Pues habrá que explicarlo

Por Javier Pardo de Santayana

( Nieve en el Tomillar. Acuarela de J.M. Arévalo ) (*)

Estoy hecho un buen lío. Se habían encendido las luces rojas del desastre y la sequía mostraba ya sus rasgos más elocuentes y significativos en el fondo desierto de muchos embalses españoles y en la imagen de de unos sembrados calcinados. Ya está aquí, pensamos todos. “He aquí la prueba de que el cambio climático aceleró su proceso destructivo” nos dijimos. El panorama se reforzaría con la visión de unos depauperados osos blancos contemplando la desaparición de los hielos polares. Y sin embargo yo no encontraba el momento de ir unos días a la Montaña, pues cada vez que lo intentaba el invierno se hacía patente en el boletín meteorológico, empeñado en ofrecer la predicción de fríos y lluvias persistentes cuando no de la nieve en los puertos.

Incluso cuando por fin decidimos probar suerte aprovechando el anuncio de tiempo más benigno la cosa no fue mucho mejor, porque a los tres días se armaría una buena: contradiciendo el normal curso de las previsiones, un poderoso frente cargado de humedad avanzaría desde el sur con rumbo al norte mientras otro se desplazaría hacia el sur trayendo un aire helado procedente de las regiones polares. El resultado estaba ya cantado: la colisión de ambos iba a producir una manta de nieve de proporciones raramente conocidas en nuestras latitudes.

Así que alterando nuestros planes tuvimos que salir a hora temprana de regreso para, ganando tiempo en la carrera, llegar de vuelta a Madrid antes de que esta conjunción se produjera. Y el hecho es que lo conseguimos y que nuestro paso por Somosierra resultó perfecto: incluso llegamos a ver el sol en un trecho bastante largo tanto del comienzo como del final del recorrido. Luego, a poco de llegar a casa el cielo se iría cargando como estaba previsto mientras nos llegaban noticias de grandes nevadas en todo el territorio nacional.

Así llegamos a ver revestidas de un blanco impoluto nuestras playas de Santoña y Laredo, de Valencia y de San Sebastián. Un espectáculo desconocido y profusamente fotografiado para asombrar a los incrédulos. “Bestia del Este” fue la llamativa manera de bautizar a este fenómeno, que no se limitaría a España sino que se extendería a toda Europa. Y “Emma” sería el atractivo nombre de nuestra parte del pastel.

Ahora se nos anuncian días de lluvia continuada, de crecida de ríos, de tierras empapadas y de deshielos masivos que transformarán en agua la nieve acumulada. Y, naturalmente, cualquiera esperará el final definitivo de la tan enfatizada y pertinaz sequía. Sin embargo no parece que por el momento esto suponga el final de nuestros males a juzgar por el escaso entusiasmo que percibo; en efecto, no veo que se hayan producido expresiones de alivio a la altura de los lamentos a que ya estábamos acostumbrados. Así que ahora nos preguntaremos que deberá ocurrir para que pasemos a congratularnos de lo que está cayendo y nos consideremos en camino de una situación normalizada en cuanto a los recursos hídricos.

Lo que yo espero es, sobre todo, que nuestros potentes servicios meteorológicos, tan bien dotados de especialistas y medios tecnológicos que nos permiten conocer lo que hemos de esperar cada hora del día en cada lugar geográfico, nos digan ahora cómo está la cosa después de caer lo que ha caído y lo que todavía tiene que caer para restablecer una situación mas razonable. O sea, que nos expliquen cuál es el sentido de estos insistentes fríos polares en nuestras latitudes a la luz de un cambio climático cuya realidad es, según dicen, evidente, y que según parece se traduce en un calentamiento del planeta.

Quiero decir con ello que creo absolutamente necesario que alguien nos explique cómo se comporta este fenómeno que tanto nos preocupa y que se nos muestra tan contradictorio. ¿Cómo podemos convence a un ciudadano que se fía de lo que le vienen diciendo en la televisión de que nuestro planeta se halla en peligro como consecuencia de su calentamiento cuando siente ahora más frío que en todo el resto de su vida y ve nevar donde jamás vio caer la nieve?

Estoy seguro de que es posible una explicación sencilla y convincente que nos permitirá salir de la perplejidad en que vivimos. Quiero decir que de seguro hay circunstancias que no sólo justifican las contradicciones sino que las hacen necesarias dentro de un proceso lógico y sencillo. Pero habrá que explicarlas y hacerlo de forma que todo el mundo las comprenda.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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