Por Javier Pardo de Santayana

( Viñeta de Nieto en ABC el pasado día 28 de junio) (*)

A poco que uno analice las causas del escaso aprecio que de España y de sus compatriotas tienen hoy bastantes españoles, llegaremos a la conclusión de que nuestro pesimismo es inducido. Recuerden a los indignados que se alzaron en contra del sistema en la Puerta del Sol, ocasión esta en que algún astuto vio el filón que se le ofrecía para meter baza y de paso también, si era posible, el cazo. Pero, claro, era fundamental que todo siguiera estando tan mal o aun peor de lo que estaba, porque si no sería el fracaso del negocio. Y en ello estamos actualmente. “Peor es mejor” se dirían. Y para conseguir crear el clima conveniente arremetieron de paso hasta contra los Reyes Católicos y la conquista de Granada.

La pena es que han llegado un poco tarde, porque España es ahora mismo el país con mayor crecimiento de la Unión: del orden del 3% según nos dicen los que saben de eso. Y además cada día nos llegan nuevos datos positivos demostrando que también es un país de calidad. Fíjense ustedes que tenemos hasta la más potente multinacional que se ocupa de la moda, y no precisamente en Cataluña, tan famosa como fuera en lo textil, sino en Galicia, que esto es ya digno de ser reseñado con mayúsculas. Pero esto no es todo, pues también figuramos en punta de vanguardia en lo que se refiere a calidad de vida. Por ejemplo, en cuanto a la duración de nuestra propia existencia, que me parece a mí envidiable mírese como se mire. A lo mejor usted mismo sigue vivo gracias a tan gozosa circunstancia.

A la vista de su primer puesto mundial en el campo de los trasplantes, todos los españoles saben ya que el español es un pueblo más generoso que ningún otro del mundo. Y que, para mayor sorpresa de nuestros sembradores de tristeza, no sólo destacamos mundialmente en lo que se refiere al número de donaciones, sino también en el nivel quirúrgico alcanzado por nuestros cirujanos. Y, en efecto, son muchos los tipos de operaciones de trasplante en los que merecemos las mejores notas, prueba ésta de que nuestro sistema sanitario se codea con los de los países más punteros y aun les excede en muchas cosas. Hasta los ciudadanos ingleses que tanto presumen de sí mismos vienen a España para ser operados con las mayores garantías. Y qué decir de nuestros investigadores e inventores, porque usted verá que con frecuencia nos llegan noticias de sus éxitos.

Si ahora nos referimos al turismo, también en él permanecemos en cabeza. A la oferta de una meteorología favorable y un grado de seguridad considerable se suman unos paisajes fascinantes, un ambiente cultural muy atractivo, una sabrosa gastronomía – que en esto estamos siendo pioneros – y un estilo de vida dinámico y vital. A lo que habría que añadir la calidad de unos servicios hoteleros que pasan con matrícula de honor el juicio de los exigentes. ¿Y qué decir de nuestros aceites y de nuestros vinos? Vamos, que España gusta y que los españoles cumplen como buenos anfitriones.

En cuanto a nuestras infraestructuras, algunas podrá haber mejores, pero destacan sobre la inmensa mayoría. Por ejemplo, en ferrocarriles de alta velocidad, cuya red es sólo superada por el coloso chino.

En relación con la vida saludable, media España frecuenta los gimnasios. Y aquí encontrarán ustedes nada menos que la mejor liga del mundo; naturalmente me refiero al fútbol, donde brillamos como los primeros. Y aún habría que destacar a nuestros tenistas, ciclistas y jugadores de golf y de otras muchas disciplinas, en las que además arrasan las mujeres, hoy activas en todo y que ya obtienen medallas abundantes.

Sin embargo, nuestros nuevos barbaros nos pintarán una España oscura y desastrosa. Claro que lo hacen con cierto retraso; por ejemplo, la justificación de sus desvelos por la abundancia de corrupción se hace precisamente cuando nuestra justicia es tan activa que está en camino de extirparla. Y dudo que en esto nos superen otros países europeos en donde también parecen cocer habas.

En fin, que hay razones para estar orgulloso de España incluso sin tener que recordar cosas tan importantes como que restituyó las fronteras de Europa y desde ellas saltó al otro lado del océano para descubrir un nuevo mundo, o que fue el primer estado moderno, o que ahora mismo está en no sé cuantos lugares del planeta defendiendo activamente la paz de nuestros días, o…

Curiosamente de un aspecto de la vida española sí parecen presumir nuestros exigentes nuevos bárbaros, pues de lo único que sí se sienten orgullosos es de hacer de la capital de España la meca del mal llamado “Orgullo Gay”. Digo mal llamado orgullo porque supongo que los homosexuales cultos estarán avergonzados en su fuero interno ante una exhibición de mal gusto y grosería que debiera sonrojarnos con toda razón y fundamento. Ya ocurrió una cosa parecida con la ciudad de Barcelona, que se convirtió en la sede europea del movimiento Okupa y Antisistema. Y ya ven ustedes lo que está ocurriendo desde que gobiernan quienes tenían por oficio quemar contenedores y destruir cajeros automáticos.

El caso es que el lobby de los Ele-ge-be-tés ha conseguido, con la ayuda de los tontos útiles, hacernos tragar una teoría sobre la naturaleza humana que va en contra de lo que dictan el buen sentido y la sabiduría acumulada por nuestra cultura, Nadie se atreve a poner un pero a esa exhibición de zafiedad y de mal gusto con que los de las siglas intentan confundir, no sólo a la ciudadanía, sino sobre todo a nuestros jóvenes y niños. En este caso, la capital de España se convertiría en una especie de sambódromo orientado a la exaltación del sexo en sus múltiples variantes y facetas, tal como formula el librito que proponen los del lobby, tan aplaudido por los tontos útiles.

El embeleso general de nuestros “nuevos barbaros” ha conseguido hasta que el Ayuntamiento haya pasado a levantar las vigentes normas restrictivas que protegen el sueño de los madrileños. Y es que, por lo que se ve, con la fiesta del “Orgullo” – ¿hay título más memo que éste? – se pretende hacer temporalmente caso omiso de los excesos sonoros que habitualmente merecen ser multados por la autoridad correspondiente. Así que se fastidie el desgraciado viejecito que necesitaría descansar y las familias normalitas que no buscan sino la tranquilidad. Con el “Orgullo Gay” hemos topado.

En este alarde de traseros, en esta exhibición de monjas en ligueros y obispos travestidos en que se ve evidente la intención de transgredir y molestar al prójimo al tiempo que se alardea de algo que nadie les pidió, nada parece respetable o respetado. Así que uno se dice: “Bueno sí, lo siento mucho… ¿pero ¿a qué viene todo ese entusiasmo desmedido?”. Y no contentos con tanto despiporre aún tienen la ocurrencia de anunciarnos que estemos preparados – tiembla, Madrid – porque vendrán como unos tres millones no sé si de Ele-gé-be-tes propiamente dichos o simplemente de turistas atraídos – como los de Magaluf – por la posibilidad de enseñar partes ocultas de su anatomía y beberse de paso el manzanares. Pero eso no se lo cree ni la alcaldesa, porque los tres millones equivaldrían a duplicar la población actual. Haga usted el cálculo, por tanto, del número de plazas hoteleras o de colchonetas necesarias, o de autobuses y coches añadidos a la circulación urbana… SÏ; en efecto, haga usted todos los cálculos que quiera, que comprobará en todo caso que se trata de un cálculo imposible. Y mientras tanto la policía está que trina…

Pero no importa, porque al famoso lobby todos le tienen un miedo atroz. Sus tesis y sus gestos ya entraron en lo políticamente correcto, así que si a usted, periodista o simplemente ciudadano libre, le da por tacharlos de macarras o propone que den a este espectáculo el óscar al invento más basto y soez del año, váyase preparando para lo que le echarán encima: todos los latiguillos saldrán a las primeras páginas y a las imágenes de los telediarios, y usted será puesto como chupa de dómine si no flagelado en plaza pública.

PS: Menos mal que, por lo menos, esta dominante progresía de medio pelo – Dios los crea y ellos se juntan – presume de algo que tenemos en España. Quizá por eso lo llaman “el Orgullo”.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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