Huellas de la caza en el campo del lenguaje. III

Por Hilario Peraleda Navas. Introducción de José María Arévalo

( Pointer. Acuarela de G. González en ruizvernacci.es. 33,3×23,3cm) (*)

Vuelve Hilario Peraleda a seguir desgranando el contenido de su libro de dichos y refranes que guardan relación con la caza, al tiempo que nos envían mensajes subliminales sobre actitud, moral y comportamiento humano, lo que trata de analizar en la glosa que hace de ellos. Algunos nos pueden sonar, como “a la chita callando”, porque tiene también otros usos y la sorpresa es su relación con la caza. Reminiscencias de la sabiduría popular y sus certeras sentencias donde se mostraba la gran filosofía que antaño encerraron para la vida misma. Como en anteriores envíos, agradecemos mucho su colaboración.

A carne de lobo, diente de perro. Acerca de la relación entre el hambre y la calidad de los alimentos. En otro plano, alaba la perseverancia y el valor ante las desgracias y dificultades. Es refrán alusivo a la conveniencia de afrontar las cosas con el rigor y la firmeza que el caso exige, puesto que quien se amilana o encoge termina sucumbiendo a bravatas y amenazas. Para resolver una dificultad o escapar de una situación en apuros, hay que actuar con decisión y contundencia.

Dado que en otros tiempos eran habituales los ataques de lobos a los rebaños, se imponía contar con perros fuertes y valientes para hacerles frente. De aquí surgió la contraposición entre el lobo y el perro, que sirve para simbolizar el peligro o la situación de suma dificultad y los medios para combatirlos. Antaño era tanto como decir: “A pícaro, pícaro y medio” o “A cuco, cuco y medio”, es decir, para ganar hay que saber más que el adversario y particularmente, entre pillos. Otro que encaja aquí, como cierre, podría ser: “Para el hambre no hay pan duro”.

Como variantes del mismo se citan los siguientes: A carne de lobo, diente de perro, mastín o sabueso. A carne de lobo, diente de can. A carne de lobo, salsa de perro. A carne de oso, diente de lobo. A carne dura, diente de perro. En todos se ofrece como ejemplo de carne, mala o dura, la del lobo o la del oso que, para comerlas se necesitan buenos maseteros o una salsa fuerte que las troceen o maceren.

Acertádole ha Pedro a la cogujada, que el rabo (la cola) lleva tuerto/a y el ala quebrada (sana). De los refranes y sus glosas que recopiló D. Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, por mandato del rey Juan II. Covarrubias lo transcribe así (de la pluma de Hernán Núñez de Guzmán, El Pinciano y también El Comendador): “Dádole a Pedro a la cogujada, que el rabo lleva tuerto y el ala sana”, ‘cuando uno entiende haber atinado en alguna cosa que de cien leguas la a errado’. Con este refrán se reprende a quien presume de haber dado caza a una alondra cuando en realidad, apenas si le ha dañado la cola. También, hablando de veras, decir necedad es borrar el negocio y enojar.

Es evidente que se trata de una ironía ante un notable desacierto, dirigida contra los que errando en lo que fuere, de medio a medio, se jactan de haber acertado. Critica, por extensión, a quienes se ufanan de haber hecho lo que en realidad no han hecho.

Achicá compadre y llevaréis la galga. Es proverbio vulgar tomado del lenguaje antiguo que en vez de achicad usaba “achicá” y que se aplica a quienes tienen por costumbre mentir y exagerar miserablemente, haciéndoles razonar, diciéndoles que se reporten y apremiándoles a que presenten las cosas como son.

“Se cuenta que un labrador, viniendo del campo, pidió a un vecino suyo su galga para ir a matar una liebre que había visto echada, tan grande como un becerro. Le respondió que, siendo tan grande, no la podría matar su galga y así, poco a poco, fue comparándola a una res menor, como un carnero, un cordero, un cabrito, etc. Y él, repitiéndole: achicá compadre y llevaréis la galga. Hasta que vino a achicar tanto que confesó ser del grandor que las demás liebres y de allí quedó el proverbio”. Covarrubias.

A comer a lo mío y a hacer el nido a lo de Román. Modo de protestar contra los desagradecidos. Un cierto labrador se quejaba de la costumbre de algunos pájaros que acudían a comer en sus sembrados, para después ir a anidar en la finca de su vecino Román, dejando para este la utilidad

Se aplica el dicho para ilustrar aquellas situaciones o comportamientos de quienes se aprovechan de la bondad de una persona y cuando pueden reportarle un beneficio no se acuerdan de quien les favoreció.

Acudir al reclamo. Frase coloquial con la que se indica ir al lugar en que se ha oído que hay algo que conviene, interesa o beneficia a nuestros deseos.

La expresión recoge una velada alusión a que el reclamo o motivo ofrece unas expectativas grandes o considerables y, de paso, denota cierto grado de ingenuidad en aquel a quien se aplica

En el terreno de las perdices, que es el origen del dicho, los machos adultos y dominantes de la zona son los primeros en acudir al reclamo; pues acostumbrados a dominar a los más jóvenes, creen poder hacer lo propio con aquellos que, por sus cantos desconocidos, escuchan en su querencia.

Acudir como buitres al cebo. Hacerlo para cumplir un objetivo o satisfacer otras necesidades, en tromba, en masa, con prisa, ansiedad y codicia. Como parece que reaccionan los buitres al descubrir la carroña que les supone un inmediato festín; aunque, en realidad, los hechos no discurren así en la vida de estas aves donde existe previsión, recelo, orden, jerarquía y disciplina a la hora de repartirse un “botín”. Todo lo contrario a lo que se expresa en el dicho.

A la chita callando. En silencio. Sin llamar la atención. Algunos autores fijan el origen de la frase en la época de dominación musulmana, cuando se introdujo en nuestra Península el guepardo, al que también se conoce por el nombre onomatopéyico de “siita” o “chita”, para utilizarlo en la caza por astucia y sigilo que manifiesta para acercarse a sus presas sin levantar ninguna sospecha y la velocidad que alcanza en su persecución. El rey Alfonso X (1221-1284) prohibió esta caza por considerarla demasiado violenta; aunque continuó practicándose de manera clandestina, con disimulo y argucias, es decir: callando a la chita.

Otra explicación de su origen está en el juego de la “chita”, taba o astrágalo de cordero o cabrito, al que, cuando niños, jugábamos durante los recreos de la escuela; pero al mismo tiempo y con dinero sobre la mesa, jugaban los adultos cuando los juegos de azar permanecían prohibidos por razones morales. Así se jugaba “a la chita callando”, sin dialogar siquiera, para que no trascendiera.

Alas de neblí, corazón de baharí, cabeza de borní, manos (presa y garra) de sacre, cuerpo de gerifalte, ojos de alfaneque y pico (riza) de tagarote. Cita de cada una de las características más sobresalientes de las diferentes especies y subespecies de halcones que se han empleado en la modalidad de la caza de cetrería. Como si con esta expresión se pretendiera reunir en una sola de ellas, todas esas cualidades y porque ello no es posible, se deduce que a todas las criaturas les falta algo o que deseamos algo más de ellas.

Las palabras entre paréntesis se deben a Juan Vallés (1556) que modifica así las que recogió en “Refranes y Proverbios en Romance” el Comendador, unos años antes. A “riza”, Francisco Bernis le da un significado de desenvoltura, que el DRAE no recoge. Quizá lo apropiado sería tomarlo por destrozo o estrago, como se expresa en “hacer riza”, que sí encontramos en el diccionario y en otros muchos textos de los que se extraen algunos ejemplos: “¿Quién será ese tagarote escuderón”? y en la explicación del término: “Suelen llamar tagarotes unos hidalgos pobres que se pegan a donde pueden comer y esto, si hallan, que harán buena riza”. Quevedo. Historia de la vida del Buscón. Covarrubias tiene a riza, por destrozo.

En una anotación aclaratoria, explica D. Francisco Rodríguez Marín (Refranes Castellanos): “No risa, que dice Sbarbi, sino riza o destrozo, lo que malamente suelen designar los periódicos ´razzia´, sin percatarse de que tenemos en casa término propio, aunque olvidado, con qué decirlo”.

En el mismo sentido se dice en otra nota de El diablo Cojuelo, de Luis Vélez de Guevara, lo que significa riza: “y apelando a espada y capa(don Cleofás) y el Cojuelo a sus muletas, hicieron tanta riza en el montón…” y el comentarista escribe: “Si nuestros periodistas no hubieran olvidado que en castellano tenemos la palabra riza que significa destrozo o estrago que se hace en una cosa y la frase ´hacer riza´, causar destrozo y mortandad en una acción de guerra, es seguro que no acudirían a cercado ajeno por la palabra razzia, ni por la frase ´hacer razzia´, con lo cual lograrían tres cosas buenas: hablar en castellano, ahorrarse comillas o letra y evitar que algún malpensado sospeche que el usar razzia es indicio de no conocer la palabra riza”; pero, sin duda, lo que mejor justifica su significado de hacer u ocasionar daño o destrozos, son fragmentos de texto de la Ilíada en los que Homero pone en boca de Zeus y de Aquiles unas palabras que el primero dirige a Hera, su hermana y esposa: “En la próxima semana verás, si quieres, oh! Hera veneranda, la de ojos de novilla, cómo el prepotente Cronión hace gran riza en el ejército de los belicosos argivos” y en otro, donde el segundo, tras matar a Licaón, el hijo de Príamo, maldice a los troyanos: “Ojalá perezcáis los demás teucros mientras llegamos a la sacra ciudad de Ilión, vosotros huyendo y yo detrás haciendo gran riza”.

Como broche a esta larga explicación, tenemos un dicho popular: “Armar una derriza”, que significa: Destrozar. Romper y desordenar una cosa. Cortar y romper sin orden. Todo ello para decir que el tagarote es el halcón, entre todos los demás que, con su pico, más y mejor mata y despieza a sus presas.”


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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