Los lunes, revista de prensa y red

“Un tierno silencio de Navidad”, de Guillaume Derville y “La escuela concertada también sufrió recortes” de Aceprensa

( Versión de la Adoracion de los Magos, de Alonso Berruguete. Acuarela de J. M. Arévalo de felicitación de la Navidad) (*)

UN TIERNO SILENCIO DE NAVIDAD

Artículo de Guillaume Derville publicado en Opusdei.es el pasado día 22

El Hijo de Dios, en su encarnación, nos invitó a la revolución de la ternura» ( Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium, 24 de noviembre de 2013, 88): el papa Francisco muestra que, en el misterio de Cristo, los signos manifiestan la ternura de Dios. Y san Ignacio de Antioquía dice que al Señor se le conoce en su silencio. El tiempo de Navidad está anunciado por un Adviento donde la moderación y el relativo silencio de los instrumentos musicales en la liturgia son signos de la humilde espera del Salvador, de la plena alegría de su nacimiento (Cf. Ordenación general del Misal Romano, 313). El Verbo se hace carne y lo contemplamos niño: “infans», en latín, lo que significa literalmente “que no habla». La Palabra no sabe hablar. El silencio de Dios invita a la contemplación, a la admiración, a la adoración. El Verbo se ha abreviado, dicen los Padres de la Iglesia: el Hijo de Dios se ha hecho pequeño para que la Palabra esté a nuestro alcance, signo silencioso y tierno que pide amor.

La liturgia extiende ese silencio a la naturaleza entera. “Cuando un sereno silencio lo envolvía todo y la noche estaba a la mitad de su curso», reza el libro de la Sabiduría, bajó a la tierra “desde el Cielo tu omnipotente Palabra» (Sb 18, 14-15). La aplicación de ese texto al nacimiento de Jesús se remonta probablemente al judeocristianismo, es decir en los primeros tiempos de la Iglesia ( Cf. Jean Daniélou, Théologie du judéo-christianisme. Histoire des doctrines chrétiennes avant Nicée, 1, Desclée-Cerf, Paris 1992, p. 276).

LA PALABRA NO SABE HABLAR. EL SILENCIO DE DIOS INVITA A LA CONTEMPLACIÓN, A LA ADMIRACIÓN, A LA ADORACIÓN.

El rezo del Ángelus vespertino nació de la creencia de que en aquella hora, cuando cae el silencio de la noche, la Virgen María recibió el saludo angélico. Poco a poco, se extendió la práctica de recitar esa oración a mediodía, pidiendo entonces, en el siglo XV, por la paz de la Iglesia ( Cf. Mario Righetti, Historia de la liturgia I, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1955, p. 206-207).

María, y José, el silencioso, volverán a Nazaret: treinta años de silencio de Jesús, amaba subrayar san Josemaría ( Cf. san Josemaría, Surco, 485; Es Cristo que pasa, 38; Amigos de Dios, 281, 284). Vendrá la vida pública, e incluso un día Cristo callará ante Herodes “con un divino silencio» (San Josemaría, Es Cristo que pasa, 72; cf. Surco, 485; cf. Via Crucis, 1, 4. Cf. Mt 26, 62) .Isaías había profetizado: “En el silencio y en la esperanza residirá vuestra fortaleza»; san Josemaría lo aplicaba también a la adversidad: “Callar y confiar» (San Josemaría, Forja, 799. Cf. Is 30, 15); pues, como decía Benedicto XVI, “las circunstancias adversas son misteriosamente «abrazadas» por la ternura de Dios» (Benedicto XVI, Exhortación apostólica Verbum Domini, 30 de septiembre de 2010, 106). En palabras de Francisco, “poco a poco hay que permitir que la alegría de la fe comience a despertarse, como una secreta pero firme confianza, aun en medio de las peores angustias: «[…] Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor» (Lm 3,26)» ( Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium, 6).

Un poeta francés dice que los pensamientos son pájaros que cantan solo cuando están en el árbol del silencio. El cristiano piensa y reza: “Días de silencio y de gracia intensa… Oración cara a cara con Dios…» ( San Josemaría, Surco, 179).

En la pluma de san Josemaría, la palabra “silencio» es frecuentemente usada con los adjetivos fecundo, alegre, amable (Cf. San Josemaría, Camino, 447, 645, 672). El trabajo callado es elocuente, el esfuerzo silencioso da frutos (Cf. San Josemaría, Surco 300, 530).

El silencio respira paz, humildad, descanso, serenidad, e incluso eficacia; permite el recogimiento. Elías escuchó a Dios en “un susurro de brisa suave», literalmente en “la voz de un fino silencio» (1R 19,12), que expresaba la intimidad de una conversación (En hebreo, es la fórmula enigmática: “qol demama daqqa», que Francisco glosa en su homilía en Santa Marta, cf. Osservatore Romano, 13 de diciembre de 2013, p. 8).

Hacen falta tiempos de “silencio interior», constata san Josemaría (San Josemaría, Surco, 670). Como dice la beata Madre Teresa de Calcuta, “Dios habla en el silencio del corazón. […] El fruto de ese silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. Y el fruto del servicio es la paz. Porque la paz proviene de quien siembra el amor transformándolo en acción» ( Beata Teresa de Calcuta, Entrevista concedida en 1987 al periodista R. Farina, y publicada en el seminario italiano Il Sabato, cit. en J.L. Illanes, Tratado de Teología espiritual, EUNSA, Pamplona 2007, p. 394-395).

Da paz buscar un cierto silencio en el trabajo, en la familia y en la sociedad. Según una bella tradición cristiana, se puede tender al silencio cuando empieza la tarde, en memoria de la pasión del Señor, y guardarlo durante la noche, para descansar en Él. Después de la muerte en la cruz vendrá el silencio del sepulcro, hasta la gloria de la resurrección. El gran silencio de los cartujos y de tantos religiosos acompaña y sostiene la oración de toda la Iglesia.

El silencio lleva a ser atento con los demás y refuerza la fraternidad. El Evangelio pide, como recuerda el papa Francisco, “un ejercicio perenne de empatía, de escucha del sufrimiento y de la esperanza del otro» ( Francisco, Mensaje para la celebración de la XLVII Jornada Mundial de la Paz (1 de enero de 2014), 8 de diciembre de 2013, 10). La ternura de Dios hace nuestro corazón sensible, cercano. Nos abre a los demás y descubrimos, en palabras de san Josemaría, “personas que necesitan ayuda, caridad y cariño» ( San Josemaría, Conversaciones, 96). En un tiempo donde parece que tenemos que llenar todo nuestro día de iniciativas, de actividades, de ruido, es bueno hacer silencio fuera y dentro de nosotros para poder escuchar la voz de Dios y la del prójimo.

Cada Adviento evoca la espera gozosa de la segunda venida del Señor. Cuando se abre el séptimo sello del Apocalipsis, se hace un silencio en el cielo (Ap 8, 1) que nos prepara al misterio trinitario. Calla el cielo porque reza, en humilde espera de la manifestación de Dios. Como dice el Pseudo-Dionisio, veneramos en respetuoso silencio lo inefable de Dios: adoramos ( Cf. Pseudo-Dionisio, De divinis nominibus, c. I, n. 11, cit. en Fernando Ocáriz, Sobre Dios, la Iglesia y el mundo, Rialp, Madrid 2013, p. 70).

El Concilio Vaticano II recomienda en la santa liturgia el “silencio sagrado» ante Dios ( Concilio Vaticano II, Const. Sacrosanctum Concilium, 30). Así, durante la celebración eucarística, señala Francisco, “los creyentes hacen silencio y lo dejan hablar a Él» ( Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium, 143). El Prelado del Opus Dei recuerda como los tiempos de silencio invitan a la asamblea reunida en la caridad a “escuchar las sugerencias íntimas» del Espíritu Santo (Javier Echevarría, Vivir la Santa Misa, Rialp, Madrid3, p. 70; cf. también p. 25, 106, 186. Cf. Ordenación general del Misal Romano, 45, 55-56. Cf. Benedicto XVI, Exhortación apostólica Verbum Domini, 66).

La ternura de Dios se manifiesta en los signos… Según una bella expresión de los Padres, aprendamos a leer esos «modos de ser» de Dios, que se nos revela en Jesucristo. Acompañemos el silencio de María y José. “Caía la tarde, con un silencio denso… Notaste muy viva la presencia de Dios… Y, con esa realidad, ¡qué paz!» (San Josemaría, Surco, 857)

Artículo en: http://opusdei.es/es-es/article/un-tierno-silencio-de-navidad/

LA ESCUELA CONCERTADA TAMBIÉN SUFRIÓ RECORTES

Artículo de Aceprensa publicado en su boletín el pasado día 14

El Instituto Nacional de Estadística (INE) español publicó a finales de noviembre la quinta edición de la Encuesta de financiación y gastos de la enseñanza privada (incluye también a la concertada), con datos del curso 2014/15. (http://www.ine.es/prensa/fingas_2015.pdf)

El documento detalla las fuentes de ingresos, y a qué se dedican los recursos obtenidos. Un punto de especial interés es la cantidad de dinero público destinado por la Administración a los centros concertados. Durante los años de la crisis, algunos han criticado el supuesto trato preferente a este sector por parte del gobierno (aunque la mayor parte de las subvenciones provienen de los ejecutivos autonómicos, no del central). Según esta visión, los recortes han afectado a los colegios públicos, y en cambio, no han tocado a los concertados.

Sin embargo, los datos del INE no dicen eso. Desde el curso 2009/10 (al que se refería el anterior informe) hasta el curso 20014/15, los ingresos por subvenciones públicas en los centros concertados descendieron una media de181 euros por alumno: de 3.050 a 2.869. Si bien es cierto que la caída fue mayor en los colegios estatales (de 5.606 a 5.169 euros, según la última edición del Sistema estatal de indicadores de la educación), la cuantía absoluta seguía siendo considerablemente mayor en estos últimos. Parte de esa desigualdad se explica por factores estructurales de la red pública, pero también existen otras diferencias que no responden a necesidades educativas y de cobertura.

Otra de las críticas frecuentes hacia los centros concertados es que se lucran a través de las cuotas pagadas por los padres. En concreto, algunos denuncian que, en algunos casos, estas son exigidas (en vez de voluntarias, como exige la ley), y otras veces se camuflan bajo la forma de pagos por servicios complementarios.

Según los datos del INE, las familias aportaron una media de 957 euros por alumno en el curso 2014/15, una cantidad que no colma la desventaja en términos de financiación pública con respecto a los centros estatales. Por otra parte, si bien es cierto que lo cobrado por cuotas aumentó desde 2010, este incremento se corresponde exactamente con el descenso en la aportación pública. Es decir, el dinero de las familias simplemente ha rellenado el hueco dejado por la Administración en ese mismo periodo.

Otro dato que aporta el informe del INE es la diferencia de ingresos entre los colegios concertados religiosos y los de titularidad civil. La aportación pública por alumno fue 200 euros menor en los primeros, que además cobraron casi 500 euros menos a las familias en concepto de cuotas.

Ver artículo completo en: http://www.aceprensa.com/newsletter-article/la-escuela-concertada-tambien-sufrio-recortes/


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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