Por Carlos de Bustamante

( El flautista y su público. Acuarela de Alfonso Ruiz Roldan en Hispacuarela de Facebook ) (*)

No, si ya les decía, que por rezongar que no quede. Pero ¡recojostre! (¿) hay tantos motivos, que se me amontona el trabajo. En una entrevista que días pasados le hicieron al valiente Cardenal Cañizares, decía entre otras muchas verdades por las que le atacan sin piedad, que lo malo del todo no es el odio a lo sagrado de nuestras más firmes creencias, sino la tremenda indiferencia; bien de los que no creen, digo, como de los que, creyentes, se mantienen indiferentes (o eso me lo parecen) con la boca sellada. Recuerdo que alguien dijo a este propósito, “que el infierno está lleno de bocas cerradas”.

Item digo, que so pena de borrar del mapa el cristianismo naciente de los primeros, tuvieron que esconderse en las catacumbas. Nada que objetar, por supuesto, porque incluso de allí los sacaban para morir en el “circo”, crucificados, quemados en la hoguera o devorados por los leones. Mientras el público –bestia fiera- vociferaba con entusiasmo refocilándose a la vista de la sangre y del sufrimiento humano. ¡Qué tiempos aquéllos…!

Parece que “hoy”, y por el momento, no hay circo, ni cruces, ni hogueras, ni, particularmente, me da la gana (la más sobrenatural de las razones) de esconderme/nos en las catacumbas.

Si particularmente también no presto conformidad con el “intento” de que se nos desmoralice- corrompa- el Ejército con leyes aberrantes y contra natura, ¿qué no deberá ser con el cristianismo inmemorial de nuestra España?

Existen, y lo estamos viendo, cómo se apedrean, insultan y agreden a los que, pese a ello, persisten en la obra de recorrer España ¡y el mundo si fuera preciso! pregonando una verdad de Perogrullo, pero que con el intento de convertirla en mentira, el daño que pueden ocasionar sobre todo a los niños, a las familias e instituciones… es incalculable. Bien lo saben los que, cobardemente ocultos tras el cada vez menos desconocido y torticeramente llamado Nuevo Orden Mundial, manipulan a su antojo las más perversas intenciones, so capa de libertad, igualdad y fraternidad.

No quisiera que esta realidad llevara a ningún hombre de bien al desánimo pesimista. Pero sí quisiera resaltar la postura valiente de un Cardenal que, contra viento y marea, nos indica con su ejemplo y su palabra el camino a seguir.

Y que el Rezongón sepa, no lo ha hecho y dicho desde las catacumbas, sino en público y recogido textualmente por muchos de los medios, que tampoco se editan desde los laberintos de un monte horadado por escondrijos.

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(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
http://c1.staticflickr.com/5/4198/34904755182_5696b1f1f5_b.jpg