El Rezongón. La Santa Cruz: símbolo Franquista

Por Carlos de Bustamante

( Crucero en la Maragatería leonesa) (*)

Aunque no demasiado, la noticia sí la divulgaron algunos medios. Uno de ellos decía en Internet: “Cuatro personas han resultado heridas en el municipio vizcaíno de Larrabetzu durante las labores de derribo de una cruz Franquista de piedra que coronaba el monte Gaztelumendi, según ha informado el Departamento vasco de Seguridad a Europa Press. Y se debieron quedar, digo, tan “oreados”.

Pudiera ser que los que dicen esto no hayan visto “el Astete” ni por el forro; pero los que sí lo leímos y estudiamos en la “oprobiosa” época Franquista recordamos muy bien las preguntas y respuestas. Decía una de ellas: “¿Cuál es la señal del cristiano?” R: “la señal del cristiano es la Santa Cruz”.

Aunque se me atropellan los comentarios por el hecho, intentaré guardar cierto orden. Sin excesivo cabreo (con perdón) pero ciertamente indignado, se me viene primero a la memoria una de las muchas fábulas –ésta de Samaniego- que leí en cantidad de niño y adolescente: En casa de un cerrajero/ entró la Serpiente un día/, y la insensata mordía/ en una Lima de acero. Díjole la Lima: «El mal/, necia, será para ti; /¿cómo has de hacer mella en mí/, si hago polvos el metal?». Quien pretende sin razón/ al más fuerte derribar/ no consigue sino dar/ coces contra el aguijón. Pues eso.

Luego, y en vista de lo sucedido, me preguntaba perplejo: ¿Es que fue Franco en vez del rey Don Pelayo el que inició la Reconquista…? Porque los de las montañas asturianas, llevaban en el pecho sobre su armadura esta señal del cristiano… Pero no; éstos no han sido los del Islam. Fue una orden del sr. Alcalde de Larrabetzu el que dispuso el derribo de la Santa Cruz, erigida en el monte Gaztelumendi como recuerdo de los cristianos caídos en ese lugar. Y digámoslo claramente una vez más: en la “guerra justa” con quienes odiaban a muerte los más elementales principios de nuestra fe cristiana.

Acto al que propuso la asistencia masiva, para contemplar el espectáculo. No diré que se produjo el milagro de herir en el derribo de la Cruz a cuatro de los presentes, no; como tampoco que ninguno de los vencedores muertos en combate lo hicieran en nombre de Dios. Sí digo no obstante que aquí, o en otros lugares donde se levantaron cruces, muchos murieron con el grito de ¡Viva Cristo Rey! Ustedes no lo recordarán; pero este viejo Rezongón sí. Cuando mi padre venía del frente con el uniforme sucio y deteriorado, recuerdo cómo mi madre sacaba del bolsillo superior de la sahariana el llamado “Detente”: pequeña imagen del Sagrado Corazón de Jesús a quien se encomendaba y pedía protección en lo más crudo de las situaciones del combate. Por el contrario, he visto – y ustedes seguro que también- imágenes reales de cómo los milicianos marxistas, normalmente por engaño y orden de los superiores procomunistas soviéticos, fusilaban la estatua en el Cerro de los Ángeles del mismo que otros imploraban protección y amparo. Diferente ¿verdad? ¿Cruz, pues, franquista…?

Fue en otra guerra, como las demás, terribles. La columna legionaria del entonces Comandante Franco, acudía a reconquistar Annual donde se había dado la horrorosa matanza -y posterior profanación dantesca- de los vilmente asesinados de los bravos que creyeron en las falsas promesas de los partidarios seguidores de Ab´del Krim. La batería que mandaba mi padre, apoyaba a los que acudían a la reconquista. En los altos obligados, mi padre y Franco pernoctaban ambos en la misma tienda de campaña. Sobre las cajas de munición artillera, escribían cartas a sus respectivas novias; las que luego serían sus esposas. Con frecuencia recibían las visita del Páter, que bien celebraba allí la Santa Misa de campaña, bien confesaba a ambos y les distribuía la Sagrada Comunión que libremente solicitaban, o recibían la bendición con la señal de la Cruz (¿franquista?) sobre ellos y demás personal presente antes de entrar en combate.

Son verdades escuchadas e imborrables de quien se lo dice. ¡Qué Cruz franquista ni qué cuentos chinos…! (iba a decir lo de los niños que en absoluto viene a cuento ni lo entiendo).Cristianos de una pieza que acostumbramos a honrar así a nuestros difuntos lo sean o no en acción de guerra. ¿A qué viene si no es por odio la propuesta de quitar los crucifijos de los colegios y escuelas…? ¿Acaso no les parecen –con perdón- “los mismos perros con diferentes collares…?”Así que ya saben, el Rezongón ¡dice nada más! Dice y añade, que les hay como “faltos”, pero sin cómo. Y como no quiero marcar objetivos, me resta sólo añadir que si su intención es derribar todas las cruces que hay en España puestas por nuestros ancestros, tantas hay y en tantos lugres que, necesitados de iconoclastas, van a tener que “meter obreros”… como dicen y hacen nuestras gentes del campo por necesidades extras.

Aunque con una miaja de picardía, les cuento el porqué del anterior entrecomillado: Sacaban patatas una cuadrilla de castellanos (obreros rurales) en la Dehesa, claro, de Peñalba. Los chascarrillos, dichos y hechos se sucedían con excelente humor mientras trabajaban duro. El apodado Meagorras, se explayaba comentando que estaba de un humor de perros, porque “por más que lo intentaba” no tenía hijos. Ya en ambiente picaruelo y guasón, decía: “Amusque, una y otra vez he ido al curandero que me llevó “mu bien de cuartos”, y que si quieres arroz catalina. Que no, que no y que no…

-Será, le dijo Cagaris, porque no tiés lo que tiés que tener… Y siguió a la suyo.

-¡Anda tontoanda, le respondió Meagorras, ofendido en lo más íntimo y serio: ¡Quién lo va a decir hombre! Pos mia que tú, con esos muslos que tiés de gurriato, no sé a qué ton tiras esas boberías… ¡ni que tú fueras un simental, no te…fastidia!, queres hasta la risión del pueblo…!

-¡Callarsos, jeringar!, Terció Peduco antes de que la cosa fuera a mayores. Si no pué ser por lo que nada tesimporta, Cagaris, ¡¡mete obreros Meagorras y tó solucionau! Vamos, digo ó… El retortijón de risa que le dio a Cagaris fue de los que hacen época. Menos al interfecto, claro, que de un solo golpe de azadón sacó “mu bien” de patatas de las entrañas de la tierra.

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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