Se trata de una perversión moral

Por Javier Pardo de Santayana

( Viñeta de Puebla en ABC el pasado día 4) (*)

Mucho se viene hablando del desafuero catalán hasta el punto de que se ha convertido en monotema nacional. Naturalmente se subrayan sus repercusiones sociales y políticas y muchos de sus rasgos más llamativos y ostensibles; incluso su indudable desprecio del ridículo. Pero a mi juicio hay algo que aún no se ha abordado suficientemente, y éste es el aspecto moral de la cuestión.

Hemos podido ver a unos fantoches paseando su ego marchito por Bruselas, y la división de quienes no ha mucho alardeaban de firmeza y hoy, empapelados o metidos ya en la cárcel, balbucean excusas incoherentes en espera de mayor clemencia. Y hemos constatado que dan juego para el comentario. Pero aún más juego da la contemplación del panorama de los destrozos producidos por una conducta impresentable que merece el rechazo de las instituciones de la Unión. He aquí uno de los aspectos del desastre: que, con ser éstos tantos que han desprestigiado a quienes lo impulsaron, no menos afectan a los ciudadanos que, embelesados por la idea, les secundaron o siguieron ciegamente. Tanto hablarnos del “seny” como rasgo compartido por un “poble”, y luego a ver donde lo encuentra usted ahora.

Mas, aunque mucho ha dado de qué hablar el tema, a lo que sobre todo quisiera referirme es – por muy fuerte que suene la palabra – a la perversión en que nos encontramos sumergidos. Una perversión cuyo principal rasgo es la incitación al odio como objetivo fundamental para lograr fines políticos. Me refiero, sí, al odio como medio para crear enfrentamiento entre quienes debemos entendernos; un odio encaminado a marcar la diferencia entre “ellos” y “nosotros” y alimentado por un sistema estructurado y bien subvencionado por el poder mediante organizaciones “culturales”: “asociaciones de los “nuestros” en las que, naturalmente, la cultura se entiende como factor para el rechazo del vecino. Estructuras utilizadas para imponer un sistema de agitación y propaganda basado sobre todo en la mentira, y que no se para en barras pues cuanto más burda sea ésta mayor será su efecto. Claro que, para lograr que cuele se hará de la enseñanza un coto propio; se elegirá al educador según convenga, y no se tendrá el menor reparo ante la ingenuidad de los menores. ¿Qué importará la tan careada libertad ante todo un “destino manifiesto”? ¿Que importará la inmoralidad de este sistema si beneficia a “nuestra causa”? Porque la “causa””está ante todo. Así que ya de entrada impediremos que se hable español en las escuelas aunque esto vaya contra las leyes constitucionales. Incluso, ante el asombro de los demás ciudadanos europeos, impediremos rotular en español en toda clase de establecimientos.

He aquí un panorama de inmoralidad patente donde encontraremos la vileza del odio y del engaño, la privación de libertad y de la igualdad coartadas diariamente desde el poder político mediante la mentira con el objetivo expreso de partir en dos la sociedad, de aparentar algo pero hacer luego lo contrario, de llenarse la boca de lindezas para bajar a las cloacas si es preciso y así alcanzar un falso paraíso. Tampoco importará manipular los dineros del Estado – es decir, de los contribuyentes – para alcanzar los fines pretendidos; prevaricación se llama esta figura.

Para azuzar el odio encontrarán el favor de quienes, por caminos diferentes mas con iguales intenciones destructivas, pretenden instaurar el gran camelo de la “posverdad”; que así llaman ahora a la mentira desde que irresponsablemente algunos extendieron un relativismo militante. Con él todo servirá para el convento, y ante la faz asombrada de los españoles se manipularán los medios y se crearán embajadas ficticias sin el menor respeto a la nación; se incitará – como han dicho los jueces – a utilizar la intimidación social sin el menor recato, se montarán costosos espectáculos, y se movilizarán multitudes desafiantes mientras el resto de la “ciudadanía”, paralizada por tanta desfachatez y caradura, verá crecer el monstruo sin atreverse a detenerlo.

Así, cuando precisamente hablábamos de moralizar la vida pública y extirpar la corrupción desarrollada en la abundancia – mientras tratábamos de erradicar hasta las corruptelas de toda la vida (¿se acuerdan ustedes de la falta de respuesta ciudadana a aquello del famoso “tres por ciento?) -, dejábamos crecer, absortos, un “proceso” de autodestrucción basado en una perversión moral generosamente financiada por los fondos públicos y concienzudamente organizada por el abuso del poder político.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
http://c1.staticflickr.com/5/4578/23973827107_08e1da0f93_o.jpg

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

Lo más leído