Los lunes, revista de prensa y red

“La memoria histórica del PSOE”, de Stanley G.Payne, y “Polonia y Hungría se desmarcan del apoyo de la UE al aborto y la ideología de género en la ONU”, de Elentir

( Sobre la Cruz de Callosa. Viñeta de Nieto en ABC el pasado día 24 de marzo) (*)

LA MEMORIA HISTÓRICA DEL PSOE

Artículo de Stanley G.Payne publicado en El Mundo el pasado día 22 de narzo

En el siglo XXI, la «memoria histórica» ha llegado a ser una frase familiar, y más en España que en otros países occidentales. ¿Qué se entiende por este término? Para sus proponentes, se refiere a la supuesta «memoria» de varios hechos y circunstancias ocurridos en un pasado relativamente reciente, y en España se emplea como una frase que se aplica no a la historia en general, sino mucho más específicamente a ciertos hechos de la represión contra las izquierdas durante la Guerra Civil y/o la dictadura de Franco. Normalmente, no se aplica a la represión de las derechas por las izquierdas durante la Segunda República y la Guerra Civil. Por ello, las izquierdas son las que solamente tienen «memoria histórica».

Todo esto forma parte del complejo de opiniones que componen lo que se llama corrección política o pensamiento único, que ha llegado a ser la religión secular de Occidente desde los últimos años del siglo XX. Su actitud hacia el pasado o hacia la historia, es categóricamente negativa en casi todos los países occidentales. Según esta ideología, la historia se ha venido distinguiendo por el dominio de las derechas, basándose, principalmente, en un conjunto de crímenes de la sociedad tradicional, que no era nada izquierdista, y de las muchas víctimas que sufrieron bajo ella. Según esta doctrina, la historia es el enemigo que no se ha de estudiar objetivamente ni tratar de comprender, sino que ha de ser expuesta, condenada y denunciada. La ideología de la corrección política es antihistórica en dos sentidos: primero, porque no tiene el menor interés en tratar de comprender la historia o estudiarla en serio, y segundo, porque desea oponerse a ella y denunciarla sistemáticamente.

En verdad, la memoria histórica no existe, porque se trata de un oxímoron o contradicción en términos. La memoria es exclusivamente individual, pero cada uno tiene una memoria algo diferente de las cosas, y un mínimo de experiencia de la psicología humana nos revela que es inevitablemente subjetiva, hasta entre personas de buena fe. La verdadera historia, en cambio, no se basa en las memorias individuales y subjetivas, sino en las fuentes y datos concretos de la investigación, ya sean documentos, archivos, fuentes primarias, publicaciones, testimonios u otros. Además, el estudio histórico no es una actividad meramente individual, sino que es el resultado de todos los historiadores serios y profesionales. Una obra colectiva. Por ello, la memoria histórica, como tal, no existe.

Es verdad que en la última parte del siglo XX, los historiadores académicos empezaron a investigar un campo nuevo que se llamó memoria colectiva, pero el concepto es muy diferente del de memoria histórica. Pierre Nora y los otros especialistas profesionales, no han pretendido que la memoria colectiva sea historia, porque reconocen que las opiniones que forman esta memoria no son verdaderas memorias en sí o un intento de estudiar la historia, sino que son actitudes formadas por sectores políticos, culturales o sociales del momento actual; estos es, productos del presente con respecto al pasado, acuñados para fines políticos, nacionalistas, culturales o sociales. Tal memoria merece la pena estudiarla y analizarla para entender el presente, no el pasado.

Por el contrario, los proponentes de la memoria histórica han sostenido que durante la Transición democrática se forjó un supuesto pacto del olvido con respecto a la historia reciente del país, lo cual es una tergiversación total de la historia de la Transición. Ello forma parte de los intentos de las izquierdas en el siglo XXI para deslegitimar la democratización de España y socavar su Constitución. Lo que de verdad existió durante la Transición no fue ningún pacto del olvido con respecto a la historia, sino un acuerdo general entre los principales grupos políticos de que no se emplearía la historia como arma arrojadiza o materia para controversias políticas presentes, sino que se la dejaría en manos de los escritores e historiadores.

Quienes vivimos la democratización de España sabemos que no solamente no hubo ningún olvido sino que, por el contrario, una mayor atención a la historia que en cualquier otro momento anterior. Hubo toda clase de publicaciones y presentaciones de la historia reciente, ya fuera en forma de artículos y libros de los estudiosos, o de publicaciones populares, o en las revistas y periódicos, en la radio, la televisión o el cine. Fue el momento de la historia contemporánea de España en la que hubo más atención hacia la historia, poniendo el acento en no repetir los mismos errores que habían tenido lugar décadas atrás.

Dicho acuerdo se rompió por vez primera y de forma seria, al utilizar la historia para fines políticos, durante la campaña electoral de 1993 por parte de Felipe González y los socialistas. El PSOE corría entonces el riesgo de perder unas elecciones tras 11 años de Gobierno y, en su desesperación, sacó del armario el anatema del franquismo, proclamando que votar al Partido Popular significaría la vuelta a la dictadura. Tal vez esto pudo tener algún efecto en la citada campaña, pero no en las dos siguientes elecciones, la de 1996 y la del 2000 ganadas por Aznar y el PP, y la última por mayoría absoluta.

En el siglo XXI, el argumento histórico sectario ha llegado a ser fundamental para las izquierdas desprovistas de sus banderas y doctrinas de antaño. Y como ocurre en otros países, el recurso es siempre la utilización espuria de la historia -allí están los culpables- que, de forma maniquea, intenta imponer su hegemonía cultural e ideológica, a falta de ofrecer soluciones para los problemas de la sociedad del siglo XXI. Bajo Zapatero, la vuelta al guerracivilismo fue la característica ritual de movilización política. Lo que culminó con la mal llamada Ley de Memoria Histórica de 2007, aunque de hecho, su desarrollo ha sido más limitado que lo deseado por los sectores más radicales izquierdistas.

La fragmentación de la estructura política en las izquierdas ha dado un mayor impulso y énfasis al argumento de la memoria histórica, tanto entre la extrema izquierda como entre los socialistas de Pedro Sánchez. Y así, el pasado 22 de diciembre el Grupo Parlamentario Socialista ha presentado en el Congreso una nueva proposición de ley para reformar y ampliar la ley de 2007. Este proyecto de ley pretende crear una Comisión de la Verdad de 11 miembros votados por el Parlamento para dictaminar sobre la verdad histórica.

Ello sería una monstruosidad, porque en una democracia la libertad de investigación y estudio, y la interpretación de la historia es un derecho civil básico, pero la creación de esta especie de checa nacional de la historia sería meramente el comienzo. De salir adelante, tendría el poder de actuar como juez y parte en cualquier controversia o discusión histórica, además de dar al Ministerio de Educación instrucciones sobre el modo de enseñar la Historia.

Los detalles de esta ley son extensos y complicados, con instrucciones sobre la investigación, la preservación de datos y la creación de nuevos símbolos y monumentos. Cualquier infracción de estas medidas serían punibles con una serie de castigos, que incluyen multas de hasta 150.000 euros, penas de prisión de hasta cuatro años, la destrucción de obras publicadas y la inhabilitación de los docentes en su profesión por hasta 10 años. Cualquier asociación o fundación declarada culpable de infracción grave sería disuelta.

Esta ley marcaría un primer paso en la deconstrucción de la democracia española actual y del Estado de derecho, porque propone crear una versión oficial de la verdad histórica, instaurando una especie de sovietismo suave, como también se ha visto en otros países europeos, que atenta contra la libertad de expresión, algo fundamental para la existencia del Estado de derecho. Además, la restricción o eliminación, en cierta medida, del debate sobre la historia por acción u obra del Gobierno o Parlamento sería absolutamente odiosa.

Resulta algo más que notable que sea siempre el partido socialista el que presente este tipo de leyes. Parece que el PSOE no tiene mucha memoria de su propia historia. A modo de jalón, en octubre de 1934 fue el partido socialista el que recurrió a la violencia política masiva en contra de las instituciones de la República democrática, provocando centenares de víctimas y desencadenando el proceso revolucionario que conduciría a la Guerra Civil. Los hechos históricos están ahí y es ahí donde deben quedarse, y no traerlos a la discusión política actual. ¿Por qué el socialismo de Zapatero y Sánchez repudia la socialdemocracia de la época de Felipe González y la Transición? ¿Por qué en el siglo XXI los socialistas españoles quieren volver a su vómito, ahora con la única ventaja de querer emplear la coacción del Estado en vez de la violencia partidista de antaño?

La democracia exige la libertad de cátedra y la libertad de expresión. Un Estado democrático no puede establecer una versión oficial de la historia e imponerla a sus ciudadanos. Eso sería puro sovietismo, suave, pero no democracia, porque la democracia occidental es mucho más que elecciones; es el respeto a la opinión y la garantía del Estado de derecho. Los socialistas deben estudiar y aprender de su propia historia, que parecen ignorar, y no pretender dar leyes de Gran Hermano a la sociedad española.

Stanley G.Payne es historiador e hispanista.Su último libro es En defensa de España: desmontando mitos y leyendas negras.(Espasa).

Artículo en : http://www.elmundo.es/opinion/2018/03/22/5ab27767ca4741c1158b45d2.html

POLONIA Y HUNGRÍA SE DESMARCAN DEL APOYO DE LA UE AL ABORTO Y LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO EN LA ONU

Artículo de Elentir publicado en Actuall el pasado día 25 de marzo

El diario polaco Nasz Dziennik se hace eco de los planes de la Unión Europea para promover el aborto y la ideología de género en la ONU. Sólo dos países miembros rechazan esa imposición.

Esta agenda ideológica contraria a los derechos humanos de los hijos por nacer y que pretende convertir en obligatorios los dogmas del feminismo izquierdista en la UE se deriva de un documento titulado “Conclusiones del Consejo sobre las prioridades de la UE para 2018 en los foros de las Naciones Unidas sobre derechos humanos” (ver PDF), aprobado el 26 de febrero por el Consejo de la Unión Europea en Bruselas. Es una paradoja que el documento invoque los derechos humanos para lesionarlos, pues en el punto 6 de ese documento, el Consejo de la UE manifiesta “su adhesión a la salud y los derechos sexuales y reproductivos”, eufemismo con el que varios organismos internacionales llevan promoviendo desde hace años una serie de políticas abortistas que tienen, como base principal, la supresión de los derechos humanos de los hijos por nacer.

La ideología de género, disfrazada como ‘perspectiva’

En ese mismo punto 6, el Consejo de la UE afirma que seguirá intentando “integrar la perspectiva de género en el conjunto de los trabajos del Consejo de Derechos Humanos, la Asamblea General y otros foros de derechos humanos”. El concepto “perspectiva de género” es el eufemismo usado por el progresismo internacional para disfrazar la ideología de género, una doctrina política creada en las filas marxistas que niega la base biológica de las diferencias sociales y culturales entre hombres y mujeres, y sostiene que la mujer está oprimida por el varón. En la práctica, esa ideología traslada la tesis marxista de la lucha de clases a los sexos.

Hungría y Polonia se desmarcan de esas dos imposiciones ideológicas
Actuall depende del apoyo de lectores como tú para seguir defendiendo la cultura de la vida, la familia y las libertades.

Nasz Dziennik señala que sólo Polonia y Hungría se han desmarcado de “la redacción más peligrosa” de ese documento. Ambos países han hecho declaraciones especiales, según apunta el diario polaco. Conforme al Tratado de Lisboa, esto significa que el Estado en cuestión no está obligado a aplicar la decisión tomada por el resto. Las decisiones sobre la política exterior común de la UE deben ser unánimes, según el Art. 31 del Tratado de Lisboa, por lo que Polonia o Hungría podrían simplemente poner un veto a ese documento, pero han elegido otra opción menos exigente. Según ha declarado el eurodiputado polaco Marek Jurek, del partido Prawica Rzeczypospolitej (Derecha de la República), “Polonia debe oponerse fuertemente y presentar una alternativa, ya que este rodillo cuestiona los principios básicos y las instituciones sociales de una manera imparable”.

La ONU presiona a Polonia para que no proteja a los hijos por nacer

Se da la circunstancia, además, de que este jueves 22 de marzo, un “grupo de expertos” del Comité de Derechos Humanos de la ONU ha arremetido contra Polonia por una iniciativa legislativa popular titulada “Zatrzymaj aborcję” (Detener el aborto), que pretende ofrecer amparo legal a los hijos por nacer que sufren una discapacidad. En la actualidad, y aunque Polonia tiene una de las leyes europeas que más protege a los hijos por nacer, en el país eslavo aún está permitido abortar cuando el hijo por nacer padece el síndrome de Down o cualquier otra discapacidad. Este lunes la iniciativa legislativa recibió la aprobación del Comité de Justicia y Derechos Humanos del Sejm, la cámara baja del Parlamento polaco. Si esta iniciativa llega a aprobarse, Polonia daría un paso histórico para combatir el aborto eugenésico y amparar a los discapacitados desde el inicio de sus vidas.

¿Proteger la vida de los más inocentes es “violar derechos humanos”?

En su declaración de ayer, el “grupo de expertos” de la ONU acusa a Polonia de estar “violando obligaciones internacionales de derechos humanos”, al restringir el acceso al aborto para las madres que se quieran deshacer de sus hijos. La declaración es el colmo del cinismo, ya que con esa iniciativa legislativa popular se pretende proteger los derechos humanos de todos, también de los no nacidos. Son las políticas abortistas las que violan esos derechos. Hay que recordar que la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que es el texto fundamental de la ONU, es clara en su Artículo 3: “Todo individuo tiene derecho a la vida“. El artículo no hace diferencias entre humanos nacidos y humanos no nacidos. En toda la Declaración no hay ninguna mención al aborto como “derecho”. Sin embargo, ciertos países miembros y poderosos grupos de presión han conseguido, desde hace años, que el aborto sea incluido en las políticas de la ONU disfrazado con el ya citado eufemismo de “derechos sexuales y reproductivos”. Pero hay que recordar lo obvio: el aborto no es un derecho, sino que es violar el derecho a la vida de los más inocentes e indefensos. Y en este sentido hay que felicitar a Polonia y a Hungría por rechazar las imposiciones abortistas de ciertos organismos internacionales. Lo que lamento, como español, es que el Gobierno de España esté del lado de los que quieren imponernos el aborto y la ideología de género.

Artículo en: https://www.actuall.com/democracia/polonia-hungria-se-desmarcan-del-apoyo-la-ue-al-aborto-la-ideologia-genero-la-onu/


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
http://c1.staticflickr.com/5/4794/27134978558_b54f714802_b.jpg

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

Lo más leído