Los odiadores censuran (I)

Por Carlos de Bustamante

( Viñeta de Peridis en El País el pasado día 18 de julio) (*)

Aunque no completo, sí he seguido la felizmente pasada moción de censura promovida por los odiadores. Si no fuera porque aún siguen vivos (muy tocados, pero no hundidos) diría que se marcharon del hemiciclo rabo entre piernas. ¡Pero cuidado! Y aviso a navegantes: psoe y podemos se han tendido mutuamente la mano; y eso entraña no poco peligro para quienes sabemos cómo se las gasta esta gente… Podemos ofreció y psoe recogió el guante escenificado en un abrazo fraternal. Nada nuevo bajo el sol.

No necesito recurrir a la historia para saber –porque lo he vivido- cómo y por qué odian y por qué estrechan lazos de la nada nueva amistad y cooperación. Cuando “su dios es el vientre y su gloria las vergüenzas”, queman destruyen, profanan, fusilan… hasta lo más sagrado para los creyentes. No, no es que sean “el coco” ni el “hombre del saco”, no; es que en palabras y hechos, son el mismísimo demonio. Y como satanás existe “manque nos pese”, toma formas diversas. Y si por la apariencia pudieran confundir a los incautos, “por sus obras los conoceréis”. ¿Cuáles…?

¿Habremos de remover la “pecina”, para refrescar su verdadera memoria histórica?, me pregunto. Y me vuelvo a preguntar: ¿Es que se nos puede haber olvidado que la no muy lejana dictadura del proletariado, que ni siquiera escondía la más feroz de las dictaduras marxistas, leninistas y ateas…? ¿Y que la caída del muro de Berlín, fue un logro con repercusiones mundiales? ¿Tan frágiles seremos de memoria para no tener muy presente el letrero a la puerta de un templo libérrimamente católico de “la que mejor ilumina es la Iglesia que arde”, o así? ¿Ignoramos también quiénes fueron las que mostraron sus desnudeces donde bien sabían que harían daño? ¿Acaso no eran los mismos odiadores de “ayer”, de hoy y de siempre?

Pues héteme aquí y sé que entro ahora -y no antes- en el terreno de lo opinable, que, como si lo dicho no fuera cierto, los que menos debieran se dedican con críticas mordaces o no muy inteligentes (he dicho opinable) a poner al gallego a caer de un burro. Insultos de cobarde o traidor, cuando hoy es el único que les planta cara con posibilidades de éxito.

Evidente que no todo cuanto hace es del gusto del personal más exigente. Pero aparte de que en mi modesta opinión son mayores los aciertos que los fallos, ¿me puede alguien decir quién hoy y ahora nos puede impedir, que no sea él y su partido, que irrumpan en la escena política y de gobierno los odiadores? ¿Tan difícil es imaginarse las consecuencias?

¿Que no derogó cuando tenían mayoría absoluta leyes indignas…? De acuerdo que es un fallo descomunal. Morrocotudo. Permítanme, sin embargo, que les refresque la memoria: ¿recuerdan los trenes de señoras(¿) mostrando algunas partes pudendas con rotulaciones vergonzosas? Pues sí, señores en este “fachadolid”(de nuestros pecados) se paseaban impunemente por los andenes de la estación Campo Grande, vitoreadas por una multitud enfervorizada. Escena que según noticias fidedignas y gráficas se produjo parecida en no pocas ciudades de ésta nuestra España perpleja, anestesiada y confundida. Multitudes, sí, multitudes, que atraídas, nunca mejor dicho, por cantos de sirena, manifestaban ostentosas su beneplácito con los promotores del espectáculo grosero y liberticida en el que nunca se pudo ofender tanto a la mujer-objeto de usar y tirar. Con ser un índice representativo del sentir popular (mejor diría, populacho), no fue eso sólo lo grave y preocupante para el “cobarde y traidor”…. que no derogó leyes infames. Es que, incluso dentro de su propio partido e incluso ¡de su gobierno!, no hubo el imprescindible consenso para derogar nada de nada.

No sé ustedes, mis amigos, si se habrán preguntado cómo ha sido posible cambio tan radical de las gentes en tiempo tan breve. Me lo he preguntado y equivocada o no, tengo “mi respuesta”.

Comenzaron con la tristemente famosa, por nefanda, asignatura, “Educación para la ciudadanía” en escuelas y colegios públicos -no sin que alguno privado mordiera el anzuelo-, para que, poco a poco, sin prisa y sin pausa, sibilinamente, como acostumbran los que en esto son maestros, se corrompieran los niños desde los primeros años de vida y escuela.

Según la enseñanza recibida, los niños dejaron de serlo “antes de conantes”. E iniciaron juventud y adolescencia con la consideración de normal y progresista lo que no lo era ni lo es. Muy lento el sistema, impacientes quemaron etapas. Aunque siga habiendo detractores, su ansia de revancha fijó su objetivo en la Institución mejor valorada de España. Con petición de perdón por la expresión que fue pura realidad, ¿recuerdan la campaña de desprestigio emprendida con aquello de la “puta mili” y objeción libre de conciencia para no cumplirla? De tal calibre fue la campaña emprendida, que pronto surgió efecto: la mili obligatoria pasó a la historia con los regocijos alborozados de los que anteriormente adoctrinados en ausencia de valores, la vieron sustituida por el voluntariado profesional. ¡Al fin libres! Y lo fueron tanto, que la juventud conoció y sufrió el libertinaje.

Nada en contra, por supuesto, de nuestros ejemplares soldados profesionales. Pero sí, y mucho porque se nota, de tantas carencias en absoluto baladíes de muchos, multitud de jóvenes, que ni oír quieren de austeridad, sacrificio, respeto u obediencia a sus mayores o superiores.

Aunque tal vez sea apreciación profesional de quien ha instruido cientos o miles de soldados, ¿no es ahora notoria la diferencia entre los que cumplieron la mili con los que no? Opinable… o evidente. Ya me dirán. Como la maniobra de acoso e intento de derribo sigue y sigue…, será en el próximo, si Dios es servido, cuando les llegue la opinión de este rezongón empedernido. Pero como dice la sabiduría popular, que para mí quisiera: “Del viejo el consejo”, o que “más sabe el diablo por viejo que por diablo”, ¡velay que valga la pena que lean el próximo de todo conclusiones! Mientras tanto, ¡ojo con las descalificaciones intransigentes! Que cuantas más y mayores sean contra el gallego, mayores y más efusivos serán los abrazos entre los odiadores que censuran.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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