El asalto a la Luna

Por Javier Pardo de Santayana

( Calle mayor. Acuarela de Marc Boixader en artelista.com. 38×28) (*)

Ya que supongo que con mis informaciones sobre Marte habrán cogido el gusto a las cuestiones del espacio, y dado que la Luna me ha hecho saber que anda celosa (por lo menos así creo haber interpretado uno de sus guiños de ayer noche), me decido a hacerles un resumen de las visitas que hasta ahora la ha hecho el hombre, para lo cual me baso en un magnífico dibujo que aun conservo publicado por el “National Geographic” hace ya un montón de años. Ambientado en la superficie del satélite, reúne a los astronautas implicados en el Proyecto Apolo. La información que les acompaña responde a algunas preguntas esenciales sobre los años en que ellos vivieron la aventura.

Por cierto, ¿recuerda usted, improbable lector mío, cuántos fueron éstos? O por decir mejor, ¿qué es lo que usted recuerda de aquellos aguerridos visionarios? Porque si el siglo XX estuvo jalonado por las fechas de las tres guerras que vivimos sucesivamente y por ser el periodo en que la Humanidad logró los mayores avances tecnológicos, bien podría ser recordado en el futuro sobre todo por haber visto cómo el hombre conseguía llegar hasta la Luna y pisarla por primera vez. Por otra parte si me parece extraño y casi improcedente desconocer la fecha del descubrimiento del continente americano, el nombre de quien consiguió la hazaña de alcanzarlo, y las circunstancias en que el acontecimiento se produjo, también me parece imperdonable ignorar los nombres y las fechas en torno a un hito histórico que muchos de nosotros tuvimos la suerte de vivir e incluso de ver en la televisión.

Quizás no todo el mundo sepa, por ejemplo, que fueron 32 los astronautas que de una forma u otra tuvieron el protagonismo, y que tres de ellos murieron como consecuencia de un desastre acaecido durante la preparación de los viajes. O sea, que no siempre fue todo perfecto. Ocurrió el suceso durante las pruebas previas realizadas en 1967, cuando simulaban una “cuenta atrás” y tuvieron fuego a bordo. Un segundo percance se produciría en el Apolo11 de todos conocido, es decir, unos dos años más tarde, cuando falló el calculador de a bordo y hubo que tomar tierra manualmente antes de que Neil Armstrong pudiera decir aquello de que era “un pequeño paso para un hombre pero una gran salto para la Humanidad”. Luego, el tercero tendría lugar el mismo año, cuando en la misión siguiente (o sea, con el Apolo12) los astronautas recibieron la visita de un rayo poco después de despegar pese lo cual pudieron alcanzar sus objetivos, entre ellos el de recoger los restos de la sonda Surveyor 3, lanzada dos años y medio antes al espacio. En cuanto a la misión del Apolo13, que tuvo lugar unos meses más tarde, es decir, ya en el año 70, acabaría en epopeya: una explosión en el crucial depósito de oxígeno permitiría constatar la habilidad y el temple de los tripulantes y del equipo situado en tierra, que fue capaz de traer a todos de regreso tras de hacerles rodear la Luna y abandonar el módulo de mando. Impresionante hazaña que nos tuvo en vilo.

De los precedentes vuelos de prueba tripulados, el primero (1967), que correspondió al Apolo 7, tendría por objeto circunnavegar la Tierra durante once días sucesivos, mientras que en el siguiente, o sea en el octavo de la serie, se vio por primera vez cómo seres humanos escapaban de la gravedad terrestre y tomaban vistas de la superficie del satélite desde una distancia de tan sólo unas 70 millas. Finalmente, el Apolo 9 orbitaría la Tierra para simular el “ensamblaje” del módulo lunar con el de mando. Todo ello como preparación del definitivo asalto.

En cuanto a los no citados que siguieron al famoso Apolo 11 de Neil Amstrong, Aldrin y Collins, el 14 (1971) supuso el primer aterrizaje en zonas montañosas y puso sobre el suelo de la Luna un vehículo de dos ruedas para el transporte de aparatos, mientras que el Apolo 15 – que tendría lugar el mismo año – vio la primera conducción de un vehículo lunar y antes de regresar dejó en la superficie una cámara de televisión que permitiría registrar el despegue en el regreso. El trayecto que recorrió fue de unas 7 millas. Luego, ya el año siguiente, la Luna sería utilizada como un observatorio desde el cual se harían fotografías con rayos ultravioleta de la atmósfera terrestre, de gases interplanetarios y de algunas estrellas muy lejanas. Y, finalmente, la última misión – la del Apolo 17 – tendría la particularidad de incluir un geólogo y de batir todos los récords obtenidos: el de más larga distancia recorrida sobre su superficie, el de más larga estancia en el satélite, y el de mayor número de muestras obtenidas.

Así que si le preguntan a usted que cuántos años transcurrieron entre la primera y la última estancia del hombre en nuestra Luna, basta con responder que solamente tres, lo cual bastó para realizar 7 misiones nada menos de las que sólo una falló. Y como cada misión se componía de tres astronautas, y uno de ellos quedaba orbitando alrededor, el número de seres humanos que han pisado la superficie del satélite se reduce realmente a 12.

¿Que por qué ahí se pararon los programas y se abandonaron las investigaciones en directo? Pues supongo que porque los objetivos fundamentales se habían cubierto ya satisfactoriamente y se prefirió pasar a ocuparse de otra cosa. Desde luego la idea de John Fitzgerald Kennedy, que tuvo la osadía de anunciar que un astronauta norteamericano pondría el pie en la Luna antes de que acabara aquel decenio, se cumpliría y dejaría bien clara la supremacía norteamericana en el espacio, demostrando además que su país era capaz de cualquier cosa, pues cuando fue formulada la promesa no se disponía todavía de la tecnología necesaria. Y recordemos que la Unión Soviética se había adelantado claramente creando el Sputnik, y sobre todo poniendo por primera vez un ser humano en el espacio. Fue en 1961 y se llamaba Yuri Gagarin, un mozo de 27 años y 1,57 de estatura que perecería en accidente aéreo tan sólo siete años después de su proeza.

PS: El módulo de mando del Apolo 11 y una roca de las traídas a la Tierra por sus tripulantes se exhiben en el Museo del Espacio de la capital norteamericana, donde tuve en su día la ocasión de contemplarlos.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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