El Rezongón. Por una vez y sin que sirva de precedente, ¡hablemos claro!

Por Carlos de Bustamante

(Calle Santiago con tranvía, en Vallisoletvm)(*)

De verdad de la buena, que no pensé en la fecha de hoy (18-VII) cuando le puse el título al artículo que pensé oportuno escribir. Pero resulta, que ante los dos problemas que hoy son candentes en España, uno “vivito- ya tratado, aunque incompleto en “El problema de Cataluña, probablemente publicado-, y otro “coleando” del que aún no he dicho esta boca es mía. Me refiero, claro está, al que se derivó de los aconteceres hace 81 años a partir de un 18 de julio, como hoy. Y como colea y aunque mejor sería no meneallo, he de tratarlo “sin que sirva de precedente”, por los que no tienen otro empeño que remover la “pecina” venga o no a cuento.

Hay otra razón por la que he de rezongar, diciendo nada más: Y es, que frente al perdón y olvido de afrentas pasadas por “nosotros”, en “ellos” continúa vivo -coleando- el odio y afán de revancha. Que esto y no otra cosa es la malhadada memoria histórica… de ellos, claro. Por este motivo y no otro, también creo oportuno poner algunos puntos sobre las íes.

Tenía este sempiterno Rezongón tres añitos cumplidos en septiembre cuando se produjo oficialmente el Alzamiento Nacional. Y digo oficialmente, porque ésta fue “nuestra” fecha; no la de “ellos”. La cosa comenzó, realmente, en 1934. Y tomó cuerpo en 1936, cuando ellos armaron al pueblo; no sin antes cometer toda clase de tropelías contra el sentir de más de media España de profundas convicciones católicas. Una vez más diré, y repetiré cuantas sean precisas, que la mayor motivación del Alzamiento tuvo un origen religioso.

Si de esto no tuve consciencia a tan corta edad, sí la tuve completa a los cuatro, cinco, seis años, en los que por lo trepidante de los tiempos, adquirí prematuramente el uso de razón.

Supe que tanto mi progenitor como cinco de sus hermanos –todos militares de profesión- e igual que los padres de casi todos mis compañeros de profesión, hubieron de jurar la bandera republicana. La que correspondía al gobierno de turno. Todos menos uno: el que igual de sobrino que sus otros ¡quince hermanos! , por ser el primogénito y preferido de su tía Sebastiana de las Moras, con título nobiliario y abundantes “cuartos” no necesitaba de los haberes correspondientes a su empleo para vivir, soltero y sin compromiso, holgadamente. Por ello, digo, no juró la bandera republicana, aunque de inmediato fue suspendido de empleo sueldo. Los demás militares –cuatro- duraron menos que un caramelo a la puerta de un colegio en ejercer la profesión en el llamado, porque lo era, “bando Nacional” hasta dar la vida.

Para hacer honor y hablar claro, les diré algo sobre esta fecha, odiada por unos y ensalzada por otros sin que haya de demostrar mis preferencias en lo que “allá cada cual con su cada cuala”.

Hecha la salvedad, les cuento: Estaban todos los hermanos- mis tíos- con su padre, el viejo Coronel abuelo Francisco y se esposa, su segunda madre, –mi abuela Carmen- en la, cómo no, Dehesa de Peñalba. El hermano menor de los cinco mayores de mi primera abuela, disfrutaba de las vacaciones de verano durante el segundo curso en la Academia de Infantería en el Alcázar de Toledo. Pidió permiso a su padre, para ir a Valladolid a por una pieza de la máquina trilladora… Tal día como hoy (18 de julio) se presentó voluntario en el Alto de los Leones. Y tal día como hoy (18 de julio), murió acribillado en el Alto. Al día siguiente, su hermano Javier, caía herido en el mismo lugar y combate. Alférez provisional de Artillería sufrió la amputación de la pierna herida y poco después murió de gangrena. El cuarto de los hermanos, tío Julio, ingeniero agrónomo, no quiso prebendas de sus hermanos jefes u oficiales y acudió soldado raso voluntario al mismo lugar y frente. Con riesgo inminente de su vida y sorteando como supo y pudo el fuego enemigo, rescató a los suyos muerto y herido. Tampoco se licenció ni admitió beneficios de sus hermanos. Sucesivas veces acudió voluntario a los “frentes” de mayor riesgo. Pese a su intrepidez, a veces temeraria, terminó la guerra sin el más leve rasguño y de soldado tan raso como la inició. Ejemplo de heroísmo callado y silencioso.

Y… ¡hablemos claro! : Especialista el 5º de los hermanos -mi padre- en las baterías alemanas del 8/8 de tremenda eficacia, sufrió una emboscada en el kilómetro 21 de la carretera de Espiel a Córdoba. Acribillado once veces por los del otro bando, lo dieron por muerto en una cuneta. Pudo reconocer a uno al menos de los atacantes, médico en Córdoba. Sólo se lo dijo a nuestra madre con el firme encargo de “que nunca dijera a sus hijos quién era aquél que había reconocido”; “porque no quiero odios ni venganzas”. Ofreciendo su tremendo sufrimiento “por la salvación de su mujer e hijos”, murió perdonando.

Para mí y los íntimos, santo anónimo.

¿Y ahora…? vuelven a repetirse los hechos previos al Alzamiento Nacional del ya lejano 18 de julio del 36. Éstos de forma más astuta, ladina y taimada, pero iguales o… ¡peores!

Con el mayor respeto a quien no comulgue con mi parecer, creo oportuno un sucinto siquiera comentario sobre tiempos vividos y sufridos.

Aún no era bien conocido por los países de nuestro entorno, la maldad del comunismo de ateos y odiadores. Por eso, tacharon de dictador al que, providencialmente, encabezó el Alzamiento. Se le y se nos acusó de antidemócratas y enemigos de la libertad. Salvo Argentina, “nos negaron el pan, el agua y la sal” en el concierto mundial de naciones. Y al desgaste y penuria de la tremenda posguerra, se le unió a la España agrícola la sequía jamás conocida. Inevitablemente -y pese a la generosidad de los vencedores que entregaron hasta los recuerdos familiares más preciados con algún valor- llegaron los “años del hambre”. Racionamientos… escaseces de hasta lo imprescindible, ¡hambruna!

Rara fue la familia donde no se sufrió la necesidad y estrecheces mil. Pero el espíritu de generosidad y perdón siguieron incólumes.

Al fin pudieron abrir las puertas los Templos aún no incendiados y cada cual pudo ejercer sus creencias sin el peligro de cárcel y fusilamiento, propios de aquellos demócratas…, de pacotilla, comunistas, marxistas leninistas. Y ¡ahora! aquellos que en primer lugar fueron derrotados en España pasaron a ser el enemigo público número uno ¡del mundo! Emulando al poeta místico, bien podemos decir: “Tarde te reconocí, tarde te amé… España”. España agrícola dije y España en la cola del mundo en cultura y progreso. Pues héteme aquí cómo se produjo el milagro con el de la “oprobiosa”: sin prisa y sin pausa, la España agrícola y pobre, se tornó próspera e industrial: irrumpió el progreso. Universidades laborales, Seguridad Social, prestaciones por desempleo, jubilaciones retribuidas, hospitales, carreteras, ayudas a la invalidez o discapacidad, ferrocarriles, pantanos, regadíos… Y sin “Ivas, ierrepeefes”, ni otras zarandajas, ¡oigan!, España escaló puestos hasta situarse en los primeros puestos del mundo mundial. La educación, orden y libertad religiosa convivieron con la dignidad del personal y los derechos humanos nunca soñados. Con la cabeza muy alta, “no sin algunos y necesarios rigores y austeridades”, salimos de la mayor de las crisis que conocieron los tiempos. ¿O no? Para el Rezongón que lo vivió, sin duda. Para los neocomunistas y nuevos y peores odiadores, parece que no. ¡Y no lo soportan! ¡Y vuelven a las andadas con la aquiescencia de los tontos… útiles…, para ellos!

Con versos de niño, pero con el reconocimiento de los sacrificios vividos en aras del bien común, recuerdo con sonrisa benevolente los “deberes” puestos por el colegio tal día como hoy: “Un diez y ocho de julio, cuando la tarde caía/ Franco declara la guerra a quien España invadía/. Hubo muchos heroísmos, pero entre ellos destaca/ un puñado de valientes encerrado en el Alcázar”. Ni que decir tiene, que desde entonces y con los `deberes´ cumplidos, soy “facha”.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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