El Museo de La Pasión acoge “Libertad creativa. Los años 80”

Por José María Arévalo

( Bodegón. 1984. Técnica mixta de Miquel Barceló. 140×200) (*)

Me gusta más el título que da Victoria Niño en El Norte de Castilla, “Los coloristas ochenta de la pintura española”, que el oficial de la exposición -que le ha puesto, supongo, su comisaria María Tora- “Libertad creativa. Los años 80 en las Colecciones ICO”, que puede verse en el vallisoletano Museo Municipal de La Pasión hasta el 4 de marzo. Es cierto, como dice la conocida periodista, que “fue la primera década de libertad tras la dictadura y los pintores llevaron esa nueva situación a sus caballetes y estudios”, pero ya me parece pasarse lo que afirma la comisaria en el artículo que se incluye en el folleto de la exposición: “Con la democracia recién instaurada, los criterios estilísticos y artísticos de esos años gozan de una libertad hasta entonces desconocida”. De lo que saca curiosas consecuencias, reproduciremos el texto completo.

Yo no creo que antes los criterios artísticos estuvieran tan supeditados a la dictadura, al menos en los años sesenta y setenta, que yo viví. Y no soy sospechoso: junto con mi amigo José Luis de Celis, que después fue dirigente de la UCD, en mis últimos años de trabajo en Salamanca, intentamos crear una bienal de pintura con una subvención americana ya comprometida, y nos encontramos la sorpresa de que se nos negó por la autoridad correspondiente dar como nombre, a la asociación que queríamos fundar, “Club Amigos de la UNESCO”, por lo que tuvimos finalmente que usar el de “Alfonso X el Sabio”. Por lo visto algunos Club con aquel nombre eran muy activos políticamente contra el régimen, caso que no era el nuestro –salvo, claro, la participación en las algaradas y huelgas estudiantiles para acabar con el SEU-. En fin, cierto que faltaba libertad política, pero artística no creo pueda considerarse como general, aunque todos recordamos lo de la censura previa de películas y libros en los años cuarenta y cincuenta.

En esta exposición, en la que no he visto nada que no hubiera podido realizarse por impedimentos políticos diez o veinte años antes – aunque califica la comisaria de “sátira” el cuadro ‘Carmen Polo. Viuda de Franco’, de Juan Carretero, a mi no me lo parece tanto-, los 37 pintores españoles representados es cierto que sí tienen en común, como ha dicho la comisaria, María Toral, “la alegría, la experimentación y el individualismo”. Por más que puedan gustarnos más o menos. Como he comentado en el artículo anterior “La colección de Juana de Aizpuru en el Patio Herreriano”, aquella exposición, y esta también, vienen ambas muy al caso de la serie de artículos que hemos comenzado con el título “El arte moderno, ¿es arte?”, reseñando el libro “¿Qué estás mirando? 150 años de arte moderno en un abrir y cerrar de ojos” de Will Gompertz, director de Arte de la BBC, que en su introducción reconoce la dificultad de entender el arte contemporáneo y sostiene: “no pienso que la cuestión de fondo resida en juzgar si una obra nueva de arte contemporáneo es buena o mala: el tiempo se encargará de eso. Es más importante comprender de qué modo y por qué encaja en la historia del arte moderno”.

( Carmen Polo, viuda de Franco. 1978. Acrílico sobre aglomerado de COSTUS -Juan Carrero y Enrique Naya. 124x 124) (*)

Aunque estoy totalmente de acuerdo con él, eso creo no debe impedirnos valorar personalmente las obras, por lo menos algunas. Y así, en el caso de Barceló, del que ya he comentado más despacio en estas páginas –sobre todo en “El impresionismo matérico de Barceló” en 27.03.10 sobre la exposición de CaixaForum Madrid por aquellas fechas-, y del que me encantan algunas de sus obras llenas de texturas matéricas pero que a cierta distancia muestran un estupendo enfoque impresionista de la realidad, y algunas acuarelas suyas de gran soltura y estupenda composición, en el caso del bodegón suyo que incluye esta muestra lamento no apreciar en absoluto creatividad ni belleza alguna. Pero quizá habría que conocer qué significado pueda tener esta obra suya de 1984 dentro de la tan variada evolución de su pintura, y el porqué de esa obra en aquel momento. Y eso, que pudiera ser lo interesante, no suele explicarse en estas exposiciones. En todo caso son datos para la Historia del Arte, pero no añaden nada para la de la creatividad, la belleza y el buen gusto, que es lo que más se agradece.

( Danae roja. 1984, Óleo de Juan Navarro Baldeweg, 130×162) (*)

Sigamos con el folleto que se ofrece en la exposición. Parece que para corroborar esta sensación de lo incomprensible de buena parte del arte contemporáneo, incluye algunas afirmaciones de varios de los autores representados, tan extrañas como sus cuadros –en mi opinión-. Así dice Antoni Tapies: “Pienso que una obra de arte debería dejar perplejo al espectador, hacerle meditar sobre el sentido de la vida”. Luis Gordillo; “Soy consciente de la realidad, pero el mundo en el que pinto es más de sensaciones, de pensamientos”. Eduardo Arroyo: “Los artistas jamás somos humildes, pero sí debemos adaptarnos a un realismo posibilista”. José María Sicilia: “No hay más estado creativo que el que te da la vida: no saber. No saber qué hacer, a dónde vas. Vagamente sabes de dónde vienes. Lo demás es todo terreno movedizo. Y en ese terreno movedizo es donde está la creación. Si es que la creación existe”. Juan Ugalde: “El límite entre lo bello, lo feo, lo sublime y lo vulgar es siempre tan impreciso. A mí me interesan sobre todo las cosas que están en esa frontera ambigua, porque estar más allá del límite siempre significa algo”. Guillermo Pérez Villalta: “No me gusta demasiado el mundo, así que he inventado uno en el que me encontrara a gusto. Y eso es lo que me maravilla de un trabajo como el mío, que te permite construir algo que no existe y que empiece a existir en ese momento en que el espectador se encuentra con el cuadro”.

( El adiós. 1973. Acrílico de Guillermo Pérez Villalta. 103×100) (*)

Explica también el folleto que la exposición reúne una selección de casi cuarenta obras pertenecientes a las Colecciones ICO. El Instituto de Crédito Oficial – dijo su responsable Ángeles Sancho- se gestó entre 1986 y 1996. «La Fundación ICO nace en 1993, del germen de las colecciones. Tenemos tres: la ‘Suite Vollard de Picasso’, la ‘Escultura Moderna Española con Dibujo’ y la de pintura, de la que nace esta exposición. Nuestro objetivo es apoyar el arte español y darlo a conocer, por eso, tras Valladolid, la muestra viajará a Granada».

( Hugo leyendo. 1978. Acrílico de Manolo Quejido. 100×70) (*)

Perdonen la digresión pero no puedo evitar en este punto referirme a las protestas del movimiento Hartista (de artistas hartos) por los criterios de los organismos públicos al seleccionar sus compras y exposiciones, como hemos comentado más en detalle en varios artículos, el último el pasado día 9, “El arte moderno, ¿es arte?. 4. Duchamp” en
el que recogíamos textualmente del Manifiesto Hartista: “El anti-arte prácticamente ha monopolizado la atención mediática, invade las escuelas y desvía hacia sí la mayor parte del dinero público invertido en las artes. Poco a poco está logrando su objetivo: va arrinconando al arte, suplantándolo en todas sus facetas: artistas, obras, salas, críticos… todo tiene su versión anti-artística que sustituye a su equivalente artístico. Los hartistas estamos hartos de este crimen tolerado y hasta alentado por la oficialidad”.

“Obras de distintos artistas españoles –continúa el folleto- que comparten un denominador común que les aglutina: los años ochenta. Una década que supuso una ruptura con todo lo anteriormente establecido no sólo para el arte sino para toda la sociedad de nuestro país. Con la democracia recién instaurada, los criterios estilísticos y artísticos de esos años gozan de una libertad hasta entonces desconocida. Por eso, las pinturas presentadas en esta muestra son muy distintas entre sí. Cada creador desarrolla su estilo propio y único sin depender de las tendencias, los movimientos académicos o las censuras que habían coartado de distintas formas la libertad creativa de los artistas.

( Ligne sur marrón. 1987. Técnica mixta de Antoni Tápies. 195×301) (*)

La riqueza de esta muestra radica en mostramos ese panorama amplio y versátil de las creaciones más destacadas de esos años de la centuria pasada. Un conjunto que abarca un periodo que se inicia a finales de los años setenta y que llega hasta mediados de los noventa aunque el núcleo principal esté centrado en los ochenta.

Comparten protagonismo artistas de diferentes generaciones como Antoni Tapies (1923-2012), Manuel Hernández Mompó o Albert Rafols-Casamada (1923-2009) con Jaume Plensa (1 955), José María Sicilia (1954) o Miquel Barceló (1957) pasando por Eduardo Arroyo (1937) o Luis Gordillo (1934). Es un momento en el que esas generaciones se entremezclan, los artistas más jóvenes conviven en la esfera artística con los ya consolidados.

( Pintor forzudo, tres modelos y un , torero, 1990. Técnica mixta de Ceesepe) (*)

Este elenco es una prueba de cómo en los años ochenta no hay ninguna tendencia clara que aglutine a los artistas dentro de un único estilo. Conviven así la abstracción, el informalismo, el pop o la figuración con la movida madrileña dentro las distintas disciplinas desarrolladas y siempre desde un lenguaje único. Estamos así ante un total de treinta y siete artistas que nos permite revisar unos años que nos adelantan la gran variedad de estilos y de creaciones que actualmente son la clave del arte contemporáneo de nuestro país. Un corpus artístico perteneciente a las Colecciones Ico que por primera vez podrá verse en Valladolid acercando al público una de las épocas más fecundas y polifacéticas de la Historia del Arte español del siglo pasado”.

. «Todas las obras pertenecen a esa década. Hay muchos pintores que esa es su primera juventud y también de otros consagrados como Tapies o Rafols-Casamada que son parte de las fuentes de los que comenzaban», explicó la comisaria, Toral.

( Sin título. 1089. Óleo y glotite sobre lienzo de Darío Urzay, 184x 184) (*)

Las paredes recogen acontecimientos históricos como la caída del Muro de Berlín –‘3 de octubre de 1990’, de Eduardo Arroyo–, motivos mitológicos –‘Ophelia’, de Frederic Amat, o ‘Danae roja’, de Juan Navarro Baldeweg–, sátiras –‘Carmen Polo. Viuda de Franco’, de Juan Carretero, o ‘Uomo (Rodchenko)’, de Rogelio López Cuenca–, estudios sobre el color –las obras de Esteban Vicente, Mompó o Casamada– y hasta postales, la de Guillermo Pérez Villalta, y bodegones, el de Barceló.

Además de los citados ya, están representados con obras Alfonso Albacete, Andrés Nagel, Luis Claramunt, Manolo Quejido, José Manuel Broto, Ceesepe, Xesús Vázquez, Darío Villalba, Carlos Alcolea, Anton Llamazares, Victor Mira, Carmen Álvarez, Bonifacio, Miguel Ángel Campano, Dis Berlin, Carlos Franco, Alfonso Fraile, Luis Frangella, Ferrán García Sevilla, Patricia Gadea y Darío Urzay.


(*) Para ver las fotos que ilustran este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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