Los lunes, revista de prensa y red

“El pollo y el marrón”, de Antonio Burgos y “El programa de Sebastian Kurz para Austria y para Europa”, de José Carlos Rodríguez

( Viñeta de Nieto en ABC el pasado día 24 de diciembre) (*)

EL POLLO Y EL MARRÓN

Artículo de Antonio Burgos publicado en ABC el pasado día 24 de diciembre

Por videoconferencia, el electo Puigdemont, que sigue siendo un tránfuga de la Justicia (porque hay «gente pá tó», hasta para votar a huidos y a presidiarios que incomprensiblemente van en las listas electorales) les ha dicho a sus diputados que «España tiene un pollo de cojones». ¿No será más bien al revés? ¿No será que el pollo lo tiene él en todo lo alto, con su cobardía y su fuga en Modo Lute? No, aquí de cobardías andamos bien despachados. Entre los que se escapan en el maletero de un coche para huir de la Justicia tras intentar proclamar una República Independiente dentro del territorio irrenunciable del Reino de España y los que, frente a ellos, tras mucho remolonear, aplican el artículo 155 a la trágala, descafeinado, de un sartenazo, y se apresuran a convocar elecciones autonómicas para quitarse mochuelos de encima…

— ¿Lo está usted diciendo por Rajoy?

— ¡Premio para el caballero! A ver, que venga la niña de San Ildefonso de los miiiiiiiil euros para cantarlo.

De cobardones aquí estamos bien despachados, entre los electores que votan a prófugos y presidiarios; los que no se mueven de Bélgica no vaya a ser que los prendan como a Antoñito el Camborio; los que no dimiten aunque hayan quedado peor que Albiol, perdón, que Cagancho en Almagro; y los que se quitan de enmedio y se buscan el chollo mundial de la Embajada de España en la ONU… Entre toda esta fauna patria, la española y la que no quiere serlo, vamos aviados. ¿Que España tiene un pollo? Déjenos usted de pollos, señor tránsfuga, que hoy lo que toca es el pavo. El pavo de Navidad. Y, antes, escuchar el tradicional discurso navideño del Rey. A quien no le arriendo las ganancias. Pocos mensajes de Navidad habrá tenido el Rey más difíciles que el de esta noche, en esta España que aún no ha quitado de los balcones las banderas nacionales y todas las esperanzas que representan. Todos sacamos la bandera al balcón cuando en su valiente mensaje tras la ilegal declaración de independencia de los sediciosos separatistas catalanes, Don Felipe VI nos dio a todos no sólo confianza, sino que nos señaló el camino…que otros desaprovecharon con el sartenazo de 155 que pegaron y con la maldita prisa por convocar elecciones sietemesinas, totalmente prematuras, que por eso Puigdemont tiene ahora que meter el pollo en la incubadora.

La responsabilidad que tiene esta noche Su Majestad en su mensaje de Navidad es lo que se dice un marrón, por no salir de la jerga que ha usado el pollo tránsfuga de Bruselas. Llevo la valoración a otro terreno, de albero: al de los toros, ya que Su Majestad es hermano mayor de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, dueña de la plaza más hermosa del mundo. Lo de Don Felipe VI con el mensaje de Navidad de esta noche es como lo del torero que en esa plaza propiedad del Real Cuerpo que preside ha cortado las dos orejas a su primero y le espera el segundo, que si le corta por lo menos una, sale por la Puerta del Príncipe. El Rey ya le cortó las dos orejas al toro del independentismo en su valiente, certero, patriótico y muy constitucional mensaje en las horas más graves del separatismo catalán tras el 1-O, que arreó al timorato Rajoy a aplicar el 155 y nos movió a todos a correr a la tienda de los chinos más cercana para comprar una bandera de España y colgarla en el balcón. Aquel mensaje del Rey nos llenó a los españoles de orgullo de serlo y los balcones, de banderas rojigualdas. Dos orejas en su primero. Y hoy, el segundo toro en puntas, que ya ha derrotado en tablas al dividir en dos mitades enfrentadas a la sociedad catalana. Un buen marrón. Permanezcan atentos a la pantalla (aunque como es costumbre las televisiones filoseparatistas no lo den y No Passsa Nada), porque seguro que ante el marrón que tiene nuestra nación, Don Felipe VI volverá a darnos confortación y esperanza, y a señalar rumbos patrios. Ojalá podamos convertir ese marrón en un V.E.R.D.E.: Viva El Rey De España.

Artículo en: http://www.antonioburgos.com/abc/2017/12/re122417.html

EL PROGRAMA DE SEBASTIAN KURZ PARA AUSTRIA Y PARA EUROPA

Artículo de José Carlos Rodríguez publicado en Actuall el pasado día 26 de diciembre

La formación de Gobierno en Austria ha generado preocupación en algunas esferas de la Unión Europea por las medidas que puede tomar. La inmigración es lo primero que se vigila pero hay otras muchas propuestas interesantes. Sebastian Kurz, el wunderkind austríaco, ha formado coalición con los ex neonazis del FPÖ. El nuevo Gobierno supone una victoria para una derecha europea que está en plena transformación, en plena batalla entre los más liberales y la nueva-vieja derecha transida de nacionalismo.

La derecha nacionalista, identitaria (absurda, por tanto, pues la identidad conduce a la izquierda), ha recibido con alborozo al nuevo Gobierno europeo. Lo interesante, para nosotros, es saber exactamente qué propone, y cuáles son los motivos por los que lo hace. Cuál es su programa. Cuál es su propuesta. Ambos partidos han firmado un programa de 182 páginas que se pueden resumir en unos pocos párrafos. Gran Bretaña nos ha enseñado que el camino hacia la integración europea tiene dos sentidos, pero el programa del nuevo gobierno austríaco no se plantea ni una salida ni un referéndum que la plantee. Pero sí quiere detener el proceso de cesión de poder a Bruselas, e incluso que los Estados miembros recuperen parte de sus facultades.

Desintegración es un término demasiado drástico para esta marcha atrás en la cesión de soberanía a un ente común. Mientras encontramos uno mejor, miremos al trasfondo de este celo de parte de los ciudadanos europeos ante Bruselas.

Todo poder necesita revestirse de una concepción del poder; de una ideología, podríamos decir, tras la muerte de Dios. La Unión Europea no tiene historia, no en comparación con cualquiera de los Estados miembros, ni arraigo democrático. De modo que necesita otros valores que le justifiquen ante los ciudadanos europeos, sobre todo cuando el valor supremo, la democracia, está en los Estados y no en las instituciones comunitarias.

Son esos valores que se han convertido en canónicos, que nos dicen cómo hemos de modelar la sociedad para que sea perfectamente justa, y que por tanto otorgan un propósito a las instituciones europeas. Nos hablan de un futuro que podemos tocar con los dedos. De 2020, por ejemplo.

Esos valores, que nos hablan de la construcción de una nueva sociedad, chocan con otros, más tradicionales, que la hipermodernidad no ha podido erradicar. Esa lucha entre visiones antropológicas tiene como campo de batalla la Unión Europea. Con una gran dificultad para los popes del nuevo poder, y es que la democracia cae del lado tradicional.

Por eso, lo que llamamos populismo de derechas son los campeones de las consultas populares. Por eso el programa de Sebastian Kurz recoge que se apoyará la celebración de un referéndum cuando esté apoyado por, al menos, 900.000 firmas.

Uno de los valores tradicionales es el de la comunidad; la comunidad nacional, que es una comunidad étnica, pero en el sentido puramente cultural. Los nuevos valores quieren borrar esas culturas nacionales, para crear un nuevo ciudadano; un ciudadano europeo, de origen indistinguible. En esta lucha por definir a qué comunidad pertenecen los europeos, juegan un papel fundamental los inmigrantes, e incluso los refugiados.

Para quienes podríamos llamar tradicionalistas, pero también populistas, es importante que estos movimientos masivos de personas no amenacen la identidad del país. Y ello exige un control. Por eso el programa prevé asegurar las fronteras nacionales y las europeas para controlar la llegada de extranjeros no comunitarios.

No se trata sólo del mantenimiento de unos valores y una forma de vida comunes y propios de la sociedad, sino también de una cuestión de seguridad. Por eso también prevé asumir la lucha contra el islamismo radical como una prioridad. La coalición incluye otras medidas que también forman parte de esa lucha aunque, en principio, no tengan por qué serlo.

Por ejemplo: prevén introducir penas más severas contra los crímenes violentos y contra los de carácter sexual. No lo dicen, pero están pensando en esa parte de los inmigrantes y refugiados que cometen, con más frecuencia que los nacionales, ese tipo de crímenes.

Otro ejemplo: la política educativa. El Gobierno, por un lado, quiere elevar la calidad de la educación, un propósito que está en todos los programas de todos los partidos políticos, pero que exige ir a las reuniones con los sindicatos educativos con una coraza y con tapones en los oídos.

Pero por otro, la política educativa le presta especial atención al idioma del país, el alemán. Los niños sólo podrán ir al colegio si conocen suficientemente el alemán. El objetivo no es, como puede creer un mal pensado, expulsar a los hijos de los inmigrantes del sistema educativo, sino obligar a los padres a facilitar la integración de sus hijos. De hecho, la futura reforma prevé reducir a los padres sus beneficios sociales si no escolarizan a sus hijos, y ello pasa por que hablen el idioma.

El objetivo es que no se creen guetos de sociedades extranjeras en suelo austríaco, esas áreas que se ven en Francia, en Bélgica, en Holanda, en las que no se oye hablar el idioma del país, la ley es desconocida, y no entra la Policía.

La coalición entre los conservadores de Kurz y la derecha populista del FPÖ entiende que Austria no debe ser un local de alquiler para la reproducción de comunidades extranjeras, sino una sociedad en la que tienen que integrarse quienes vayan a ella. Esa posición explica que se adopten otras medidas, como que no se concedan numerosas ayudas a quienes lleguen al país hasta pasados cinco años.

Eso asegura que no acuden sólo para engancharse a las ayudas, que van a contribuir con su trabajo y a sostenerse con él, y que han demostrado durante un lustro su vocación de quedarse en el país. Se reducen los beneficios a los refugiados, y se les da en especie, no en dinero. Por otro lado, aumentarán las deducciones de impuestos por hijo a 1.500 euros.

En materia económica, quizás lo más interesante es que le dan la vuelta a la lógica fiscal. Prevén una reducción de impuestos, especialmente a la reinversión de beneficios en el país. El objetivo es la reducción de impuestos, y para financiarla se prevé un adelgazamiento del gasto. En España todo el mundo entiende que el aumento del gasto es siempre positivo, y la reducción de impuestos tiene que justificarse por medio de la curva de Laffer, una idea que puede ser cierta pero que no lo es necesariamente.

En definitiva, es un programa irreprochable desde el punto de vista comunitario, pero que persigue objetivos que no son los de la ideología de Bruselas. Un programa para Austria y para Europa que será el contrapunto de la Francia de Macron.

Artículo en: https://www.actuall.com/criterio/democracia/programa-sebastian-kurz-austria-europa/


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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