caledonia es tenido por el pájaro más inteligente de todas las aves; aunque los científicos prefieren asignar el término ‘cognición’ a inteligencia) y se colocan fuera del alcance de las armas de los cazadores, esquivan sus trampas, escopetas y venenos (se cuenta que cuando matan un camaleón, nocivo para ellos, anulan su veneno con laurel). Distinguen al hombre peligroso del que no lo es y a una escopeta de una caña de pescar, aunque ambas se lleven al hombro. Delatan a un cazador colocado en su puesto, ahuyentando así a otros pájaros de su entorno. Cuando encuentran un huevo grande, difícil de transportar, abren un agujero en la cáscara, introducen en él la parte inferior del pico y lo sujetan con la superior. ¡Cuidado con las joyas y objetos brillantes!; porque sienten fascinación por ellos y cogiéndolos, los esconden.

No obstante sería injusto considerarlos tan ‘malos’; pues quizás hagan tanto bien como mal. Devoran animales muertos antes que las moscardas se reproduzcan en los cadáveres, evitando así que aquellas dañen a otros ganados. Matan ratas y destruyen gran cantidad de insectos, larvas, gusanos, babosas y otras plagas. Viven unos 20 años.

Su fama de aves detestables y de mal agüero quizás les venga de su voz natural, gutural y pro-funda; del color enlutado de su manto y del olor desagradable que exhalan. Una leyenda relativa a este pájaro cuenta que solo los cuervos, entre las aves que proporcionan auspicios, parece que comprenden su significado y lo justifica afirmando que cuando los mercenarios de Medio fueron asesinados, todos salieron volando de las regiones del Peloponeso y del Ática. Su peor augurio es cuando graznan como si los estrangularan. Este episodio lo narra Aristóteles en ‘Historia de los animales’. Podría referirse a los mercenarios de Medio, rey de Larisa, que perecieron en Farsalia contra los espartanos en el 395 a.C. o bien que haga referencia a la lucha de Medio contra Licofrón de Feres en el 404 a.C., como cuenta Diodoro Sículo. Por el contrario, hay que rendir a los cuervos el debido honor y respeto que también se merecen y así lo encontramos en la mitología celta, en la que se les consideraba ‘mensajeros de Lug’ que llevaban a una suerte de cielo los cuerpos de los guerreros celtas muertos en el combate. En otro caso se cuenta que durante el principado de Tiberio un pollo, nacido en un nido existente en el templo de Cástor y Pólux, cayó sobre una zapatería cercana y por ser su procedencia sagrada lo tomó a su cargo el dueño de la tienda, de quien aprendió el lenguaje humano. Todas las mañanas volaba hasta la tribuna y, vuelto hacia el foro, saludaba por su nombre a Tiberio, a Germánico (hijo de Druso y sobrino de Tiberio) y a Druso (hijo de este) y luego a los ciudadanos que pasaban por allí. Regresaba después a la tienda y fue admirado durante años por el asiduo cumplimiento de esta costumbre. Lo mató el propietario de otra zapatería próxima, bien por la rivalidad natural entre la competencia o bien por un arrebato de ira, como quiso aparentar; porque el pájaro le manchó unos zapatos con sus excrementos. Tanta consternación causó entre las gentes que, primero fue expulsado y luego eliminado. Se realizó el funeral del pájaro con un innumerable cortejo; el lecho fúnebre, transportado a hombros de dos etíopes, precedido de un flautista y coronas de todas clases, hasta la pira que fue levantada a la derecha de la Vía Apia, a dos millas de Roma, en un terreno llamado Rediculo. Esto ocurrió en el consulado de Marco Servilio y Cayo Cestio el 28 de marzo del año 35 d.C.

Su nombre Corvus corax y el propio castellano provienen, por onomatopeya de su voz, del sánscrito ‘kur’, retumbar; ‘karatas’, ‘karavas’, cuervo; del hebreo ‘harab’, por ‘karab’, cuervo; del griego ‘korax’, relativo al color negro y del latín ‘corvus’, no ‘curvus’ como algunos creen por el pico curvo. Otros nombres y calificativos que se le dan son: cuervo común, cuervo imperial; brujo negro, pájaro de la muerte, pájaro de mal agüero, pájaro zorro, zorro alado, zorro de las aves, etcétera. Sobre el cuervo recojo los siguientes dichos, refranes y expresiones:

Al cuervo me atengo, que cría lo que se le parece. Apreciación de la fidelidad a la raza o casta.

Al cuervo no agrada el asno vivo, sino muerto. Los cuervos que sí se alimentan de animales muertos, no los suelen picotear cuando están vivos, particularmente si se trata de animales de gran tamaño. En grosera comparación, alude a los ingresos que entierros y funerales suponen para el cura, por el similar color de su plumaje y vestimenta.

Clérigos y cuervos huélganse con los muertos. Porque estos cooperan al mantenimiento de aquellos.

¡Cras, cras! Dice el cuervo, queriendo decir: nunca, jamás. Cras, cras es la onomatopeya del graznido del cuervo y su significado en latín y, en desuso en el español, es mañana, como adverbio de tiempo. Cuenta Baltasar Gracián que Pitágoras dijo de las almas de los malos que nos dejan en cueros que “las daba a los cuervos” y como siempre habían mentido diciendo: ‘mañana señor estará acabado; para mañana sin falta’, ahora prosiguiendo en su misma canción, lo van repitiendo por castigo y por costumbre aquel su ¡cras, cras!

En los siglos XVI y XVII se usó mucho ‘mañana’ como adverbio para mostrar disentimiento y desacuerdo o la contrariedad que algo producía. Así cuando a uno se le pedía hacer lo que no quería, respondía ‘mañana harelo’, a lo que se le replicaba: ‘ya cantó mañana’, que era tanto como decir que no lo quería hacer, ni lo haría nunca. Derivadas de cras nos quedan en nuestro idioma dos bellas palabras, poco conocidas y menos usadas: crascitar y procrastinar. Derivados de este encontramos: ‘Cras, crastinando, dijo el cuervo y no sé cuando se tornará blanco’. Se usa contra los que difieren lo que han de hacer. ‘Cuando el cuervo dice ¡cras!, el hombre diga ¡ya!’ Recomienda la diligencia del hombre frente a la procrastinación del cuervo. ‘Cuando le soltó Noé, el cuervo voló y se fue. Iba diciendo cras-cras, pero nunca volvió más’ y ‘El cuervo siempre dice cras; que mañana blanco será y ese día ni llegó ni llegará’. Alude a todo lo que supone algún retardo e incluso a aquello que nunca ocurrirá; por asociación del graznido del ave, ‘cras’, que no regresó al Arca de Noé con el ya reiterado adverbio que se usó por: mañana o luego, después, nunca y jamás. Edgar Allan Poe en el poema ‘El cuervo’ repite como estribillo ‘¡Nunca más!’ por respuesta a la pregunta de ¿Cuál es tu tétrico nombre?

El mensaje del cuervo: ir y nunca volver al puesto. O ‘El mensaje del cuervo, que lo mandó Noé y todavía no ha vuelto’. A los que se pueden añadir: ‘Ida, la del cuervo, que se fue y no ha vuelto’, ‘La ida del cuervo’ y ‘La ida del cuervo marino (cormorán), que se fue y nunca vino’. A todos ellos se les puede aplicar la misma o parecida glosa: Se dice del que se va para no volver, como hizo el cuervo que envió Noé desde el Arca para tomar muestra del estado de sequedad en que se encontraba la tierra después del Diluvio. Se emplean cuando uno que se ha ido tarda o no regresa y poco importa que no vuelva e incluso, se desea que así ocurra. De él suele decirse que: ‘Hizo la ida del humo’ o ‘Hizo la huída del cuervo’.

Cría el cuervo y sacarte ha el ojo. El Marqués de Santillana lo explica así: “…que la crueldad na-tural pocas veces se pierde por la buena crianza y disciplina”. Trata sobre la ingratitud dañina, que muchas veces es causa mortal de necesidad. Aconseja y enseña que se debe evitar el trato con los mal encaminados y de malévola intención; porque siempre se vuelven contra los que les hacen el favor y se constituyen en sus mayores enemigos. Los beneficios que se hacen a los ingratos, los olvidan o los pagan con injusticia. Esta acerba expresión de desengaño que aconseja no excederse en la práctica del bien, porque ello suele engendrar ingratitud, tuvo su origen, según nos cuentan, (tal vez mucho antes), en el transcurso de una cacería a la que asistía el Condestable de Castilla Don Álvaro de Luna en compañía de varios nobles más. Llamó su atención un hombre al que le faltaban sus dos ojos, presentando en su lugar dos horribles cicatrices y preguntado si había ocurrido en alguna guerra, contestó: “Señor, mis heridas me las produjo un desagradecido. ¡Qué miserable!, exclamó el Condestable y ¿Quién fue el mal nacido? Tres años hace, criaba yo un cuervo que recogí, pequeñito, en el monte y le traté con mucho cariño; poco a poco fue creciendo y un día que le daba su alimento, saltó a mis ojos y por muy raudo que reaccioné, fue inútil: me dejó ciego”. Socorrido con largueza el desdichado, se volvió el de Luna a sus compañeros y, con sutileza, les espetó: “Caballeros, ya habéis oído, criad cuervos para que luego os saquen los ojos”. Cierto o no, el relato, junto con el dicho, se basan en el hecho real de la conducta de los cuervos: ser los primeros en llegar al cadáver de un animal y comenzar a picar sus partes blandas (entre ellas los ojos) como más fácilmente accesibles a la comida.

En un principio se dijo ‘corvo’, tanto por conocerse así el ave, como por la rima con ojo. Docu-mentado por primera vez en Santillana (1398-1458), ahora se dice: Cría cuervos y te sacarán los ojos. Lo cita Juan de Valdés en ‘Diálogo de la lengua’ y lo reproduce el Comendador Hernán Núñez en ‘Refranes o proverbios en romance’. De un apéndice al último se extrae lo siguiente: ‘De la mucha cortesía /con que el hombre es engañado /y del cuervo, que criado /saca el ojo a quien le cría. Y el afín: Si nunca te vino enojo /de haber criado mal siervo /que es como criar el cuervo /que, a su dueño, saca el ojo. 346 y 252 de la lista. Otros nuevos han surgido con más humor y que añado para salir de la tristeza que envuelve a los anteriores: ‘Cría cuervos y tendrás más’. Aserto inteligente, en línea parecida a este otro: ‘Cría cuervos y tendrás muchos’ y una segunda parte que le añaden: ‘y encima te llamarán tonto, porque una gallina gasta lo mismo y pone huevos’. ‘Cuervos crié y sin ojos me quedé’.

Cual el cuervo, tal su huevo. El hecho maligno casi siempre es proporcional al malvado que lo ejecuta. Los que son malos siempre obran mal y sus hijos suelen imitarlos. El dicho alude a la mala fama que tiene el ave y su progenie. Se suele emplear para justificar la condición negativa de alguien, con frecuencia fruto de la herencia y del ejemplo de sus padres o maestros. De este se derivan otros similares, como: ‘De mal cuervo, mal huevo’, ‘De mal cuervo, nunca buen huevo’ y ‘De negro cuervo, negro huevo’.

Cuando el cuervo va a lugar, grande o chico va a llevar. Señal de malos augurios y superstición que presagia alguna muerte en el lugar al que se acoge esta ave.

Cuando el cuervo corvea, ¡pastor cuidado!, cuando el águila silba, ya te ha matado. Refrán asturiano en el que se cambia el cuervo por la corneja y el águila por el águila chivera o real. La corneja corvea con su ‘cor-cor’ y sirve de gran avisador al pastor que teme por sus corderillos la aparición de la gran águila.

Cuantos más cuervos haya, más devastadora es la rapiña. Consecuencia lógica de un hecho evidente, utilizando a los cuervos como ejemplo de animales dañinos; aunque el dicho se hace extensivo a los ‘cuervos’ humanos.

Cuervo con cuervo, no se (quitan) sacan los ojos. Y el igual: Dos cuervos no se sacan los ojos. Como ejemplos del compañerismo y fuerte corporativismo que suelen concederse y practicar entre sí los integrantes de grupos o bandas marginales y de malhechores.

Cuervos vienen, carne huelen. Se aplica a quienes acuden guiados por egoísmo e interés a los lugares que les pueden proporcionar ventajas y beneficios sin esfuerzo.

Cuervos y escribanos, de contiendas viven. Los primeros, de los animales muertos por sus luchas y los segundos, de las disputas que se originan por herencias y otras cosas que terminan en juicios. Una variante de este es: ‘Cuervos y escribanos, primos hermanos’.

Dijo el cuervo a la graja: ¡Quítate allá (negra) tiznada! Este y los siguientes se mueven en el campo de la envidia, de la ironía o del sarcasmo y, en su parte más suave, por cauces de la sorna, de la burla o de la broma. Alude a las personas que critican a otras los mismos defectos que ellas poseen y desaprueba la contradicción que ello les supone. Bueno sería que se perdonasen unos a otros sus defectos, porque no saliesen todos en público.

‘Dijo el cuervo a la pega: ¡Quítate allá que eres negra!’ ‘Dijo el cuervo al grajo: ¡Qué negro estás! y contestó el grajo: ¡Tú lo estás más!’ ‘Dijo el pavo al cuervo: ¡Jesús, qué negro! y el cuervo al pavo: ¡Jesús, qué vano!’ ‘Dijo la corneja al cuervo: ¡Quítate allá negro! y el cuervo a la corneja: ¡Quitaos vos allá, negra!’

Donde hay burro muerto, no faltan cuervos. Interés por el aprovechamiento y obtención de recursos sin riesgo ni esfuerzo.

Donde viejos no andan, cuervos no graznan. El Marqués de Santillana lo ve así, señalando que es raro ver a los cuervos rondar por donde no aceche la muerte. Como los cuervos que acuden a las bestias flacas y moribundas en espera de su inminente festín. Reprende a los aprovechados que siempre acuden allá donde puedan sacar tajada.

El cuervo nace en la peña y tira para ella. Todo individuo, por miserable que sea, siempre guarda en su corazón un rincón para albergar el cariño que siente por la tierra en que nació.

Irse a los cuervos. Expresión que utiliza Aristófanes en ‘Las aves’ como sinónimo de ‘irse al diablo’ o ‘irse al infierno’.

Junta de cuervos o grajas, o animal muerto o señal de agua. Esta actitud de los dos córvidos responde, como indica el enunciado, a la presencia de carroña o bien que barruntan lluvia.

La censura perdona a los cuervos, al paso que fatiga a las palomas. Es una expresión popular, debida a Juvenal, que indica que algunas veces, la censura recae contra el inocente, mientras los culpables se escapan sin sufrir sus efectos. ‘Dat veniam corvis, vexat censura columbas’.

No es el cuervo, más que sus alas, negro. ‘No hay cuervo que no sea negro’ y ‘No puede ser más negro el cuervo que sus alas’. Expresan la inequívoca identificación de aquellos grupos de individuos con alguna característica sobresaliente y diferencial, comúnmente negativa, que les distingue del resto de sus congéneres. También se refieren a la nula esperanza ante los infortu-nios, porque no puede ocurrir ya un mayor mal, por haber sucedido el peor. Por ello apuntan a que tras un daño enorme, todos los que sigan serán menores y, por lo tanto, llevaderos; como el que ha perdido sus dineros en el juego y sigue jugando, sin hacer caso de lo que puede perder después. Suelen equivocarse quienes así piensan; pues no pocas veces sucede lo contrario. También se utilizan para dar a entender que algo es evidente.

Parecer cuervo en el manto y ser cisne en el canto. Se dice de los clérigos que se distinguen por ser grandes músicos o poetas. ‘Ser más negro que el cuervo’. Se emplea para encarecer este color en otro sujeto; pues se tiene a esta ave por ser la más negra entre todas las demás. ‘Verse más negro que alas de cuervo’. Se dice, figuradamente, de quien se encuentra en apurada situación económica o pasa mala racha. ‘Ya no puede ser el cuervo más negro que las alas’. En la colección del Marqués de Santillana se encuentra más completo: “Yo a buenas e vos a malas, no puede ser más negro el cuervo que las alas”. Se usa cuando los resultados de las contiendas no son favorables y las desgracias se suceden o la marcha de un negocio no puede ir peor. ‘La cuerva lavaba al cuervo y él, negro que negro’ y ‘Cuanto más se lava el cuervo, parece más negro’. Ambos resaltan el esfuerzo estéril que supone intentar ir contra la naturaleza para cambiarla.

Menos daño es caer en manos de cuervos que en la lengua de los lisonjeros. Porque aquellos sacan los ojos del cuerpo y estos ciegan a los del discurso, con que hacen tropezar y caer al más entendido y al más cuerdo. La lisonja es veneno disfrazado en vaso de oro. El dicho se atribuye a Antístenes, maestro de Sócrates.

No haya más de malos que de cuervos blancos. Expresa un deseo tan loable como difícil de hacerlo realidad; pues ya se sabe que no existen mirlos ni cuervos blancos. Quizás, remotamente se podría encontrar algún caso de albinismo.

No ser amigos del cuervo. En el sentido de no hacer lo que él, es decir, graznar, por lo reite- rativo de su cras-cras, mañana. Lo que se deja para otro día suele resolverse en no ser llevado a cabo. De donde se desprende el corolario: Lo que se pueda hacer hoy, no se remita a mañana. A este tenor se cita también: ‘Ser uno pariente del cuervo’, para señalar al que todo lo va dejando sin hacer, difiriéndolo para mañana.

Venir el cuervo. Frase coloquial con la que se indica que alguien recibe ayuda o socorro, parti-cularmente si es repetido. Alude al que alimentaba en el desierto a San Pablo, primer ermitaño

Si canta el cuervo, agua p’al cuerpo. Refrán aragonés que relaciona su canto con los cambios del tiempo. ‘Si los cuervos bajan al llano, la niebla vendrá temprano’. Del valle Soba. Cantabria.

Vase el cuervo tras la loba, esperando las sobras. Se dice del oportunista que espera utilidad y provecho de cualquier descuido de sus competidores.»


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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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