De sorpresa en sorpresa

Por Javier Pardo de Santayana

( Viñeta de Puebla en ABC el pasado día 28 de junio) (*)

No sé mi meteré en camisa de once varas, pero ya que estoy en vena de presentar algunas cosas de esas que uno no llega a comprender – en el artículo anterior entré en el tema de cómo se están desarrollando las redes sociales – me atrevo a referirme a un caso de asesinato y de los comentarios que ha venido suscitando entre la gente.

Se trata de la muerte a manos de su propio padre de dos niñas que no llegaron a cumplir los diez años de edad; de dos hermanas que, por lo que se ve, estorbaban. Al padre le hemos visto repetidamente: primero a medias cuando fue arrestado, luego completo y sentado ante la justicia con un aspecto muy diferente del primero. Quieto y con la mirada dirigida a sus rodillas asistía impertérrito al desarrollo de su juicio, y claro está, uno no podía evitar dar vueltas a la cabeza en búsqueda de alguna explicación a la forma en que se había acicalado, ya que su aspecto poco tenía que ver con el que le habíamos visto en el momento de su detención. Ahora mostraba un complicado tratamiento de su propia cabeza, rapada por la parte baja y coronada arriba por un corte bastante sorprendente que remataba atrás una minúscula coleta. Y uno se preguntaba si no querría reflejar su personalidad más íntima, ya que no parecía natural preocuparse de tales pormenores sabiendo que acabaría por ser encerrado en una cárcel probablemente por el resto de sus días.

Como así fue, puesto que el fallo del jurado le convertiría en el primer condenado a lo que, según las nuevas leyes, se denomina una condena permanente pero revisable. Hasta ese punto era abyecto y repugnante un crimen perpetrado tras de haber adquirido previamente una sierra eléctrica con el propósito de utilizarla para trocear a las pequeñas no sin antes asegurarse de que su compra reunía todas las condiciones exigidas de calidad y de eficacia.

No entraré en mayores descripciones por no cargar unas tintas que mi improbable lector probablemente ya conoce. Porque lo que me ha llevado a escribir hoy estas líneas es el asombro que me causó la ausencia de determinada referencia a la hora de cubrir esta noticia por parte de los comentaristas periodísticos y televisivos a los que tuve ocasión de leer o de escuchar. Estoy hablando de algunos detalles personales que se dirían de obligada consideración a la hora de investigar un crimen.

Para empezar, de la relación del criminal con la madre de sus hijas tan sólo hemos sabido que se había separado de ella y que cometió el acto delictivo precisamente el día en que tenía que entregárselas, de lo cual parece deducirse que el asesinato sería la clásica venganza para hacer daño en donde más le duele. Pero como quien no quiere la cosa nos informan sin conceder al dato la menor importancia, de que el asesino tiene un novio; sí, un novio del sexo masculino. Nos lo dicen, efectivamente, como si esta curiosa situación de un señor casado que engendró dos hijos y luego se echó un novio del sexo masculino fuera una circunstancia más o menos habitual.

Ahí acaba el asunto. Pero claro, esto me ha hecho suponer que quizás la gente no pueda por menos de pensar que a lo mejor los medios se han puesto de perfil en relación con un detalle de aparente importancia potencial. Y conste que no quisiera extender la culpa del suceso al nuevo enamorado, Dios me libre. Tan sólo digo, que siguiendo un proceso lógico y normal, la circunstancia del enamoramiento bien pudiera haber excitado la curiosidad de los lectores y televidentes, acostumbrados a exigir la lógica en otros casos parecidos. Ya saben ustedes la curiosidad que suelen suscitar en casos como éste las circunstancias personales, y no digamos las que se refieren a la vida “íntima” o “sentimental”. Ahí tenemos el caso de la niña china asesinada por sus padres, igualmente separados, porque estorbaba para sus futuros planes.

Y sin embargo en este caso yo no he visto que periodista alguno se plantease si las niñas estorbaban o no, al menos como dato de trabajo. Razón por la cual ahora insisto en mi curiosidad y asombro por que este aspecto de la relación “sentimental” del asesino fuera pasado por alto y sin que surgiera la sospecha de que su retirada del interés del público se hacía por no chafar, precisamente en las fechas del mal llamado “Orgullo”, un buen ejemplo de diversidad sexual.

Luego, el asesino decidió confesar a última hora, y, con todo lo que se ha dicho y escrito más con la sentencia conocida, la gente pasó a hablar ya de lo de siempre, es decir, de la política, que tampoco es un tema tan distinto.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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