25 años D.O. “Cigales”. 16. Bodegas, cuevas y lagares, patrimonio cultural. I

Por José María Arévalo

( Figura 2. Barrio de bodegas la Tejera de Dueñas. Fuente: Fotografía de José Luis Carcía Nieto) (*)

Concluido el capítulo II “La comarca vitivinícola de Cigales a lo largo de la historia” del libro conmemorativo “La comarca vitivinícola de Cigales: viñedos, bodegas y vinos. 25 años de la D.O. Cigales”, que venimos reseñando, empezamos el III “Arte, patrimonio y herencia vitivinícola” que se abre con el artículo “Vestigios Vitivinícolas de la D. O. Cigales: Bodegas, Cuevas y Lagares. Patrimonio Cultural de sus gentes” del que son autores V. Rincón Blas, Presidente de la Asociación de Bodegas y Cuevas de Dueñas, y los vocales de la Asociación O. Martín Caballero, R. Frías Palenzuela y A. Salas Ortega.

Después de una Introducción, el artículo recoge estos apartados: “Vestigios de un pasado vitivinícola en la D. O. Cigales” – con un subapartado sobre “Contextualización del Patrimonio Subterráneo en la D. O. Cigales”-; un segundo sobre “La labor de los denominados «maestros de pico» o «cueveros» –con subapartados “Quiénes eran, técnica y oficio de la excavación”, “El esquema de la bodega tradicional”, “El esquema del lagar”, y “El esquema de la «casa cueva»-; y un tercero sobre “Protección del patrimonio vitivinícola” con un subapartado “El asociacionismo como agente protector”. Dada la longitud del artículo, recogemos hoy la Introducción y el primer apartado, y en otros dos artículos sucesivos cada uno de los dos siguientes.

Comienza la Introducción: “La Asociación de Bodegas y Cuevas de Dueñas (ABCD) presenta entre sus fines la conservación y protección de Bodegas y Casas Cueva de Dueñas y su entorno como bien cultural. Sin embargo, la orientación de este capítulo es la de contextualizar el rico patrimonio de la arquitectura tradicional vitivinícola de la Denominación de Origen Cigales (D. O. Cigales) en su relación con el vino, así como la importancia de la conservación, casi como obligación, de los vestigios vitivinícolas, reflejados en el numeroso patrimonio de bodegas, lagares y casas cuevas subterráneas que actualmente se conservan, en cuanto a que estos vestigios son los que legitiman históricamente a la Denominación de Origen.

Nuestro objetivo como interesados en los elementos patrimoniales relacionados con el vino, son las bodegas y lagares (lagar = recipiente donde se pisa la uva para obtener el mosto; edificio donde hay un lagar para prensar la uva, aceituna o manzana, Diccionario de la Real Academia Española) tradicionales que han servido para elaborar los vinos originales que dan el nombre a la D. O. Cigales, y las casas cueva que dieron cobijo a los jornaleros que trabajaron la vid.

Por otro lado, no nos olvidamos de defender la otra misión que actualmente cumple este patrimonio, la de ser espacio social, ya que la bodega, además de contener el preciado vino en sus diversos envases, mantiene unas condiciones climatológicas muy adecuadas para ser un lugar de reunión (Elías, 2006).

En definitiva, a través de este capítulo mostramos la importancia que tiene este patrimonio como generador de valores etnográficos, culturales, históricos, enoturísticos, económicos, generación de empleo, etc., en el ámbito de la vitivinicultura. Pues reflejan una parte de la historia de nuestras tierras, y su preservación es necesaria, ya que su identificación como patrimonio histórico y cultural dan origen a la D. O. Cigales.

VESTIGIOS DE UN PASADO VITIVINICOLA EN LA D. O. ClGALES

Partimos de la consideración de que las huellas del pasado vitivinícola de la D. O. Cigales pasan por el vocabulario propio de la manipulación de la vid, los oficios que en torno a ella se generaron, y el paisaje propio de los viñedos con sus viñas. Hoy día quedan pocas cepas centenarias de aquellas plantadas en vaso, que nos recuerdan un pasado laborioso y duro de trabajo, con cepas retorcidas y esos pulgares después de la poda, clamando agua y sol para dar un buen fruto. Aquí sí que podemos hablar de una característica que nos destaca como una zona diferente de las demás y son las variedades que se plantaban: blancas como el albillo, el jerez o el verdejo, y tintas destacando garnacha, tempranillo o la Menda entre otras, para luego obtener el producto que ha sido nuestra seña de identidad, «El Clarete».

Dentro de estas señales, memorias o huellas de un pasado vitivinícola, este artículo se centra principalmente en las construcciones, por un lado en las bodegas y lagares (Figura 2), un elemento común en los pueblos de la D. O. Cigales variando en cantidad y tamaños pero no en la funcionalidad y creación. Las bodegas nos hablan de la historia del vino por si solas, por fuera nos cuentan que hubo muchas personas dedicadas a arrancar un espacio al interior de la tierra para depositario en el exterior, calcándose con el paso del tiempo formando esos cotarros comunes en nuestros pueblos y que han dotado a nuestros extrarradios de un característico paisaje que parecen naturales, pero están hechos a conciencia para que las aguas escurran por los laterales, y las zarceras o luceras (ventana o claraboya abierta en la parte alta de los edificios) proporcionen la ventilación, la temperatura y la humedad adecuadas para conservar el vino. Por dentro, las bodegas nos cuentan que el vino no se hacía solo, que se prensaba con esas grandes vigas del lagar, y el mosto se transportaba en pellejas ( odre de piel de cabra o chivo utilizado para transportar el mosto) a otras bodegas y de ello dan fe esas típicas rayas marcadas en paredes con tizas y lapiceros. Luego están las cubas o carrales donde dormía el vino, imaginándonos que debieran de haber «cuberos» que trabajaran por la zona para la fabricación y mantenimiento de estas cubas in situ.

( Figura 3. Casas-cueva del Barrio de La Tejera, Dueñas. Fuente: Fotografía de Valentín Rincón) (*)

Y por otro lado, el conjunto de estas huellas y señales de nuestros antepasados indican que aquella sociedad giraba en torno al vino, labradores de viña, cueveros (el que tiene por oficio hacer cuevas) cuberos (fabricante o vendedor de cubas), tiradores o acarreadores de mosto, carreteros, comerciantes y tratantes. Todos estos obreros necesitaban una vivienda, y en muchos casos surge la construcción de casas cueva (Figura 3), espacios donde establecen sus domicilios. Arturo Martín (2008) nos explica que del Catastro de la Ensenada realizado entre 1751 y 1754, y de posteriores amillaramientos, se puede obtener información de los propietarios de las casas cueva, su profesión, tipo de familia, propiedad, etc., y contrastado con las respuestas particulares sobre declaraciones juradas de vecinos, comprobadas por autoridades de la época, que quedaron registradas en los libros Seglares de los Archivos Históricos de Palencia y Valladolid, y en los libros de Relaciones Memoriales, se deduce, sin ninguna duda, que la mayoría de las personas que habitaban estas construcciones eran jornaleros del campo. Es más, los datos son testigos de ello. Por un lado la especialización vitivinícola, que precisó de gran número de mano de obra asalariada a finales del siglo XIX y en los primeros años del XX, motivado en parte por la invasión de la Filoxera en los viñedos franceses. y por otro lado, tras la llegada de la Filoxera a las vides del entorno Cigales y las consecuentes modificaciones en las necesidades de mano de obra, nos confirma el dato histórico de la primera oleada migratoria de los años 60 del campo castellano hacia las grandes ciudades, que como consecuencia provocaron aquellas nuevas exigencias de los viñedos, ya que buena parte de los jornaleros que tenían el sustento, fundamentalmente, en los trabajos del viñedo, se marcharon en busca de otro modo de supervivencia, abandonando las casas cuevas, dato que quedó reflejado en los posteriores Catastros.

En definitiva, queda demostrado que las casas cueva albergaban el hogar de quienes asalariadamente contribuyeron al desarrollo del producto vitivinícola. Es más, y tal y como indica Martín (2008), la casa subterránea tuvo su origen en la bodega, y por tanto, merece, a nuestro entender, su reconocimiento como parte del patrimonio del vino.

VESTIGIOS DE UN PASADO VITIVINICOLA EN LA D. O. CIGALES

Contextualización del Patrimonio Subterráneo en la D.O. Cigales

Se hace necesario identificar el volumen del patrimonio de bodegas, lagares y casas cueva que encontramos en la comarca de la D.O. Cigales, para ello sirva como referencia la tabla 1.

( Tabla 1. Bodegas y lagares tradicionales; y casas-cueva en los municipios de la D. O. Cigales) (*)

No es para nada desdeñable el dato de la cantidad, numéricamente hablando, de patrimonio que la D.O. Cigales posee bajo su subsuelo. Las 1541 construcciones que aún perduran en nuestro paisaje vitivinícola bien merecen la atención de quienes viven del vino y de quienes de él disfrutan. Las 1316 bodegas, los 60 lagares y las 165 casas cueva que se conservan merecen sin duda la categorización de una zona de gran valor, en cuanto a la arquitectura tradicional se refiere.

Para contextualizar el bagaje histórico de estos vestigios ubicamos una primera fecha sobre documentación referida a las Bodegas de los municipios de la D.O. Cigales en el siglo XIII, concretamente en el municipio de Dueñas, recogida en los documentos históricos originales del Archivo Ducal de Medinaceli, los «Privilegios Rodados». Sánchez (2012) explica que los privilegios rodados son la consolidación del poder, que debiendo recompensar servicios prestados a quienes contribuyeron a su establecimiento, concedían permanente y hereditariamente distintos bienes.

En el caso que nos ocupa, en Dueñas, Alfonso VIII, rey de Castilla, donó en 1211 a la comunidad de las Huelgas de Burgos, en cuyo monasterio acaba de ser sepultado el infante don Fernando, la bodega regia de Donias (Dueñas), un olivar en Talavera y 500 maravedís anuales de renta situada sobre las salinas de Atienza. También del siglo XIII es la bodega “El Piñero Bodega la Sorbona» del municipio de Fuensaldaña. En Mucientes y Cigales tienen su referencia en el siglo XVI. No obstante, no se descarta que hubiera bodegas más antiguas que las fechas indicadas, ya que según consta documentalmente, ya en el siglo X aparecen propietarios de viñedos en distintos municipios de la comarca como Cubillas o Corcos.

Sobre nuestras casas cuevas nos ilustra el académico D. Gonzalo Alcalde Crespo (1995), en su discurso sobre Arquitectura Vernácula en la Provincia de Palencia (La vivienda tradicional), data el inicio de estas excavaciones durante la Alta Edad Media con el apogeo de la cueva artificial de las viviendas trogloditas del Cerrato excavadas par repobladores norteños, huidos mozárabes y mariscos del al-Ándalus. Par su parte, Arturo Martín (2008) indica que en el modo y uso que conocemos en la actualidad, y que tuvo su relación directa con el cultivo de la vid, ubica la aparición de la casa subterránea en el siglo XVIII.

Concluye así el primer apartado del artículo. En próximo día daremos el segundo sobre “La labor de los denominados «maestros de pico» o «cueveros», que incluye como subapartados “Quienes eran, técnica y oficio de la excavación”, “El esquema de la bodega tradicional”, “El esquema del lagar”, y “El esquema de la «casa cueva»”.


(*) Para ver las fotos que ilustran este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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