¡Uf…! Qué calor

Por Carlos de Bustamante

( Palomares. Óleo de José María García Fernández, “Castilviejo”) (*)

Sea o no un nuevo “Ciclo del clima en la naturaleza”; sea o no –como dicen los calentólogos- un calentamiento global por exceso de emisiones de co2, lo cierto es, que hemos sufrido este verano unos calores si no anormales, por supuesto poco habituales. Nada fácil acordarse a nuestra edad de octogenario con creces del calor que pasamos en años mozos. Cierto, ciertísimo, que trillando en las eras, hasta se fundían los plomos de achicharramiento colosal. Cierto también, que la calor era tanta, que más apetecía dormir en las eras que no en la blandura en casa de la cama.

Pero aun chorreando sudores por la canícula y el trabajo intenso, no había hombre o mujer del tiempo en las “arradios” que servían sólo para escuchar “el parte” y las canciones de moda “dedicadas a mi novio- que hacían -¡ojo!- sólo las mujeres- que está en Melilla cumpliendo la mili”. Tampoco nos daba el parte meteorológico Mariano Medina, ni había otro medio de predecir el tiempo que las “cabañuelas” o el calendario Zaragozano que con el asesoramiento de la sabiduría popular, más que predecir barruntaba lluvias o calores.

Eran tiempos en los que el cielo era una carta donde leímos “l´óuno o l´óutro”. Y como el temporal nunca era del gusto de todos, ya se nos acusaba en la capital de las continuas quejas de los labradores. Ahora como los robots no suelen hablar, había que callar sin remedio. Menos el Rezongón, que ya por aquellos tiempos lo era.

¿Os creéis acaso que las labranzas son como los tiestos de casa? Regarles con la jardinería antes de que las plantas o flores pidan agua. Escarbarles de cuando en cuando si la tierra se apelmaza y oprime a las plantas… Meterlos dentro de casa si en el balcón o ventana sufren por el frío o la helada temerosa. Sacarlos al solillo membrillero o del otoño tras invernar al agrego de la vivienda… -les decía y añadía- : ¿Cómo creéis que no nos quejemos si al campo no “l´huáy quien lo mueva? “¡A vey si sos creéis” que el campo “ tié” siempre una mano amiga y femenina que lo atuse y cuide como a los gatos! Miramos una y otra vez al cielo que es de ande nos “pué” venir lo que creemos bueno y lo que decimos malo. “Dyháy es de ande nos puén venir las bendiciones”.
“Dende” que se mide el calor, lluvias y vientos, servidor hogaño no recuerda “temporal de la manera” ¡uf, qué calor!”. Antaño, “quisió”. “Anque me pai” que no sufrimos ola tan temerosa… ¿Tendrá la culpa “desto” también Rajoy…? Lo cierto es, que tales son las calores, que en casita como en ningún sitio.

Se me ocurre sin embargo que si esto no fuera un nuevo ciclo de la naturaleza, ¿no será nuevo ciclo el nuestro, por la edad que no perdona? : No hagas ejercicios fuertes, no te expongas al sol que te pueden salir epiteliomas; no tomes alcohol que te puede dar el pampurrio; hidrátate bien que el yu-yu acecha; camina al menos media hora diaria…. Y pregunto al sabio consejero: ¿Qué hacer si caminar media hora, es hoy como antes correr varios kilómetros…? ¿Y si el aire acondicionado en casita, nos puede ocasionar una pulmonía o bronquitis perniciosa? ¿y si salgo a pasear media hora, ¿por dónde que no me “epiteliome” con un sol de justicia? ¿Saben…? Pues ¡que me vuelvo al pueblo! Al frescor de mi casita con casi un metro de muros con adobe. Al frescor de la ribera donde según el místico: “buscando mis amores, iré por esos montes y riberas; ni cogeré las flores, ni temeré a las fieras y pasaré los fuertes y fronteras” ¿Y saben…? “paice” que con sólo la recitación ya siento el frescor propio de las aguas, chopos y álamos que la escoltan.

Para aumentarlo ante ola tan insólita, recurría a Bartolomé Llorens: “dejó mi amor la orilla/ y en la corriente canta/mas no volvió a la ribera/, que su amor era el agua”.
¿Lo ven…? , como en casa en ningún sitio; basta con refrescar la memoria con el ulular de la brisa que, con el recuerdo de tiempos jóvenes, penetra acondicionado como ningún robot es capaz de ello.

Por si esto no fuera suficiente, Y metidos ya en terrenos poéticos recurro para mitigar la calor a don Pedro Calderón de la Barca:

Este ejército que ves
vago al yelo y al calor,
la república mejor
y más política es
del mundo, en que nadie espere
que ser preferido pueda
por la nobleza que hereda,
sino por la que él adquiere;
porque aquí a la sangre excede
el lugar que uno se hace
y sin mirar cómo nace
se mira cómo procede.

Aquí la necesidad
no es infamia; y si es honrado,
pobre y desnudo un soldado
tiene mejor cualidad
que el más galán y lucido;
porque aquí a lo que sospecho
no adorna el vestido el pecho,
que el pecho adorna al vestido.

Y así, de modestia llenos,
a los más viejos verás
tratando de ser lo más
y de aparentar lo menos.
Aquí la más principal
hazaña es obedecer
y el modo cómo ha de ser
es ni pedir ni rehusar.

Aquí, en fin, la cortesía,
el buen trato, la verdad,
la firmeza, la lealtad,
el honor, la bizarría,
el crédito, la opinión,
la constancia, la paciencia,
la humildad y la obediencia,
fama, honor y vida son
caudal de pobres soldados;
que en buena o mala fortuna
la milicia no es más que una
religión de hombres honrados.

Pues ¡oigan!, mano santa. Con la medicina dicha, ¡tan fresquito! Y es, que quien no se conforma, es porque no quiere. Nos vemos…


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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