La gran superchapuza

Por Javier Pardo de Santayana

( Viñeta de Sansón en El Norte de Castilla, el pasado día 9) (*)

Adiós a la Cataluña culta, la industriosa, la del buen sentido, la amante de sus cosas y respetuosa con las de los demás. Aquella Cataluña inteligente: la admirada, la que presumía de estar algo más cerca de Europa que otras partes de España. La Cataluña siempre en vanguardia del esfuerzo. Porque sus actuales gobernantes, que poco tienen ya que ver con eso, se caracterizan por ser los reyes de la chapuza en sus más variadas acepciones.

Por ejemplo, de los rincones más abyectos de la población han reclutado a una señora que propugna que los catalanes, ya desde las guarderías, sean maleducados por la tribu. Y lo presenta como idea genial y rompedora; claro está que así será en efecto si se tiene en cuenta que romperá las almas de los niños ya desde el inicio. Y es que tienen predilección por todo cuanto los demás consideramos no recomendable. Ahí tienen por ejemplo la ignorancia, que esa gente practica con esmero; un rasgo personal que brilla singularmente en su alcaldesa más significativa, es decir, en alguien que se distingue porque nunca aprendió nada de nada si no fueran determinadas malas artes, pues solo se esmeró en armar la gresca como “ocupa” y “activista”. Y no me pregunten como llegó tan alto sin tener un solo título o diploma.

No es de extrañar, por tanto, que todo cuanto hagan estos trepas no pase de chapuza. Se les da bien, sí, que eso nadie podrá negarlo, organizar “escraches» y quemas de contenedores casi tan bien como orinar en público en el caso de otra política igualmente ilustre. Pero sálganse de ahí, y no saben ni hacer la o con un canuto; o sea, que maldades todas, mas incluso en este caso, chapuceras.

Ahí tienen ustedes lo que está ocurriendo ahora, y este es un buen ejemplo: que unos con otros se fueron animando a declarar la independencia, y en el camino hicieron cosas tan interesantes y eficaces como romper, no sólo las leyes más importantes del país, sino incluso las de ese terruño que ellos mismos pretenden gobernar en exclusiva. O sea que para empezar se dedicaron a tirar piedras contra su tejado. Y claro, los jueces andan ya buscándolos para meterlos en chirona.

Otrosí. Mire usted que no se les cae de la boca aquello de la santa democracia, concepto que por cierto vienen utilizando con matices para justificar muchos de sus desmanes. Y sin embargo toman sus principales decisiones sin tan siquiera oír a la totalidad del Parlamento, con lo cual ya se han labrado su propio desprestigio. Claro que sus mentores tampoco les fueron a la zaga, pues ahora que está de moda hablar de corrupciones, la primera de la que se habló en los telediarios fue suya y quedó televisada en directo desde los escaños.

Luego ya se vio de todo: por ejemplo, votaciones en todas las posturas: primero en urnas de cartón, luego en otras compradas en los chinos y sin nada que ver con las reglamentarias, gentes echando en tropel los votos traídos de sus casas o rellenados con bolígrafo, votantes yendo de un lugar a otro para acabar votando en cualquier sitio o repitiendo el voto varias veces – nadie sabe cuántas pudieron ser -, ausencia del más mínimo control electoral, instrucciones electorales modificadas un cuarto de hora antes de la apertura y un recuento que nadie sabe cómo se hizo.

Si esto no es una superchapuza…

Pero lo mejor de todo ha sido el intentar crear de golpe una república y romper una unidad de más de cinco siglos, y hacerlo escribiendo en un papel cualquiera después de acabar de decir que iban a posponerlo, de forma que las ilusionadas hordas ya habían abandonado el sitio defraudadas y se habían ido a descansar de tanto lío, dando lugar a una de las escenas más chuscas de la presente historia: un presidente de gobierno con todos los marchamos – ganador de varias elecciones nacionales, con un currículo difícil de igualar y pertrechado de toda clase de respaldos legales y oficiales – preguntando al más significativo de los superchapuceros si es que, efectivamente lo que habían hecho tenía o no la intención de ser un auténtico golpe de estado, toda vez que no lo habían dejado demasiado claro. Una situación como de Gila cuando hacía de soldado que hablaba con el enemigo por teléfono.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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