Por Javier Pardo de Santayana

( Viñeta de Sansón en El Norte de Castilla, el pasado día 18 de noviembre) (*)

¿Recuerdan ustedes la urgencia que sentíamos todos porque los políticos abandonaran sus escaños y sus puestos tan pronto como les alcanzara la justicia? Durante una larga temporada hubo en este sentido peleas dialécticas y descalificaciones a mansalva. Cada partido pretendía superar a los demás en prisas a la hora de quitar de en medio a aquellos adversarios que pudieran presentar la menor sombra de sospecha, y se insistía en descalificar definitivamente a los contrarios cualquiera que fuera luego la sentencia. El desideratum sería que quien fuera mencionado en relación con una causa judicial abandonara su puesto ya sin más.

Bastante menos duros se mostraban casi siempre los políticos con quienes eran convocados por el fisco por no haber contado suficientemente con sus deberes como cotizantes si se trataba de famosos procedentes del ámbito de la cultura, del arte o del deporte, porque la gente consideraba que éstos no solían ser del todo responsables; se ve que los consideraban gente menos ilustrada que ellos o que se limitaba a confiar en los expertos. Y aún así vimos entrar en chirona a más de uno o de una sin tener en cuenta las circunstancias del enamoramiento o de desconocimiento del sistema, aunque al final prevaleciera aquello de “el que la hace la paga” pues ya se sabe que “el Estado somos todos”.

Ahora comparen ustedes todo aquello con lo que hoy está pasando: vemos como unos señores y señoras que no sólo desobedecieron al más alto escalón de la Justicia sino que se ciscaron en ella abiertamente haciendo gala de que lo hacían a pesar de conocer el paño, vienen ahora medio llorando para excusarse y aducir su voluntad de respetar la Ley. ¿Ustedes quieren creerse realmente que hay algo de verdad en lo que dicen? ¿E imaginan que, como hacen los antiguos dirigentes de Cataluña, hoy delincuentes, quienes van a chirona – no confundir con “Girona» – por haber cometido un fraude, un robo, o un asesinato se permitieran “reconocer” la Ley que les aplican, como si no la conocieran ya de siempre? ¿Cómo tienen la caradura de descubrir ahora que hay que respetar las leyes constitucionales? Pues le dirán que les parece bien pero que a buenas horas mangas verdes. Y que lo que hicieron lo hicieron, y esto no cambia nada.

La jueza lo explicó perfectamente: no sólo los delincuentes – que aquí no hay nada de ”presuntos” – habían anunciado en los medios con aire desafiante, es decir, atreviéndose a exhibir su chulería, la decisión tomada de desobedecer al Tribunal Constitucional, sino que crearon también todo un sistema bien organizado y coordinado para crear ambiente y apoyar sus ilusorias pretensiones; un sistema de agitación favorecido en lo económico y en lo político según programa y aplicando una descarada propaganda orientada a inocular eslóganes aprovechando las posibilidades de intoxicación que les ofrecerían determinados medios afines financiados y potenciados por quienes ahora se lamentan de su mala suerte. O sea que esto venía ya de lejos; desde los tiempos del conocido “tres por ciento”. Y fomentaron la intoxicación bajo distintas formas: “España nos roba”, “fuimos un viejo Reino”, “los Borbones nos han sojuzgado”, “el Ebro nace en un país lejano”… y otras lindezas semejantes apoyadas por un sistema educativo orientado a la medida de sus pretensiones y dominado por un profesorado afin a sus ideas.

El abuso de las posibilidades de autogobierno de una democracia como la española, ampliamente descentralizada y con una libertad basada en la confianza, engendraría un clima de violenta deslealtad política y social. “Aquí haremos lo que nos dé la gana” se dijeron, “y con más facilidad ahora que los procomunistas nos favorecen abiertamente creando un clima revolucionario”. ¿Pero qué importan las leyes si lo que queremos unos y otros es cargárnoslas? se dirían. Y comenzaron a impulsar sus planes sin más pamplinas: a “calzón quitao”.

Recordaba yo hace unos días que al entrar en el concierto de las naciones europeas, en ese gran proyecto que decidimos impulsar conjuntamente para hacer olvidar los conflictos que habían asolado el continente en el pasado siglo; cuando pudimos intuir un futuro de países plenamente democráticos y de espacios bien estructurados y ampliados por la globalización, la mayoría de los españoles llegamos a albergar una esperanza bien fundada en que esta llamada a los espíritus y a la mutua responsabilidad de todos que alentaba a la Unión erradicaría la amenaza de los nacionalismos y los enfrentamientos que a lo largo del pasado siglo sacudieron la paz y la tranquilidad de la “ciudadanía”. ¿Quién se iba a oponer ahora a hacer de Europa ese gran espacio de paz y de progreso? Además, aquí en España la Constitución había sido promulgada con un consenso generalizado y con el apoyo concreto de los catalanes.

De ahí que nos llame poderosamente la atención esa ignorancia que sobre lo que son la Historia y el mundo en que vivimos exhiben quienes torpemente cayeron bajo la influencia de las maniobras exhibidas por quienes ahora piden ya clemencia para poder seguir haciendo de las suyas. Todo el mundo sabe que delinquieron puesto que ellos mismos lo anunciaron, y todos sabemos que quien conculca la ley merece un castigo por el bien de todos, Para mayor abundamiento, la mayor parte de los españoles conocemos ce por be lo que ha ocurrido.

De ahí que nos extrañe no percibir un clamor que exija poner las cosas en su sitio, castigar a quienes conscientemente y con olvido del bien general de la nación nos han infligido tanto daño y hasta nos hacen sonrojarnos ante una Europa que nos mira con la boca abierta al constatar que soportamos a quienes demuestran desconocer la Historia, el mundo en el que viven e incluso lo que es de verdad la democracia.

Esperemos ver lo antes posible cómo la fuerza de la realidad y de los hechos pone a cada uno en su lugar correspondiente. Porque el problema no es tanto la existencia de gente impresentable y fuera de su tiempo que ahora ocupa nuestras instituciones, como que, pese a su ostentosa simpleza moral e intelectual, ésta reciba los votos suficientes para poder urdir las maniobras y alianzas que favorecen el desbarajuste que hoy vivimos. Sobre todo sabiendo lo que han conseguido para la propia Cataluña: cargarse en ella la convivencia en paz, la economía de la que tanto presumían, y hasta la reputación de la que siempre blasonaron. Así que en buena ley lo que de verdad procedería sería que pagaran tanto por los muchos dineros malversados como por los graves daños infligidos.


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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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