25 años D.O. “Cigales”. 14. El vino en Cigales entre los siglos XIV y XVI. I

Por José María Arévalo

( Acuarela de J.M. Arévalo.Viñas en La Legua, Cigales) (*)

“Campos regados de púrpura. La importancia histórica del vino en la región de Cigales entre los siglos XIV y XVI” es el título del siguiente artículo del libro conmemorativo “La comarca vitivinícola de Cigales: viñedos, bodegas y vinos. 25 años de la D.O. Cigales”, que venimos reseñando. Su autora, doña Diana Pelaz Flores, investigadora de la Universidad de Valladolid, Departamento de Historia Antigua y Medieval, Facultad de Filosofía y Letras. El artículo incluye una introducción, tres capítulos que titula “Los vinos de Cigales. Un viaje del medievo a la modernidad”, “El vino como marco de convivencia. Una mirada a la economía doméstica a través de la documentación judicial”, y “Regulación de la producción vitivinícola. Una preocupación social”, a lo que finalmente añade una Conclusión. Dada la extensión del artículo, recogemos hoy la Introducción y el primer apartado, “Los vinos de Cigales. Un viaje del medievo a la modernidad”.

En un apartado primero de “Introducción”, doña Diana Pelaz explica que “Aunque los caldos de la Denominación de Origen de Cigales no se caractericen únicamente por el color púrpura, sino también por los destellos rosados y dorados, el símil proporcionado por uno de los versos de la Oda al vino de Pablo Neruda (2005: 281-282), es adecuado en esta ocasión. Basta con recorrer los taciturnos campos de la meseta castellana para comprobar la importancia que el vino entraña para la región, y ese valor hunde sus raíces en un pasado histórico centenario que precisamente nos lleva de la mano hasta nuestro momento actual. El paisaje ha cambiado a lo largo de toda esta andadura, donde la acción antrópica se ha dejado sentir con fuerza también en lo que al paisaje enológico se refiere; no obstante, podemos retrotraernos e imaginar una imagen parcial y pretérita de periodos históricos hoy tan alejados como la Edad Media y los comienzos de la Edad Moderna”.

“Resulta evidente –continúa en su artículo- señalar que la producción de vino se remonta en la Península Ibérica a fechas todavía más tempranas que las que nos ocuparán en las páginas siguientes (Sanz, 2007; Sanz, Romero, Górriz, 2010). El motivo por el que nos centraremos en los siglos que comprenden la Baja Edad Media (ss. XIV-XV) y el comienzo de la Modernidad (s. XVI) guarda relación con el notable peso que el vino alcanzó en la sociedad bajomedieval a nivel económico, redundando en la necesidad de legislar y controlar su producción y, muy especialmente, su comercialización. Tanto durante el periodo de ocupación romana, como posteriormente bajo el gobierno visigodo y tras la conquista musulmana, el vino cobrará un papel protagonista como destacada fuente de ingresos, hecho que también se constatará a lo largo de toda la Edad Media cristiana, en la que también se verán reforzados otros factores en torno al consumo de vino”.

Además de la importancia que cobra el vino dentro de la liturgia cristiana, como una de las dos especies que se usan en la Eucaristía para la transustanciación del cuerpo y la sangre de Cristo, se unen elementos relacionados con la sociabilidad, la convivencia en el seno de los núcleos locales y la vida cotidiana de los grupos familiares. El vino se convertirá en un elemento central para los hombres y mujeres de la Edad Media al formar parte de su dieta habitual, junto con la ingesta de cereales panificados y, en una proporción menor, carnes, pescados, queso y frutas. Por otro lado se caracterizará por ser un producto que puede obtenerse de manera relativamente sencilla, al no necesitar de una gran infraestructura para mantener una pequeña fabricación viticultora a través de la que abastecer su propio consumo o, incluso, conseguir una fuente de ingresos complementaria que ayude a sustentar al núcleo familiar.

“La mitad norte de la actual provincia de Valladolid y el sur de la de Palencia, esto es, la región donde se localiza la elaboración de los vinos D. O. Cigales, no fue una excepción en ese sentido. Por el contrario, entre los siglos XIV-XVI se observa la importancia alcanzada por las viñas como uno de los cultivos predilectos de la región, actividad que precede a la vendimia, previa a la elaboración del vino, que será luego objeto de venta en la ciudad de Palencia o en la villa de Valladolid, esta última ya con un notable peso socioeconómico y político, al ser testigo en numerosas ocasiones de las estancias de la corte. Prestando atención a diversos tipos de documentos, relacionados especialmente con el ámbito judicial, a continuación se intentará mostrar la importancia que tuvo la producción de vino en los municipios que comprenden en la actualidad la D. O. Cigales y así observar, en consecuencia, la articulación de la vida cotidiana orientada en torno a la presencia de viñedos y vinos.

LOS VINOS DE ClGALES. UN VIAJE DEL MEDIEVO A LA MODERNIDAD.

El viñedo es, junto con el cereal, el cultivo agrícola que caracteriza históricamente el entorno cigaleño y así ha delineado un particular paisaje, fruto de una orografía singular, reconocible hasta nuestros días (Fernández, 2014). A diferencia del lúpulo, la vid no precisa de un suelo específico para poder progresar, lo que hizo de la producción vitivinícola un valor en alza a lo largo de toda la Península Ibérica, especialmente favorecida por la influencia del Cristianismo en general, y de las órdenes monásticas en particular, tanto a la hora de avivar el cultivo y empuje productor como el consumo (Martínez, 1991). La meseta castellana será, en todo caso, un espacio en el que su característica orografía activará un notable interés por el vino, convirtiéndolo en uno de los cultivos predominantes en el paisaje. Una vez arraigada la «cultura del vino» que introdujeran las comunidades monásticas asentadas en la zona, entre las que merecen ser destacadas por su antigüedad e importancia la del Monasterio de San Isidro de Dueñas, durante su adscripción a la Orden de Cluny, y el de Santa María de Palazuelos de Corcos del Valle, perteneciente a la orden cisterciense, la explotación del viñedo se convirtió en un cultivo predilecto en la zona y reconocido más allá de la misma (Yáñez, 1969; Herrero, 2015).

De este modo, entre los siglos XII y XIII comienza la proliferación de bodegas y lagares subterráneos, inscritos dentro del espacio que comprenden las viviendas, generando una gran cantidad de pequeños viticultores. Los municipios que comprenden la D. O. Cigales, concentrados prácticamente en su totalidad en la mitad norte de la actual provincia de Valladolid (Cabezón de Pisuerga, Cigales, Corcos del Valle, Cubillas de Santa Marta, Fuensaldaña, Mucientes, Quintanilla de Trigueros, San Martín de Valvení, Santovenia de Pisuerga, Trigueros del Valle y Valoria la Buena), junto con el municipio palentino de Dueñas, observarían una realidad común a todos ellos logrando que sus caldos fueran alcanzando notoriedad incluso en fechas tempranas (Fernández, 2012). Su prestigio sería incluso objeto de reconocimiento desde la Corte regia, como sugiere la aparición en las cuentas del rey Sancho IV de Castilla (1284-1295) del vino de Cigales.

Dada la recurrente presencia de la Corte en la región vallisoletana, así como sus frecuentes aposentamientos en la villa del Pisuerga, se debía abastecer convenientemente de vino, en claro beneficio de los viñedos de la región, entre los que ya destacaban los de Cigales, Fuensaldaña, Mucientes o Zaratán, ajeno este último al conjunto formado por la D. O. Cigales (Gómez, León, y Saras, 1998). El despegue experimentado por la producción vitivinícola -auspiciado también por su localización estratégica con respecto a la villa de Valladolid y su peso como escenario del poder político determinará la consecución de una continuidad que se convertirá en histórica con el devenir de los siglos. Como tendremos ocasión de señalar más adelante, a partir del siglo XIV tendrá lugar la intromisión por parte de los Concejos de la regulación del vino, así como de su comercialización. Andando el tiempo, no faltará tampoco la participación activa de grandes nobles que, como Antonio Alfonso Pimentel, tercer Conde-duque de Benavente, se interesarán en la adquisición de viñas, emplazadas en ese caso concreto en el término de Cigales (AHN, Sección Nobleza, OSUNA, C. 480, D. 74-76. 1542, marzo, 22 -1556, marzo, 6). El interés de los poderes públicos por el control y la participación activa en la producción del vino no es sino una clara muestra de la consolidación que este cultivo había logrado adquirir en la zona, en sintonía con las posibilidades que ofrecían las ordenanzas municipales a su comercialización y al prestigio de sus vinos.

La proyección histórica de los vinos de Cigales es, al igual que ocurre en el caso de otras denominaciones, como la de Ribera de Duero, longeva y afamada; no obstante, Cigales merece un especial reconocimiento de acuerdo al impacto de sus explotaciones vitivinícolas a lo largo del tiempo y su participación en la difusión del vino en la Meseta Norte. En estos términos se refería Máximo García Fernández a propósito de los vinos de la Denominación de Origen de Ribera de Duero: «Históricamente, sin embargo, junto a su producción vitivinícola, otros espacios cercanos tuvieron tanta importancia o más en la producción de vino», en alusión a la documentación generada por Cigales o Mucientes, dos de los principales núcleos productores de la región (García, 2003: 161).

Para conocer mejor el peso que el viñedo había logrado alcanzar en la transición de la época medieval a la moderna, en las páginas siguientes se establecerá un acercamiento al calado que el vino tuvo en el ámbito doméstico y la relación que los vecinos mantenían entre sí con el vino como catalizador de esos contactos sociales. Con ello se pretende poner el acento en aquellos varones y mujeres que, como pequeños viticultores, cultivaron, produjeron o comercial izaron una bebida que, deudora de su esfuerzo a lo largo de los siglos, ha logrado convertirse en un distintivo de la región”.

Seguiremos el próximo día con el siguiente capítulo del artículo, que se titula “El vino como marco de convivencia. Una mirada a la economía doméstica a través de la documentación judicial”.


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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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