Un apretón bien publicitado

Por Javier Pardo de Santayana

( Bruselas, Manneken Pis)

Será cosa de que nos lleven al psiquiatra. Resulta que una de las grandes noticias del día, debidamente realzada por Yahoo compitiendo con Trump, el niño Gabriel, y la guerra en Siria, es que a Sergio Ramos le ha dado un apretón. Y no crean ustedes que fue en uno de esos encuentros en los que se escudriña hasta el color de los calzones de Cristiano. Saben ustedes que el Madrid se ha despedido de la Liga y que tan sólo le queda la esperanza de conseguir el título europeo. Por tanto, si no consigue éste de nuevo – cosa por otra parte harto difícil – para tener la opción de nuevo en el siguiente sólo le queda la posibilidad de asegurarse el cuarto puesto aquí en España: algo para lo que no debiera tener mayor problema. Hablamos además de un encuentro matutino, uno de aquellos que tendemos a considerar como en un Liga secundaria.

Total, que el hecho de que a uno de nuestros futbolistas internacionales se le suelte la tripa y salga del recinto sacro unos minutos, solamente cuatro que yo sepa, cuando su club estaba en el empate, tampoco parece ser de una importancia desusada: sólo puede servir para hacer constar que la mayoría de los futbolistas hacen la digestión perfectamente y que la emoción del acontecimiento, sea por la responsabilidad que entraña o por lo que el jugador se juega en la opinión del público, no constituye, según parece, causa suficiente para alterar el tracto digestivo. Quiero decir con ello que la noticia generadora de verdadero asombro debiera ser exactamente la contraria.

En cambio – fíjense en lo que es la vida – ya no es noticia que los futbolistas, sean éstos de renombre o del montón, escupan en el suelo o se rasquen sus partes pudendas sin recato ante sesenta mil espectadores; que eso sí debiera ser puesto de relieve por razones simplemente higiénicas y de respeto para con el público. Otra cosa sería, como es lógico y normal, si nuestro crack hubiera osado hacer en público lo que con gran delicadeza prefirió hacer en un lugar ad hoc y recatado donde se controlan los olores y los ruidos.

En todo caso el resolver en público una urgencia no es algo tan descabellado como pudiera parecer teniendo en cuenta lo que yo mismo vi en Lisboa allá por los cuarenta y tantos con ocasión de la salida de una vuelta ciclista a Portugal. Era un acontecimiento interesante para los españoles porque, si no me equivoco, corrían los hermanos Delio y Emilio Rodríguez, entonces muy famosos. El que al final sería el vencedor – José Martins, ciclista luso – no pudiendo contener la urgencia, decidió orinar a la vista de cuantos presenciamos la salida, y lo hizo en pleno estadio del Sporting. Eso sí, se arrodilló discretamente procurando ocultar lo más posible sus vergüenzas, si bien con poca suerte. Claro está que en el ciclismo no es infrecuente que la larga duración de las etapas, el reiterativo movimiento de las piernas, la forzada postura del cuerpo, y la necesidad de comer y de beber de vez en cuando para acometer la subida de los puertos o el exigente sprint final, repercutan en las funciones naturales dando lugar a perentorias exigencias.

Mas no se asombre usted de que tonterías como éstas sean tratadas como prioritarias por los medios para su difusión y comentario. Así la moda, los deslices de la gente importante, y los líos de los famosillos, que inundan revistas y periódicos y, como ahora comentamos, incluso las cabeceras de Yahoo. Para ello han inventado una expresión – “viral” – hasta ahora utilizada para hablar de virus perniciosos, y la aplican a los acontecimientos que gozan del interés público en un determinado instante. Lo cual depende principalmente de ellos mismos, pues lo que ellos ponen de relieve para podérselo aplicar es con frecuencia de una irrelevancia vergonzante. Por poner un ejemplo, esta realimentación de lo banal se hace evidente en las cabeceras ya citadas, que resaltarán los comentarios más absurdos relacionados con la moda, los amoríos de los famosillos, y los detalles más triviales del acontecer diario.

O, como acabamos de ver, en las retransmisiones radiofónicas de los sucesos deportivos.

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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