Pablo Giménez en el Patio Herreriano

Por José María Arévalo

( Pablo Giménez. Río Duero. 2014. Óleo sobre papel 65×50) (*)

La ‘sala 0’ del Museo Patio Herreriano está destinada a la exposición temporal de obras de artistas locales, lo que es un buen tanto para nuestro museo de arte contemporáneo, y pide a gritos una sala permanente para nuestros artistas consagrados, los Castilviejo, Cuadrado Lomas y todo el grupo Simancas, etc., como hemos reclamado tantas veces: ¡nuestros pintores a nuestros museos¡. En esta sala 0, desde el pasado 28 de septiembre al domingo 29 de este mes, ocupa la exposición ‘Luz al aire’, del pintor vallisoletano Pablo Giménez, que el pasado año invitó también a adentrarse y disfrutar de la naturaleza, con una muestra similar, en la sala de exposiciones La Salina de Salamanca, que entonces titulaba ‘Naturaleza y luz’.

Disfrutar de la naturaleza –viene repitiendo- es «lo mejor de la vida» y por ello es la flora quien copa el protagonismo de sus creaciones. La pintura se ha convertido en un «motor» para expresar su «atracción» por la naturaleza y en este sentido, se «ha liberado» del peso que supone dibujar de acuerdo con las líneas rectas y los contornos. Con sus obras, algunas de ellas realizadas en Lituania, pero la mayor parte en el campo vallisoletano, no pretende describir nada, sino «sentir» y «entender» la naturaleza a través de la pintura y registrar el «momento exacto» de la luz en el campo, el río o cualquier otro entorno. Ha creado un blog para exponer su obra en la red, http://pablogimenezpintura.blogspot.com.es/

El autor ha explicado también que la técnica que emplea para la «construcción» de los paisajes consiste en el salpicado del soporte con pequeñas gotas de óleo muy diluido, con el que crea contornos y límites que pretenden crear cuadros abstractos o figurativos según el «estado de ánimo» del autor. Cada uno de los cuadros que se recogen en el museo vallisoletano se ha pintado en una o dos sesiones ya que, según ha comentado el artista, se «adapta» a cualquier luz del día y a cualquier sitio que le muestre algún tipo de belleza oculta.

( Pablo Giménez. Abedules Kaunas III. 2016. Óleo sobre papel 65×50) (*)

Efectivamente, Pablo Giménez consigue unos paisajes muy impresionistas con unas texturas muy acusadas, a pesar de lo cual acierta en el momento de diluir los contornos como en un nuevo sistema de degradados. Quedan así las transiciones muy graduales y diluidas, como en el cuadro sobre el Duero, muy conseguido, cuya foto incluimos entre las que ilustran este artículo.

El artista ha destacado que con sus pinturas no tiene intención de contar una historia, solamente de «registrar» las huellas del tiempo en la naturaleza, el resorte que le «atrae» a detenerse en un sitio concreto y reflejarlo en el lienzo, por lo que sus obras no muestran tanto una descripción, sino las horas que el autor dedica a este arte.

Pablo Giménez, que es Ingeniero de Caminos Canales y Puertos, fue finalista en el II Concurso de Pintura ACOR Castilla y León (2001). Nació en Valladolid el 15 de abril de 1972 y su formación artística empezó como Creativo de Artes (Cristóbal Gabarrón), en los años 1986- 1990. Trabajó en los estudios de Miguel Ángel Samaniego (1998- 2000) y Eduardo Alonso (2009- 2011) y participó en el Taller Municipal de Grabado (2010-12) impartido por Alberto Valverde; en los talleres Maestros de la Figuración impartidos por Antonio López junto con otros maestros, en Pamplona en 2011, 2012, y 2014, en el Taller CreArt impartido por Antonio López y Cristóbal Toral, en Valladolid en 2013. y en la Cátedra Francisco de Goya, con Julio López y Antonio López, en septiembre de 2014.

( Pablo Giménez. Amapolas . 2013. Óleo sobre papel 65×50) (*)

Pinta y dibuja «desde que tiene memoria», con el campo y la naturaleza siempre presente en su obra. Su vida profesional está marcada por la dualidad entre su formación como ingeniero y su «esencia» de pintor y su trabajo ha estado muy influido por los pintores del grupo Simancas. Además, el contacto con Antonio López y su escuela fue «clave» en su carrera, ya que le ayudó a «desprenderse» de sus trabas y a buscar su propio lenguaje, así como a encontrar motivos más personales que reflejar con la pintura.

De esta manera, la pintura de lo natural le ha permitido «traspasar» la barrera de lo correcto para ir en la búsqueda de la belleza, en un bosque, unas hierbas secas o en el cuerpo de una mujer, intentando potenciar la luz y el color sobre el dibujo.

( Pablo Giménez. Hierbas secas, Tudela de Duero I.. 2017. Óleo sobre papel 65×50, 2016) (*)

La exposición es el resultado de la investigación realizada por Giménez en estos últimos dos años, en los que ha dedicado su tiempo a pintar del natural, en lo natural. Notó el lastre del dibujo, que nos persigue prácticamente a todos desde el parvulario, y sin esa protección decidió salir al campo a explorar los efectos de la luz y el color en la naturaleza.

Para ello y de forma casual (aunque a la larga se ve que en casi todo normalmente hay más fatalidad que casualidad) empezó a pintar de una manera que físicamente le impidiera apoyarse en el dibujo, teniendo que construir la atmósfera del motivo con otras estrategias. Salpicando el soporte con pequeñas gotas de óleo muy diluido se fue zafando de contornos y límites para, una vez ya libre, poder intentar atrapar lo que ese lugar tuviera de magnético para él.

Según comenta Pablo Giménez, “no tengo la intención con mis pinturas de contar una historia, ni de describir un lugar. Simplemente son registros, huellas de un tiempo intenso en la naturaleza, unas horas en las que lo verdaderamente importante es el simple hecho de pintar, como modo forzado de observar, como artimaña para intentar desvelar cuál fue el resorte que me atrajo a estar en ese lugar concreto. Si ese resorte lo pudiera definir con palabras, pintarlo dejaría de tener sentido. Por eso, creo que más que cuadros, lo que ahora muestro son mis horas pintando”.

( Pablo Giménez. Secano Ciguñuela III. 2017. Óleo sobre papel 65×50) (*)

En esta oda a la naturaleza, abierta al público durante un mes, el autor ha querido desprenderse del dibujo en cuanto «lastre» para pintar al aire libre, y trabajar con óleo sobre papel, soporte que confiere una mayor brevedad de secado y que él considera más cómodo. Los parajes, representados a lo largo de los últimos dos años, son locales en su mayoría, pero entre un selvático Campo Grande y los abstractos álamos blancos de Fuente el Sol, se agazapan varios paisajes de Kaunas, Lituania.

La concejala de Cultura y Turismo, Ana Redondo, en la presentación de esta muestra, expresó la intención del consistorio de «proyectar a los artistas locales» desde el punto de partida que supone la sala 0 del museo, y recordó que la convocatoria para aquellos artistas locales que deseen mostrar su obra en Patio Herreriano a partir de 2018 permanecerá abierta hasta el día 15 de octubre.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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