Retrato de un indeseable

Por Javier Pardo de Santayana

( Viñeta de Esteban en La Razón el pasado día 11 ) (*)

El retrato corresponde a un deportista con la cara dura necesaria como para asumir el papel de portavoz de quienes quieren unilateralmente romper – así, sin más – la convivencia de los habitantes de un país milenario como el nuestro. Aunque – fíjese usted qué mala pata – lo hizo precisamente ahora, cuando Europa, tras el llamado Brexit, no quiere ni oír hablar de defecciones. O sea que si es indeseable lo es sobre todo por lo inoportuno.

Pero empecemos por su propia trayectoria como futbolista, puesto en el que hay que reconocer que destacó brillantemente. Claro que se trataba de dar patadas a un balón. Porque fue cuarenta y tantas veces internacional como seleccionado para representar a una nación a la que ahora denigra públicamente en su función de portavoz de quienes pretenden dar un golpe de estado con todas sus consecuencias. Dice el buen señor que Cataluña está sometida a un régimen opresor que no les deja votar lo que ellos quieren. Y cuando digo “ellos” me refiero a sus amigos y correligionarios.

La verdad es que podía haberlo dicho antes, porque mira que bien se embolsó las suculentas primas sin rechistar respecto a la penosa situación en que suponemos se encontraba entonces. Así que durante muchos años se endosaría sin chistar la camiseta, los calzones y las medias representativas de lo que los españoles consideran que es su patria y hasta se abrazaría con entusiasmo desmedido a sus compañeros al marcar un tanto mientras en sus adentros lamentaba lo que era una gozosa circunstancia para los demás. Todo eso mientras nosotros, desgraciados, barajábamos la posibilidad de su candidatura como entrenador de lo que ahora llaman “La Roja”…

De sublime para arriba sería su apelación al mundo entero – o sea “urbi et orbe” – para que la humanidad sepa de los abusos de un estado culpable que por cierto está pagando las muchas deudas contraídas por sus correligionarios, que, mientras tanto, se forraban en lo personal y creaban embajadas ficticias que cuestan un riñón. Aspectos éstos que caen en el mayor de los ridículos cuando oímos decir además que “España les roba”. Porque, ¿es que de verdad creen que alguien en su sano juicio y medianamente conocedor de lo que es nuestra nación se va a tragar tamaña falsedad?

Algo me dice que estas estupideces, que en todo caso desacreditan a quien se atreve a pronunciarlas, sólo pueden ser pronunciadas por alguien que no ve mayor futuro u ocasión para enfrentarse con la gente; así parecen estar diciéndolo los resultados deportivos más recientes. No me extraña, por tanto, ese rostro crispado y encendido con que nuestro indeseable vomitaba aquella sarta de mentiras y exabruptos ante la mirada amiga de ese flequillo que otros tienen más por mopa.

La verdad es que da un poco de risa pensar que el susodicho, reconocido pensador como es sabido, crea que el mundo piensa hacerle demasiado caso. Sabido es que en el proceso de construcción de Europa una de las primeras condiciones consistió precisamente en no aceptar a quienes aportaran la carga de nuevos o antiguos problemas fronterizos, por ser éste un lastre que ya sufrimos suficientemente en el pasado. Así que a cualquier responsable se la abrirán las carnes con tan sólo imaginar que alguien pretenda emanciparse ahora tras de siglos y siglos de convivencia histórica dentro de una nación que restableció los límites de Europa y proyectó nuestra cultura a un nuevo mundo que además ella misma descubrió. Y que aún iría más allá hasta envolver el orbe siempre con la contribución de quienes ahora quisieran acabar con todo lo que pillan menos con la cuenta corriente acumulada gracias a los generosos españoles.

Claro que los directivos del equipo “español” de sus amores abusan de sus jugadores a la hora de hacer de aquél algo bastante “más que un club”; esto es, un instrumento para la acción política orientada a contribuir aportando a la nación el regalito de un golpe de estado. El mecanismo es el siguiente: con lo que pagan los vecinos se adquieren buenos jugadores y se ganan los campeonatos, aumentando así las posibilidades dinerarias. Con la particularidad de que el atractivo del éxito obtenido, según declaración propia de sus dirigentes, se enfoca a la propaganda que realizan en el terreno ya citado de una acción política entregada a la desmembración de España. Y, claro está, los jugadores – incluidos algunos, no muchos dicho sea de paso, nacidos entre nosotros – entran dulcemente por el aro. Todo sea por el pan de sus hijos, que sin el empleo de los padres podrían morir de hambre en este nuestro país desconsiderado con sus ciudadanos. Pues, según dicen, no es cierta la leyenda urbana según la cual vivimos en una de las primeras economías europeas: en un país avanzado y democrático, donde los derechos están reconocidos y en la que existe la mayor descentralización conocida en estas latitudes. Todo eso es falso, por lo visto.

Ahora se comprende que, curiosamente, la arenga de nuestro hombre resulte coherente y adecuada a sus principios. Por ejemplo, al situar a una hermana suya como “embajadora” en un país de Europa, o al unirse él mismo cordialmente a los destinos de un país que es maravilla de nación perfecta, tanto que a su hermana no la habrían dejado mover ni la nariz.

Pena da que este país al que ahora aludo, ejemplar para los desgraciados españoles que han de soportar callados la tiranía del Estado, acabe de ser declarado por sus vecinos y parientes del Golfo – ¡mira que es casualidad y mala suerte! – ferviente impulsor del terrorismo, poniendo así en un brete al club que se considera “más que un club”. Porque ya ni se sabe qué hacer con tantas camisetas como vendieron con su nombre y con la multitud de letreros e inscripciones en las que cada día lo recuerdan.

Y aún esperen ustedes a ver lo que sucede tan pronto se descubra lo que hubo detrás de la designación de este país tan ligado a nuestro hombre como la sede de una futura Copa Mundial de fútbol, ya que lo más probable es que entre golfos anduviera el juego.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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